NACIONALES
De un fiscal que sirva a uno que no sirvió

Opinión, por Iván Arrazola //
Cuando se piensa en los avances que se pudieron dar durante este sexenio en materia de procuración de justicia, es necesario revisar el papel del Fiscal General de la Republica, que, sin duda, es uno de los elementos centrales en el entramado institucional que se encargaría de otorgar una procuración de justicia a un país con altos niveles de impunidad.
Los cambios que se dieron con la reforma de 2014 tenían como objetivo crear una Fiscalía independiente del presidente de la República, de ahí que se creó un sistema sumamente complejo, que incluía la integración de una lista de candidatos, la selección de una terna y la decisión final por parte del Senado sobre quién sería el Fiscal electo para un periodo de nueve años, la clave se centraba en el que el fiscal trascendiera el sexenio y que no tuviera ningún tipo de dependencia respecto al presidente, además la única instancia que lo puede quitar del cargo sería el propio Senado, con lo cual para permanecer en el cargo ya no se requería del aval del presidente como ocurría con el procurador general de la Republica.
Cuando se dieron los cambios hubo una fuerte presión sobre el presidente Peña Nieto que intentó que Raúl Cervantes fuera el primer fiscal, pero no lo logró, la fuerte presión social y este intento de nombrar a un “fiscal carnal” provocaron que durante ese sexenio no se nombrara a un fiscal.
Tendría que llegar López Obrador a la presidencia para poder nombrar al primer fiscal y lo hizo con una mayoría aplastante de su partido en el Senado. Gertz Manero venía precedido de una amplia experiencia en materia de seguridad, al ser secretario de Seguridad en el sexenio de Vicente Fox y fue diputado por el partido Movimiento Ciudadano en el 2009.
Sin embargo, todo el entramado institucional que se construyó para tener en la Fiscalía un poder más autónomo se vino a abajo desde un inicio, Gertz Manero demostró que no estaba ahí para hacer justicia, estaba ahí para atender los deseos presidenciales y de paso atender sus intereses personales.
La Fiscalía General de la República (FGR) se ha prestado a episodios tan bochornosos como la supuesta devolución de un cheque por dos mil millones de pesos, dinero recuperado por actos de corrupción, dinero que en realidad nunca llegó a las arcas públicas pero que sirvió ante la opinión pública para mostrar que la aparente lucha del presidente para combatir la corrupción estaba dando frutos.
Desde un inicio quedó claro que el fiscal estaría dispuesto a hacer lo que sea por satisfacer los deseos presidenciales. El caso Odebrech mostró de manera cruda cuál era el verdadero interés presidencial en la supuesta lucha contra la corrupción, no era el hacer justicia sino la venganza política.
Emilio Lozoya principal implicado en el caso, recibió un trato preferencial una vez que fue extraditado, a cambio de no pisar la cárcel y de señalar a funcionarios de la administración de Peña Nieto por actos de corrupción, la Fiscalía optó por no castigar a Lozoya, fue la presión de la revelación de las imágenes de Lozoya cenando en un restaurante de lujo, lo que hizo que finalmente Lozoya pisara la cárcel.
Las principales acusaciones sobre el actuar del fiscal vinieron del propio equipo presidencial, el ex consejero jurídico de la presidencia, Julio Scherer, acusó a Gertz por tráfico de influencias, coalición de servidores públicos y asociación delictuosa. La ´prueba más evidente de la parcialidad con la que ha actuado el fiscal se encuentra en las acusaciones que formuló en contra de su cuñada, una mujer de edad avanzada, a la que acusó de haber provocado la muerte de su hermano. Gertz aprovechó el poder del cargo para revivir el caso y encarcelar a su cuñada. En un audio se puede conocer con mayor detalle la forma despectiva en la que se expresa de su cuñada e inclusive la influencia y control que tiene sobre algunos ministros de la Corte.
Hoy el debate se encuentra nuevamente sobre el funcionamiento de la Fiscalía, una ausencia prolongada del fiscal llamó la atención de los medios, primero porque el fiscal no estuvo presente en la reunión de líderes de América del Norte en la que estuvo presente su homólogo de Estados Unidos, el canciller Marcelo Ebrard lo excusó diciendo que no lo invitaron con tiempo y eso motivó su ausencia.
Posteriormente trascendió la información que el fiscal se encontraba gravemente enfermo, ese era el verdadero motivo de su ausencia, el presidente trató de calmar los rumores señalando que el fiscal tenía que atender un problema de salud, pero que todo se trató de una intervención quirúrgica, nada grave.
Hasta el día de hoy el gobierno no ha podido dar certeza sobre cuál es la verdadera condición de la salud del fiscal, pero lo que es cierto es que este fiscal está muy lejos de cumplir con el papel que se le asignó con la reforma, el fiscal se ha ceñido al poder presidencial y esa es una noticia mala para el país ya que la procuración que seguiremos teniendo es la de una justicia a modo, utilizada para encubrir a los aliados y castigar a los adversarios.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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