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NACIONALES

Frankenstein y Prometeo reencarnan

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Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //

Andrés Manuel López Obrador quiso ser el nuevo Prometeo para México a través de su Cuarta Transformación y, a cinco años de poder presidencial, solo quedó como la versión más depauperada del Monstruo de Frankenstein. Al igual que Prometeo y Frankenstein, López Obrador se creyó con el derecho de violar todas las leyes a él aplicables en su afán por crear un México en la medida de su delirante imagen y caprichosa semejanza.

Como candidato presidencial, López Obrador nos vendió la idea de que México estaba ya muerto, cuasi putrefacto por tanta corrupción y abuso desde el poder de los otros partidos, con la seguridad de que sólo él podría volverlo a la vida con la mayor dignidad y pureza. Al igual que el doctor Víctor Frankenstein, Amlo se atrevió a contradecir todo desde sus delirios de grandeza, desde su megalomanía. Víctor Frankenstein, con pedazos humanos, tomados de algún panteón, construyó su monstruo y le dio vida; Andrés Manuel, con la escoria de otros tiempos de poder político corrupto y abusivo creó a su Movimiento.

Andrés Manuel vive con la absoluta convicción psicótica de ser el llamado por Dios para redimirnos de un pasado que el odia, pero al que aspira volver. Su trastorno de la realidad es realmente grave; su promesa es delirante, y sus caminos no tienen rumbo ni destino.

Aunque las evidencias demuestren los males sociales, económicos y políticos de su gobierno, los otros datos presidenciales lo justifican; y estos son irreductibles. Andrés Manuel se dice ser un hombre cristiano y solo se queda en un cristiano por conveniencia mediática; es un evangelista que juega a ser católico practicante que cree y admira al papa Francisco y a los franciscanos. Es un hombre que odia y enseña a odiar; un hombre que se confronta y hace que todo el pueblo se confronte.

Frankenstein y López Obrador son como almas gemelas. Los dos se enfrentan a Dios; el primero al crear vida, siendo un poder que solo a Dios pertenece, y el segundo, al reeditar nuestro destino… nunca más Dios volverá a escribir nuestro destino con su dedo como se dice en nuestro Himno Nacional, sino que se harán por el puño y la mano de López Obrador hasta alcanzar su Cuarta Transformación.

Andrés Manuel se asume como un cristo mexicano que destruyó nuestro templo democrático y prometió que, en solo unos años de transformaciones, lo reconstruiría. El tiempo no le alcanzó.

Tenemos a nuestro Prometeo en Andrés Manuel López Obrador, y al igual que en aquel pasado griego, hoy se reabrió una nueva Caja de Pandora y todos los males humanos se escaparon y recorren todo México y a todos nos hieren: La enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la ira, el miedo, la tristeza… Hoy, como nunca jamás, las enfermedades se han multiplicado y son causa de muertes que hasta 2018 fueron previsibles y remediadas. Hoy, los odios sociales nos contrapuntean. Hoy, los vendedores de vicios y dependencias se alientan con la complacencia presidencial. Hoy, el mal es propósito de gobierno.

Para Amlo, toda aspiración que nos haga remediar los males contenidos en su caja de Pandora es propia de los enemigos de la nación, sus opositores. A estos hay que odiarlos y, de ser posible, destruirlos. Hoy, me imagino a Andrés Manuel tomando el lugar de Saturno en la obra de Francisco José de Goya y Lucientes, cuando éste devora a sus hijos. ​Sé que gustoso nos devoraría.

Sin embargo, recordemos que lo último en salir de la Caja de Pandora fue la esperanza. En 2024, la esperanza volverá a florecer y reconstruiremos la unidad nacional, las instituciones republicanas y el rumbo con un Gran Proyecto de Nación y Patria.

Dan Kiley, psicólogo, acuñó el término síndrome de Peter Pan o del eterno niño para referirse a las personas que se niegan a madurar emocionalmente o, dicho de otra forma, personas a quienes les da miedo el compromiso, prefiriendo mantenerse en su zona de confort; personas que buscan culpables por todo lo que hacen mal o dejan de cumplir. López Obrador es el vivo ejemplo de quien sufre del síndrome de Peter Pan.

En días recientes, el devenir electoral de México cambió de rumbo. El Frente Amplio por México refrescó lo que parecía condenatorio… empezando tarde, tomó la delantera a los tiempos del pejesidente y de Morena, y de su Cuarta Transformación que aun no inicia.

Él es quien se destruye a sí mismo y a su movimiento. La oposición lo aprovecha y lo debería agradecer: Un gobierno fallido, una ristra de mexicanos ofendidos entre quienes antes creyeron en él y unas corcholatas de vergüenza total.

López Obrador llegó a su ancianidad sin haber madurado emocionalmente; él es incapaz de gestionar sus emociones de forma adecuada; por ello, en una de sus arrebatadas mañaneras mintió respecto de Xóchitl Gálvez. Xóchitl exigió su derecho de réplica y aquel se lo negó… no estaba preparado ni lo esperaba. Ella se amparó y ganó un espacio en la mañanera para decir su verdad y confrontar la mentira de López, y éste le cerró la puerta de Palacio Nacional… hoy, ella parece tener todo para ganar en 2024 y despachar desde la oficina presidencial de Palacio Nacional.

Andrés Manuel López Obrador se equivocó de enemiga y ahora pagará caro comportarse de forma tan pueril, tan inmadura, tan machista. López Obrador es intolerante a la frustración y por ello vive a la defensiva y sus reacciones son desproporcionadas.

El gobierno de López Obrador me recuerda a la película Kill Swich que generó más expectativa que desenlaces. No la recomiendo. Sé que al subir la historia del gobierno de López a los libros de texto dirán: Ganó, llegó, destruyó y se fue con más pena y sin gloria.

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