NACIONALES
Los efectos de la pandemia: Resultados de la prueba PISA, ¿cómo vamos en educación?

Educación, por Isabel Venegas //
Recientemente se publicaron los resultados de la prueba PISA, los cuales nos muestran dos cosas que tal vez, ya podíamos adivinar desde antes de la aplicación: una, que el sistema educativo mexicano sigue teniendo un gran rezago en el aprovechamiento académico, y otra, que la pandemia exacerbó el impacto negativo en las comunidades escolares.
El objetivo principal de la prueba PISA es evaluar el rendimiento académico de los estudiantes de 15 años en ciertas materias como matemáticas, ciencias y lectura, además de otros aspectos relacionados con la educación, tales como motivación, confianza en sí mismos y trabajo en equipo.
La preocupación atañe a todas las instituciones de formación, pero desde luego que es mucho más grave el asunto en las escuelas públicas, con las atenuantes de altos grados de marginación, por la falta de acceso, cobertura y/o seguridad; factores que complejizan, y que todavía retan más, por ejemplo, a nuestras niñas quienes aparte tienen que enfrentar a una cantidad de obstáculos desde una estructura que suele no promover el tema de la ciencia y la tecnología para ellas.
En esta ocasión, la OCDE (Organización para la cooperación y el desarrollo económico) puso especial énfasis en la observación de los reactivos relacionados con matemáticas, porque son ellas la base para el pensamiento crítico, el análisis y la innovación tecnológica.
Si bien es cierto que para muchos la estandarización sigue siendo un elemento de juicio que implica la controversia con la singularidad de las personas, la atención a sus contextos sociales, y los retos de las comunidades, también es verdad que es gracias a estos instrumentos que podemos identificar la dimensión del lugar que ocupamos dentro de una era global; pensar en la globalización no es aducir a un aspecto mercantilista, sino a la necesidad de atender los retos reales que enfrentarán las nuevas generaciones dentro de pocos años, sino es que ya.
Siendo así, me parece importante puntualizar sobre el examen como instrumento de evaluación.
- Las pruebas estandarizadas son herramientas objetivas que más allá de los sentimientos, emociones y apreciaciones sesgadas, ayudan en la identificación de qué tanto se han cumplido las metas; es bueno tener en consideración el contexto para el diseño de los ambientes de aprendizaje, pero no para la evaluación de los avances y/o resultados. Un niño que vive en la bella ciudad de Puebla, debería saber leer y escribir igual que un niño de la majestuosa sierra tarahumara, u otro de la fascinante Ciudad de México,… considerando que a nivel nacional el objetivo es que ellos sepan “leer y escribir”
- Uno de los elementos que más abona al proceso de enseñanza – aprendizaje es la evaluación formativa, esa que, durante el transcurso del ciclo escolar nos permite ir identificando qué tanto ha aprendido el alumno y de qué elementos sigue careciendo a pesar de haberlos trabajado en clase. Para ello la información inmediata que arrojan los exámenes continuos, es imprescindible.
- Nota interesante: El examen de admisión a la Universidad de Cambridge, conocido como “Tripos”, creado desde el siglo XVIII, hizo que los exámenes estandarizados se convirtieran en una parte elemental del sistema educativo en todo el mundo, impulsados más tarde por el psicoanálisis a finales del siglo XIX y principios del XX. La pedagogía no solo ha venido a apropiarse del utensilio, sino de los aportes que la misma psicología, las neurociencias, la sociología y todas las áreas del conocimiento han ido aportando.
Estas consideraciones hacen ver que la riqueza de un cuestionario está en función de su construcción, de la cientificidad con la que se elaboran los reactivos (redacción, objetividad, claridad, etc.), sin dejar de tener en consideración las circunstancias de las comunidades, sin pretender que estas sean el justificante para no obtener cada vez mejores resultados.
Los exámenes estandarizados son necesarios y su diseño debe ser pertinente y eficaz con el ánimo de medir la distancia entre los objetivos (inherentes a su contexto y circunstancias) y la realidad de su ejercicio diario. Este antecedente conceptual, es un para tener referente que nos permita procesar de manera “adulta” los resultados que arrojó la prueba, en tanto atravesamos por una administración con la política pública que considera a la evaluación como una estrategia neoliberal, razón por la cual, la mayoría de las escuelas mexicanas eliminaron la aplicación de pruebas para medir la “calidad educativa”, teniendo por supuesto la claridad de que este concepto daría para todo un tema aparte.
