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«La 4T» jamás ha gobernado para todos

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De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín //

Esta “cuarta transformación” ha enviado a la caja del archivo muerto el clásico “gobernar para todos”, independientemente del color que prefieran o ideología que profesen los diferentes sectores de la ciudadanía. Alcanzaron el poder, pero sólo ven y escuchan a sus aliados.

En su momento, palacio nacional envió el mensaje a los grupos feministas que se manifestaban en la plaza de la Constitución: “Ustedes forman parte de los grupos conservadores que solo quieren dañar al gobierno”.

Y nunca fueron recibidos. Ni siquiera escuchados.

Los grupos de mujeres buscadoras o rastreadoras, las que solo tratan de encontrar a sus seres queridos desaparecidos -en una sufrida labor que correspondería al gobierno llevar a cabo- solicitaron ver al Presidente y éste respondió que su exigencia “era solo politiquería”.

Así también los padres de las niñas y niños con cáncer, jamás merecieron una atención presidencial. Es probable que la convicción en esa actitud haya sido originada por el convencimiento de que “se van a morir quienes tengan qué morir”.

Como en la pandemia de COVID-19. De manera criminal, el médico responsable por parte del gobierno para operar la estrategia y atender esa enfermedad se atrevió a menospreciar al “cubrebocas”, se tardaron una eternidad para adquirir las vacunas y a “cuentagotas” se aplicaron las dosis por sectores limitados.

Total: 800 mil muertes. El cuarto país con más defunciones en el mundo.

Desde palacio nacional también enviaron el mensaje de que todos los críticos a ese ineficaz sistema de salud, formaban parte de una campaña de los opositores al Presidente y su gobierno.

Esta semana –el martes para ser exactos-, el Presidente de la República dijo en su mañanera, envuelto en una soberbia extraordinaria y sin recato alguno, que “no le importaban” las manifestaciones de los trabajadores del Poder Judicial Federal, que “podían quemar hasta un amlito, pero que no iba a cambiar de opinión, porque no se podía apoyar a quien tenía sueldos de 600 mil pesos mensuales”.

No quiso admitir que las protestas promovidas por el sindicato de ese otro poder del Estado Mexicano, están dirigidas a la conservación de los derechos laborales de todos sus miembros, porque están en riesgo al desaparecer 13 fideicomisos que opera la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Más allá de eso, el objetivo es golpear a la Corte, a su presidenta, la ministra Norma Piña y a las y los ministros que se han opuesto a los deseos presidenciales. Lo demás –incluidos los derechos laborales de los trabajadores- no importa.

Por eso, la etapa del “cinismo” inocultable desde el púlpito presidencial está a la vista de todos. Por eso se atrevió a decir recientemente: “Para que no queden dudas, apoyamos a Cuba, porque su pueblo está sufriendo un bloqueo injusto”.

Nunca admitió que en realidad a quien está apoyando es al gobierno, a la dictadura. Nunca dijo que es el pueblo el que está sufriendo las consecuencias de una esclavitud impuesta por Fidel Castro desde hace 64 años.

Por eso se atrevió a admitir al ejército ruso en el desfile del 16 de septiembre. Porque admira a los dictadores. Por eso no se atrevió a criticar al terrorismo estuviera donde estuviera y su postura fue neutral ante la guerra Israel-Hamás.

Resulta pues, más que evidente, el hecho de que en estos últimos cinco años dejó de gobernarse para todos. Incluso, a quienes no piensan como el Presidente, se les ha golpeado de distintas formas, desde el ataque desde palacio hasta poner los “otros datos” como el mejor argumento para no admitir la responsabilidad de cumplir y hacer cumplir la Ley.

El Presidente de la “cuarta transformación” ha colocado a México en el antepasado de los presidentes monárquicos del PRI. Critica a sus adversarios, a quienes llama “conservadores”, en un escenario que nos lleva a la década de los sesentas del siglo XIX, en la lucha de Benito Juárez contra Miguel Miramón y Maximiliano de Habsburgo.

Ahora, en esta tercera década del siglo XXI, lo único que existe es la lucha de quienes están a favor de la dictadura y de quienes están en contra de ella. Es ocioso a estas alturas hablar de “izquierdas y de derechas”.

Y porque la única realidad, es que tenemos un Presidente “ultraconservador”.

“… Y el ejemplo, arrastra”.

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