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Las elecciones en México y EEUU: «Pedí al presidente de México abrir la puerta -frontera con Gaza-«, Joe Biden

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Por Jorge López Portillo Basave //

Yo veo gente muerta”, debiera ser el título de la semana de errores del líder de la superpotencia quien pasó ocho días cometiendo y tratando de contener los efectos de serios errores verbales que culminan con una exoneración y una autodescalificación.

Como sabemos este año México y EUA tendrán elecciones presidenciales. Hace unos días el presidente de México dijo que pediría a Biden que se disculpe por un supuesto reporte de la DEA, Agencia antinarcóticos de EUA, en el que se decía que cárteles habían apoyado económicamente a nuestro presidente.

Más allá del escándalo que esto causó en nuestro país debemos saber que en el proceso electoral de EUA, AMLO juega un papel central. No dije México, dije AMLO. Como leí hace unos días en la columna de mi buen amigo Paco Rodríguez, la elección de Biden puede estar en manos de que AMLO “jale parejo”. La verdad sea dicha, entre los mexicanos que migraron a ese país por razones económicas durante los años 70´s, 80´s, 90´s y hasta el 2018 la mayoría son anti PRI y de ese grupo la mayoría es anti PRIAN. Muchos de ellos no pueden votar en EUA, pero muchos sí y la mayoría son fans de AMLO como antes lo fueron de Cárdenas.

En la historia reciente de las elecciones de EUA o al menos la pública, los presidentes de México y nuestros políticos de alto nivel no le han atinado a quién será el líder de EUA salvo en la que Luis Videgaray decidió invitar a Trump y claro, después a Hilary quien los despreció.

Pero en ese año México no tenía elecciones concurrentes con las de EUA, de lo contrario apuesto a que Peña habría invitado a quien Obama le ordenase. Cuatro años después AMLO fue invitado en campaña por Trump y nuestro presidente aceptó la invitación. Como todos sabemos el presidente de EUA es Biden y por ende desde ese 2019 y hasta el año antepasado en las intermedias de EUA, el equipo de AMLO trató de arreglar la relación con el nuevo habitante de la Casa Blanca.

Dicha sea la verdad, AMLO lo logró. Cada que vino la VP Harris y los demás representantes del Imperio fueron recibidos con todos los honores y claro poco a poco se accedió a sus “sugerencias”. Todo iba muy bien hasta que hace unos días salió el supuesto reporte de la DEA en contra de AMLO. Obviamente el presidente se molestó y dijo claramente que EUA o Biden debían dar una disculpa o retractarse.

Ya sabemos que al día siguiente el tono de nuestro presidente cambió por uno más conciliatorio y claro después de la llamada de Joe Biden regresamos a la “normalidad”. Pero el jueves pasado hubo otro momento interesante en esta relación de vecinos peligrosos.

Dice Joe Biden que le pidió al presidente de México, al cual le llamó general El-Sisi quien es el presidente de Egipto, “abrir la puerta -es decir la frontera- refiriéndose a la frontera con Gaza- pero, ¿qué tal si Joe no está equivocado de país? Veamos, el acuerdo de Biden cuando estaba en campaña era promover la inmigración a los EUA, así lo dijo en un debate de hace cuatro años y al llegar a la Casa Blanca de inmediato emitió decretos para que esto fuera una realidad. Como lo advertimos en este espacio, vendría la migración masiva más grande en la historia reciente de la humanidad.

Según números de la patrulla fronteriza de EUA de enero del 2020 a la fecha han entrado más de 10 millones de personas sin documentos por nuestra frontera norte hacia ese país y de esos cuando menos 9 millones eran de países ajenos a México. Por lo anterior nuestro país ha sido impactado o de menos utilizado por la estrategia migratoria de Biden y eso debe tener un precio en la relación personal de los dos presidentes.

Hace unos días nuestro presidente pidió a los mexicanos en EUA no votar por candidatos que hablen de cerrar la frontera. Y claro Biden es lo opuesto a eso, es decir, así como en el 2019 AMLO se la jugó con Trump, ahora se la juega con Biden. Pero AMLO no padecerá como presidente si Biden pierde y de casualidad gana Trump, ese ya será tema de su sucesor. Pero no deja de llamar la atención que Biden cometa un error que habla de lo que AMLO pidió y que además en un tema de campaña de Joe del 2019.

¿Por qué necesitaría Biden a AMLO? Bueno, si uno ve las encuestas de los Estados Unidos, los latinos y los afroamericanos han ido pasando su preferencia poco a poco a favor de Trump o para ser más claros en contra de Biden, a quien culpan de la crisis económica y de seguridad pública que viven en ese país. Hace 15 días salió una encuesta que ponía a Trump y a Biden empatados en las preferencias de los hispanos o latinos.

Esto es terrible si uno está en la campaña de Joe porque históricamente su partido ha gozado de una mayoría casi absoluta del voto latino y del voto afro. Más aún, el voto latino es muy importante en las grandes ciudades de los Estados Demócratas y Republicanos en donde los demócratas tienen su bastión electoral. Por eso la popularidad de AMLO de allá es importante.

Joe dice que él habla con personas que para nosotros los tristes mortales llevan décadas muertos. “Aunque usted… no lo crea”. La semana pasada, en la que Biden fue exonerado por la fiscalía especial del presunto delito de uso ilegal de documentos confidenciales durante las últimas cinco décadas, el fiscal de los EUA dijo que durante años Biden había “usado y compartido conscientemente documentos confidenciales de manera irresponsable y negligente”, pero que por su “pobre estado de memoria no presentarían cargos en su contra”.