La información procesada por el IMCO (Instituto mexicano para la competitividad) señala que solo el 34% de los estudiantes había alcanzado el nivel 2 (es decir, el nivel básico), lo que significa que los alumnos puedan reconocer situaciones sencillas y relacionarlas con representaciones matemáticas; esto nos coloca –escandalosamente- por debajo del promedio que es del 69%.
CNN en Español señala que, los estudiantes de 15 años en México tuvieron su peor desempeño en matemáticas desde 2006, materia que reprobaron junto a ciencias y lectura, además de que, los resultados más recientes no difieren significativamente de los observados hace diez años, en 2012.
En un comunicado el gobierno mexicano señaló que, se debe analizar los números considerando “el contexto de los resultados de estas pruebas, como las condiciones socioeconómicas y culturales de cada país para evitar interpretaciones reduccionistas”. También dijo: «las pruebas internacionales estandarizadas no consideran las condiciones reales en las que se desarrolla el trabajo docente, así como los procesos situados de la enseñanza y los aprendizajes en las aulas de los distintos países».
Este debate es tan complejo como la finalidad misma del hecho educativo ¿Para qué van los niños a las escuelas? ¿Para aprender matemáticas? ¿Para socializar? ¿Para aprender a ser mejores ciudadanos y modelar sus conductas, o transformar sus comunidades? México ha enfrentado en los últimos años reformas educativas que siguen poniendo a los actores principales: autoridades educativas, profesores, tutores y a los mismos alumnos, ante la encrucijada de cómo materializar los fines de la educción, conseguir mejores resultados, y aprovechar los recursos que se tienen.
Matemáticas fue la materia en la que más bajó el desempeño de los estudiantes mexicanos. Obtuvieron una puntuación de 395, según el reporte, 14 puntos menos que en 2018 cuando se realizó la última prueba PISA antes de la pandemia del covid-19.
México no muestra avances significativos desde hace una década, pero es el mismo periodo en el que Chile, una economía que pudiera encontrar paralelismos con la nuestra, sigue posicionándose cada vez mejor. Es el país que obtiene mejor calificación en América Latina, colocándose en el puesto 37. Por su parte, Uruguay quedó en el lugar 53 del ranking, mientras que México, que terminó en el puesto 57, muy cerquita de Perú quien está en la posición 59.
La conclusión obliga a observar estos resultados desde la mirada global con el reto de mejorar dentro de la comunidad internacional, es decir, ser conscientes del exhorto a estar preparados para tomar oportunidades como la del nearshoring: recibir a las empresas que se están relocalizando en nuestro país, con los recursos humanos capacitados para formar parte de esas altas tecnologías, eso significa incidir desde la formación básica de nuestras niñas y niños, para que tengan la capacidad el pensamiento matemático que los lleve a ocupar buenos puestos de trabajo.
Por otro lado, el enfoque de la Secretaría de Educación pública, tiene mucha relevancia en el sentido de no dejar pensar en la valía de cada persona con su realización, amén de formar parte de un capitalismo voraz.
Sigamos buscando los elementos que contribuyan a que los niños vivan felices en sus escuelas, que aprendan las bases que los lleven a volar lejos, a creer que ellos pueden construir cosas maravillosas, y a que sepan que son capaces de incidir en la transformación de su mundo, desde su comunidad.
MUNDO
China, Japón y México: la batalla global por el internet del futuro con matices locales

– Por José Modesto Barros Romo, Conciencia Pública
El internet de ultra velocidad ya no es un asunto de ciencia ficción, sino un campo estratégico donde las potencias tecnológicas definen su hegemonía. Japón, China y, en menor medida, México, han roto en este año barreras históricas de transmisión de datos, cada uno desde trincheras distintas, pero con un objetivo común: asegurar ventajas en la economía digital del siglo XXI.
Japón sorprendió al mundo al anunciar que sus científicos del Instituto Nacional de Información y Comunicaciones Tecnológicas (NICT) lograron transmitir datos a 1.02 petabits por segundo a través de fibra óptica.
