MUNDO
De Game of Thrones a nuestra realidad: El poder y su enredo con la política

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En el vasto universo de «Game of Thrones», una escena emblemática nos sumerge en el complejo telar entre poder y política. Cuando Daenerys Targaryen, con sus dragones como símbolo de dominio, desembarca en Essos, no solo llega a un nuevo reino, sino que se adentra en un mundo marcado por la brutalidad de la clase reinante. Es testigo de un panorama desolador, donde los más débiles son víctimas de torturas y escarmientos públicos inhumanos, subyugados por aquellos que ostentan el poder.
En el escenario ficticio de «Game of Thrones», se revela una inquietante verdad que resuena en nuestra sociedad actual: la intrincada e inextricable relación entre el poder y la política. La historia de Daenerys Targaryen, aunque perteneciente a un mundo de fantasía, proyecta una sombra de reflexión sobre nuestra realidad. La noble búsqueda del poder para instaurar una sociedad justa se ve enredada en un laberinto de paradojas, donde el anhelo de erradicar la opresión puede dar paso a su resurgimiento bajo nuevas y complejas formas.
El trayecto de Daenerys, en sus inicios motivado por un noble anhelo de justicia y emancipación, se torna un dilema inquietante: su lucha contra la opresión se desvía hacia la senda de la propia opresión. Esta transformación es el trágico reflejo de un fenómeno recurrente en la historia: aquellos que alzan el estandarte del poder, corren el peligro latente de extraviar su brújula moral y, sin percatarse, terminan por emular aquello que una vez combatieron con fervor. Este desvío hacia la oscuridad, aunque inicialmente inadvertido, revela la delicada fragilidad que yace en el corazón del poder: su capacidad de corromper hasta al más íntegro de los ideales.
Esta dicotomía del poder, tan palpable en la historia, se despliega en el escenario contemporáneo con una crudeza que nos concierne directamente. Jeffrey Epstein, dueño de una vasta riqueza y una red de conexiones influyentes, se convirtió en un magnate capaz de consolidar un poder inmenso.
Su habilidad para satisfacer los deseos más oscuros y prohibidos de la élite política, empresarial y de figuras prominentes, no solo revela la profundidad de su influencia, sino también cómo el poder económico puede trastocar incluso a aquellos ubicados en las más altas esferas de la influencia. Este oscuro ejemplo sirve como un espejo que nos confronta con la vulnerabilidad de la integridad humana ante el magnetismo corruptor del poder y la riqueza desmedida.
De manera similar, el caso del líder político de Corea del Norte arroja luz sobre el poder político y cómo, a través del control ideológico y la manipulación, se pueden cometer crímenes atroces, sumiendo a sus seguidores en una red de control y abuso que no podría existir sin el respaldo político.
Estos ejemplos, aunque inquietantes, nos enfrentan a la realidad de que el poder, en sus diversas manifestaciones, puede corromper y manipular. Más allá de señalar la oscuridad inherente al poder, es crucial buscar respuestas y soluciones.
El caso de Jeffrey Epstein, con su red de influencias, y el del líder político de Corea del Norte, inmerso en el poder ideológico, son dos ejemplos que exponen la vulnerabilidad de nuestras estructuras sociales ante la manipulación y el abuso de poder. Ambos casos evidencian cómo, bajo el manto del poder, se desarrollan redes de control y corrupción que perpetúan el sufrimiento humano.
Es esencial reconocer que este entramado no se restringe a unos pocos casos infames, sino que es una llamada de alerta sobre la naturaleza frágil del poder en manos humanas. Si queremos construir un futuro más equitativo y justo, debemos abordar estas problemáticas desde su raíz.
La clave para desarticular este ciclo de abuso de poder radica en la construcción de sistemas basados en la transparencia, la rendición de cuentas y la equidad. Necesitamos estructuras que empoderen a las comunidades y disminuyan la concentración desproporcionada de poder en manos de unos pocos.
