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NACIONALES

Hace 100 años

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Opinión, por Miguel Anaya //

A veces, los acontecimientos del día a día nos hacen perder la visión del pasado. Vivimos en una sociedad que tiene la premisa de que solo se vive una vez y que el tiempo pasa volando, con generaciones que han sufrido crisis económicas, cambios políticos importantes, una pandemia y un alto índice de violencia, todo esto ha provocado que se valore solamente el momento presente, dejando de lado el futuro ya que es incierto y desvalorizando el pasado, porque se cree que de poco sirve conocerlo y estudiarlo.

El frenesí por vivir, (o sobrevivir según sea el caso), el presente, ha llevado a la ignorancia de las raíces que dieron forma a la sociedad actual, por eso de vez en cuando es importante echar una mirada al pasado, verlo con imparcialidad y sin añoranza para poder hacer juicios de valor sobre el presente en que vivimos y ayudar a trazar una ruta de lo que viene.

Hace cien años, en noviembre de 1924, en México se daba un cambio de gobierno que transformaría la historia del país, Álvaro Obregón, (el político más honesto del país, ya que solo contaba con una mano), entregaba el poder a Plutarco Elías Calles; resultando que el que se iba aunque dijo que se iba a retirar a su rancho en Sonora, no se quería ir y en la práctica nunca se alejó del poder político, su presencia en el gobierno de Calles era tan alta que se llegó a hablar de que existía una diarquía.

A partir de 1926, Álvaro Obregón decidió regresar por completo a la vida pública, buscando ser reelegido para la presidencia en el periodo posterior al de Calles. Para permitir su candidatura se reformó la Constitución de 1917 permitiendo la reelección presidencial mientras no fuera en el periodo inmediato posterior al mandato.

Obregón se presentó como candidato a las elecciones de 1928, en las que resultó ganador, con lo que tendría un segundo mandato presidencial. Sin embargo, siete días después de que fuera reelecto como presidente, Álvaro Obregón fue asesinado en el restaurante «La Bombilla» de la Ciudad de México por José de León Toral, quien lo acusaba del conflicto entre la Iglesia y el Estado.

El poder político de Calles no era tan fuerte ya que el peso político de los obregonistas era superior al suyo, además, su presidencia fue señalada debido al estallido de la Guerra Cristera, sin embargo, Calles logró impulsar como presidente interino a Emilio Portes Gil, quien pertenecía a una corriente moderada del obregonismo y era, consecuentemente, agradable tanto para Calles como para sus detractores políticos.

Calles, comprendió el momento político del país, entendió que podía mantener un gran nivel de poder si lograba consolidar un partido que diera paso a las instituciones y a la democracia, instituciones y democracia donde él podría seguir influyendo, de esta manera en marzo de 1929, Elías Calles junto con militares y caudillos postrevolucionarios, fundaron el Partido Nacional Revolucionario (PNR) antecesor del PRI.

Si revisamos el paralelismo entre lo sucedido hace 100 años y siguiendo el discurso oficialista, notaremos que realmente la “tercera transformación” del país fue consolidada por Calles después de una guerra revolucionaria que dejó estragos para el país, pues dejó una economía muy dañada y una crisis de violencia, para afianzar su poder, Calles utilizó en gran medida la fuerza del ejército y la influencia de los sindicatos.

También podemos notar que el buscar perpetuarse en el poder después de dejar la silla presidencial es un ejercicio muy complejo que conlleva costos sociales para el país, que mancha al que se va y complica al que se queda. Al final, el que trasciende no es el que se mantiene en el poder sino el que logra consolidar los planes y proyectos para el desarrollo económico y social del país. Eso muestra la historia y habrá que aprender de ella.

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