NACIONALES
El secuestro de la razón
 
																								
												
												
											Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //
La historia de la humanidad está íntimamente ligada al despertar de la razón y la búsqueda de la verdad, plagadas, ambas, de momentos de crisis, revoluciones e interrupciones. Desde joven aprendí que la razón y la verdad jamás se inventan ni se imponen.
Hoy recuerdo el primer momento en que abrí La fierecilla domada de William Shakespeare. Desde sus primeras líneas entendía la magia y las chispas que saltan en el amor, en el matrimonio. Me acuerdo que la hablé con mi padre y madre… claro, por separado… y en ambos, recibí lecciones maravillosas sobre el amor y la construcción de un buen matrimonio; creo que mi madre tenía mayor claridad del valor del amor, y mi padre, el compromiso de jamás claudicar. Hoy, las feministas, que pocas han leído la Fierecilla de Shakespeare, buscan su supremacía, aunque muchas se queden más solas que un ostión en medio de la mar oceánica. Exigen todo aunque se queden en el caos.
Andrés Manuel López Obrador me recuerda a Macbeth de William Shakespeare por su gusto en fabricar coyunturas lisonjeras a sus caprichos amoldadas. La celsitud suprema jamás será su aspiración pues nunca en los nunca aquella le fue ni siquiera intuida; es por ello que se espanta a su vista y solo al mirarla tiembla, igual que en Macbeth.
René Descartes decía que “La razón o el juicio es la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de los animales”.
Vivimos el Secuestro de la Razón y la Verdad. Andrés Manuel López Obrador es el secuestrador; a él, la única razón que le mueve es la razón bruta como bien dijera Óscar Wilde. Muy bruta razón, yo dijera.
A López Obrador le mueven sus caprichos y su falta de voluntad democrática. Es un tirano que se prepara para perpetuarse en el poder desde la corcholata que él impondrá a su movimiento… y si no triunfa, tomará Palacio Nacional -dónde ya vive- como antes tomó Paseo de Reforma, sus legisladores tomarán por asalto al Congreso de la Unión para dividirnos, disolverá a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ya hostiga, y las fuerzas armadas tomarán las calles de las que jamás quiso retirar. No se le detuvo a tiempo -cuando quemó pozos en su natal Tabasco- y ahora pagamos las consecuencias. Es volátil y caprichoso. Es un tirano que cada mañana nos trata de imponer sus caprichos o nos explota con sus rabietas, todas pintadas de mil colores que encantan a sus seguidores.
Contrario a lo que Albert Camus nos habla en El mito de Sísifo, López Obrador jamás restituiría el remordimiento de su inutilidad como presidente; él alimenta a su inutilidad con programas antisociales como el de jóvenes que NO construyan su futuro y sí crean dependencia. La Cuarta Transformación no libera, sino que ata y esclaviza.
Para López Obrador, a él todo le está permitido y para los demás, todo nos está prohibido, incluso para sus corcholatas y animalitos, como llama a sus seguidores. López Obrador no acepta que él, como presidente, sólo y únicamente puede hacer lo que la ley le manda, ni más ni menos; y nosotros, los ciudadanos, podemos hacer todo lo que la ley NO nos prohíbe.
Lo bello de la vida es que lo planeado siempre se puede descomponer… y Dios quiera que López Obrador nada se le cumpla por destino y el capricho no sea cómplice del azar siguiendo las palabras Guillaume Musso en su Central Park.
Hemos sufrido los estragos de éste y otros presidentes, así como de muchos gobernantes que se comportan como si sus gobiernos fueran libres de deberes y dispuestos a cumplir todos sus caprichos… pero jamás nunca tuvimos a alguien que se autoproclamara dueño de la verdad absoluta, de forma tan arrogante y con la razón perdida.
Necesitamos de certeza presente y esperanza futura. La persona idónea llegará para el momento correcto. Tendremos al presidente, mujer u hombre, que cumplirá con el mandato que le confiemos en 2024.
La esperanza tiene bases sólidas. La valentía, integridad, probidad e inteligencia demostradas en sus resoluciones legales por Norma Lucía Piña Hernández, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y Blanca Lilia Ibarra Cadena, comisionada presidente del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, nos hacer guardar esperanza de que México no será tomado por asalto por Morena ni por el presidente López Obrador. Ellos se irán para el sur, al rancho presidencial. Y cuando eso suceda, Morena vivirá la desbandada política más dolorosa jamás vista.
México no se nos escurrirá este 2024. En ese día de la elecciones, México renacerá a un mejor tiempo con otro modo de gobernar e instituciones más sólidas y dignas.