Es imprescindible mirar al pasado, aprender de nuestros errores, y encaminarnos hacia un futuro donde el poder sea un instrumento para el bienestar colectivo y no una herramienta de dominación y opresión. Si deseamos romper la rueda, como proclamó Daenerys Targaryen en su desesperado intento, debemos hacerlo con la firme convicción de no caer en los mismos errores que nos llevaron al abismo moral y ético.
El poder no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para promover la justicia y la igualdad. Solo al abrazar esta premisa podremos aspirar a construir un mundo donde el poder se ejerza con responsabilidad y empatía hacia nuestros semejantes.
El poder, cuando se contempla como un medio y no un fin en sí mismo, adquiere una dimensión transformadora. Debe convertirse en el vehículo que impulse la justicia y la equidad en lugar de ser un instrumento para la dominación y el control. Cuando se utiliza con este propósito, el poder se convierte en una fuerza para el cambio positivo en la sociedad.
Promover la justicia implica garantizar la igualdad de oportunidades para todos, sin importar su origen, género, raza o posición social. Es el compromiso de asegurar que cada voz sea escuchada y cada individuo tenga acceso a recursos y derechos fundamentales.
Ejercer el poder con responsabilidad y empatía implica actuar de manera consciente y ética, considerando el impacto de las decisiones en la vida de las personas. Requiere ponerse en el lugar del otro, entender sus necesidades y preocupaciones, y trabajar para abordarlas de manera justa y compasiva.
Solo al abrazar esta premisa y ponerla en práctica en nuestras acciones diarias, podremos vislumbrar un mundo en el que el poder se utilice como un medio para mejorar la vida de todos, y no como una herramienta para subyugar a unos pocos. Es un compromiso colectivo que requiere un cambio cultural y estructural, pero que puede conducirnos hacia una sociedad más inclusiva, justa y solidaria.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 803: «Es válido levantar la mano»: Luisa María Alcalde da el grito de arranque, Morena va por Jalisco
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ENTREVISTAS
Lupita Ramos Ponce: Lidera la resistencia feminista en América Latina con CLADEM

– Por Mario Ávila
Un llamado a mantener viva la convicción de que ningún contexto político, económico o social, por adverso que sea, puede menoscabar el pacto político ético feminista que une a la red en América Latina y el Caribe, fue el primer mensaje que lanzó la nueva coordinadora de CLADEM, la abogada tapatía, Guadalupe Ramos Ponce.
Aseguró que el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), es un territorio de resistencia y esperanza y precisó: “Somos una red política feminista internacional, que articula nuestras diversidades sin diluirlas, construye consensos sin imponer silencios, nos cuidamos entre nosotras mientras combatimos al patriarcado en todas sus formas”.
Sentenció que las integrantes de la red en América Latina y el Caribe enfrentan a un patriarcado global que se reinventa con cada crisis, que se viste de democracia mientras les niega derechos, que habla de libertad mientras las reprime.
Y frente a eso, planteó: “Nuestra respuesta será más organización, más incidencia, más alianzas, más pedagogía feminista; seguiremos ocupando las calles, los tribunales, los parlamentos, las redes, y los organismos internacionales, porque nuestro derecho a existir y decidir no se negocia.
Sentenció que hay muchos desafíos por delante: “El avance voraz de las derechas; el recrudecimiento de los fundamentalismos religiosos y políticos; la violencia patriarcal que no cesa; el despojo de los territorios; el saqueo de nuestros cuerpos; el racismo estructural; el machismo impune y la misoginia institucionalizada. A pesar de ello, aquí seguimos, porque nuestra lucha no es una opción, es una urgencia ética, política y vital”.
Una vez que asumió el cargo y que participó en su primer evento con el nuevo cargo como Coordinadora Regional de CLADEM, en la reunión de la CEPAL efectuada en la Ciudad de México, explicó en entrevista para los lectores del semanario Conciencia Pública, que la fuerza colectiva que las une, es hoy más necesaria que nunca.
Ahora -dijo-, toca tejer fino entre nuestras agendas locales, nacionales y regionales, reconociendo nuestras diversidades y fortaleciendo nuestras coincidencias. Toca cuidarnos entre nosotras, no solo como una estrategia ética, sino como una táctica política que nos permita resistir y seguir luchando.
