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NACIONALES

Marchar por la democracia

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

Se convocó a la tercera edición de la marcha por la democracia en el país, este 18 de febrero del 2024, la razón de fondo es esta propuesta reiterativa de reforma constitucional que volvió a presentar hace unos días el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, de la que se desprenden la anulación de instituciones públicas y organismos autónomos en el país.

Independientemente de lo político que pueda desenfocar este ejercicio ciudadano y democrático de marchar por las calles, el objetivo es levantar la voz a la manera en la que este gobierno pretende modificar la estructura constitucional, para dejar atrás más de tres décadas de luchas sociales por los sistemas y contrapesos que garantizan parte de la vigente democracia en el país.

En este sentido, es muy importante que los ciudadanos logren advertir que la democracia en nuestro país y sus equilibrios han tenido un desarrollo lento en las últimas décadas y que lo alcanzado no es suficiente para vivir en un país de desarrollo y participación social, debido a que la política electoral que vivimos sigue siendo muy simulada, perfiles sin aptitud y preparación, grupos de poder posicionados operando para no perderlo, crimen organizado infiltrado para cuidar sus intereses y territorios, violencia generalizada y gobiernos que una vez en el cargo público, ven solo por mantenerse para defender su fingimiento de cambio y bienestar a flote.

Aunque son tiempos electorales, lo que veremos y escucharemos durante los próximos cuatro meses, son valoraciones y descalificaciones de candidatos o partidos políticos, lo más importe es proteger la democracia de nuestro país, mediante la participación en la jornada electoral y el voto inteligente y no concentrado a un solo partido.

Reconocer que el camino histórico de nuestro país en materia de procesos electorales, derecho a la información pública y transparencia, sistemas anticorrupción, garantías reales de respeto y lucha por los derechos humanos, son parte medular de la participación democrática sana, pues no ir en retroceso y en contra de las luchas sociales que en esta época nos permiten levantar la voz, informarnos, denunciar, conocer nuestros derechos y avanzar en los equilibrios e igualdades sociales, es una obligación civil producto de la razón y la conciencia individual. 

Deberemos identificar los retos y condiciones de nuestra política actual, no podemos ya pecar de ignorancia y seguir sin reconocer que hace 20 años la política mexicana era distinta, grupos y líneas de poderosos políticos, partidos únicos con gran arrastre de masas, una sociedad mucho más fácil de manipular y de mantener en la idealización de partidos de colores e ideologías fingidas en aras de conservar o conquistar el poder público, al final de cada sexenio o trienio concluíamos igual, con escándalos de corrupción, con opacidad en los gobiernos de todos los niveles y alimentado poderosos y sus linajes políticos, no podemos retroceder en el tiempo como pretende el Presidente de México, además de que no logra justificarlo de manera eficaz.

Nos merecemos un país en constante movimiento, con instituciones públicas y organismos autónomos que garanticen los derechos y las obligaciones, en concordancia con el siglo en el que existimos, donde los ciudadanos podamos ver como en una caja de cristal el actuar de nuestros gobiernos de todos los niveles, poderes públicos y organismos, tengamos amplia y basta participación democrática; merecemos políticos, gobernantes y servidores públicos además de altamente preparados y calificados, con plena y efectiva consciencia social, cuyo objetivo personal sea el desarrollo y bienestar de todos los mexicanos en igualdad de condiciones y respeto de sus derechos humanos, y no políticos narcisistas que no logran ajustar sus pretensiones personales a la sociedad y que su único objetivo es la admiración personal y veneración social; el mundo cambia y se desarrolla y este México de gran nobleza debe subir las expectativas a su actual valor.

Sí a las luchas ganadas en su momento por la democracia participativa y electoral, por la transparencia y el derecho humano a la información, a las garantías de los derechos humanos y su reconocimiento universal, sí por los sistemas que combaten el fenómeno de la corrupción en un país en el que la descomposición política y gubernamental, es un cáncer que impide el progreso viable de su democracia y de su dignidad, siendo tan obvio que estos pilares democráticos, actualmente estorban e impiden que gobiernos con interés contrarios a la misión de las instituciones y organismos públicos, continúen empoderándose, sin cumplir con lo que prometieron y tratando de derribar lo que les causa exposición pública y social, nuestro mayor enemigo es el crimen organizado, su cultura y la corrupción en la política mexicana, no es el INE, el INAI, las Comisiones de Derechos Humanos y los sistemas anticorrupción.

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