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OPINIÓN

La violencia sin control

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Opinión, por Mónica Ortiz //

El país en llamas, diversas entidades federativas durante los últimos días han sufrido de violencia extrema, las organizaciones criminales en el país han tomado las ciudades y municipios para generar terror a los ciudadanos, mostrar su capacidad y poderío entre sus rivales, para dejar dicho a las entidades federativas y al gobierno federal que efectivamente existimos bajo un estado fallido, en un país donde los colores partidistas y las ideologías políticas ahora mismo no sostienen ya ningún tipo de gobernanza efectiva, en esta gran obviedad nos queda entender que en realidad, no tenemos quien nos garantice nuestros derechos, los gobiernos de todo nivel quedaron insuficientes y muy ausentes ante los embates del crimen organizado.

Entidades federativas como Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Baja California se encuentran en alerta por la violencia y actos terroristas que presentan, sin embargo las autoridades solo tienen para decir “estamos regresando a la normalidad o ya está controlado”; la normalidad no es estar viviendo entre narco-bloqueos, enfrentamientos, carreteras inseguras, ciudades y municipios sitiados por el crimen organizado, mucho menos es escuchar autoridades municipales normalizando el cobro de piso a ciudadanos o justificar sin argumento que son disputas entre grupos delictivos, pero la realidad es lo que tenemos, gobiernos incapaces hasta de argumentar la evasiva de su responsabilidad política.

El país sufre la incompetencia de todos sus niveles de gobierno, sumando el terrible y doloroso mundo de las organizaciones criminales, entre ambos no logramos mantener un estado de derecho, seguridad y gobernanza; habremos de entender que la ciudadanía no debe tolerar coexistir de esta manera insegura y de peligro inminente; no en un democrático país, donde se gastan millones de pesos en presupuesto para elecciones, gobiernos, sueldos gubernamentales, instituciones de garantía de derechos de las personas y políticas públicas, con todo esto no poder vivir en paz y con congruencia gubernamental, resulta ilógico vivir de la esperanza de salir y que no te desaparezcan, te roben, te hieran en un enfrentamiento, te quiten tu vehículo, te secuestren o soportar tan dolorosas experiencias en algún familiar cercano, mientras las autoridades solo saben razonar que es entre cárteles los eventos que ya tienen el control o es producto de la descomposición del tejido social, para tener que verlos en campaña para mantenerse en el 2024, eso es incoherencia y mala memoria social.

Es por eso que la sociedad del país y todas las entidades federativas que se encuentran en completa inseguridad, viviendo en estrés social y miedo, tendremos que analizar hasta dónde vamos a permitirnos seguir eligiendo colores partidistas que no vengan a generar paz y gobernabilidad, la corrupción implica también la evasión de responsabilidades, la omisión de obligaciones y la falta de capacidad para generar políticas públicas de seguridad y estabilidad en el país, en las entidades federativas al final lo más importante para un gobierno de cualquier nivel, debe ser cumplir con todas sus obligaciones de ley y no aprender a justificar los terribles y barbaridades que vivimos en asuntos de desaparición de personas, secuestros, robos, más las transgresiones de las organizaciones criminales que en la actualidad pasa en México, esto no es residir en un real estado de derecho, ni es la forma de habitar en sociedad.

En este sentido, es la propia sociedad la que deberá intentar subir el estándar de necesidades y requerimientos de las siguientes y próximas elecciones del 2024, para no ser víctimas de tanta violencia generalizada, buscar y elegir a los perfiles necesarios o las personas adecuadas para los siguientes gobiernos, es parte nuestra propia responsabilidad, así como lo es denunciar corrupción, acudir a los órganos garantes a ejercer derecho, levantar la voz ante las injusticias, el ser votantes responsables y capaces de cambiar la perspectiva de la política disfuncional en el país, ser ciudadanos comprometidos de nuestras obligaciones y conocedores de derechos, pero sobre todo del poder inmenso que tiene la sociedad contra los malos gobiernos y contra las organizaciones criminales, no proteger, justificar o normalizar, ni a los malos gobiernos, ni a la cultura del narcotráfico, producto de estas idiosincrasias sufrimos un estado fallido y de extrema violencia e inestabilidad social.

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