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Guerra comercial entre China y EEUU podría afectar economía mundial: Pekín rechaza presiones y advierte que no cederá
POLÍTICA GLOBAL, por Raúl Cantú //
(Con información de Sputnik, CNN, Xinhua y El País)
“Este tipo de acciones uno puede ver cómo comienzan, pero nunca se puede saber en exactitud hasta dónde llegan, ni cuál es la profundidad del daño que pueden hacer”, declaró a la agencia rusa de noticias Sputnik el analista financiero Christian Buteler al advertir que este escenario es muy peligroso, puestos que los efectos puede exceder a la guerra arancelaria.
En su opinión no sería extraña “una guerra de devaluación de la moneda que aumente la competitividad u otras opciones”.
Las dos principales potencias económicas se encuentran en una disputa desde la asunción de Donald Trump como presidente. En palabras del mandatario norteamericano, China ha escalado como potencia tecnológica a costa de prácticas desleales y políticas anticompetitivas.
Washington acusa a Pekín de usar tácticas depredadoras que incluyen el robo cibernético y la obligación a empresas extranjeras de entregarle sus tecnologías con el objetivo de copiarlas y así catapultar a sus empresas hacia el liderazgo mundial.
Para Buteler hay un espectro de respuestas posibles por parte del gigante asiático. Estas podrían incluir medidas recíprocas en términos arancelarios, pero también alternativas más agresivas.
“Ellos [el gobierno chino] tienen un stock muy importante de bonos del Tesoro Americano que podrían vender y así producir bastante daño en el mercado. Entonces, aunque la forma en que puedan reaccionar uno no la conoce, si siguen en este nivel de escalada pueden ser más dañinos aún en su respuesta», apuntó.
El pasado lunes los mercados asiáticos y europeos cerraron con importantes pérdidas. Las caídas estuvieron motivadas por una serie de publicaciones del presidente estadounidense Donald Trump en su cuenta de Twitter. Anunció el aumento de los aranceles a las importaciones chinas de 10% a 25%, para bienes con un valor de 200.000 millones de dólares.
Desde el año pasado EEUU y China, primera y segunda economías del mundo, respectivamente, continúan implicados en una guerra comercial a gran escala.
LAS AMENAZAS DE TRUMP DESDE JUNIO
En junio de 2018 Washington amenazó con imponer aranceles del 25 por ciento a productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares con el fin de reducir el déficit comercial.
Ambos países se han impuesto desde entonces varias baterías de aranceles recíprocos: mientras EEUU tarifó las mercancías chinas por un valor total de 250.000 millones de dólares, China respondió con aranceles que afectaron los productos norteamericanos valorados en 110.000 millones de dólares.
APUESTA GLOBAL ARRIESGADA: CNN
LA CNN calificó como arriesgada la nueva apuesta global del presidente de Estados Unidos, Donald Trump al intensificar una guerra comercial con China al imponer aranceles adicionales a los productos chinos en medio de las negociaciones comerciales en curso, y ni él ni nadie más pueden estar seguros de lo que sucederá a continuación. La fuerte escalada podría sacudir a los inversionistas y es la última manifestación del conflicto de superpotencias en el Pacífico. Avivará una nueva preocupación sobre la implacable capacidad de gobierno del presidente.
La confrontación se produce en un momento en que la ansiedad ya está creciendo por la administración de Trump de varias otras crisis de política exterior, incluso con Irán, Corea del Norte y Venezuela. EE. UU. impuso nuevos aranceles a otros 200.000 millones de dólares en productos chinos después de la medianoche, y después de que el presidente acusara a Beijing de dar marcha atrás en un acuerdo entre las dos economías más grandes del mundo.
Había cierta esperanza que los negociadores de los dos países que se reunieron el pasado viernes en Washington con la Ronda Número 11 de conversaciones, pero no hubo acuerdo, como lo precisa el diario El País en su versión digital. El temor es que el enfrentamiento entre las dos mayores potencias comerciales del mundo pueda ser prolongado y afecte a la economía mundial.
