CULTURA
Milan Kundera, lo acusaron de escritor de la contrarrevolución: «Lo único que quería era defender la literatura de la censura»
Por Belisario Bourjac //
En una de las pocas entrevistas que Milan Kundera concedió a la televisión de España a principios de la década de los setentas, respondió a los motivos que lo llevaron a confrontarse con el gobierno de la extinta Checoslovaquia y subraya que “lo único que quería era defender la cultura, defender las libertades, la literatura contra la censura, contra la presión ideológica que deforma la literatura”.
“Un pequeño país sin cultura es en cierto sentido condenado a muerte, era una presión ideológica que venía del extranjero ya que la ideología nos oprimía nuestro pensamiento, esta ideología estaba importada, no era un comunismo checo, sino era un comunismo importado del Este, era un proceso que no representaba la originalidad checa, su mentalidad en fin de cuentas su identidad nacional y la identidad occidental de este país y de esta nación”.
LA ENTREVISTA
Queremos hablar de los hechos que motivaron su salida de Checoslovaquia, usted fue denunciado en los documentos del Partido Comunista Checo como uno de los inspiradores de la contrarrevolución, derivado de un discurso suyo en un congreso de escritoeres en mayo de 1967. ¿Cuál es su versión de los hechos?
En el Cuarto Congreso de Escritores de Checoslovaquia en 1967, es decir un año antes de la Primavera de Praga, en cierto sentido este Congreso de Escritorios era un anuncio de la Primavera de Praga, al fin de cuentas lo único que quería era defender la cultura, defender las libertades totalmente elementales de la literatura, defender la literatura contra la censura, contra la presión ideológica que deforma la literatura, en el caso de una pequeña nación porque tiene únicamente su cultura y con ella encuentra un lugar en el mundo.
Un pequeño país sin cultura es en cierto sentido condenado a muerte, es decir esta presión ideológica que además era una presión que venía del extranjero ya que la ideología nos oprimía nuestro pensamiento, esta ideología estaba importada, no era un comunismo checo, sino era un comunismo importado del Este, era un proceso que no representaba la originalidad checa, su mentalidad en fin de cuentas su identidad nacional y la identidad occidental de este país y de esta nación.
Era más o menos el sentido que tuvo mi discurso que en el fondo no era un discurso político, yo insisto siempre en que no soy un hombre político, soy un escritor, un novelista que ha defendido su libertad, su oficio pero en este contexto político de mi país lo que intento es una defensa de la cultura lo cual ha sido considerado como una cosa totalmente indeseable y peligrosa, y así me convirtieron más o menos en un contrarrevolucionario o en alguien que ha incitado la llamada Revolución.
¿Las ideas contenidas en ese discurso hace 12 años cree usted que siguen vigentes hoy todavía con respecto a la actual situación de Checoslovaquia?
Después de la invasión rusa en mi país se asiste a un verdadero masacre de la cultura y es un aspecto que no se comprende muy bien en el Occidente porque en el Occidente vemos todo lo que ocurre allí desde un punto de vista estrictamente político, creo que este fenómeno va más allá de la política, porque siempre se piensa que la política es la causa y el fin de todo y no es verdad, aquí se trata de cosas mucho más graves que la política.
¿Qué ocurre hoy en Checoslovaquia? Checoslovaquia siempre era un país occidental y decir que Praga era uno de los centros del destino occidental, ahí hubo la primera universidad del Este, ahí ocurrió la primera Revolución europea, la guerra de los 30 años tuvo su origen en Praga y se puede decir también que el socialismo que vino del este fue occidentalizado.
Yo veo la Primavera de Praga como intento de occidentalizar el socialismo, es decir Praga realmente ha sido uno de los centros del destino europeo y esta Praga se incluye hoy en otra civilización, hoy estamos incluidos en otra historia, en otra cultura, es decir en la cultura del Este, en la cultura rusa, es decir lo que hoy en día no es un juego, no es un régimen político pero podemos decir que las fronteras de las civilizaciones cuando cambian, cambian realmente para siempre y lo que es grave realmente es que hoy en día se ha desplazado Checoslovaquia de su esfera natural, de su cultura, es decir la identidad nacional de este país está muy amenazada.