Somos una red feminista latinoamericana y caribeña -abundó-, con más de tres décadas de historia; hemos enfrentado dictaduras, golpes de Estado, persecución y criminalización y aquí seguimos, más fortalecidas que nunca. Nuestra historia nos recuerda que la resistencia no se improvisa: se organiza, se nutre de la memoria y se sostiene con la fuerza de la colectividad”.
ES MÉXICO EL PAÍS DE LA ESPERANZA
La académica e investigadora de la Universidad de Guadalajara, Guadalupe Ramos Ponce, dijo que hoy día, desde el contexto latinoamericano, se reconoce de México la problemática global de la violencia y en particular la problemática regional de las desapariciones de mujeres y los feminicidios, “pero al mismo tiempo hay un tema que me ha resultado muy interesante en las discusiones que se han dado ahora, y es cómo se ve desde el exterior a México, como el país de la esperanza”.
Y te diré por qué -abundó-, porque hay una narrativa, una construcción que se ha hecho desde el mundo global, por supuesto, pero también desde América Latina, con estos presidentes de derecha como Javier Milei, de Argentina y Nayib Bukele, de El Salvador, que junto con el grupo Vox de España y Donald Trump, de Estados Unidos, han impuesto una narrativa de una derecha fuerte y es real, una derecha fuerte, empoderada, que llegó al centro, al norte y al sur del continente, desmantelando instituciones de derechos humanos y haciendo una regresión en los derechos.
Y en el caso de México —sentenció—, es el único país en la región que rompe esa narrativa hegemónica de la derecha y no solo eso, sino que además tiene la virtud de que es el único que todavía sigue con los programas sociales activos y promoviéndolos, entonces claro que, visto desde el exterior, México sigue siendo el país de la esperanza.
POR UNA EDUCACIÓN NO SEXISTA Y NO DISCRIMINATORIA
Sobre la tarea que CLADEM, bajo su coordinación, puede hacer por México en el terreno de la educación, planteó que justamente en la reunión de la CEPAL, donde se encontraba al momento de la entrevista efectuada por la vía telefónica, tiene programada una reunión, “aprovechando que estamos todas las feministas de Latinoamérica y del mundo global, estamos trabajando y yo en un momento más, tengo una reunión con dos redes importantes para proponer la implementación de una campaña latinoamericana por el derecho a la educación popular también”.
Y detalló: “Nosotras, desde hace muchos años, articulamos una campaña que se llama ‘Por una educación no sexista y no discriminatoria’, en donde para nosotras es sustancial que, desde la educación formal, la educación que se recibe en las escuelas, pero también la que está en casa, en lo comunitario y demás, debemos buscar que la mujer reciba una educación no sexista, una educación no discriminatoria y que permita el desarrollo pleno de las niñas y de las mujeres en la región”.
Hemos trabajado mucho en los últimos años -insistió-, por la transversalidad en la expectativa de género en la educación, pero también por la transversalidad de esta perspectiva en los presupuestos, porque mientras no existan recursos suficientes destinados a esta incorporación de las niñas a la educación, a que no dejen los estudios de manera temprana, a que no tengan todo este sistema de cuidados, vamos a tener incompleto el apoyo. Nosotros en realidad estamos aportando mucho el tema educativo.
UN GRAN DESAFÍO COORDINAR CLADEM POR LOS PRÓXIMO 4 AÑOS
La responsabilidad que por los siguientes cuatro años le adjudicaron a la nueva Coordinadora Regional de CLADEM, Guadalupe Ramos Ponce, lo considera ella misma como un gran desafío y a la vez un compromiso.
De ahí que agradeciera el voto de confianza que le dieron sus compañeras de todos los países de América Latina y El Caribe, para seguir articulando y darle continuidad a estos procesos que han iniciado hace 35 años y que, a la vez, se han continuado en las siguientes generaciones.
CLADEM, red feminista presente en 15 países de América Latina y el Caribe desde hace más de 35 años, surgió para transformar el Derecho en una herramienta de cambio contra la subyugación de las mujeres. Inicialmente formada por abogadas y sociólogas, realiza lobby e incidencia política, incorporando luego diversas profesionales para promover leyes y normativas que empoderen a las mujeres y combatan su discriminación.
