OPINIÓN
«No entienden que no entienden»: La moratoria constitucional, un suicidio para la oposición
																								
												
												
											A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Circula por las redes sociales de muchos priistas una foto de Alejandro Moreno Cárdenas, mejor conocido por sus entrañables amigos como «Alito», en la cual el texto de la foto corresponde a una frase del polémico campechano que dice:
«Quien critica y no propone, quien está en contra de todo y a favor de nada, no quiere que le vaya bien a México». Al leer esta frase les puedo confesar que por primera vez en tres años estoy de acuerdo con el Presidente del PRI y diputado federal, Alejandro Moreno.
La democracia exige de todos nosotros apertura al diálogo y voluntad política de parte de todos los involucrados en el debate, para así poner sobre la mesa propuestas o rutas alternas que permitan, ya sea alimentar las políticas públicas en curso, o bien, complementar las que están por diseñarse.
En virtud de estas exigencias es que no podemos permitir que lleguen al poder aquellas personas que ven en los espacios de representación, un micrófono de gran alcance para difundir discursos y/o mensajes de división o rencor, o bien, una llave con acceso a un cuarto que guarda una ilimitada cantidad de mecanismos coercitivos para obligar, mediante el uso del poder, al resto de los actores se alineen a un proyecto político en concreto, ya sea del partido en el gobierno, o de los partidos de la oposición.
Por esta y otras razones, yo me pregunto muy seriamente: si aquellos que están en contra de todo y favor de nada no quieren que le vaya bien a México ¿por qué la oposición recurre a una moratoria constitucional para rechazar de manera automática todas las reformas constitucionales que plantee el Presidente de la República?
La moratoria constitucional anunciada por la oposición no abona en nada a los principios democráticos que dan forma y sentido a nuestras instituciones y a nuestra tradición política, las cuales, hoy más que nunca, estamos obligados a proteger, preservar y sobre todo, fortalecer mediante la evolución y la implementación en la práctica de nuevas ideas que dan vida a esta década.
En este sentido, que la oposición plantee un ‘’no’’ rotundo a toda propuesta constitucional que emane del Ejecutivo Federal no solo me parece un despropósito democrático, sino también un contrasentido por parte de la oposición que al parecer, se olvida una vez más que su papel en nuestro sistema político no solamente es antagónico, sino que también debe de jugar un papel crítico, objetivo y propositivo de tal manera que todas y cada una de sus acciones busquen alcanzar un nivel de utilidad social que le permitan, a largo plazo, volver a ser una opción para el electorado.
Pero a diferencia de las posturas y comportamientos erráticos y desesperados que ha emprendido una alianza opositora que parece estar cada vez más cerca de ver exactamente cuál es el lastre que no les permite avanzar, esta columna, más que criticar, tiene el objetivo de reflexionar sobre esta decisión tan polémica que ha provocado que hasta los ex presidentes del Partido Revolucionario Institucional, y otros miembros distinguidos de dicha institución invitaran a Alejandro Moreno a reflexionar sobre el futuro del partido (spoiler alert: no reflexionó).
En esta ocasión, la moratoria constitucional inaugura de manera anticipada un nuevo episodio de esta película llamada: “No han entendido, que no han entendido”; película que aunque al principio era entretenida, tal y como las películas de Depredador, ahora ya parece muy forzada.
Una vez más, la oposición se cierra al diálogo olvidando que en este episodio de la vida política de México, que es dominado por un partido que pese a todos sus tropiezos, cuenta con un enorme talento para comunicar y construir narrativas, el contrarrestar ideas públicamente para generar un contenido discursivo capaz de penetrar en la sociedad, es muchísimo más importante que cualquier toma de protesta o repartición de reconocimientos a la militancia en el territorio. Al final del día, si la oposición no le explica a la ciudadanía, de manera clara y concreta, con un lenguaje simple, porqué el Gobierno en turno y sus propuestas son erróneas, entonces ¿quién lo hará?
Si bien es cierto que este sexenio la “fortaleza” de MORENA, radica en gran medida en todos los programas sociales que el gobierno ha diseñado y ha estado entregando en muchos hogares mexicanos, también lo es que su influencia en el territorio mexicano no radica únicamente en esto, ya que los programas sociales son herramientas con los que todos los gobiernos, de todos los colores han contado durante toda la historia política de México, por lo tanto, esto no es un factor distintivo de la estructura electoral en turno.
Lo que sí ha sido un factor aún más determinante y distintivo de esta etapa, es que a diferencia de otros sexenios, el gobierno en turno no cuenta con una sola expresión política en todo el territorio nacional con la capacidad de construir una narrativa congruente y una agenda ciudadana que puedan, tanto contrarrestar discursivamente, de una en una las ideas de este Gobierno, como exponer de manera fría y práctica, el impacto negativo de las decisiones de esta administración.
Los próximos años serán fundamentales para las definiciones que habrá en el 2024 en la elección que la oposición denomina como: “La madre de todas las batallas” y en este proceso definitorio, la reforma electoral y la reforma que planteará cambios operativos en lo que respecta a las funciones de la Guardia Nacional en la seguridad pública de nuestro país, serán fundamentales política y discursivamente.
De entrada, aunque estos temas aún no se ponen sobre la mesa, ya sabemos que serán rechazados y que no van a prosperar, pero ante esta realidad inminente, esperemos que la oposición, en el entendido de que quien está en contra de todo y a favor de nada no quiere que le vaya bien a México, pueda desarrollar una capacidad discursiva que les permita no solo explicar a la sociedad el porqué de su decisión, sino también, que ofrezca una alternativa viable, congruente y clara, que ponga a la ciudadanía en un escenario político en el que realmiente tiene una opción B, escenario que no existe en el terreno político desde el 2018.
Para cerrar esta columna, me gustaría pedirle a la oposición que recuerde, que entre la traición a la patria, y la moratoria constitucional, la traición siempre será más atractiva discursivamente, por ende, el silencio y el no rotundo, no son una opción.
