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JALISCO

Alarmas encendidas: La crisis de seguridad

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

Hay cuatro elementos básicos que necesita el ser humano para alcanzar un pleno desarrollo, estos son: educación, salud, oportunidades y seguridad. Evidentemente en el día a día de una sociedad, y conforme éstas crecen y se desarrollan, la lista puede ser un poco más extensa, pero si nos remitimos a lo básico y a lo que ha predominado en la historia de la humanidad, esos cuatro elementos son importantísimos, tanto, que cuando alguno de ellos falta, las sociedades y los gobiernos tienden a colapsar.

Y no es descabellado que eso suceda, cuando la educación es precaria, cuando la salud no está garantizada, cuando las oportunidades carecen y la inseguridad acecha, el ser humano suele entrar en una etapa de psicosis que despierta un sentido de supervivencia con el que hemos cargado toda la vida por naturaleza.

Por esta razón, cuando no existen estas condiciones, es necesario que las alarmas se enciendan, esto toda vez que la falta de Estado en estos rubros, especialmente el que atañe a la seguridad, abrirá una caja de pandora que ciertamente ni las autoridades, ni la ciudadanía quieren que se abra por mucho tiempo, ya que su apertura prolongada puede producir efectos cuyas consecuencias pueden ser irreparables para un tejido social que de por sí ya está bastante dañado y debilitado.

Traigo este tema a colación por la situación que hemos vivido en nuestro estado en las últimas semanas en las que la violencia en todas sus expresiones se ha apoderado no solo de las calles, sino también de espacios de recreación y sana convivencia como lo son los restaurantes, centros nocturnos y diversos eventos recreativos.

Debemos hablar con mucha responsabilidad: algo no está marchando del todo bien en la ciudad, y quien no de su brazo a torcer y sea incapaz de reconocer este hecho notorio, forma una parte importante del problema, ya que como bien señala el escritor israelí, Yuval Noah Harari, la primera condición para superar una situación adversa, es asumirla, y si no asumimos con responsabilidad en dónde estamos parados, muy probablemente las cosas lejos de mejorar, empeorarán cada vez más.

Es decir, lo que Harari quiere decir, es que la intención legítima de corregir el rumbo y mejorar el entorno, así como las condiciones de vida de la sociedad, está ligada a la madurez de quienes integran la clase política a la hora de aceptar con responsabilidad que la sociedad se encuentra en una situación delicada que requiere ser atendida con urgencia.

En ese orden de ideas, si los liderazgos que guían o deberían guiar el rumbo del estado, son incapaces de someterse a la autocrítica, entonces deberíamos poner en duda tanto el liderazgo, como las buenas intenciones de aquellos que no tengan la capacidad de ser autocríticos.

Ahora bien, para Jalisco en particular, aunque no lo parezca, no es muy tarde, ya que, aunque la ola de violencia que está azotando al estado es algo grande, creo que estamos entrando en un importante punto de inflexión, del que todos, tanto autoridades, como partidos políticos y sociedad civil debemos formar parte.

Por un lado, en lo que respecta al Estado, es momento de que quienes se encargan de garantizar su estabilidad, volteen a ver con imparcialidad las alarmas que la ciudadanía está encendiendo con desesperación, para así poder tomar las acciones necesarias para garantizar que existan estas condiciones necesitamos brindar orden y estabilidad.

En ese tenor, es fundamental dejar de lado la política de falacias que muchos han implementado, para regresar a las bases de la política, mismas que se encuentran en los deseos y anhelos de quienes integran la sociedad, pero para esto es necesario comenzar a escuchar de vez en cuando a quienes cuestionan.

Ahora bien, en lo que respecta a la oposición, creo que es momento de cambiar totalmente la postura y el modus operandi de los partidos políticos que forman parte de este sector, ya que en estos tiempos en los que el tejido social está tan desgastado, la crítica vacía y el absurdo discurso de ‘’quítate tú, para ponerme yo’’, lejos de sentar las bases para un mejor futuro, instaura las bases para un futuro aún más disruptivo, y en este sentido, se requiere de opciones políticas capaces de construir y consensuar.

Por esta razón creo que hablo por muchos cuando digo que es necesario un cambio radical en la oposición, de tal forma que ésta se vuelva más constructiva y conciliadora, pero esto no solo hacia dentro en lo que respecta a su militancia, sino también hacia fuera con la ciudadanía, sean o no afines al partido en concreto.

Sin embargo, para que esto último sea una realidad, también es necesario que los partidos políticos entiendan que se deben a toda la ciudadanía en general y no solo a sus militantes, que aunque son parte importante del partido, realmente no lo son todo, ya que no necesariamente las causas de los partidos, son las causas de los ciudadanos.

Seamos puntuales, sí, la situación en temas de seguridad es compleja y hasta cierto punto, parece que se ha salido del control de las autoridades, pero realmente, este problema no solo es responsabilidad de la autoridad, también lo es del resto de la estructura política de nuestro estado, lo cual incluye a los partidos con una representación social, ya que en ellos no se han encontrado ni propuestas ni acciones, solamente se ha encontrado un sinfín de discursos que más que reparar el tejido social, parecen lucrar con la situación para obtener un beneficio electoral.

¿En dónde estamos y hacia dónde vamos? En dónde estamos me queda muy claro, estamos en medio de una crisis que requiere introspección, no obstante, hacia dónde vamos, realmente no me queda muy claro. Se y estoy convencido de que las cosas pueden cambiar, pero creo que el entorno político está indispuesto en generar las condiciones necesarias para que las cosas cambien.

La ciudadanía está a la expectativa y a la espera de un verdadero liderazgo capaz de conciliar y construir, no les sorprenda que el 2024 nos dé una enorme sorpresa capaz de romper cualquier pronóstico.

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