La posibilidad de crecer —sentenció—, de que hagamos esta sinergia regional, es muy importante, nosotras ahorita estamos en el marco de la CEPAL, que está conmemorando justamente 50 años de la primera conferencia que se dio en la Ciudad de México en 1975 y también hace 30 años nos reunimos acá por primera vez. Y hoy, aquí mismo, los 15 países, y tuvimos una asamblea el domingo pasado, donde se me asignó la responsabilidad que me enorgullece.
MUNDO
Entre la tiranía y el desprecio; Trump contra todos, la peligrosa ruta del mandatario

– Opinión, por Pedro Vargas Ávalos
Desde que llegó a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, el señor Donald Trump ha sido un dolor de cabeza no solo para los migrantes latinoamericanos, sino para el mundo entero.
Sueños de agrandar el territorio gringo, que ya de por sí es enorme debido a la rapaz actitud de los gobiernos yanquis; delirio de persecución contra los migrantes, especialmente los de origen latinoamericano; imponer una política de terror por medio de aranceles y mostrar una conducta intervencionista en cuestiones internacionales, como lo ha demostrado en la guerra ruso-ucraniana y las masacres israelíes en Gaza. Todo lo anterior, sumado a muchos otros rencores y afanes revanchistas, caracterizan al señor Trump en su segundo mandato.
Lo anterior se une a un maltrato injusto hacia los dos países colindantes (México y Canadá), con los cuales, por elemental principio, debería tratar con sumo respeto; es más, fraternalmente. Y dentro de este perfil de provocador impenitente, también se inscriben los demócratas estadounidenses y, muy particularmente, el estado de California.
Los norteños de la hoja de maple, por medio del primer ministro Mark Carney, se manifestaron sobre el arrogante pelinaranja; el canadiense fue caviloso al señalar que “quien venere a Donald Trump se arrodillará ante él” y luego expresó que la antigua relación de Canadá con Estados Unidos, “basada en una integración cada vez más profunda de nuestras economías y en una estrecha cooperación militar y de seguridad, se acabó”.
Por lo que ve a nuestra república azteca, es una ofensa que el dignatario del Tío Sam se exprese constantemente con falta de respeto al gobierno que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum, y babosee lluvias de señalamientos falaces, viles calumnias, hacia los mexicanos emigrantes.
A cada rato, el bocón de marras lanza improperios a todo mundo, pero se refina cuando toca a sus colindantes. Recordemos que desde el inicio de su mandato este año, no solo insultó a los migrantes paisanos nuestros, sino que en su desmedida ambición declaró que el Golfo de México se llamaría ahora Golfo de América, sinónimo, para los adeptos del trumpismo, de Golfo de Estados Unidos de Norteamérica. Y aunque eso fue en general reprobado mundialmente, o sea que “nos hizo lo que el viento a Juárez”, reveló cómo sería la política de este rabioso gringo.
La prensa nacional difundió lo que dijo Trump en su oficina de Washington: “México hace lo que le decimos, y Canadá hace lo que le decimos, porque tenemos dos fronteras. Tenemos la frontera norte y la frontera sur, y ambas eran horribles. Pero ahora, algunos dicen que es un milagro”.
La arrogancia del mandamás güero no tiene medida. Por ello, la jefa de la Cuarta Transformación inmediatamente enunció categórica respuesta: «En México, el pueblo manda». Al día siguiente, reiteró lo anterior: “El presidente Trump tiene una forma de hablar. Pero como lo dije ayer: El único que manda en México es el pueblo, así de sencillo y así de importante”.
Por lo que ve a los mismos estadounidenses, la mayoría asegura que ellos no votaron por este Trump jactancioso. El comentarista Ben Rhodes expuso que “meterse con Panamá y Groenlandia o amenazar con guerras comerciales con Canadá y México tiene el aspecto de un matón de patio de colegio que busca a alguien más pequeño a quien empujar.”
Y la idea que difundió Trump sobre que Gaza debería convertirse en la Riviera del Medio Oriente, no tiene comparación: “respalda implícitamente una visión de la política exterior que despoja a las naciones y pueblos menos poderosos de todo derecho a determinar su propio destino”.
