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OPINIÓN

Guardia Nacional, el Ejército en todo

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

Corría el mes de diciembre de 2006, entonces, el recién entrado Presidente de México Felipe Calderón declaró una “ofensiva total” contra todo cártel de narcotráfico en nuestro país; el día 11 de aquel mes, fue la primera vez que el Ejército comenzó a verse en las calles para temas de seguridad pública, pues desde Los Pinos se ordenó que 6,500 elementos del Ejército Mexicano fueran enviados al estado de Michoacán para iniciar la llamada guerra contra el narcotráfico. En ese tiempo la acción fue muy criticada por el autonombrado “Presidente Legítimo” López Obrador.

Después de desbloquear carreteras y resultados diversos en aquel estado, durante el año 2008 la operación se replicó y se iniciaron operativos de las fuerzas armadas federales en Nuevo León, Tamaulipas y San Luis Potosí. En el año 2009 se llevó a cabo el famoso “michoacanazo” un operativo conjunto entre la Policía Federal, Marina y Ejército donde se detuvieron a 11 Presidentes Municipales de Michoacán, a 16 funcionarios estatales y a un Juez, todos acusados de estar coludidos con el crimen organizado.

Estos fueron algunos de los capítulos memorables que marcaron el inicio de una de las épocas más violentas del país, los resultados fueron para muchos muy criticables pues al final del sexenio de Felipe Calderón se contabilizaron más de 120 mil homicidios dolosos, cientos de hechos violentos, un gasto altísimo en seguridad y pobres resultados.

Para el año 2012, el país se encontraba en una crisis de seguridad nunca antes vista, los resultados de los operativos militares en el interior del país fueron bandera de campaña para los candidatos de oposición que se presentaban a las elecciones presidenciales de aquel año; AMLO que competía por segunda ocasión, recalcaba una y otra vez la necesidad de sacar al Ejército de las calles, sin embargo, Peña Nieto fue elegido Presidente de México, la estrategia no cambió, pasaron los seis años de su gobierno y al final se contabilizaron más hechos violentos y la cifra de homicidios dolosos sumaron 156 mil personas. El número de muertes violentas aumentó casi el 30%.

La violencia junto con otros temas, llevaron al hartazgo de la población que exigía un cambio, de esta manera, en el año 2018 Andrés Manuel López Obrador finalmente resultó electo como Presidente Constitucional de México, una de las promesas más importantes de su campaña fue retirar al Ejército de las calles, la promesa se había presentado desde el año 2010 cuando lanzó un video exhortando a las fuerzas armadas a volver a los cuarteles “No es con el Ejército con el que se resuelven los problemas de inseguridad y violencia… lo que tiene que hacerse es atenderse lo social, crear mejores condiciones de vida. Cuando se habla del gabinete de seguridad debería de estar el Secretario de Educación, Desarrollo Económico y Salud, el Ejército no debe usarse para suplir las incapacidades de los gobiernos civiles.”

Con estos antecedentes se creó la Guardia Nacional en 2019, a pesar de que la conformación de esta fuerza de seguridad incluye a alrededor del 80% de elementos del Ejército y la Marina, se insistía en que no representaba la continuación de la estrategia del Ejército en las calles pues el mando era y siempre sería civil, la entonces Secretaria de Gobernación Olga Cordero insistía en llamarla Policía Militar.

Pues bien, hace unos días AMLO anunció el decreto para que la Guardia Nacional pasara a formar parte de la Secretaría de Defensa Nacional, de un plumazo se olvidaron las promesas repetidas recurrentemente durante los últimos 12 años, los compromisos de campaña, las críticas a los procesos fallidos, se pierde la coherencia, las fuerzas armadas de uno u otro bando toman al país y esto no nos parece escandaloso.

Hoy el Ejército no solo está en las calles, construye aeropuertos, trenes, controla las aduanas y los puertos, ¿Por qué se le otorga tanto poder y funciones a una institución que claramente fue fundada y establecida para otros fines? Solo el Presidente lo sabe; mientras tanto, las cifras de homicidios dolosos en menos de cuatro años del actual gobierno suman más de 121 mil y rebasan a todas las víctimas del sexenio de Calderón.