Trump declaró el viernes 10 de mayo que no había prisa por llegar a un acuerdo, ya que ahora se estaban “pagando” aranceles de hasta 25% en algunas de las exportaciones de China a Estados Unidos. “Los aranceles traerán mucha más riqueza a nuestro país que incluso un acuerdo fenomenal del tipo tradicional”, escribió Trump en Twitter.
Es cierto que el aumento de los derechos podría reducir la demanda de productos chinos, pero son los compradores estadounidenses los que terminan pagando los costos de los aranceles más altos.
La táctica de Trump refleja su creencia de que la fuerte economía de Estados Unidos le da libertad para infligir dolor a los productos, trabajadores y consumidores de China, y obligará a sus líderes a retroceder y hacer nuevas concesiones.
Es un movimiento clásico de un antiguo magnate de bienes raíces que predica el arte del trato, a menudo aumenta las apuestas en el último minuto y dice que siempre está listo para alejarse de la mesa.
Pero el nuevo aumento de tarifas seguramente provocará represalias en China, a menos que haya un acuerdo de horas extra este viernes, que podría rebotar contra el presidente y los consumidores estadounidenses, especialmente en el corazón agrícola e industrial del Medio Oeste.
EL VICEPRESIDENTE CHINO ADVIERTE QUE NO CEDERÁN EN SUS PRINCIPIOS
El viceprimer ministro chino, Liu He, dijo el viernes que la cooperación es la única opción correcta para China y Estados Unidos, pero China no hará concesiones en las importantes cuestiones de principios.
Las relaciones entre China y Estados Unidos son de gran importancia, dijo Liu en una entrevista con medios de comunicación chinos tras la conclusión de la 11ª ronda de consultas económicas y comerciales de alto nivel entre las dos principales economías del mundo, que se realizó el jueves y el viernes en Washington.
Las relaciones económicas y comerciales sirven como lastres de barco e impulsores de la relación general China-EEUU, y atañen no sólo a los lazos bilaterales, sino también a la paz y la prosperidad del mundo, añadió Liu, también miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh).
La cooperación es la única opción correcta para las dos partes, pero tiene que estar basada en principios, dijo el viceprimer ministro, quien encabeza a la parte china en el diálogo económico integral China-EEUU.
China jamás hará concesiones en las importantes cuestiones de principios, destacó.
La delegación china vino a Washington para la última ronda de conversaciones con sinceridad, y sostuvo intercambios francos y constructivos con la parte estadounidense, indicó Liu, quien añadió que las dos partes acordaron continuar impulsando las consultas.
China se opone firmemente a la subida de aranceles por parte de Estados Unidos, que es perjudicial no sólo para China y Estados Unidos, sino para el mundo entero, y China tendrá que adoptar las contramedidas necesarias, agregó.
Al enfatizar que cualquier acuerdo debe ser igualitario y de beneficio mutuo, Liu señaló que las dos partes han alcanzado consensos importantes en muchos aspectos, pero que todavía quedan tres preocupaciones fundamentales de China que deben ser abordadas.
La primera es eliminar todos los aranceles adicionales, indicó, y añadió que la imposición de esos aranceles es el punto de partida de la actual disputa comercial bilateral, y que debe ser revocada por completo si las dos partes desean alcanzar un acuerdo.
La segunda es que la cantidad de adquisiciones debe ser realista, dijo, y agregó que las dos partes alcanzaron un consenso sobre el volumen en Argentina, y que no debe cambiarlo al azar.
La tercera es mejorar el equilibrio en la redacción del texto, indicó, y añadió que cada país tiene su dignidad, el texto debe ser equilibrado y que se necesitan más discusiones sobre algunos temas clave.
Al destacar que es normal que haya altibajos en las consultas bilaterales desde el año pasado, Liu señaló que es irresponsable acusar arbitrariamente a una parte de «echarse atrás» mientras que las dos partes están todavía en el proceso de negociación.
Respecto a China, el viceprimer ministro dijo que lo más importante es enfocarse en sus propios asuntos.
