OPINIÓN
Los males de Murillo Karam
Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //
El presidente Andrés Manuel López Obrador nos dice: No somos iguales, y es cierto. Todo en la vida se paga. Jesús Murillo Karam, como procurador de la República, se excedió y ahora lo paga, y es Andrés Manuel quien le cobra la detención, el 22 de febrero de 2014, de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, a quien el presidente, parece, le debe tanto; lealtad, sobre todo. Le demostró fidelidad y gran apego al ordenar la liberación de su hijo Ovidio, en Culiacán, Sinaloa.
Cuando condenaron a prisión perpetua a El Chapo, López Obrador lo lamentó muy sinceramente. Es verdad, no somos iguales.
Murillo Karam también detuvo a José Luis Abarca Vázquez, siendo alcalde de Iguala, por ser uno de los principales responsables en la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y parte, se afirma, del cartel de Los Rojos, grupo delictivo guerrerense, orquestador del criminen mencionado. José Luis Abarca fue candidato a presidente municipal gracias al respaldo de López Obrador, siendo presidente nacional del PRD.
¿Qué tanto supo López Obrador, en su oportunidad, de los vínculos de Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda con Los Rojos que después se volvieron públicos y explicación del contubernio en la desaparición y posible asesinato de los estudiantes normalistas? Es verdad, no somos iguales. Con muy pocos candidatos, en aquella y otras elecciones, López Obrador ha publicado fotos de respaldo en Internet.
Me pregunto qué tanto José Luis Abarca, Los Rojos y el Chapo, delincuentes, están vinculados a la detención de Jesús Murillo Karam, ordenada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Todo indica que la venganza fue cumplida. Es verdad, no somos iguales.
El error de Murillo Karam fue no haber indagado a fondo los vínculos de Andrés Manuel López Obrador con dichos delincuentes, y no digo, lo aclaro, que el presidente sea responsable de nada de lo que aquellos hacen, pero si de que son vínculos que manchan, indignan e invitan a esclarecerse. Es verdad, no somos iguales.
La Fiscalía General de la República habla de reuniones de trabajo a las que llama “cónclaves” con altos mandos de la Secretaría de Marina y de la Policía Federal para dar seguimiento al caso Ayotzinapa y concluye que en ellas se fraguó la “verdad histórica”. Es interesante que no se menciona al Ejército a quien hoy se involucra en los hechos de Iguala por el coronel José Rodríguez Pérez. Es verdad, no somos iguales.
Me parece perversamente psicoemocional su manejo mediático de cónclaves y verdad histórica. Hoy, en las reuniones de la Secretaría de Salud, cuando se habla los miles de muertes por el Covid 19 en México, son acaso cónclaves en dónde se fraguan mentiras y se crea otra verdad histórica, paralela de las muertes por dicha enfermedad ante las decisiones equivocadas de los altos mandos en reuniones de salud con el presidente López Obrador. Es verdad, no somos iguales.
En aquel momento, Murillo Karam, a pregunta expresa de un periodista sobre la verdad de sus investigaciones de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, respondió que lo indagado sería la verdad histórica. Así de simple. La respuesta no me parece premeditada.
Este es un gobierno de mentiras desde unos datos aun más mentirosos por inexistentes. Sí, en otros gobiernos hubo mentiras, pero nunca merecieron ser cuantificadas por ser hoy tantas y tan frecuentes. Es verdad, no somos iguales.
El presidente calienta el ambiente social hacia su Cuarto Informe de Gobierno. Epigmenio Ibarra es el responsable de la elaboración de los spots. En uno de ellos, el presidente habla de las pensiones presidenciales hoy eliminadas y se miran a unos cuantos ancianos -pensionado- que callados esperan al momento justo para vitorear al señor presidente. No niego las bondades del programa para los ancianos mayores de 65 años, pero sí critico las maldades con que se manipula a los beneficiarios del programa para fines político electorales o, peor aun, de promoción del ego presidencial. Es verdad, no somos iguales.
El pasado 21 de agosto tuvimos el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo a instancia de las Naciones Unidas, quien tiene una estrategia global que ha puesto a disposición del los Estados Miembros que implica la solidaridad y el apoyo a las víctimas, el desarrollo de capacidades, el establecimiento de redes y el apoyo a la sociedad civil, en particular a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
México vive en una realidad en que el terrorismo crece y se adueña de ciudades y territorios, en parte, por la decisión del presidente de ofrecer abrazos a los delincuentes. México es víctima también de un Terrorismo de Estado presidencial en dónde las víctimas de los delincuentes son tachadas de enemigas como en el caso de los LeBarón en Chihuahua o Javier Sicilia; en dónde las capacidades de nuestras fuerzas armadas no se aprovechan por órdenes presidenciales y porque jamás se apoyará a la sociedad civil por capricho presidencial.
En el caso de Jesús Murillo Karam todo apunta a ser un caso más de terrorismo de Estado.
Hay veces en que ser diferentes es muy digno. Es verdad, no todos somos iguales.
