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MUNDO

Kamala Harris, a escena: «Del solo Dios me baja…al siempre sí me voy» de Joe Biden

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Cuatro semanas de locos, de historia, de ver en vivo lo que es el poder real detrás del trono y los efectos de sembrar odio en los electores de uno y otro lado, de unos contra otros. La semana pasada cuando escribí la nota sobre China, Trump y Biden, Joe aún no había cedido a la revuelta interna que lo bajó de la campaña. La Casa Blanca, la campaña, los voceros de Joe, todos por la mañana del domingo decían que el candidato se encontraba firme y que para la semana siguiente regresaría a seguir su campaña.

Pero como lo escribí ya se veía venir. Él se resistía acusando a las élites de tratar de sacarlo en contra de los 15 millones de votos que él ganó en su proceso interno, pero al final cedió y se dio a conocer por un mensaje de Twitter y no dio la cara sino hasta cuatro días después con un mensaje vía tele con palabras políticamente correctas que 8 días antes él rechazaba.

Esa mañana hubo filtraciones del equipo de Biden en las que se decía que Joe estaba molesto con la lideresa parlamentaria Nancy Pelosi, con su exjefe Obama, con los medios y con los padrinos económicos de las campañas porque le estaban prácticamente forzado a renunciar por sus malos números de Julio. Finalmente pasando el mediodía del domingo antepasado Joe cedió a la presión y sin dar la cara envió una carta vía Twitter para informar que se bajaba. Una hora después nuevamente solo vía Twitter anunció su apoyo a Kamala antes de que ella misma dijera que buscaría ser la sustituta. 

Hace 10 semanas Joe Biden retó a debate a Trump. Joe y su equipo junto con CNN pusieron las reglas en lo que ahora parece fue un gran error. La razón del debate con 4 meses de anticipación a los que se han celebrado en la historia de EUA era porque Joe llevaba 6 meses sin alcanzar a Trump en las encuestas locales de los Estados que definen la elección de ese país y pensaban que un buen debate lo levantaría. Ya sabemos que desde ahí todo fue en caída libre. Pero vale la pena recordar los puntos más relevantes.

Como él dijo las élites se le fueron encima, los mismos que hasta 12 horas antes del debate decían que Joe era el mejor del mundo y la mejor garantía de que Trump no regresará a la Casa Blanca lo abandonaron.

Hasta Hollywood le dio la espalda y empezaron a soltar la sopa. 72 horas después del debate con Trump, Joe aseguró con la fuerza que le caracteriza: “Solo Dios todopoderoso bajado del cielo podría hacerme dejar la campaña”. A partir de ahí la maquinaria de los donadores, medios y los líderes del partido fueron claros… por las buenas o por las malas Joe se tiene que ir y filtraban información de día y de noche para asegurarse de que recibiera el mensaje. 

En las 3 semanas de ataques de los medios a Biden, se sacó a la luz que no ha habido reuniones de gabinete completo en más de un año, que no ha habido reuniones con su grupo de legisladores en casi tres años, que diplomáticos manifestaban en privado su preocupación por la condición del presidente y mil cosas más.

Seamos honestos, hace 10 días el Partido Demócrata parecía en un funeral, en especial después del atentado contra Trump. Hoy parece una fiesta. Pero las dos preguntas se mantienen: ¿Quién sacó de la campaña al presidente de los EUA? Y ¿Quién gobierna EUA?, ¿Los donantes? Esto fue tan desaseado que hasta el grupo “Black Lives Matter” dijo que EUA no era una dictadura y que los delegados no eran oligarcas para cambiar de candidato sin haber sido electo y esto no es un proceso del que podamos estar orgullosos.

Al salir Joe los patrocinadores fondearon en menos de 48 horas $240 millones de dólares a la campaña de Kamala. La maquinaria de su partido y los sectores tipo viejo PRI mexicano ya se alinearon y claro los delegados que habían sido electos por voto popular a favor de Joe de enero a mayo, declaran su apoyo a Kamala como lo hizo Joe. Los comités estatales del partido y los líderes de los grupos de color y de hispanos en el Congreso de EUA ya se sumaron también.

Los medios ya repiten a favor de Kamala las mismas porras que hacían a favor de Joe sobre ser la mejor esperanza de la democracia. Kamala es todo lo bueno de Joe, pero sin los años, sin la raza y sin ser hombre lo que en la política americana de hoy en día es un plus. Además, ella cuenta con el apoyo de grupos importantes de influencers en redes sociales y de grupos LGTB lo que en su momento aportó a Joe en el 2020.

Biden a quien políticos de su partido y los medios pisotearon por 3 semanas, horas después de su renuncia obligada ya lo llaman el Washington de la época moderna por dejar la candidatura, le llaman el presidente con más logros y un ejemplo para los demás políticos, es decir le soban el ego y mandan un mensaje a los electores de que fue exitoso por lo que su VP lo será también. Una de las que dijo esto es Pelosi, de 84 años de edad, quien sigue en el congreso y es lideresa emérita de su bancada.