El fiscal fue más allá diciendo que la memoria de Biden era “muy deficiente”, “borrosa”, “pobre” y que era “penoso ver cómo olvidaba” o le costaba “mucho trabajo recordar datos importantes como las fechas en las que fue Vicepresidente con Obama”. Es decir que Joe tiene problemas mentales de atención, de comunicación y de memoria.  Vale la pena recordar que el reporte del fiscal dice que uno de los documentos que Biden se llevó de la Casa Blanca eran de comunicaciones con el presidente de Ucrania a finales del 2015, fecha en la que Biden, vicepresidente de Obama presionó a ese mandatario para despedir a un fiscal de ese país quien investigaba por corrupción a una empresa en la que Biden Jr. era consejero y asalariado.

Minutos después de la razón que dio el fiscal como argumento para no fincar cargos penales en contra del presidente de EUA, Biden salió a defender su buen estado mental. En dicha conferencia de prensa se “agarró del chongo” con tres periodistas por cuestionar su estado mental, dos de ellos de medios aliados a los que regañó por preguntar sobre su estado mental y su capacidad como candidato vs Trump diciendo que era “la persona mejor preparada para ser presidente de EUA”.

También arremetió vs Peter Doocy a quien le respondió que “su memoria estaba tan mal que le permitía – al periodista- hablar” lo anterior en referencia a que Biden sabía que este periodista es crítico y en el pasado el presidente lo llamó “estúpido hijo de puta”, lo que claramente parece un insulto a la libertad de prensa en un arranque en contra de un crítico. Después de eso Biden declaró varias otras cosas entre ellas que había pedido al presidente de México -AMLO- que abriera la frontera con Gaza en Egipto. En una conferencia de unos cinco minutos se equivocó tres veces con lo que en lugar de abonar a su causa parece haberla empeorado.

En menos de una semana el presidente Biden ha tenido cuando menos otros tres eventos similares en los que dice historias que claramente son imposibles. El lunes pasado dijo que se había reunido con el G7 a inicios del 2020 en donde les dijo a los de la OTAN que EUA estaba de regreso, además recordó que en esa reunión el presidente de Alemania, Mitterrand le preguntó ¿Por cuánto tiempo? Esto parece una interesante anécdota en especial porque la OTAN no es parte del G7 o viceversa y claro porque en el 2020 la líder de Alemania era Angela Merkel y de Francia era Macron, eso sin mencionar que Mitterrand falleció en 1997.

De ahí a mediados de semana aseguró haber platicado en fecha reciente con el canciller alemán Helmut Kohl quien falleció en el 2017. Para cerrar previo al reporte del fiscal sobre los documentos clasificados, Biden olvidó el nombre de la organización terrorista de Gaza a la que llamó “oposición” durante un mensaje en la que el tema eran precisamente Israel y Hammas, hasta que alguien le gritó “Hammas” ayudándolo a corregir y decir “perdón, Hammas”.

Los enemigos de Biden dicen que la conclusión del fiscal es clara, Biden violó la ley, pero su “estado mental y su figura de anciano bien intencionado” lo haría inmune en un jurado de Washington DC. En ese sentido, si Joe está tan mal que no podría ser juzgado entonces debe ser removido, aseveran, pero si está mentalmente bien, como él dice, entonces debe ser procesado como Trump.

Obviamente ninguna de las dos cosas va a suceder, pero esto se suma al complicado escenario electoral del país vecino en el que Trump puede estar en la cárcel antes de ser electo y Biden removido por su propio partido de la boleta antes de iniciar la campaña formal en verano de este año.

Así las cosas, si AMLO le pidió a Biden mantener la frontera abierta o si fue Biden quien le pidió a AMLO apoyo electoral a cambio de la frontera abierta, el hecho es que Biden necesita de AMLO y veremos si le pagan el favor o le cobran según sea el caso. 

Pero ¿qué le dará Biden o el partido demócrata a AMLO a cambio de su ayuda? Y Xóchitl ¿con quién se la jugará? Más aún ¿quién en EUA se la jugará con ella? Bueno sabemos que en su gira por NY se reunió con los amigos de Guajardo, el ex secretario de Economía de Peña quien enfrenta un proceso penal por enriquecimiento ilícito mismo que está suspendido por tener fuero como diputado federal y otros amigos del grupo del PAN en tiempos de Josefina Vázquez Mota y Vicente Fox, quienes la pasearon por los pasillos de las organizaciones continentales pero esas mismas son del Partido Demócrata por lo que obviamente no le jugarán las contras a la negociación de Joe con AMLO.

Seguro quienes sonrieron en el silencio allá en el país del Tío Sam fueron la Vicepresidenta Kamala Harris, Michael Obama y el Gobernador de California Newsom, quienes podría llegar a la silla por la salida de Joe en caso de que su popularidad siga bajando o de que sus nada nuevas confusiones sigan creciendo.

Especulemos, si gana Trump ¿le abrirá la puerta al PRIAN? O le dará su apoyo a Claudia Sheinbaum o ¿qué tal a MC? Y si ganan Xóchitl y Trump, ¿cómo será la relación? ¿Se pedirán favores a cambio de información? Ya sabemos que nada es gratis. Se dice que en el 2017 Trump intercambió no procesar en EUA a parte del equipo negociador de Peña a cambio de beneficios en la renegociación del TLC ahora TMEC.

Ya ven que en el 2015 México decía que era imposible cambiar el TLC y milagrosamente en el 2017 eso cambió. Además de la presión económica ¿qué le sabía Washington al equipo de Peña y a su negociador en jefe Guajardo?, quien meses antes decía que era imposible acabar el TLC, pero poco después él mismo aplaudía como foca y cantaba el TMEC como uno de sus logros.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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