JALISCO
Nuevo libro de María Antonieta Flores Astorga: El abuso sexual infantil, la bestia que devora a los niños
 
																								
												
												
											Por Raúl Cantú //
México ocupa uno de los primeros lugares en el mundo en abuso sexual infantil: ¿Cuántas vidas destrozadas deben ocurrir para confrontar con real justicia esta tragedia? El abuso sexual es una práctica condenable que daña profundamente a los seres más vulnerables de nuestra sociedad y María Antonieta Flores Astorga, reconocida como una de las periodistas con mayor experiencia y dedicación en la materia por años de investigación, ofrece en este libro un repaso trágico e indignante de lo que es la violación, la pornografía, la trata y acoso a niñas, niños y adolescentes provoca en las víctimas.
El pasado fin de semana presentó en un salón de la Librería Gonvill de Chapalita esta obra titulada “La bestia que devora a los niños” en la que exhibe el abuso sexual infantil, desde la pornografía, los delitos sexuales por internet y la red de complicidad tejida a su alrededor, con la participación de empresarios, miembros de las iglesias violadores, y autoridades cómplices.
En 228 páginas María Antonieta presenta el panorama negro y desolador que envuelve a las víctimas que han sufrido este tipo de abusos abominables.
“Silencio, complicidad, negación, vergüenza y falsedad se tejen alrededor de los delitos sexuales”, resalta María Antonieta cuando refiere la cifra negra sobre estos hechos deleznables.
“Una realidad que revela los caminos resbaladizos que, luego de un acto de esa naturaleza, toma el silencio. Los niños callan y los padres ensanchan el silencio. Es la razón por la que existe una cifra negra en los índices de este penoso y lacerante drama para la sociedad: los silencios no cuentan ni traducen cifras reales, números que harían perder la esperanza de un mundo mejor, más justo, más amable”, resalta la escritora.
La razón más poderosa para ocultar estos hechos es que la mayoría sucede entre las sombras de una habitación, en la que un niño se siente seguro. Es ahí donde el papá, hermanos, abuelos, primos, amigos y hasta la propia madre se atreven a entrar rompiendo el cauce de una vida.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (ENVIPE) 2021 del INEGI, en relación con la cifra negra, en 93.3% de los delitos no hubo denuncia, o bien, la autoridad nunca abrió una carpeta de investigación.
“Los mexicanos solo denunciaron el 10.1%, o sea, quedaron registrados 2 millones 788 mil delitos, de los cuales el MP inició una carpeta de investigación en el 66.9% de los casos”.
Estas cifras no incluyen delitos contra menores; los niños, niñas y adolescentes no existen en esas estadísticas que solamente contemplan a la población de 18 años y más. En el 2021 ase cometieron 26.7 millones de delitos asociados a 21.2 millones de víctimas de 18 años y más.
María Antonieta Flores ilustra que hay organismos e instituciones nacionales e internacionales que se han dedicado de investigar más sobre estos delitos cuyas víctimas nunca pudieron defenderse y así sabemos, gracias a poderosas instituciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que México se sitúa en el primer lugar mundial en abuso sexual contra niñas y niños, con 5.4 millones de casos por año.
A su vez el INEGI publicó en 2019 que una de cada 4 niñas y 1 de cada 6 niños fueron sujetos al abuso antes de convertirse en adultos, que equivale justamente a 5 millones de menores, como apunta la OCDE.
La Secretaría de Gobernación informó que durante la pandemia 60% de los casos contra niños entre 6 y 12 años ocurrió en casa.
El Colectivo Mujeres Puerto Vallarta y el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa del Derecho de la Mujer (CLADEM) da cuenta que la tasa de violación de niñas y niños en México es de mil 764 por cada 100 mil habitantes.
“Si bien son muy importantes las estadísticas y siempre sirven de referentes, el número de ceros que se agregan o se quitan sólo nos hablan de la dificultad para llegar a las cifras reales”, asienta la periodista en su obra “La bestia que devora a los niños”.
El propósito de esta investigación periodística y que se plasma en este libro es denunciar estas prácticas que mutilan la infancia y exigir que no quede impune ningún ataque a los menores de edad, impulsar de manera radical la seguridad cibernética, para que ningún niño, niña o adolescente sea grabado o fotografiado para ofrecimiento de los demonios que los asedian de forma bestial, en suma, decir basta a todo aquello que lastime a las infancias de México y el mundo.

 
     
									 
																	 
									 
																	 
									 
																	 
									