NACIONALES
Lecciones desde Portugal: Crisis de vivienda en México, perspectivas del mañana

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Imagina que la vivienda es un rompecabezas y cada pieza representa un aspecto crucial: acceso, asequibilidad, calidad y ubicación. En un mundo ideal, estas piezas encajarían perfectamente, ofreciendo a cada persona un hogar digno y accesible.
Sin embargo, en la realidad, este rompecabezas parece desarmado y confuso, con piezas faltantes y otras que no encajan en su lugar.
Esta imagen refleja la crisis de vivienda que enfrenta México, donde los precios de las viviendas y los alquileres han alcanzado niveles tan altos que las nuevas generaciones se ven atrapadas en un laberinto de incertidumbre, sin una ruta clara hacia la formación de un patrimonio. No obstante, la historia reciente de Portugal nos ofrece un ejemplo de cómo empezar a ensamblar nuevamente este rompecabezas, proporcionando valiosas lecciones que México podría considerar para enfrentar su propia crisis.
Portugal, al igual que México, enfrentó una crisis de vivienda donde los precios de la renta y las propiedades alcanzaron niveles insostenibles, especialmente en las grandes ciudades como Lisboa y Oporto donde la demanda supero ampliamente a la oferta. Este fenómeno dejó a muchos ciudadanos, especialmente a los jóvenes y a las familias de ingresos medios y bajos, en una situación de incertidumbre, sin poder acceder a viviendas asequibles ni tener la estabilidad necesaria para construir un patrimonio. La presión sobre el mercado inmobiliario, exacerbada por la especulación y el auge de los alquileres turísticos, hizo que la vivienda se convirtiera en un lujo al alcance de pocos.
Ante la magnitud del problema, el gobierno portugués tomó medidas decididas y articuló un conjunto de políticas integrales para enfrentar la crisis. Conscientes de que la solución no podía depender únicamente de las fuerzas del mercado, implementaron estrategias destinadas a regular los precios, proteger a los inquilinos, y asegurar que el acceso a la vivienda se mantuviera como un derecho fundamental para todos los ciudadanos. Estas políticas no solo buscaron frenar el aumento descontrolado de los costos, sino también crear un entorno más justo y equilibrado, en el que la vivienda dejara de ser un privilegio reservado para unos pocos y volviera a ser un bien accesible para la mayoría.
Portugal estableció medidas para congelar o limitar el aumento de los alquileres en zonas de alta presión, asegurando que los propietarios no pudieran aumentar desproporcionadamente las rentas. Además, se facilitaron las renovaciones de contratos, brindando estabilidad a los inquilinos y protegiéndolos contra desalojos injustificados. Estas políticas no solo estabilizaron el mercado de alquileres, sino que también crearon un entorno más seguro para quienes dependen de la renta como forma principal de acceso a la vivienda.
Aunado a ello, para fomentar el alquiler de propiedades a largo plazo, el gobierno portugués introdujo incentivos fiscales para los propietarios que optaran por contratos de larga duración. Estos incentivos incluyeron reducciones de impuestos sobre los ingresos de alquiler y beneficios adicionales para aquellos que rehabilitaran inmuebles para alquilarlos. Este enfoque ayudó a aumentar la oferta de viviendas en el mercado de alquiler, haciendo que los precios fueran más accesibles para la población en general.
Uno de los principales factores que contribuyó al aumento de los precios de la vivienda en Portugal fue el auge de los alquileres turísticos a través de plataformas como Airbnb. Para contrarrestar este fenómeno, el gobierno impuso restricciones en zonas específicas, limitando el número de licencias para alquileres de corto plazo y estableciendo «zonas de contención» donde se prohibieron nuevos registros para este tipo de alquileres. Esta medida liberó más propiedades para el alquiler residencial, reduciendo la presión sobre el mercado.
En esa tesitura, una de las estrategias más innovadoras de Portugal fue la creación de un Cadastro Predial, un registro nacional de propietarios de inmuebles. Este registro permitió al gobierno monitorear la propiedad y el uso de los inmuebles, identificar viviendas vacías o subutilizadas, y aplicar impuestos adicionales a los propietarios que mantenían sus propiedades vacías en zonas de alta demanda. Además, facilitó la identificación de inmuebles para programas de vivienda social, aumentando así la oferta de vivienda asequible.
La situación en México, aunque similar en muchos aspectos, presenta desafíos únicos que requieren soluciones igualmente innovadoras. El costo de la vivienda en México ha aumentado significativamente en las últimas décadas, impulsado por la especulación inmobiliaria, la falta de oferta suficiente, y el desvío de propiedades hacia el turismo y las inversiones extranjeras. Las nuevas generaciones se enfrentan a un mercado que parece inaccesible, con precios que superan sus posibilidades, tanto en la compra como en el alquiler.
A diferencia de Portugal, México aún no ha implementado un enfoque integral para abordar esta crisis. No existe un control efectivo sobre los precios de alquiler ni incentivos suficientes para que los propietarios ofrezcan contratos a largo plazo. Además, la regulación sobre los alquileres turísticos es escasa, lo que permite que plataformas como Airbnb absorban una parte significativa del mercado inmobiliario en las principales ciudades turísticas.
El registro nacional de propietarios, como el implementado en Portugal, podría ser una herramienta poderosa en México para aumentar la transparencia en el mercado inmobiliario, identificar propiedades subutilizadas y combatir la especulación. Asimismo, una mayor inversión en vivienda social y la creación de incentivos fiscales para propietarios que opten por alquilar a largo plazo podrían aliviar parte de la presión sobre el mercado.
El rompecabezas de la vivienda en México sigue incompleto, con piezas fundamentales aún por colocar. Sin embargo, las lecciones de Portugal ofrecen una hoja de ruta que, si se adapta a nuestro contexto, podría ayudar a reconstruir este rompecabezas y ofrecer a las nuevas generaciones una esperanza renovada de acceder a una vivienda digna y asequible.
Es hora de que México tome decisiones valientes y adopte un enfoque integral para enfrentar la crisis de vivienda, antes de que las piezas que aún quedan por encajar se pierdan definitivamente.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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