Se trata de un récord mundial que equivale a descargar en un segundo la información de más de 10 millones de videos en alta definición, el equivalente a todo el catálogo de Netflix en un solo segundo.
Más allá de la hazaña técnica, el logro japonés envía un mensaje claro: su apuesta es consolidar infraestructuras terrestres estables y de larga distancia, con la mira puesta en mantener la competitividad industrial frente a China, Estados Unidos y Europa.
El gigante asiático, por su parte, libra otra batalla: el dominio del espacio inalámbrico. China Mobile reveló que en una red experimental de 6G alcanzó velocidades de 280 gigabits por segundo, descargando un archivo de 50 GB (unas 25 películas de mediana calidad) en apenas 1.4 segundos.
A esto se suman proyectos universitarios que exploran transmisiones en frecuencias en terahercios y enlaces satelitales de 100 Gbps, tecnologías que se perfilan como piezas centrales en la construcción de un ecosistema digital global, donde China pretende marcar la pauta a la espera lanzar comercialmente las redes 6G para el año 2030 en todo su territorio.
La estrategia china es evidente: no se conforma con desplegar infraestructura terrestre, busca liderar el futuro de las comunicaciones en el espacio y en el aire, donde se definirá el control de datos y, con ello, el poder geopolítico. De ahí que los experimentos en 6G no solo representen avances científicos, sino una carta de presentación en la carrera tecnológica frente a los estadounidenses, japoneses y los europeos.
México, en contraste, aparece con un logro más modesto pero simbólico. El año pasado la empresa Megacable, en alianza con Nokia, alcanzó 1.1 terabits por segundo en pruebas de fibra óptica de larga distancia.
No es un récord mundial ni una revolución en telecomunicaciones (aunque sí es un hito a nivel Latinoamérica, equivalente a descargar un videojuego como Call of Duty: Modern Warfare III en un segundo). Esta es una señal de que nuestro país busca modernizar su infraestructura digital con miras a los próximos años.
El reto está en si estos avances se traducirán en beneficios reales para los ciudadanos o quedarán como demostraciones técnicas en un país donde millones aún carecen de acceso a internet estable.
La comparación es reveladora: mientras Japón apuesta por la perfección de la fibra, China por la supremacía inalámbrica y espacial, México apenas intenta ponerse al día. El dilema nacional es mayúsculo: ¿apostar por ser solo consumidores de tecnologías extranjeras o trazar un plan estratégico que coloque a la región en la disputa global por la soberanía digital?
Lo cierto es que el internet del futuro no será solo más rápido; también será la nueva frontera de poder. Quien controle las redes de transmisión controlará la información, la seguridad nacional y el desarrollo económico. Japón y China ya están en esa carrera. México, como suele ocurrir, observa desde la periferia.
NACIONALES
México busca frenar autos asiáticos con arancel del 50%

– Por Redacción Conciencia Pública
El Gobierno de México anunció su intención de imponer un arancel del 50 por ciento a los automóviles importados de países asiáticos sin tratados de libre comercio, como China, India, Corea del Sur, Tailandia e Indonesia.
La medida, que representa un salto desde el 20 por ciento actual, busca frenar la entrada masiva de vehículos de bajo costo que, según autoridades federales, ponen en riesgo la competitividad de la industria automotriz nacional.
El anuncio forma parte de un paquete de reformas arancelarias que pretende abarcar importaciones por alrededor de 52 mil millones de dólares.
Además de los automóviles, se contempla aplicar nuevos gravámenes de entre el 10 y 50 por ciento a productos como acero, textiles, motocicletas y juguetes. De acuerdo con la Secretaría de Economía, la estrategia busca proteger más de 325 mil empleos vinculados directamente con el sector automotriz y manufacturero en el país.
La iniciativa surge en un contexto de presiones internacionales. Estados Unidos ha insistido en que México reduzca su dependencia comercial de China, en el marco de la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Washington considera que el ingreso creciente de autos eléctricos chinos, ensamblados a precios muy por debajo del mercado, amenaza con desestabilizar la cadena de valor regional que sostiene al acuerdo trilateral.
