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¿Y la reacción a la encuesta? Crónica del ascenso y descenso de la estrella opositora

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En estos tiempos electorales, parece que hay quienes están jugando a la escondida en plena luz del día. Hablo de la distancia entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez según las últimas encuestas publicadas esta semana. ¡Y vaya que es una larga carretera sin atajos! Pareciera que algunos han decidido hacer travesía en carreta, mientras otros ya volaron en jet privado. La senadora hidalguense ve con binoculares, intentando encontrar a su rival en el horizonte.

¿Saben lo preocupante de no tener cuarto de guerra? Que terminas siendo el soldado perdido en el campo de batalla. Y eso es justamente lo que le sucede a Xóchitl. Los partidos del Frente, en una estrategia que bien podría llamarse «juego del avestruz», han optado por hundir la cabeza en la tierra, dejando a su candidata expuesta a los depredadores del desierto político. Mientras tanto, en Morena, todos, desde gobernadores hasta el más humilde de los alcaldes, hacen un cordón de honor cada vez que Sheinbaum pisa un nuevo estado.

Claro, la tarea de Xóchitl no es sencilla. Enfrentarse a la maquinaria del estado es como querer cruzar el océano en un bote inflable, pero, curiosamente, no tener al presidente criticándola ha resultado contraproducente. Pareciera que la candidata opositora es esa estrella que brilla con más intensidad cuando está bajo ataque.

Si Xóchitl desea sorprendernos, tendrá que cambiar de táctica. Debe dejar atrás a esos partidos que llevan el desprestigio como insignia -PRI, PAN y PRD-. Dialogar con líderes estatales, fortalecer apoyos locales y entender las necesidades reales de la población es fundamental. ¡Adiós al nearshoring y hola a hablar del pan de cada día!

II ¿Dónde está el coordinador Creel?

En las enredadas tramas de la política, hay personajes que, queriendo ser protagonistas, terminan convirtiéndose en meras figuras de cartón pintado. Y entonces está Santiago Creel. Al parecer, su reloj va a otro ritmo, o simplemente olvidó ponerle pila, pues mientras Xóchitl Gálvez intenta labrarse un camino rumbo a las elecciones del 2024, el señor Creel parece estar más ocupado eligiendo qué corbata usar.

Hagamos un breve repaso. A fines de septiembre, Creel decide convocar a una reunión urgente, no porque fuese crucial para la campaña, sino porque tenía un viaje programado. Su agenda, al parecer, es más importante que la de todo un equipo en plena campaña electoral. ¡Vaya compromiso!

Después, cuando el cielo se oscurece para Xóchitl, tras conocerse el plagio en su tesis, Creel parece haber decidido tomarse unas vacaciones. ¿Algún tweet defendiendo a su candidata? Silencio. ¿Algún mensaje solidario en la famosa red social X? Más silencio.

Y por si esto fuera poco, cuando Gálvez se encuentra en medio de un huracán mediático, el buen Santiago publica una foto de un mitin en Durango. Por supuesto, ¡qué mejor momento para recordar eventos pasados que cuando tu candidata está en el ojo del huracán!

Pero no termina ahí. La ausencia de Creel se siente en todos los rincones de la campaña. Desde reuniones donde las sillas escasean hasta sugerencias absurdas como no reunir diariamente al cuarto de guerra. ¿Acaso olvidó que la política no es un picnic?

No se puede ser candidato y jefe de campaña al mismo tiempo. Eso sería como querer bailar y tocar la flauta. Hay que delegar, hay que confiar en alguien que se encargue de todo lo que implica una campaña: el dinero, la publicidad, los discursos, los aliados, los enemigos. No es un trabajo para cualquiera, es una ciencia que requiere de talento y experiencia; Santiago Creel no está dando el ancho, ni mostrando el interés.

Xóchitl, por su parte, también ha tenido tropiezos. Decidir pasear en bicicleta por la Ciudad de México el mismo día que tenía un compromiso con empresarios en Guanajuato demuestra, en el mejor de los casos, una distracción monumental. Y en el peor, un desinterés preocupante.

Pero si algo queda claro es que Xóchitl y Creel parecen estar bailando un tango, pero cada uno escucha una melodía diferente.

III ¿Y el trabajo previo del cuarto de guerra?

Xóchitl, ah, Xóchitl. Debió tomar nota cuando estaba en la escuela que siempre hay que hacer la tarea; porque si no, la maestra, en este caso, el pueblo y sus adversarios, te señalarán en pleno patio del recreo.

Y no vengan ahora con el cuento de que “empezó hace poquito” o que “los otros son muy malos y juegan sucio”. Porque este error tiene raíces antiguas, de cuando todavía soñaba con conquistar la CDMX. Un plagio en 2010 no es un chiste. ¿Acaso no había en su equipo alguien con la suficiente perspicacia para advertirle? O, ¿fue un error sincero, olvidado en los recovecos de la memoria? Sea como sea, debería haber tenido lista una disculpa y una estrategia de salida.

Xóchitl al parecer creyó que, con pasear por la República como vendedora de gelatinas, podría conquistar al monstruo de tres cabezas: AMLO, Sheinbaum y todo Morena. Esa confianza excesiva en su habilidad para el responder a la primera le ha jugado en contra.

Xóchitl olvidó que cuando ofreces honestidad y profesionalismo, no puedes esconder ni siquiera la más pequeña de tus fallas. En la política, la integridad es todo. Y una vez que se cuestiona, es difícil recuperarla.

IV ¿Reaccionará Xóchitl y la oposición?

Recordemos, por un momento, el listado de personajes que figuraban en las quinielas de finales de 2022: Creel, Téllez, Ruiz Massieu… ¿Les suenan? Gálvez no estaba en ese repertorio. Estaba más ocupada pensando en la CDMX que en la gran silla de Palacio Nacional. Pero, como en una telenovela, un giro inesperado la llevó a la luz de los focos.

En un abrir y cerrar de ojos, Xóchitl pasó de ser esa extra en la escena a la protagonista. Su «efecto» no fue mera alucinación. Fue real, fue poderoso, pero, lamentablemente para ella, se limitó a un grupo selecto: el electorado de oposición. En menos de noventa días, convenció a los indecisos con su carisma y su chispa, haciendo parecer a los demás candidatos como estatuas de cera en un museo olvidado.

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Las mismas cualidades que hicieron de Xóchitl un faro de esperanza ahora podrían ser su talón de Aquiles. Si antes su risa nos parecía el símbolo de la autenticidad, ahora parece más una risa nerviosa de alguien que ha perdido el guion en plena función. Y es que no es lo mismo ser el David enfrentando a Goliat que intentar ser el líder de todos los David del país.

Gálvez necesita darse cuenta de que improvisar no es lo mismo que ser espontánea. Su encanto inicial puede desvanecerse si no encuentra la forma de combinar su frescura con un mensaje claro y contundente. No basta con estar en el escenario; hay que saber qué decir y cómo decirlo.

Finalmente, la encuesta publicada la semana pasada debería ser una sirena de alarma, ¿lograrán Xóchitl y el Frente poner orden en su casa o seguirán siendo el hazmerreír de la política nacional? Si no se ponen las pilas, este «efecto Xóchitl» será apenas una anécdota en los libros de historia.

En Twitter: @DEPACHECOS

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