NACIONALES
Los pendientes de las corcholatas
																								
												
												
											Opinión, por Iván Arrazola //
En tono triunfalista la mayoría de las corcholatas como denominó el presidente López Obrador a los aspirantes a la Presidencia de la República por Morena, van dejando sus cargos para ir a buscar el cargo más importante de sus vidas.
Parece demasiado temprano para iniciar una campaña, pero sobre todo para presumir logros personales, pero ese no ha sido un impedimento para las cuatro corcholatas que de manera entusiasta se han inscrito en el proceso interno de Morena.
Un efecto que ha tenido la Cuarta Transformación es que ha eclipsado el escenario político, no solo de opositores, también de sus correligionarios, ninguno de los aspirantes parece brillar con luz propia, todos dependen completamente de López Obrador y harán campaña bajo su sombra, de hecho, todos dejarán asuntos por atender.
Ricardo Monreal, antiguo coordinador de los senadores del partido Morena, es un personaje que ha tenido una relación tensa en muchos momentos con el presidente, su papel como coordinador de los senadores se vio rebasado, no solo el presidente lo contradijo, además pasó por encima de él.
Un caso que ejemplifica esta situación ocurrió con el INAI, Monreal impulsó la designación de dos comisionados que al final el presidente vetó, uno de los aspectos que se señalaron durante la discusión, es que uno de los elegidos era cercano a Monreal y por eso fue vetado. El gran pendiente que deja Monreal es el INAI que hoy se encuentra inoperante, mientras Monreal jura que estará hasta la muerte con la 4T, sus habilidades como negociador quedan en duda.
Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la Ciudad de México con licencia, se percibe como la consentida del presidente y a la que el mandatario ha ayudado en cada momento de crisis en su gestión, su gran pendiente es el Sistema de Transporte Colectivo Metro, la caída de la línea 12, es un hecho que marcó su gestión, no solo desnudó las deficiencias del sistema de transporte, las fallas se multiplicaron por toda la red, el siniestro en la línea 12 dejó sin servicio a más de 15 millones de personas que utilizaban anualmente la línea, prometió que en un año estaría funcionando de manera normal la línea, hoy la jefa de gobierno deja el cargo y la línea sigue sin funcionar en su totalidad.
Adán Augusto López es uno de esos casos en los que la carrera de un político local avanza de forma meteórica, el principal mérito que presume el aspirante es ser amigo del presidente y el más cercano de sus colaboradores, su principal pendiente es no haber sacado ninguna reforma importante en el Congreso, como la reforma electoral o la reforma eléctrica, porque el dialogo con las fuerzas de oposición ha sido nulo.
Su falta de oficio político como negociador es evidente, en un audio en una reunión con senadores confiesa que el mundo ideal es un mundo sin INAI, en el incendio que le costó la vida a 40 migrantes custodiados por el Instituto Nacional de Migración, dependiente de la Secretaria de Gobernación, el novel secretario prefirió responsabilizar a Ebrard que asumir su parte de responsabilidad, sin mucho que presumir y sabiendo que tiene nulas posibilidades de ser el abanderado por Morena a la presidencia, se dedica a rendir culto total a López Obrador y a citarlo cada que tiene oportunidad.
Marcelo Ebrard es el caso más complejo de los cuatro, es el político con mayor experiencia política, y aun así fue eclipsado por López Obrador en el tema de la política exterior. López Obrador revive muchos de sus traumas y obsesiones en el tema de política exterior, como las disculpas que exigió a España por el tema de la conquista, pero también da espaldarazos a dictadores latinoamericanos como en el caso de Cuba, interviene abiertamente en el conflicto interno en Perú, apoya de forma tácita a tiranos como Vladimir Putin, al negarse a condenar la agresión a Ucrania, y calla ante las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua o Venezuela, ante todos estos sucesos Marcelo Ebrard no ha sido más que un simple espectador, alguien que trata de matizar los caprichos de un mandatario pero que al final ha estado ausente de la toma de decisiones.
Los cuatros aspirantes de Morena, comparten una serie de características, pero la principal es que los mueve el pragmatismo político, están dispuestos a sacrificar autonomía y trayectorias como en el caso de Monreal o Ebrard, o en el caso de Adán Augusto y Claudia Sheinbaum, no tienen inconveniente en asumir que comparten las mismas ideas que López Obrador ya sea por conveniencia o convicción y que no tienen un proyecto propio.
Uno de los cuestionamientos que se les tiene que hacer a los cuatro aspirantes es ¿En dónde está su responsabilidad política por los proyectos que dejaron inconclusos? ¿Cómo responderán por sus fallos? ¿Cómo rendirán cuentas por lo que no hicieron, si al final serán compensados con un puesto en las cámaras o en el gabinete? ¿Cómo le van a explicar al electorado que dejaron sus cargos de la noche a la mañana porque el presidente así se los indicó?, pero la pregunta clave es ¿cómo permitimos que la clase política en México gobierne mal y se la pase en campaña la mayor parte del tiempo?
