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Prioridades presidenciales

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Al igual que todos, en algún momento me sentí no querido por alguien a quien yo quise. Mi padre, al verme entristecido, me preguntó y yo le saber mi sentir, y recuerdo que me dijo: “Cuando no eres prioridad para alguien, quizá jamás lo has sido y lo serán nunca; entiéndelo, pasa página y ponle punto final”. Fue una gran lección que le agradezco.

Tomar consciencia es el mejor regalo que podemos ofrecernos. Cuando tomamos consciencia el andar por la vida se vuelve más ligero y se disfruta cada día. Claro, tomar conciencia, obliga.

Mi infancia estuvo envuelta entre dichos populares. “Una golondrina no hace un verano” se me dijo quizá cientos de veces y hoy quiero compartir ante la ayuda a la gente de Acapulco tras el paso de Otis como si éste fuere Atila que en los campos por dónde galopaba con sus huestes el pasto no volvía a renacer.

Nunca es suficiente cuando el hambre del cuerpo se atiende, pero el dolor del alma se desprecia.

Algunos acapulqueños, muy pocos, hoy comerán mientras miles más sentirán un vacío grave en sus estómagos y la muerte en sus almas que podría volverse permanentes.

Guerrero es otro más de los estados de la República que Morena arrebató al Revolucionario Institucional y que hoy sufre sus consecuencias por las inmundicias y perversidades de sus gobernantes mujeres, para el estado y presidencia municipal del puerto. Ausentes, tanto o más como el presidente López Obrador en la desgracia. Son y serán unos irresponsables.

Acapulco no es su prioridad y su gente son el lastre que anuncian su condena y derrota, muy próximas.

Desde el presidente López Obrador hasta sus esbirros gobernantes mujeres guerrerenses solo tienen excusas para sus miedos. Los tres tienen miedo de gobernar lo que no son capaces de atender en una emergencia inimaginable.

La política es ciencia, arte y cuasi magia que ayuda a enfrentar con valor, sin excusas, el mandato popular, y es mandato ciudadano coordinar al ser nacional en sus momentos de mayor dolor, de mayor duelo, de mayor incertidumbre. En eso, López Obrador nos ha quedado a deber. No es un hombre de temple ni valor. Es un simple timorato.

López Obrador, tras haber hecho caso omiso a los avisos previos de autoridades norteamericanas en huracanes sobre la intensidad creciente de Otis, se resguardó en su palacio virreinal y el calor de su cama, ante el temor de verse rebasado por su cobardía y desdén humanos. Por ello, para retardar su enjuiciamiento popular, prefirió irse a Acapulco por carretera en vez de volar por helicóptero del Ejército Mexicano o la Marina Armada. El desenlace fue de ridículo, como ridículo ha sido su gobierno.

Quizá comprendió que extinguir al Fondo Nacional de Desastres Meteorológicos es gravísimo y se quiso resguardar en el caparazón de su investidura… y luego nos convenció en que no son tiempos de reclamos políticos sino de ayuda humanitaria; que no es digno sacar provecho de la tragedia que él pudo anticipar. Pero, pregunto, si los reclamos no son cuando se viven las tragedias, luego como para qué.

Tenemos a un presidente cobarde que golpea y oculta el garrote tras su espalda y luego, cuando se descubre quién pegó, echa la culpa al garrote. López se exculpa de todo.

Tenemos a un presidente que arranca las alas del pueblo para volar, para aspirar a lo mejor, y le pone los grilletes más inmisericordes de las dádivas gubernamentales que condenan a la pobreza heredable. Por ello, y no por una razón de orden y justicia sociales, es que ha pretendido ser él, Morena y sus siervos quienes repartan las ayudas humanitarias del pueblo de México para el pueblo de Guerrero. Para entender qué ha detrás de dicha estrategia está la clave de los motivos del presidente.

La incertidumbre del futuro del puerto y su gente le amenazan su triunfo electoral en 2024, y eso le tiene verdaderamente preocupado; no así los miserables de Guerrero.

En 2024 se nos abren las posibilidades de volver a crecer. No sabemos qué otras miserias descubriremos cuando abramos las puertas de México a sí mismo y el mundo cuando López se vaya al fin, pero sin duda, habrá sorpresas que hoy ni siquiera imaginamos.

Otis redujo sus posibilidades de triunfo su electoral. Las expectativas de todos sus sueños se han perdido. Por primera vez, el presidente está consciente de que todo está perdido para él y su proyecto personalísimo.

Las vulnerabilidades ante la fuerza de la naturaleza están presentes en nuestra vida diaria; es muy cierto. Sin embargo, desde siempre, el ser humano ha buscado cómo prevenirlas, logrando grades éxitos. López Obrador lo mandó todo al diablo y extinguió al FONDEN, los centros de monitoreo de sismos, los programas de prevención y las estrategias de gobierno. Por ello es culpable y debe hacerse saber para tomar conciencia del peligro que sí representa para México y enjuiciarlo tras la elección de 2024.

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