Hay que recordar que Dios no le habló para que se bajara como él pedía. La llamada fue del Dios del dinero de los grandes patrocinadores como Disney o como otros de ese nivel que le dejaron de dar dinero no solo a él sino a todo el partido, por lo que los candidatos a senadores a diputados y a gobernadores no tendrían apoyo para sus propias campañas. Esa es la verdad, no solo estaba en riesgo la presidencia sino una derrota en los Estados, en las dos Cámaras lo que vino a darle el último empujón. Seguramente Joe tendrá una librería presidencial hermosa como todos los expresidentes, tendrá un adelanto por millones de dólares para un libro que será Best Seller, pero sobre todo podrá mantenerse en la presidencia hasta que pasen las elecciones lo que evitará un escándalo mayor.

Kamala aguantó y se calló lo que sabía sobre los negocios del hijo de Joe y de la salud del excandidato, fue prudente y como en la política clásica tiene su recompensa. Recordemos que Biden aceptó a Kamala como su compañera de fórmula, pero también que en el 2020 Joe dijo que solo sería presidente por un periodo y al final se rajó, se quiso aferrar a la silla y dijo que la situación de EUA era muy difícil y que por eso se mantenía como candidato.

Es decir que infirió que Kamala no tenía la capacidad para el momento histórico, esto lo dijo varias veces en público durante las pasadas 2 semanas. Cuando digo que Joe aceptó a Kamala en el 2020 es porque 4 meses antes de que la designara como su compañera para esa elección, allá lo había llamado racista durante los debates de su partido a la presidencia y de hecho Joe en los 80s se oponía a la mezcla racial y de clase en las escuelas públicas llamándolo una jungla. Recordemos que Joe iba a perder las elecciones internas de su partido en el 2020 pero el grupo de legisladores de color y él llegaron aún acuerdo que a cambio de su apoyo permitiría cuotas de raza en el gabinete incluida una mujer de color como VP. Por eso ahora que se estaba queriendo quedar y a pesar de haber ganado las elecciones primarias con lo que fue el único que obtuvo los delegados para continuar, lo obligaron a bajarse con lo que dejó el paso natural a sus VP Kamala a quien él ahora postula.

Kamala hace historia antes de ser electa como presidenta. Es la primera persona en tener la candidatura a la presidencia por uno de los dos partidos dominantes en EUA sin haber ganado ninguna elección interna para el cargo. En esta semana Kamala también ha sido aclamada por los líderes de su partido, lo demás es lo de menos y a menos de que ella no crezca de aquí a la asamblea de agosto todo está cocinado y solo falta saber a quién le pondrán de VP para elevar las posibilidades de victoria. Habrá que ver si ponen a una figura menos de izquierda o si deciden como lo hizo Trump con JD Vance apostar por alguien de su mismo estilo ideológico en una apuesta de doble o nada.

Según historiadores, el Partido Demócrata y sus candidatos gozan de una etapa de más o menos 3 meses de luna de miel en la que los medios les promueven y ganan puntos en la popularidad general, antes de entrar en críticas. La elección será 105 días después de la renuncia de Joe Biden. Es decir, el cambio da perfecto tiempo para que la gente mantenga el entusiasmo. Más aún porque las elecciones empiezan por correo desde septiembre y concluyen en noviembre. Es muy posible que Kamala haya ganado o perdido la elección antes de que sus electores sepan sus verdaderos logros o derrotas. Ella hereda los bienes políticos de Joe, pero tratará de alejarse de los malos resultados en economía, en política global, en seguridad pública y en seguridad fronteriza que son pésimos. Eso debe ser suficiente para emparejar la contienda que ya parecía de Trump quien escogió a un compañero de fórmula que no le suma, Kamala deberá seleccionar a alguien que le sume sino quiere cometer el mismo error que Donald.

Por lo pronto, Kamala en sus primeros actos de campaña inteligentemente salió a combatir a Trump hablando de Trump y no de los problemas que la administración Biden le heredó. Se ha dicho que la retórica de Trump es violenta, pero a la fecha solo sus seguidores han sido baleados y dos muertos.

La verdad es que la narrativa de Trump es más corriente pero la de los dos partidos es igual de incendiaria y de violenta, solo que una es más cool y aceptada que la otra, pero ambas generan resentimiento y división y no parece que se vaya a bajar de tono por más que se diga que eso se hará porque Joe, Donald y Kamala siguen hablando igual hoy que hace 3 semanas antes del atentado.

Los acontecimientos de las últimas 4 semanas son increíbles en su individualidad, pero son casi imposibles de creer en su secuencia y conjunto. Un debate que expuso la realidad del presidente de la aún superpotencia, una cascada de ataques públicos de sus aliados, un atentado en contra de la vida de un candidato presidencial, una negación a dejar la candidatura que ya se había ganado en las urnas y una nueva candidatura que se legitimó en menos de 24 horas. Todo en el país que se supone es el ejemplo mundial de la estabilidad, la seguridad y la democracia.

Dos hechos para la historia. Kamala tiene una carrera con trayectoria suficiente para ser candidata incluso más que otros en el pasado incluidos Trump y Obama. Podemos asegurar que incluso en el país más poderoso del mundo, dadas las condiciones y con el dinero suficiente, intereses económicos pueden cambiar al candidato de un partido después de concluido su proceso interno de elecciones y poner al nuevo en condiciones de ganar la elección federal.  ¿Qué tan poderoso era realmente Joe aún como presidente de EUA? ¿Qué tan poderosa será Kamala?

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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MUNDO

Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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MUNDO

En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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