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NACIONALES

De espejismos a expejismos

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Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //

Los espejismos se volvieron expejismos. Desde la toma de consciencia de a quién en realidad es López Obrador y de la perversidad en que se alimenta, el espejismo político de 2018 se ha llenado de ex pejistas, floreciendo nuevos emprendedores del quehacer político, dispuestos a hacerlo más funcionalidad, más humano en su apariencia, revivir el sentido republicano en la organización de sus componentes y dignificar al pueblo que es su finalidad única y verdadera.

Hoy, ya estamos en la antesala electoral del 2024 y desde ya, enfrentamos a un presidente dispuesto a todo con tal de imponernos sus ansias de poder sin límites, unipersonal y dictatorial. Eso debe detenerse, combatirse con toda la fuerza de la ley para que la fuerza de la indignación social no se vuelva violencia armada.

Nuestro triunfo está al alcance de nuestras manos y trabajo como oposición en alianza; en una alianza que no debe pretender solo el triunfo electoral en 2024 con la expulsión de Andrés Manuel López Obrador, Morena y su 4T, sino de una oposición capaz de sembrar la semilla de un nuevo quehacer en lo político que cambie a los partidos desde su raíz.

Nadie escapa a los fracasos, es cierto; no obstante, pocos asumen sus responsabilidades personales en sus derrotas. En su quinto año de gobierno, López Obrador sabe que su Cuarta Transformación está muerta; por ello su intentona en el llamado Plan B para que, lo que no logró como presidente, lo alcance como dictador. Sabe que ha perdido la confianza de millones de creyentes clase-medieros que en 2018 le brindaron su voto, pero se niega a asumir que él mismo sea su causa. López Obrador no sabe gestionar sus fracasos y menos sus derrotas.

Miente y se miente; engaña y se engaña, y por ello no remedia lo que ahora ha destruido. Le es imposible darse la oportunidad de evaluar los motivos que le llevaron a aquella situación y corregir algunos aspectos para mejorar y volver a la senda de su Cuarta Transformación, desde la democracia.

En psicología se sabe que la frustración genera agresión, realidad que en el ejercicio del poder político es totalmente inaceptable. A López Obrador le frustra que sus otrora seguidores, ahora le cuestionen y opongan, y en vez de gestionar sus yerros de presidente, agrede a quienes le han abandonado, haciendo más profunda su soledad por abandono de los otros. López manipula sus percepciones respecto a los abandonos como una intentona de protegerse de la sensación de derrota, negando la verdad. Y sí, es verdad, la derrota es muy desagradable, pero se debe lidiar con ella para de nuevo intentar el triunfo.

Convencido estoy de que quién pierde la honra en la política, ya nada tendría que hacer en ella, aunque la realidad es otra en México y el mundo. La integridad de la persona es la base de la confianza, la dignidad, el recato y el reconocimiento que pudiese merecer. Es la virtud por excelencia en todo, y en especial en la cosa pública, y para muchos de los ex pejistas, López ya no merece su confianza.

Hoy, como nunca antes, a nuestro presidente le encanta escarnecer y despreciar a quienes no le alaban, a quienes no le idolatran y no le creen todo a ciegas. Le gusta jugar con la honra de los demás sin comprender que él mismo lastima su propio honor, que quizá jamás lo tuvo. A Andrés Manuel se le olvida que el honor y honra ajenos son bienes jurídicos que no puede pisotear, pero a él, tanto el honor y la honra de los demás como la ley no le importan; les desprecia. En el gobernante, la libertad de palabra siempre tiene un límite que no es otro que el de unidad de la nación y el sentido de patria. Recuerdo que una vez escuché a mi padre decir: “El precio de la ofensa fácil es la deshonra de quien la confiere”.

En cuestiones de gobierno y de poder, todo tiene doble filo. La confianza en nosotros mismos, en nuestras capacidades y propuestas son fundamentales; sin embargo, la autocomplacencia nos derrota, y López, cada mañana, se auto complace. Son mañaneras onanistas. A López le satisface la lisonja a su persona. Sus atavismos emocionales se lo exigen. Su inseguridad personal e íntima se lo reclama. En su mediocridad humana, sus principios y valores tienen dos caras: La que nos muestra en sus declaraciones mañaneras y la que demuestran los resultados de su gobierno, casi siempre cuestionables por cuanto a su credibilidad.

Su derrota se anticipa. No será el último de los transformadores de México y su nombre no estará escrito en letras de oro junto a Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas. Desde la mentira construyó una narrativa que en la práctica fue exhibida. López nunca se enteró que la gloria no llega solo con el triunfo, sino que se debe a los resultados tangibles y verdaderos.

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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