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¿Se puede recuperar el PRI? Pasarela priista en Diálogos por México

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Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //

Hay quien insiste en que el Revolucionario Institucional es un partido político muerto; yo creo que tiene vida y que ésta aun será larga y, por el contrario, afirmo que Morena está condenado a irse apagando de poco a poco por sus gravísimas contradicciones internas.

El México prometido siempre fue de fantasía, inviable bajo el gobierno de López Obrador. Para Porfirio Muñoz Ledo, la Cuarta Transformación es “la gran mentira” en la que él mismo creyó, por la que luchó y que a millones de mexicanos ambaucó.

El Revolucionario Institucional tiene de dónde escoger para la presidencia de la República: José Ángel Gurría, Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid, Ildefonso Guajardo, Alejandro Murat, Claudia Ruiz-Massieu y más; esta última sostuvo, durante el foro Diálogos por México, que Alejandro Moreno, presidente del partido, debe irse para poder construir una alianza fuerte con la oposición hacia el 2024. Así lo sienten millones de mexicanos.

México deberá reconstruirse legal e institucionalmente al término del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y el PRI sabe cómo hacerlo. Morena solo entiende de destrucción. El presidente se deberá ir a su rancho a convalecer de sus multiples enfermedades, o a Houston.

Me imagino, solo como un ejercicio prospectivo, a un gobierno con Enrique de la Madrid como presidente de la República, José Ángel Gurría como secretario de Economía, Ildefonso Guajardo en Hacienda y Crédito Público, Beatriz Paredes de Agricultura y Desarrollo Rural, Claudia Ruiz-Massieu en Relaciones Exteriores y Alejandro Murat en Desarrollo y Bienestar Social, y gente del PAN, el PRD, MC y sociedad civil.

Alejandro Moreno, durante los Diálogos por México, sentenció que “México es víctima de su propio gobierno”, y yo destacaría que él mismo es víctima de su propio pasado como gobernador de Campeche. López Obrador, a través de Layla Sansores, supo doblegarlo. Por ello debe renunciar como presidente del PRI y olvidarse de la Presidencia de la República. Su pasado lo tiene impedido a luchar sin temores a ser arrestado; además, millones de mexicanos, incluidos millones de priistas, lo miran como el gran traidor de la oposición. Alejandro Moreno no tiene ni idea cuando afirma que el PRI de hoy es el mejor de todos los tiempos, o miente, o no conoce el pasado del Partido o habla para adularse a sí mismo. Moreno señaló durante los Diálogos por México que uno de los principales objetivos será “poner un alto a la impunidad”, ya que sin ese propósito México jamás mejorará; y pregunto, si ese alto a la impunidad también le sería aplicado. Moreno debe acreditar el origen de su fortuna y la limpieza de su gobierno en Campeche.

Hace tiempo leí que la verdad es la correspondencia entre lo que intuimos o sabemos con la realidad. López Obrador es un gran mentiroso. Eso ha sido demostrado a lo largo de su vida. Andrés Manuel no es honesto, actúa de mala fe y le es imposible ser sincero. Él vive su propia realidad, alterna y diferente a la realidad de los demás; sus palabras jamás coinciden con los hechos que todos miramos, descubrimos y en los que vivimos. Es más que un simple mitómano; su mente está obnubilida. La verdad como ideal, contiene valores como la honestidad, la sinceridad y la franqueza que incomodan a López Obrador, quien es un adicto a mentir. Ante ello, debemos preguntarnos cuál es la realidad psicológica del presidente y si esa condición es de tal manera peligrosa que sea una de las causas del fracaso de su proyecto de gobierno y la destrucción de las instituciones y las leyes que le confrontan e incomodan. La consecuencia más directa de la mentira del presidente es el daño emocional que ha hecho en quienes creyeron en él y el daño al México democrático de instituciones que nos tomo décadas construir. La mentira lópezobradorista es una forma de negar y esconder partes desagradables de su mundo interno. Sabemos que López Obrador miente, pero ¿miente acerca de su realidad psicológica? Sin duda, lo hace.

Mi madre me insistía en que mentir es de cobardes, y prometer sin cumplir es de hombres de la más baja estirpe pues genera tristeza, amargura, desolación y pena en la conciencia y el alma en quien es engañado.

Cada mañana, López Obrador ataca a quien le muestra la verdadera realidad como arma para desplazar cualquier posible sentimiento de arrepentimiento, intentando que sean ellos los culpables de su fracaso como hombre y presidente.

Es cosustancial a su condición de psicópata narcisista tratar de manipular cuando queda al descubierto, culpando a los demás de sus muchas incapacidades. Él y solo él es inocente; de sus culpas, otros serán los reos.

Mahatma Gandhi nos dijo: “Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira” y es cierto. Por su parte, Hannah Arendt, en su artículo “Verdad y política”, publicado en la revista The New Yorker, en febrero de 1967, nos invita considerar que “nadie ha dudado jamás que la verdad y la política nunca se llevaron demasiado bien, y nadie, por lo que yo sé, puso nunca la veracidad entre las virtudes políticas”. De manera que la política como forma de vida está más cercana a la mentira y el engaño que a la verdad y el honor; sin embargo, la necesitamos y, entre sus actores sí hay quien tiene a la verdad como su mayor distintivo; ejemplo de ello son quienes mencioné en el gabinete imaginado.

Hacia 2024, debemos reconstruir ciudadanía, lo que implica permitirnos sanar como sociedad nuestras confrontaciones a través de la aceptación y la comprensión de las emociones negativas que el propio López Obrador ha fomentado y alimentado.

Frente a nosotros tenemos 2023 y 2024 para procesar sentimientos, heridas y laberintos de sufrimiento difíciles de entender; debemos convertirnos en una sociedad más resiliente y saludable, consciente. Necesitamos líderes de consciencias de alto impacto.

Desde la oposición debemos enfrentarnos a un pasado sombrío y muy deshonesto que genera rabia, miedo y un profundo dolor en todos los mexicanos. No podemos negar que hubo una gran corrupción y abuso desde el poder, y aunque muchos de esos malos funcionarios hoy están en Morena, desde el PRI, el PAN y el PRD se les solapó y encubrió, muchos más siguen en sus filas militantes. Negarlo es mentir y tratar de engañar. La lesiones emocionales del pueblo no sanadas pueden hacer que la gente vuelva a votar con coraje y rabia, ya sea por los candidatos de Morena o de alguna otra opción en la que se tenga a Marcelo Ebrard quien se dice “palomeado” por Washington, cosa que me preocupa por ser intervencionista.

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