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OPINIÓN

En la Mira: Sin lugares comunes

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Por Óscar Constantino //

Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.

(Atribuida a Albert Einstein, pero no existen pruebas de que sea suya).

Escribir que «cada año pasa lo mismo con el incendio de bosques» es un lugar común, una obviedad, una idea muy repetida: no aporta gran cosa al debate público. Lo que sí es pertinente es señalar que esta repetición de desastres es porque se suele hacer lo mismo año con año y, si queremos resultados diferentes, hay que empezar a usar medidas distintas, va una selección de acciones a considerar, analizar y discutir:

1. Tratar más aguas y hacer lagos metropolitanos. A pesar de la danza de los números y de que el MIDE Jalisco sostiene que se trata 65.5% de las aguas residuales —ajá—, lo cierto es que no hay lagos artificiales en la Zona Metropolitana —sí, me resisto a usar la expresión área—. ¿En verdad es tan caro que cada colonia trate sus aguas negras y tengamos muchos lagos metropolitanos? Tratar la totalidad de las aguas y tenerlas cerca de los habitantes disminuye el costo de traslado del líquido, implica dejar de extraer agua a Chapala y a otras fuentes muy explotadas, así como facilita la creación de múltiples zonas verdes y reservas acuíferas útiles para combatir incendios —que acaba de reiterarse que urgen—.

2. Invertir en zonas verdes, bajarle a la demagogia de la vía. No es popular criticar la Vía Recreactiva, pero la realidad es que los gobiernos evaden su responsabilidad de hacer zonas verdes cada vez que «resuelven» los problemas de esparcimiento cerrando calles los días inhábiles. Los números son incuestionables: si cada municipio de la zona metropolitana hubiera construido un kilómetro anual de parque lineal (que es una nada), en vez de 16 años de vía tendríamos una red de 64 kilómetros de parques lineales.

3. Prohibiciones totales de construcciones en zonas verdes siniestradas. Un pertinente derecho humano al medio ambiente, de rango constitucional, sería que, por el siniestro de zonas verdes, se prohibiera en todos los casos las autorizaciones de construcción en esos espacios, al menos por 20 años. ¿Y qué hacer si, de todos modos, alguien construye o un juez venal les autoriza la edificación? La Constitución local también debe establecer la demolición inmediata con cargo al constructor, así como la destitución y consignación sin demora del juez (como ya se ordena, con sus respectivas variaciones, en la Constitución federal, para el caso de incumplimiento de sentencias de amparo o desobediencia de suspensiones, así como de repeticiones de actos reclamados). Actualmente, el incentivo de quemar para después construir es muy alto, porque tiene un costo de oportunidad realmente bajo: ningún autor intelectual de siniestros termina en cárcel, ni indemniza los daños de salud de todos los pobladores. A los pillos de cuello blanco se les debe pegar donde más le duele: en el bolsillo.

4. Parque central con economía naranja total. Aunque la inversión sería alta —pero por eso existe el predial que tanto le arroba a Arturo Herrera— se necesita una política de reordenamiento del centro que aumente las zonas verdes y lo haga rentable y atractivo, mediante la economía naranja total (la que se basa en las industrias creativas, no sólo en una parte, sino en todo el centro), de tal suerte que pase de ser la zona deteriorada a constituirse en una verde y atractiva, para que, sucesivamente, se mejore la habitabilidad desde adentro hacia la periferia —y así se evite que crezca más la mancha urbana—.

5. Dejen de culpar al gobierno actual de lo que pasa. La administración de Alfaro tiene apenas 4 meses en el cargo, este incendio tiene condiciones heredadas —lo que pase el próximo año sí será responsabilidad del actual gobierno, pero el siniestro de 2019 es fruto de las ineficacias pasadas—. Además, varias de las medidas posibles se pueden comenzar ya desde los sectores privado y social: las asociaciones de colonos y fraccionamientos pueden emprender proyectos de colaboración para tratar su propia agua, contar con mayores zonas verdes y evitar riesgos por incendios. La subsidiariedad no es una mala palabra, es la base que fortalece el papel de la sociedad civil en la nueva gobernanza.

En lugar de quejarnos, hagamos nuestra parte: habilite la jardinera de la banqueta afuera de su casa y plante un ciprés, ponga un árbol en su jardín interior (o maceta con árbol, si no lo tiene). Involúcrese en los asuntos de su colonia, exija que haya obra pública e infraestructura para un mejor medio ambiente y no sólo se lamente del aroma a ceniza que este sábado nos recetamos. Se necesitan menos lugares comunes y más acciones racionales: el problema es público, está focalizado y necesita soluciones factibles. Para tener esas soluciones adecuadas, lo primero que se requiere es dejar de hacer lo mismo de siempre.

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