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NACIONALES

Lujos obscenos y pobreza extrema

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– Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez

Le tomamos la palabra a Fernández Noroña para descubrir qué es o a qué le llamamos lujo y, en contraparte, qué es la pobreza extrema. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) la pobreza debe medirse con enfoque multidimensional. No se trata sólo de la carencia de liquidez económica, como nos tienen acostumbrados a considerarla.

Claro que el ingreso económico influye para ser pobre o darse algunos lujos. El ingreso mensual por persona debe ser suficiente para cubrir el costo de la canasta básica, que incluye: vivienda, alimentos, salud, educación, transporte y vestido, entre los más importantes.

Quienes no pueden satisfacer plenamente estas necesidades se hallan en la pobreza; quienes no tienen ninguno de estos satisfactores cubiertos están en pobreza extrema.

Quienes tienen más que satisfechos estos rubros, con residencias en cotos o colonias de privilegio y, además, pueden pagar servidumbre, guardaespaldas, automóviles del año, ropa de marca, relojes de pulsera de cientos de miles de pesos, teléfonos celulares de 50 o 60 mil pesos, comidas en restaurantes de platillos y vinos de miles de pesos, membresías de clubes exclusivos, viajes en primera clase, hoteles de 15 mil a 30 mil pesos por noche, tener acciones bursátiles o negocios de ingresos millonarios, están en la gama del lujo.

Cuando aquellos que cubren esos gastos con dinero no proveniente de sus salarios o negocios legítimos, sino de origen oscuro, turbio y, muy probablemente, por sus maniobras políticas, entonces caen en el renglón de la sospecha, por la dilapidación, el derroche y el desprecio a las personas que no pueden siquiera tener para alimentarse medianamente.

No solo es la falta de dinero lo que CONEVAL tiene como indicador de pobreza en México. Las carencias sociales son también parte de esta denominación: rezago educativo. Cuando en los hogares no hay, de acuerdo con las edades de los integrantes, niveles de educación, se entiende que hay pobreza en esas casas.

Si no hay seguridad, como indicativo de tranquilidad para transitar por las calles; para tener trabajo estable, para no ser víctimas de la violencia, tanto de delincuentes como de policías, entonces hay pobreza; cuando existen índices que sobrepasan las “tasas medias”, como las de los asesinatos, las desapariciones forzadas, los feminicidios, las extorsiones, los secuestros, los cobros de piso, los despojos de propiedades, las invasiones a fincas o terrenos, entonces hay pobreza.

La falta de atención médica de calidad, el nulo acceso a los servicios de salud pública, la escasez de medicinas, de camas en hospitales, de hospitales mismos y de prevención de enfermedades, deriva en la pobreza. La falta de vivienda de calidad, con servicios básicos como agua potable, drenaje, vías de acceso, transporte público, alumbrado o energía eléctrica, es sinónimo de pobreza y de pobreza extrema.

Para que Fernández Noroña no siga con sus preguntas estúpidas, para engañabobos, o sus peticiones cínicas sobre lo que debe o no considerarse “lujo”, está claro que todo lo contrario a las carencias que envuelven a la pobreza y a la pobreza extrema debe considerarse como “lujo”.

Hay personas que pueden darse esos y más lujos. Algunos por sus negocios lícitos. A quienes se critica acremente son a personajes que no hace mucho andaban casi de indigentes y hoy que ostentan algún puesto de poder no pueden ni han demostrado que, con sus ingresos, tengan la solvencia para pagar esos excesos.

Más bien, hay “sospechosismo” en torno a cómo hacen para tener esas cantidades exorbitantes de dinero que, por lo que se ve, no les preocupa dilapidarlo, despilfarrarlo y todavía, presumirlo como si procediera de ingresos legítimos.