China disfruta de una enorme demanda de mercado doméstica, la implementación de la reforma por el lado de la oferta impulsará de manera integral la competitividad de los productos y empresas del país, y todavía existe un espacio amplio para las maniobras fiscales y monetarias, dijo, y añadió que la perspectiva económica china es muy optimista.
Liu indicó que es algo bueno para un gran país enfrentar algunos reveses en su desarrollo ya que pueden servir como una prueba de capacidad.
Bajo la firme dirección del Comité Central del PCCh con Xi Jinping como núcleo, con tal que el pueblo chino tenga una confianza firme y haga esfuerzos conjuntos, China no temerá ninguna dificultad, y podrá sin falta mantener el buen impulso de desarrollo económico sostenido y sano, añadió.
PEKÍN PREPARADO PARA UNA GUERRA DE DESAGSTE
China se está preparando para una guerra de desgaste con Estados Unidos en su disputa comercial, Pekín exige que un acuerdo final garantice “la igualdad y la dignidad” de los dos países, destaca El País Digital en su edición de fin de semana.
Si bien los canales de conversación no se han roto entre los dos países y se retomarán en Pekín, después de que en la ronda número once de diálogo en Washington no hubo acuerdo, los canales siguen abiertos, han remarcado las dos partes.
“Las negociaciones no se han roto” y se retomarán en Pekín, se dijo sin precisar fecha de su próximo diálogo, conforme lo expresó Liu, viceprimer ministro chino y hombre de confianza del presidente Xi Jinping.
El viceprimer ministro chino aceptó que existen “desacuerdos sobre cuestiones de principios” y son tres puntos en los que China no cederá bajo ningún concepto.
China estaría dispuesta a llegar a un acuerdo, siempre y cuando Estados Unidos levante sus aranceles adicionales; que el aumento del volumen de compras de productos estadounidenses que Washington exige a China sea realista y se ciña a la demanda interna china; y especialmente que el documento final del acuerdo sea equilibrado para garantizar la igualdad y la dignidad de los dos países.
Es en esta tercera condición de “dignidad” donde está la clave y el actual punto muerto se desató, como ha publicado la agencia Reurers al eliminar Pekín el borrador de acuerdo a las referencias a que cambiarían sus leyes para aceptar las demandas de los Estados Unidos sobre protección a la propiedad intelectual, acceso a los mercados de servicios financieros y transferencia forzosa de tecnología, entre otros aspectos.
El País resalta que para Washington, esos términos eran la garantía para hacer cumplir lo que pensaban se había aprobado, mientras que para Pekín representaba una injerencia intolerable en su soberanía y un cambio en su modelo económico que Xi Jinping no tiene intención de aceptar.
“China está dispuesta a pagar un cheque, pero no a transformar su modelo económico estatal en una economía de mercado”, escribía esta semana Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico del banco de inversiones Natixis. “El abrupto cambio de dirección [de el presidente estadounidense, Donald Trump] en la estrategia de negociación revela desesperación, más que fuerza” al imponer los nuevos aranceles, que pasan del 10 al 25%, y amenazar con gravar de la misma manera al resto de productos importados chinos.
China ha llegado a la conclusión de que tiene margen de maniobra para aguantar lo que cree que puede ser una guerra de desgaste prolongada. La desconfianza de Pekín es grande, y domina la percepción de que, al final, el objetivo de EE. UU. es impedir que este país se convierta en una gran potencia. No ha ayudado que esta semana las autoridades estadounidenses denegaran una licencia de operación a la principal compañía telefónica china —China Mobile— e intensificaran su retórica contra el gigante tecnológico Huawei.
A lo largo de los meses de negociación, Pekín ha ido dando pasos para proteger su economía ante la ausencia de un acuerdo. “Los responsables políticos chinos se han centrado en estimular de modo efectivo la economía. Además, con una perspectiva a largo plazo en mente, China se ha esforzado en extender lazos amistosos con la mayor cantidad posible de países”, apunta García-Herrero. Para lo primero, recuerda la economista, se encuentran en marcha estímulos para el sector privado vía crédito. Para lo segundo, China ha sumado ya oficialmente a 130 países a su iniciativa Nuevas Rutas de la Seda.