Quiere decir entonces, si hemos entendido bien a Milán Kundera, que él entiende que Checoslovaquia es un país occidental y que en estos momentos está actuando como un país oriental…
Sí, exactamente eso, políticamente oriental, después del año 68 se asiste a un fenómeno que creo que en la historia moderna de Europa es bastante raro, es decir estamos masacrando la cultura, no la cultura de la oposición, no de los escritores, los cineastas o los filósofos que tienen polémicas contra un cierto régimen, sino que se empieza a liquidar la cultura como tal, hay centenares de científicos que empiezan a borrar la memoria del pueblo, es decir se empieza a eliminar la cultura ya que es en la cultura donde se guarda una continuidad histórica de un país o de un pueblo.
La Primavera de Praga pretendía, entre otras cosas, salvaguardar esa cultura esa identidad del pueblo checoslovaco.
La Primavera de Praga era como un proceso que empezó mucho antes, empezó al principio de los años 60 y fue como una gran renovación de esta cultura que ha vivido estos bellísimos años, una observación demasiada política no tiene que existir porque desde el punto de vista del régimen puede ser un estalinismo pero era una fachada que existía como una vida que es emancipaba de la política, no se puede reducir la vida de un país a su sistema político, esta fachada estaliniana existía, había una vida cultural muy intensa y esto se liquidó, se eliminó totalmente, lo eliminó el zar ruso.
Usted ha dicho en diversas entrevistas que está lejos de considerarse un disidente, ¿no no se ve usted en paralelo con los escritores, por ejemplo soviéticos que han disentido un poco del establishment?
Hay un cierto parecido, este parecido se encuentra en mi destino, a fin de cuentas yo fui obligado a emigrar de mi país, soy mal visto en mi país, o sea que hay este espíritu politizado, limitado del pensamiento occidental y quizá del pensamiento de todo el mundo, hoy en día día todo el mundo está dispuesto a reducir todas las cuestiones a su esencia política y a mí me parece una tontería, o sea que de esta forma sí me puedes llamar disidente, pero yo siempre he defendido contra esta palabra, contra este término, en primer lugar porque no me gustan las simplificaciones, y en segundo lugar porque el término disidente implica automáticamente una literatura comprometida políticamente.
Si a alguien se le dice es un disidente, entonces la primera idea que le viene a la cabeza es alguien que escribe unos libros panfletos contra su régimen, porque realmente son estos disidentes soviéticos con los cuales simpatizo muchísimo, por supuesto, pero la historia de la literatura y de la novela no representan absolutamente nada, es una literatura con una tesis, es en cierto sentido un realismo a la inversa, es una literatura que ha renunciado a su especificidad, es decir es la literatura que me es totalmente extraña.
Mi pelea con el régimen no consistía en el hecho de que yo quisiera hacer una literatura contra el régimen, sino que yo he defendido mi derecho de hacer literatura en su sentido autónomo específico, yo me defiendo contra esta palabra que simplifica, qué ha sido inventada por los periodistas, estoy contra esta palabra disidente.
Vamos a hablar un poco de su vida, si le parece, podemos empezar por recordar que usted se afilió más bien pronto al Partido Comunista, era usted un muchacho todavía, era muy joven tenía 16 o 17 años y estuvo en el partido hasta que tuvo usted una primera crisis de no sé qué tipo que que hizo que le expulsaran
La parte de comunista tomó el poder en el 48 y un año después me expulsaron del partido, fui excluido del partido y de la universidad, fueron los mejores años de mi vida después de esta exclusión porque de repente me convertí en el barrio en un joven paria y esto fue fenomenal, fue una una de mis experiencias fundamentales, trabajé como obrero, formé parte de una pequeña orquesta de música de jazz, fueron los años desde luego en los que tuve una inmensa libertad, siempre hay como estas paradojas, por un lado te quieren privar de tu libertad y de repente encuentras la libertad.
Encontré la libertad trabajando como un hombre más en la calle, haciendo carreteras, tocando música de jazz y me permitió encontrarme a sí mismo y fuera del sistema.