O lo que es lo mismo actúan en contra de la ideología de su partido y sus guías morales al violar el principio aquel de “ejercer el poder con humildad y austeridad”, sino con la desvergüenza que caracteriza a los pillos, a los hampones, a los gandallas y, además, menospreciar las críticas sociales cuando se les “cacha en la maroma” y afanarse en minimizar y menospreciar las críticas generalizadas con planteamientos que, antaño, eran todo lo contrario a lo que hoy realizan sin recato alguno.

Los índices de pobreza sean de CONEVAL, del Fondo Monetario Internacional o de la ONU, pueden comprobarse o debatirse con un solo elemento: la realidad.

Nuestra verdad como país es que hay personas incapaces de cubrir sus necesidades básicas. Millones de mexicanos enfrentan pobreza, falta de servicios médicos, medicinas, educación y apoyo oficial, lo que provoca la muerte de niños, jóvenes y ancianos, y limita su desarrollo.

No tienen apoyo oficial para desarrollarse como mexicanos de bien, porque sufren discriminación por sus condiciones económicas, sociales o por su procedencia genética.

Hay cientos de miles de desaparecidos, de fosas clandestinas, de analfabetas, de desnutridos, de desempleados, de enfermos y de migrantes que prefieren buscar en Estados Unidos, aun con la campaña de Trump en su contra, lo que aquí no hallan.

Por eso, como dicen los enterados, las estadísticas son como los bikinis: muestran lo interesante, pero ocultan lo esencial.

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JALISCO

Más casas, menos ciudad

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– Opinión, por Miguel Anaya

Zapopan se ha convertido en un laboratorio de vicios urbanísticos: autorizar desarrollos habitacionales sin prever la ciudad que los debe sostener. La reciente aprobación judicial para levantar 17 mil viviendas en el norte del municipio, en una zona ya desbordada como Valle de los Molinos, es un ejemplo perfecto de cómo se repite la misma receta de ocasiones anteriores: más casas, menos ciudad.

El contexto no es menor. Desde hace una década, el crecimiento habitacional en el norte del municipio se ha vendido como la solución a la necesidad de vivienda asequible. Y es cierto, miles de familias encontraron ahí un patrimonio al que de otra forma difícilmente habrían accedido.

Pero el costo social y urbano ha sido alto: saturación vial, transporte público insuficiente, escuelas que no alcanzan, servicios de salud escasos, agua que se corta constantemente. En suma: colonias enteras que funcionan como ciudades dormitorio, desconectadas de la metrópoli, sin infraestructura adecuada y con la calidad de vida hipotecada.

Que hoy se pretenda sumar 17 mil casas más, es decir, cerca de 60 mil personas adicionales, no es una buena noticia. Es una sentencia. Un lugar ya rebasado no resuelve sus problemas metiendo más gente; lo empeora. Y esa es exactamente la dinámica que enfrentará Zapopan si este proyecto prospera.

La polémica es aún mayor porque, a diferencia de otras veces, la autorización no vino del gobierno municipal, sino de una magistrada del Tribunal de Justicia Administrativa.

Un tribunal que, en teoría, debería garantizar el orden legal, terminó otorgando un permiso que invade competencias municipales, que desoye el ordenamiento territorial y que incluso toca áreas naturales protegidas. Un fallo administrativo y jurídico con consecuencias sociales de enorme calado.

Aquí cabe la pregunta incómoda: ¿por qué seguimos replicando lo que no funciona? La ciudad sabe, porque la experiencia lo grita, que estos modelos generan problemas que después resultan carísimos de corregir: ampliaciones urgentes de avenidas, construcción tardía de escuelas, obras millonarias de agua potable. Es un círculo vicioso donde los desarrolladores cobran primero y la sociedad paga después.

Lo más grave es que seguimos confundiendo construir edificios con construir ciudad. Una vivienda es solo un cascarón si no hay un tejido urbano que la sostenga: calles seguras, transporte eficiente, áreas verdes, escuelas, agua garantizada. Sin eso, lo que se ofrece no es futuro, es un laberinto de problemas.

