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NACIONALES

Forjando un futuro democrático: La participación ciudadana en las próximas elecciones

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En un escenario político marcado por desafíos y oportunidades, las elecciones federales que se avecinan en México representan un momento crucial en la trayectoria democrática del país. A medida que nos acercamos a este evento, el papel de la participación ciudadana emerge como un factor determinante para moldear el destino político de la nación, esto de tal forma que en un mundo donde cada voz cuenta y la interconexión global es la norma, la participación ciudadana se erige como el cimiento sobre el cual se construye una democracia sólida y vibrante.

De esta manera, debemos tener presente que democracia es más que una simple elección periódica de líderes. Además de esto, la democracia también es el reflejo de los valores y aspiraciones de una sociedad en constante evolución, de tal forma que el corazón de cualquier sistema democrático se encuentra la idea fundamental de que el poder emana del pueblo, de esta manera, cada voto es un acto de poder, una afirmación de nuestra voz en la construcción de un gobierno que refleje nuestras aspiraciones y nuestros valores como sociedad.

Sin embargo, este poder solo cobra vida cuando los ciudadanos se involucran activamente en el proceso político.

Recordemos que la participación ciudadana es el alma misma de la democracia; es la expresión de la voz colectiva de la sociedad. En este contexto, las elecciones federales representan una oportunidad única para que los ciudadanos ejerzan su poder y contribuyan a la toma de decisiones que afectarán el rumbo del país.

En la era digital actual, donde la información fluye libremente y las barreras geográficas se desvanecen, la participación ciudadana ha adquirido nuevas dimensiones.

Las redes sociales y las plataformas en línea han proporcionado un espacio sin precedentes para el diálogo político y la expresión de opiniones. Estos medios digitales no solo facilitan la comunicación instantánea, sino que también se han convertido en una fuerza poderosa para la movilización y la conciencia política.

Por ello, de cara a las elecciones federales, todos debemos tener presente que las redes sociales pueden actuar como un catalizador para la participación, permitiendo que las voces individuales se unan en un coro colectivo que resuene en todo el país, el estado, el municipio, o bien, un distrito electoral.

No obstante, cometeríamos un error si creemos que el alcance de la participación ciudadana se limita a las redes sociales, ya que realmente éste se extiende más allá de la esfera virtual.

Los debates públicos que han protagonizado los aspirantes del Frente por México o bien, las precampañas de los aspirantes de Morena, los foros de diálogo directo con ciudadanos y las manifestaciones son vías tangibles a través de las cuales los ciudadanos pueden, por un lado, expresar sus puntos de vista, y por otro lado, conocer el punto de vista de los aspirantes, de tal forma que se pueda consolidar un verdadero diálogo que a larga, enriquecerá la vida democrática de México.

Sin embargo, la participación ciudadana no está exenta de desafíos. La apatía política y la desconfianza en las instituciones son obstáculos que deben superarse. Es fundamental que los líderes políticos demuestren de manera consistente que las voces ciudadanas no solo son escuchadas, sino que también se traducen en acciones tangibles. La transparencia y la responsabilidad se convierten en moneda de cambio en esta nueva era de democracia participativa.

Es por ello por lo que una herramienta esencial para reforzar la participación ciudadana es la educación política, herramienta por la cual los líderes políticos y los distintos aspirantes a cargos de representación, no pueden dejar pasar desapercibida la valiosa oportunidad de aprovechar cualquier espacio de diálogo para brindar a los jóvenes una comprensión profunda de todo lo que implican los procesos electorales.

Y es que en la medida en la que los políticos expresen abiertamente en espacios plurales, sus propuestas, su visión del México que quieren (o el Jalisco, Zapopan o Guadalajara que quiere) el valor del voto y la importancia de mantenerse informados, no solo crea ciudadanos conscientes, sino también futuros líderes comprometidos, hecho que nos permite Imaginar una generación que no solo vote, sino que también participe activamente en debates políticos informados y contribuya con soluciones a los desafíos del país.

Las elecciones federales representan la encrucijada en la que los ciudadanos pueden ejercer su influencia y determinar el rumbo de México. Cada voto es un acto de poder, una afirmación de nuestra voz en la construcción de un gobierno que refleje nuestras aspiraciones y valores. Además, las elecciones son solo el comienzo. La participación ciudadana es un compromiso continuo que se extiende más allá de las urnas, involucrando a los ciudadanos en debates, discusiones y acciones que moldearán el panorama político y social.

En una época de incertidumbre y cambio, la participación ciudadana se erige como una herramienta poderosa para impulsar la transformación positiva. Ya no podemos ser espectadores pasivos en la narrativa de nuestro país. Cada uno de nosotros tiene el deber de contribuir y marcar la diferencia. Es hora de dejar atrás la apatía y el cinismo, y en su lugar abrazar la responsabilidad de dar forma a nuestro entorno político.

En conclusión, las elecciones federales del próximo año en México ofrecen una plataforma para la participación ciudadana, una oportunidad de ejercer nuestro poder como individuos y como colectivo. Son un llamado a ser parte activa de la construcción de un futuro democrático sólido y vibrante.

Recordemos que somos los forjadores de este camino, y nuestras decisiones resonarán en los anales de la historia. Unidos por un México mejor, caminemos hacia adelante, con la convicción de que nuestra participación puede ser el catalizador de cambios significativos y duraderos en nuestro país.

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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