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NACIONALES

Alianza opositora y su gran decisión: El vértigo de la sucesión en 2023

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

El nuevo año de 2023 se inicia con el vértigo de la sucesión presidencial, expediente que precisamente se encargó de abrir, hace ya más de un año, para ser precisos en la mañanera del 5 de julio de 2021, el actual primer mandatario de la nación.

Ese ya lejano día, fueron seis los “afortunados” colaboradores de la administración nacional autollamada Cuatro T, que a juicio del presidente estaban con suficientes méritos para sucederlo, clasificándolos como miembros del flanco progresista liberal, es decir dentro del partido político creado por él mismo: MORENA. Ellos son: Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la capital; el canciller, Marcelo Ebrard, el embajador mexicano ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente; el embajador mexicano en Estados Unidos, Esteban Moctezuma; la –ese cargo tenía- secretaria de Economía, Tatiana Clouthier; y la aún secretaria de energía, Rocío Nahle. Notable resulta la omisión del senador Ricardo Monreal.

Las oposiciones por esos tiempos no daban señal de quien podría ser su abanderado, aun cuando al tocar el tema, no dejaba de mencionarse al huído Ricardo Anaya y a la rediviva panista Margarita Zavala, cónyuge del ahora huésped hispano, Felipe Calderón..

Como Amlo fue el destapador de esa sexteta de posibles candidatos, estos se conocieron como “corcholatas”, esas minúsculas tapas de refresco que usualmente se descorchan para poder beber el líquido de sus respectivas botellas. El adjetivo llegó para quedarse y, con tal calificativo, se denomina a los que aspiran a ser candidatos presidenciales. Hemos de anotar que, en el sendero recorrido desde aquel lunes de julio, hasta la fecha, por el lado morenista solo quedan Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, con la incorporación del flamante secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, continuando la ausencia del coordinador senatorial Ricardo Monreal, por lo visto distanciado de la dirigencia del partido guinda y desde luego, del real mandamás que nadie duda es el mismísimo jefe del ejecutivo federal.

En razón a que los partidos oposicionistas no se han mostrado muy decididos en mostrar sus posibles aspirantes a la candidatura presidencial, salvo esporádicas cuanto lánguidas manifestaciones del blanquiazul Santiago Creel, del tricolor Enrique de la Madrid y la tlaxcalteca Beatriz Paredes, así como los emecistas –o sea, miembros del partido Movimiento Ciudadano- Enrique Alfaro y Luis Donaldo Colosio Riojas, en la mañanera del 13 de octubre pasado, AMLO dio a conocer una lista con las personas que, de acuerdo con él, podrían ser ungidas como los posibles candidatos del “bloque conservador“ a la Presidencia de México para las elecciones de 2024. La relación es numerosa (43 nombres) y en ellas están desde cómicos y funcionarios actuales, de otros lustros y de corte internacional, hasta intelectuales orgánicos y empresarios, o sea, hay de todo como en botica.

De los enlistados en esa singular mañanera, anotamos al exsecretario de Hacienda Agustín Carstens, al jefe Diego Cervantes de Cevallos, el senador Miguel Mancera, el sedicente Chumel Torres, la cargante Lilly Téllez, el exlíder empresarial Gustavo de Hoyos, el “marquititito” panista Marko Cortés, el senador priista Miguel Ángel Osorio Chong, el volátil Pedro Ferriz, el inefable Silvano Aureoles y el embustero Francisco García Cabeza de Vaca. (https://www.milenio.com/politica/amlo-destapa-precandidatos-bloque-conservador-presidencia). Enojado por la antedicha enumeración, Santiago Creel lanzó la siguiente condena: “las corcholatas tienen como destino la basura, a pesar de que pueden ser recicladas; además hay un efecto cuando se destapa un refresco de corcholata: se pierde el gas y a la hora ya desapareció.”

El tiempo, siempre presuroso, devoró el 2022 y ahora que estrenamos año, todo mundo está ocupado en la cuestión presidencial del 2024; es una especie de vértigo de la sucesión. El veterano periodista Federico Arreola, realizó ajustado relato al respecto, y escribió: Marcelo Ebrard “anda en campaña y hasta encabeza eventos masivos para decir que quiere ser presidente de México”. Luego dice sobre el tabasqueño Adán Augusto López, que “anda en campaña y la combina con su trabajo en Gobernación, que le permite viajar por todo el país cualquier día de la semana.”

Don Federico no olvida al zacatecano Monreal, de quien afirma “anda en campaña haciéndose la víctima y negociando con la oposición, donde ya no lo pelan.” En cuanto de la lenguaraz Lily Téllez, menciona que “anda en campaña y lo demuestra cada vez que dice que ella en la presidencia castigará a AMLO, a Claudia y a cualquier persona de Morena que se le atreviese por la imaginación”.

Sobre los priistas, se ocupa de Beatriz Paredes y Enriquito de la Madrid, el retoño más neoliberal que haya. De la exgobernadora tlaxcalteca, señala que “anda en campaña con conferencias y entrevistas por aquí y por allá”. Y en cuanto al cachorro tricolor, apunta: “anda en campaña, aunque sus actos no los vea nadie… ni él mismo.“ Y menos ahora que salió con que cada mexicano pudiente debería adoptar a un paisano menesteroso. ¡¡

Finalmente, dice este avezado (Arreola) escribidor, que el capitalista (ahora activista social, según lo asegura el mismo), Don Claudio X. González, no duerme y “anda en campaña organizando desde ahora mismo una alianza opositora para el 2024”.

Así pues , ese trastorno o perturbación de los ciudadanos dedicados a la política, cuya máxima expresión se localiza cuando hay elecciones, se sublima con motivo de los comicios de junio de 2024, de donde saldrá el sustituto de AMLO: este proceso, los tiene atormentados.

Eso es el vértigo de la sucesión presidencial, que entre nosotros los ciudadanos sin adjetivos, pero atentos a lo que acontece en la política, resulta ser una especie de entretenimiento que a todos interesa, y más ahora que el voto del pueblo sí cuenta.

ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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