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OPINIÓN

Insolencia presupuestal

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Por Benjamín Mora //

Cuando cruzaba la adolescencia en mi vida me encontré en la escuela con Ignacio Manuel Altamirano. Lo hice mi amigo entrañable. Navidad en las Montañas fue la primera de sus obras que leí, y casi de inmediato, al terminarla de leer el primero de sus libros, fui con mi madre a la librería Porrúa, en el centro de la Ciudad de México, a comprar El Zarco, obra casi presagiante de lo que tendría mi familia años después cuando mi papá construyó una casa en Yautepec, Morelos.

Hoy, poco se habla de Ignacio Manuel Altamirano. No conviene a las conciencias buenas que creen que la grandeza del espíritu viene incluida en los colores claros de ojos y piel. Él, indígena de Tixtla, Guerrero, llegó a ser tres veces diputado al Congreso de la Unión, procurador General de la República, magistrado y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y cónsul en Barcelona y París.

Hoy lo recuerdo por una de sus frases más justas para los tiempos que vivimos en México: “La insolencia es el escudo de la desvergüenza y la fortaleza de la cobardía”.

Hoy, mientras las organizaciones de la sociedad civil naufragan en un mar que las conspira, acusa y condena sin pruebas y sin testigos, en el Instituto Nacional de Desarrollo Social se guardan/esconden cientos de millones de pesos ante la carencia de reglas de operación, contraviniendo el Presupuesto Federal y otras obligaciones legales, en un insolente subejercicio que implica irresponsabilidad de su titular y un engaño disfrazado de “austeridad republicada” en el gasto público por “extravagancias” susceptible de reorientación. Engañifa de palabras sin contenido ni continente. La realidad es que el orden jurídico está quebrantado pues un memorándum presidencial, que ordena negar todo apoyo a la sociedad civil, se impone a leyes federales.

En el Instituto Nacional de Desarrollo Social se abandona el campo de batalla de la sociedad civil por cobardía y comodidad de su titular lopezobradorista. Nadie en el Indesol se atreve a enfrentar al presidente Andrés Manuel López Obrador y su memorándum desde la luz de la verdad que enarbola la sociedad civil organizada. El presidente está equivocado y daña a México al acusar sin pruebas y al sentenciar sin escuchar al acusado a miles de organizaciones.

Muy pronto, en un juego de mentiras, cobardías y perversidades, el presupuesto del Indesol se reorientará para fortalecer los programas sociales de bienestar del Gobierno federal, dando la última estocada, la de muerte, a las organizaciones de la sociedad civil.

En el mundo de la tauromaquia hay una regla: Cuando un torero muere en el ruedo por herida del toro, el ganadero responsable del astado debe matar a la madre del animal y a toda su reata o familia. Es un rito cargado de superstición. Algo parecido pasa en el gobierno de López Obrador hacia las organizaciones de la sociedad civil que deben ser sacrificadas solo porque algunas cuantas lo agredieron como candidato a la presidencia de la República o como jefe de Gobierno del Distrito Federal.

A esta fecha, con unos meses de ejercicio, el Gobierno federal presenta un grave subejercicio del gasto de 63,100 millones de pesos al que el presidente llama ahorro… quizá sea cierto en algunos casos, pero NO en el Indesol. En él solo hay omisiones intencionales.

En septiembre de 2018, el grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados impulsó que en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria se catalogase como delito grave que las dependencias no ejercieran los recursos aprobados en el Presupuesto de Egresos, con penas administrativas e, incluso, la suspensión, destitución e inhabilitación temporal del responsable en el servicio público. Hoy, la titular del Indesol, por obedecer un memorádum presidencial y desacatar una ley federal, corre serios peligros de ser destituida del cargo e inhabilitada para el servicio público.

Dos preguntas: ¿Por qué el grupo parlamentario de Morena calla ante el subejercicio presupuestal del Gobierno federal de hoy? ¿Por qué Luz Rosales, titular del Indesol, acepta caer en responsabilidad como servidora pública y arriesga su nombre y trabajo por algo ilegal desde cualquier ángulo en que se le mire? La disyuntiva es absurda y simple y solo encuentro una respuesta: Hay una complacencia que parece legitimar el enojo de AMLO hacia la sociedad civil.

Si quien comete un delito es un delincuente y quien lo hace con otros es parte de la delincuencia organizada, y no cumplir con la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria es un delito, cómo debemos llamar a quien, con otros servidores públicos, obedece un memorándum y desacata la ley.

Todos sabemos que quienes viven de ilusiones mueren de desengaños y eso parece suceder al interior de las organizaciones de la sociedad civil. Creen, ingenuamente, que AMLO cambiará de opinión y todo será mejor que antes… ¡No, nada de eso pasará… claro, a menos que la sociedad civil demande a Luz Rosales y se ampare por las omisiones que se tienen en su contra y una autoridad judicial ordene cumplir la ley y mande la destitución de Luz Rosales!

Andrés Manuel López Obrador crea enemigos de los que se separa por abismos imaginarios que vende, con magistral inventiva, a sus seguidores. Aquellos son enemigos poderosos pero vencibles y prueba de ello es que él es el presidente de México; aquellos son la mafia del poder que a él explican en sus luchas y justifican en su falta de apego a la ley; aquellos son los enemigos a vencer para alcanzar la Cuarta Transformación.

Andrés Manuel vive una realidad y una subrealidad; la primera nos es evidente, la segunda solo él la advierte. Pareciera que su cerebro tiene tres hemisferios, los dos conocidos, derecho e izquierdo, y un tercero: el hemisferio de su fantasía.

Asimismo, tenemos un presidente juarista pero doctrinal. Liberal y conservador a quien lo ilícito en otros es inmoral y pecado, y en los suyos forma parte de un avanzar sin tantos obstáculos pues pone su honestidad valiente al servicio de la Patria.

Atravesamos por un mar de peligros antes desconocidos. Nuevas patologías sociales se alimentan de dádivas gubernamentales que refuerzan dependencias económicas, emocionales y culturales. La época neoliberal de los presidentes recientes se recompone; cambia de ropaje y de discurso, pero no de sustentos… de políticas clientelares.

Mis maestros maristas me enseñaron una máxima latina “age quod agis”, es decir, haz lo que haces, que en palabras llanas significa no distraerse en otros menesteres que no sean los importantes en este momento en lo que hago. Ello debería hacerse en Indesol: Cumplir su mandato de ley y acatar memoranda que se ciñan a la primera.

No cumplir la ley es el primer paso para la corrupción desde el Gobierno y, hacerlo como hoy se lleva a cabo, es impunidad.

E-mail: comunamexico@yahoo.com

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