El Gobierno de México justifica la medida en el terreno de la defensa comercial, argumentando que los vehículos provenientes de Asia están siendo vendidos por debajo de los precios de referencia, lo cual constituye una práctica desleal.
El arancel del 50 por ciento es el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC) y colocaría a México como uno de los países más restrictivos frente a las importaciones automotrices chinas.
No obstante, la propuesta aún debe pasar por el Congreso de la Unión, donde se espera un intenso debate entre los defensores de la industria nacional y quienes advierten que un aumento de esta magnitud podría repercutir en la inflación y en el bolsillo de los consumidores.
Aunque el partido en el poder cuenta con mayoría, especialistas prevén que habrá presiones de distintos sectores empresariales antes de que se concrete la votación.
De aprobarse, los nuevos aranceles modificarían de manera sustancial el mercado automotriz en México, elevando los precios de las marcas asiáticas y obligando a las armadoras a replantear sus estrategias de inversión y distribución.
Para el gobierno, se trata de una medida necesaria para proteger a la industria nacional; para los críticos, una apuesta arriesgada que podría tener costos económicos y políticos de gran alcance.
MUNDO
TMEC enfrenta nubarrones económicos: riesgo de estanflación en la región

– Por Redacción Conciencia Pública
La economía de los países del TMEC —Estados Unidos, México y Canadá— atraviesa un escenario de creciente incertidumbre marcado por la desaceleración del crecimiento y las presiones inflacionarias.
Aunque ninguno de los tres socios comerciales ha entrado oficialmente en un proceso de estanflación, los riesgos de caer en este fenómeno se han intensificado en los últimos meses debido a las tensiones comerciales, las tarifas arancelarias y el enfriamiento de la actividad productiva.
En el caso de Estados Unidos, analistas y organismos internacionales han señalado la presencia de un entorno conocido como “stagflation-lite”: una versión leve de estanflación caracterizada por inflación persistente y crecimiento económico débil.
Las tarifas impuestas a México, Canadá y otros socios han encarecido bienes y servicios, lo que eleva los precios al tiempo que limita la competitividad. La Reserva Federal ha reconocido la complejidad del momento, pero evita hablar de una estanflación plena como la de los años setenta.
Canadá enfrenta también un panorama complicado. Su crecimiento económico se ha frenado y diversos sectores productivos anticipan pérdidas importantes debido a los aranceles de Washington. Medidas de emergencia como el programa “Buy Canada” buscan proteger empleos y mitigar el impacto en la industria automotriz y energética, aunque las proyecciones apuntan a la posible pérdida de decenas de miles de empleos si las tensiones comerciales se prolongan. La inflación no ha escalado con la misma fuerza que en Estados Unidos, pero el riesgo de estanflación no se descarta.
México, por su parte, lidia con un crecimiento prácticamente nulo, con estimaciones de apenas 0.4 % del PIB en 2025, lo que coloca al país al borde de la recesión. A diferencia de sus socios, la inflación mexicana se ha mantenido moderada, en torno al 3.5 % anual, dentro del rango objetivo del Banco de México.
No obstante, la combinación de bajo dinamismo económico y presiones externas genera preocupación. El banco central ha optado por recortar tasas de interés en un intento de estimular la economía sin perder el control inflacionario.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos han advertido que la política de tarifas en Estados Unidos está generando un “shock de oferta” que afecta no solo al propio mercado estadounidense, sino también a Canadá y México.
El encarecimiento de insumos y bienes intermedios repercute en las cadenas de suministro de la región, golpeando la inversión y elevando los costos para las empresas y consumidores.
En conjunto, el TMEC enfrenta un escenario de alto riesgo: crecimiento bajo, tensiones comerciales y presiones inflacionarias que ponen en entredicho la estabilidad económica regional.
Aunque la estanflación no se ha instalado de manera formal, la combinación de factores actuales mantiene a los tres países al filo de este fenómeno, lo que obliga a sus gobiernos y bancos centrales a buscar estrategias coordinadas que eviten repetir una crisis como la de los años setenta.
👉 Este cuadro ayuda a visualizar rápido que ninguno de los tres socios está formalmente en estanflación, pero todos enfrentan presiones distintas: EE. UU. por inflación, México por bajo crecimiento y Canadá por el impacto de las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump: