NACIONALES
El plagio de una tesis; invalidar la trayectoria

Opinión, por Isabel Venegas Salazar //
Creer en las instituciones es la base para la construcción de una sociedad organizada, es nuestro acercamiento a vivir en un estado de derecho, y son la herramienta más eficiente en la búsqueda de la armonía colectiva.
Confiar en su funcionalidad, es la única forma en la que podemos ceder la justicia por mano propia para que sea un procedimiento regulado, normado y revisado por un cuerpo de profesionales en el área, quienes determinen la inocencia o culpabilidad, así como la manera en que debe ser sentenciado cuando se ha cometido un delito.
Usar el trabajo de otros y mostrarlo como si fuera creatividad propia, significa un robo, es lo mismo que quitar horas de sueño, horas de lectura, críticas y deconstrucciones tras las evaluaciones de los revisores y colegas, así como el desgaste de defender el trabajo ante un gran comité.
El escándalo de la ministra Yasmín Esquivel por el plagio de su tesis de licenciatura, pone a la Universidad Nacional Autónoma de México en la necesidad de validar su prestigio institucional; le ha significado enfrentar una travesía mediática por la gran cantidad de material tan inverosímil como burdo y contradictorio, sin embargo, el problema de fondo radicó en la dificultad de la universidad para reconocer sus propios fallos; pensar en la posible invalidación del cargo que ejerce la abogada (dado que su cédula profesional probablemente también tendría que ser anulada), implicaba una serie de problemas por considerar todos los actos en los que su voto fue determinante, la trascendencia de su dictaminación en algunos juicios, e incluso por su cercanía con el presidente de la República, mismo que ha encabezado una administración que enarbola la bandera de la honestidad y la lucha contra la corrupción.
La cronología de los hechos es evidencia de un desesperado intento por sortear esta compleja toma de decisiones, por ejemplo la crítica hecha a la Fiscalía de la Ciudad de México por haber obtenido un dictamen en tan solo 6 días, es decir, que la revisión de los elementos probatorios se ejecutó entre el 24 de diciembre y la resolución que se emitió el día 30 del mismo mes (no se dieron tiempo ni para cantar villancicos en esas oficinas), además de que la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) determinó que fue Édgar Ulises Báez Gutiérrez quien habría copiado algunas partes del trabajo de ella.
En la sesión del pleno de la Suprema Corte, el pasado 2 de enero, Esquivel Mossa dijo que se encontraba “con total tranquilidad (…) con respecto a la resolución de la autoridad”, contando con los elementos probatorios suficientes para volver a defender el trabajo que presentó en 1987, titulado Inoperancia de los Sindicatos en los trabajadores de Confianza del artículo 123 Apartado A.
Finalmente el análisis de la construcción, el desarrollo, el estilo y el contenido, hizo que la Facultad de Estudios Superiores dictaminara que el trabajo de Esquivel era una “copia sustantiva” del de Edgar Ulises Báez. La FES Aragón encontró que ese trabajo tenía los elementos de plagio, estimando que hay un nivel de coincidencia de un 90% entre ambas tesis, y que es el de Báez el original, a pesar de haber sido ella quien denunció ante la Fiscalía.
En nuestro país hace falta revisar la forma en la que estamos valorando el trabajo intelectual, la necesidad de promover en los jóvenes universitarios la valía de la creatividad y la urgencia de vincular la ciencia con la divulgación seria y honesta. En la era de la posverdad, el ejercicio de la justicia se complica, pero la paradoja es que en este caso se enjuicia a una funcionaria que ocupa uno de los más altos cargos del poder judicial en nuestro país.
La ética con la que se compromete un estudiante a contribuir a su alma mater con un trabajo de investigación serio, se enfrenta a la posible inmadurez de los jóvenes universitarios, quienes precisamente por eso, son acompañados por un cuerpo institucional que revisa, evalúa, corrige y asesora. Por otro lado, las casas universitarias no son la única estructura involucrada: los comités de evaluación académica tienen el contrapeso de la emisión de la cédula profesional por parte de la Secretaría de Educación, así como las certificaciones de los Colegios de profesionistas que constantemente refrendan las cédulas profesionales, principalmente en carreras en las que la vida de los usuarios de sus servicios se ven determinadas gravemente.
Este caso tiene una carga de simbología vinculada con el contrato social, que se sobrepone al rompimiento de la credibilidad de las instituciones cuando contradice los argumentos frívolos o incongruentes (como cuando se habló de viajes en el tiempo para refutar el plagio), y que invita a seguir pensando en que es mejor enfrentar que hubo un fallo igualmente “sustantivo”, comprometiéndose a investigar lo que podría ser una “mafia” al interior de la dependencia, es decir, se defiende la verdad y se actúa en la ruta de la mejora.
Un gran salto para nuestra sociedad lo siguen dando aquellos que transforman el poder hegemónico, la supremacía del discurso, por el aprovechamiento de un error o la carencia, para volverlo un aprendizaje y superación.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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