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OPINIÓN

La ciencia lo ha demostrado: No existe un cerebro masculino y uno femenino

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Educación, por Isabel Venegas //

Recientemente publiqué en mis redes sociales una nota de Benedetti: No sé si soy una persona triste con vocación de alegre, o viceversa, o al revés. Lo que sí sé es que siempre hay algo de tristeza en mis momentos más felices, al igual que siempre hay un poco de alegría en mis peores días.”

A este post, uno de mis contactos se expresó con una crítica a la construcción de esta narrativa en función de su lógica y razonamiento; me llamó la atención porque siempre había visto detracciones a la obra de Mario Benedetti en el sentido de la simpleza de sus composiciones (virtud o defecto, según los gustos), o incluso la falta de originalidad, tal vez; pero yo comencé a discutir que en esta nota en particular, lo que menos notaba era la falta de lógica y razón, por el contrario creo que las premisas eran tan simples que su lógica resultaba obligada.

Pero a mi respuesta en el muro me contestaron algo así como: “la estructura del pensamiento de una Mujer es totalmente distinta de la de un hombre. Las mujeres tienen una visión 360 grados. Los hombres tienen una visión telescópica. Las Damas son más de elegir por las hormonas por tener el tallo del Cerebro más largo que el de los hombres en consecuencia tienes respuesta a lo emocional y no a lo Racional”

Me parece sumamente importante aprovechar este espacio de reflexión para poder poner sobre la mesa la idea de que, como señala el comentario, “las damas” y “los hombres” tienen una estructura de pensamiento diferente derivado de su complexión física (por cierto que a mí el término “dama” ya me causa bastante –cringe-, pero ese será otro tema).

Para muchos la argumentación de las diferencias físicas entre hombres y mujeres se basa en la observación de lo que tangiblemente tienen a su alrededor; una mujer no carga un garrafón de agua o no lleva el cilindro de gas en hombros hasta el cuarto piso de los departamentos; pero es que el hecho no es de un determinismo histórico, es parte de un desarrollo que –en este momento- ha prefijado condiciones que desde un principio no fueron así; nuestra raza se ha transformado en diferentes momentos y espacios de la historia, es decir, la humanidad no tiene una complexión estática.

Hay muchísimos casos en los que se la percepción de las diferencias se difumina o se pierde, por ejemplo, los pueblos donde los varones migraron y las mujeres se tuvieron que hacer cargo de la siembra, la ganadería o la minería, ¿crees que no cargan un garrafón de agua?; o en contraparte, todos los “caballeros” que se han dedicado a trabajar en oficinas, y que desde generaciones atrás no desarrollaron habilidades físicas, no les vas a poder pedir que se suban al techo para arreglar la gotera, te cuento ¡Ya no pueden cazar un mamut!

Tanto física como intelectualmente, el ser humano no está determinado por una genética global e inamovible cuya clasificación solo se distingue por el hecho de ser hombre o mujer. No podemos seguir pensando que las mujeres son “nobles y empáticas” porque de ellas es la maternidad, ni que los hombres son fuertes y por eso su tarea principal debe ser la de proteger. Todos vamos encontrando nuestros potenciales, vamos construyendo las competencias de, y para la vida.

Investigaciones recientes han arrojado evidencia de que el cerebro de la mujer y del hombre no son los determinantes en las diferencias que se pueden construir, de ahí que haya excelentes matemáticas o grandes ingenieras, hombres con la sensibilidad artística o la ternura para construir bellas obras musicales; cerebros que aprovechan los recursos de la creatividad y el ingenio, pero que no están determinados por su género.

Las diferencias de sexo en el cerebro son minúsculas e inconsistentes, una vez que se tiene en cuenta el tamaño de la cabeza de los individuos” señala la publicación que difunde los resultados del estudio realizado por la Universidad Rosalind Franklin (EEUU) y divulgado en Neuroscience and Biobehavioral Reviews

Este equipo de trabajo realizó una metasíntesis que contempló tres décadas de investigación, asimilando cientos de los estudios de imágenes cerebrales más grandes y más citados que abordaban 13 medidas distintas de supuesta diferencia de sexo. La investigación concluye que los cerebros de hombres y mujeres difieren ligeramente, pero el hallazgo clave es que, estas distinciones se deben al tamaño del cerebro, no al sexo o al género (revista de neurología, neurología.com).

El estudio también refuta la idea fuertemente arraigada de que, el cerebro de los hombres está más lateralizado, es decir, que cada hemisferio actúa de forma independiente, mientras que se dice que los dos hemisferios de las mujeres están mejor conectados y funcionan más sincronizados entre sí.

Claro es que muchas de estas cosas nos las hemos venido repitiendo durante años: pensar que las mujeres son mejores en la inteligencia implicada para las tareas de cuidados, o que los hombres tienen más agudeza y agresividad por la forma de su interconexión cerebral; son constructos que se hicieron dados los recursos con los que contábamos. La ciencia evoluciona, descubre y corrige ideas, esa es su tarea: reconoce cambios e identifica, como en este caso, que muchas de las injusticias sociales, se han argumentado a raíz de evidencias que ya no se tienen como tal.

Decir que las mujeres son de venus y los hombres de marte, es tanto como afirmar que la tierra es plana o que nuestro planeta es el centro del universo. Más aún, como muchos científicos sociales apuntan, las supuestas diferencias entre los cerebros en función del género, solo ha servido como una justificación simplista del mundo en que vivimos.

Me encanta la frase de la neuro-científica, . Daphna Joel: No existe un cerebro masculino y uno femenino. ¿Ves por qué hay que seguir apostando por la ciencia? Nos ayuda a encontrar evidencias que dan sentido a otras lógicas, a comprendernos desde otras perspectivas, lo que nos obligan a vivir de modos diferentes, y como decía mi abuelita ¡nos vamos a equivocar de formas nuevas, pero eso sí, debemos de cambiar!

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa venegas@hotmail.com

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