Los gobiernos estatal y municipal han prometido dar la batalla legal, con una disparidad de criterio entre lo que han hecho y a lo que se oponen hoy. Seguramente esto será motivo de acalorados debates. Pero el fondo de la discusión es más profundo: ¿quién está decidiendo cómo crecen nuestras ciudades? ¿Los gobiernos y sus planes de desarrollo, los tribunales o las inmobiliarias?

Al final, la ironía es inevitable: en los discursos oficiales se habla de sustentabilidad, de ciudades inteligentes, de movilidad verde… y en la práctica seguimos levantando fraccionamientos en medio de la nada, sin agua ni transporte. Pareciera que lo único inteligente es el negocio. Y en ese juego, Zapopan corre el riesgo de convertirse en lo que tantas veces criticamos: un gigantesco dormitorio con pretensiones de ciudad.

Ojalá prime la cordura y la planeación a largo plazo; los zapopanos merecemos decisiones serias y pensadas para las próximas generaciones.

 

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JALISCO

Morena en Jalisco: El pulso desde la colonia Cuauhtémoc

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– Opinión, por Amaury Sánchez G.

La visita de Luisa María Alcalde a Guadalajara no fue un acto rutinario de partido. Fue, más bien, una demostración de músculo político en territorio donde Morena aún tiene que disputar cada esquina con los gobiernos de Movimiento Ciudadano. Y el escenario no fue casual: la colonia Cuauhtémoc, ubicada en el distrito 11, bastión que representa la diputada Mery Pozos, una de las voces más firmes y cercanas al trabajo de base en Jalisco.

Ahí, en el corazón popular de la ciudad, la presidenta nacional de Morena encabezó la entrega de credenciales y presumió cifras: 260 mil afiliados y 3,905 comités distritales en formación. Los números son importantes, sí, pero lo decisivo fue la narrativa: Morena no solo crece en afiliaciones, sino en la capacidad de organizarse barrio por barrio, manzana por manzana. Y esa tarea no es posible sin liderazgos locales como el de Pozos, quien ha sido clave para traducir el discurso nacional de la Cuarta Transformación en trabajo cotidiano con vecinos y comunidades.

Alcalde lo dijo con claridad: “Jalisco será clave para consolidar la Cuarta Transformación; los comités seccionales serán el primer frente de batalla”. Sin embargo, la frase habría sonado hueca sin la presencia de Mery Pozos, quien reafirmó algo más valioso: que Morena ya no se explica solo desde la dirigencia nacional, sino desde diputadas y liderazgos que conocen el pulso real de sus distritos.

El discurso de Alcalde también tuvo filo. Señaló al gobierno de Movimiento Ciudadano por encarecer servicios como el agua, un golpe directo al bolsillo ciudadano que se siente con más crudeza en colonias como Cuauhtémoc. Y, como era de esperarse, defendió a José Ramón López Beltrán de las acusaciones de la oposición, descalificándolas como parte de la guerra sucia que no cesa.

La coincidencia con la visita de Marcelo Ebrard a Lagos de Moreno añadió contraste al tablero político: mientras Alcalde fortalecía estructuras y territorio, Marcelo buscaba reflectores. Dos estilos, un mismo partido, y la inevitable pregunta de hacia dónde confluirán esas rutas rumbo a 2027.

Finalmente, Morena Jalisco aprovechó el momento para cuestionar las reglas de paridad de género impuestas por el IEPC, acusándolas de manipulación política. En un estado donde la paridad debería ser motor de inclusión, el debate se convirtió en trinchera.

En conclusión: la visita de Luisa María Alcalde dejó un mensaje claro, pero el eco más fuerte se escuchó en el distrito 11, donde la diputada Mery Pozos demostró que la Cuarta Transformación en Jalisco no se construye en oficinas nacionales, sino en el diálogo cercano con colonias como la Cuauhtémoc. Morena podrá presumir números, pero lo que hará la diferencia son liderazgos locales con raíces firmes.

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