El forcejeo interno que inició Trump contra California es un ejemplo de lo que no debería suceder dentro de una nación. En su pleito contra el estado más rico de EUN, -que si fuera un país independiente seria de las primeras diez economías mundiales- los medios informativos nos hacen llegar noticias tremendas: Ordenó razias de migrantes; suspendió entrega de fondos federales; ignoró a la autoridad estatal y movilizó la Guardia Nacional; envió efectivos de las fuerzas armadas, como si el suelo californiano estuviese siendo atacado.
En fin, calificó de revoltosos y rebeldes a los miembros de ayuntamientos y el aparato estatal. En todo se advierte rencor grave del pelinaranja. Sus conciudadanos, después del error que cometieron cuando lo reeligieron, parece que reaccionan: En menos de dos meses, el índice de aprobación de Trump cayó por debajo de cero, donde se ha mantenido desde entonces. Su índice de aprobación neta actual -agosto 16- es de menos doce.
Por lo anterior, el gobernador californiano, Gavin Newsom, asumió la defensa no solo de su entidad federativa, sino de los migrantes, sector dominado por los de ascendencia mexicana. Trump lo amenazó con detenerlo, y el gobernante californiano no solo lo encaró, sino que promovió que California presentara el lunes 9 de junio una demanda contra el presidente de Estados Unidos por desplegar de manera ilegal a la Guardia Nacional “bajo el argumento de contener las protestas de Los Ángeles contra las redadas migratorias.”
Newsom es un demócrata de índole innovador y partidario del respeto a la Constitución, por lo que además es un defensor de los migrantes, factor determinante para consolidar la economía de su estado. En un reciente artículo que publicó, -La democracia en una encrucijada- sostiene que, por órdenes del presidente, se detiene indiscriminadamente a personas en la calle y se les persigue por los campos agrícolas.
Para Trump, son individuos de corte criminal, a lo que responde el gobernador: “Trump miente al decir que se centra en “los peores de lo peor.” Su administración “está impulsando deportaciones masivas, dirigidas a familias inmigrantes trabajadoras, sin importar sus orígenes o el riesgo que corren”. Por ello, “los californianos salieron a las calles la semana pasada, decenas de miles solo el sábado pasado, para protestar contra las acciones de su gobierno”, y con ello ejercen su derecho constitucional a la libertad de expresión y de reunión.
Trump ha condenado la posición de California, sus autoridades y ciudadanos. Empero, lo cierto es que él no se opone a la anarquía ni a la violencia, “siempre que le sirvan”. Su supuesta preocupación por los hombres y las mujeres uniformados no se basa en su lealtad a este país y su gente, sino a él y a su causa.
De forma contundente asegura el señor Newsom: “El despliegue de soldados federales en Los Ángeles no protege a nuestras comunidades, las traumatiza. Los jóvenes tienen miedo de asistir a sus propias graduaciones. La gente tiene miedo de ir a trabajar. Están arrestando a lavaplatos, jardineros y costureras. No son delincuentes, son familias; esto no es seguridad pública, es tiranía.” Más claro ni el agua.
En otro párrafo, asevera el californiano: “Tenemos a un actual presidente que cree no estar sujeto a ninguna ley, ni siquiera a nuestra Constitución. En poco más de 140 días, ha despedido a los organismos de control del gobierno que podrían exigirle responsabilidades por corrupción y fraude. Ha declarado una guerra contra la cultura, la historia, la ciencia; contra el conocimiento mismo… El poder judicial y el Estado de derecho están bajo asalto” y prosigue con la reflexión siguiente: Nuestro sistema democrático se creó en oposición directa a la monarquía y se diseñó para fortalecer la libertad individual y la autonomía, para que nunca más estemos sometidos a un rey. Es esa idea, ese valor sagrado, está siendo destruido.”
Los mexicanos y el mundo entero, debemos estar atentos y dispuestos a actuar, para que no suceda lo peor: que la oligarquía que encarna Trump, se apodere del destino de la humanidad.