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NACIONALES

En riesgo el autoempleo: La paradoja de la seguridad social para los trabajadores de plataforma

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

Como abordé en mi columna anterior, la iniciativa de Claudia Sheinbaum para extender la seguridad social a los trabajadores de plataformas digitales como Uber, Didi y Rappi es una propuesta que ha ganado atención al abordar una de las principales carencias en los derechos laborales de este sector. Dotar a estos trabajadores de beneficios como IMSS, Infonavit, aguinaldo, incapacidades y reparto de utilidades representa un avance significativo en términos de justicia social.

Sin embargo, esta iniciativa también contiene una serie de implicaciones que amenazan con perjudicar a una parte importante de quienes actualmente encuentran en estas plataformas una alternativa viable de empleo.

En una primera instancia, para las plataformas digitales, esta medida representa un desafío financiero y operativo. Al exigir que todos sus colaboradores tengan un contrato formal con acceso a prestaciones como seguridad social, aguinaldo, incapacidades y vacaciones, las empresas enfrentarán costos adicionales que cambiarán su modelo de negocio. Lo que a primera vista parece un avance en derechos laborales podría traducirse en una gran pérdida de autoempleo.

Si esta iniciativa obliga a las plataformas a contratar formalmente a todos sus trabajadores, es probable que se genere un impacto negativo en el empleo. La razón principal es que no todas estas empresas podrán absorber la carga de prestaciones y seguridad social sin reducir su base de trabajadores. Los trabajadores de plataformas dependen, en gran medida, de un esquema flexible, donde pueden elegir cuándo y cuánto trabajar. Si se les exige cumplir con una jornada laboral de ocho horas, sin posibilidad de trabajar en otras aplicaciones simultáneamente, el autoempleo dejará de ser una opción viable para miles de personas.

El problema es claro: estas plataformas, que funcionan en gran parte como intermediarias, podrían preferir ‘’despedir’’ a un alto porcentaje de sus trabajadores antes que asumir los costos y las responsabilidades de tenerlos a todos en nómina. En un mercado donde estas empresas operan con márgenes ajustados y en un sector tan competitivo, la contratación universal podría hacer inviable mantener a tantos trabajadores.

Al mismo tiempo, la idea de que un modelo mixto (empleados y trabajadores independientes) subsista parece poco probable. Si la iniciativa no permite ningún tipo de flexibilidad en el tipo de contrato, el autoempleo, que actualmente brinda un ingreso para miles de personas en México, desaparecería.

Además, la rigidez de esta formalización obligaría a todos los trabajadores de plataformas a regirse bajo un sueldo fijo con prestaciones. Aunque esta estructura les garantiza un ingreso estable, también elimina el incentivo que algunos trabajadores encuentran en la flexibilidad y la posibilidad de trabajar más para ganar más. La velocidad y el número de entregas podrían bajar, y aquellos que prefieren el esquema de comisiones para maximizar sus ingresos estarían en desventaja respecto a la competencia.

Ante esta problemática, una alternativa viable sería que las empresas ofrezcan un sueldo base complementado con pequeñas comisiones por cada servicio prestado. Este enfoque permitiría que los trabajadores no solo cuenten con una estabilidad económica, sino también con el incentivo de generar ingresos adicionales, impulsando la productividad y reduciendo la percepción de rigidez laboral. Al combinar una base fija con comisiones, el trabajo podría adaptarse a las necesidades de ambas partes: brindar seguridad y mantener el atractivo de ingresos escalables.

Este esquema mixto de ingresos garantizaría que los trabajadores no se vieran completamente restringidos a un sueldo mínimo y que las empresas pudieran mantener un modelo sostenible. Además, sería más sencillo para las plataformas gestionar los costos laborales sin despedir a gran parte de su fuerza de trabajo.

En Europa, algunos países han implementado modelos que combinan seguridad laboral con ingresos variables, permitiendo una formalización que no asfixia a las empresas ni a los trabajadores. Este enfoque ha dado buenos resultados, especialmente en economías donde el trabajo por plataformas se ha convertido en una fuente importante de ingresos. Al adaptarse a las características del trabajo digital, estos modelos han logrado proteger a los trabajadores sin eliminar su capacidad de generar ingresos adicionales por sus propios medios.

México podría tomar lecciones de estas experiencias, promoviendo un modelo de formalización adaptable, que equilibre la protección laboral con la flexibilidad que caracteriza a este sector. Es decir, una legislación que no fuerce una contratación estricta, sino que permita esquemas de ingresos mixtos, podría reducir el desempleo que de otro modo podría generarse.

A pesar de los retos, existe un aspecto positivo que no podemos ignorar: Uno de los beneficios clave de la formalización de los trabajadores de plataformas es la posibilidad de construir una fuerza laboral más estable y capacitada, con oportunidades de desarrollo profesional. Al contar con un contrato formal y prestaciones de ley, los trabajadores tendrían más incentivos para permanecer en sus empleos, lo que podría disminuir la rotación constante que hoy enfrentan muchas plataformas. Esto, a su vez, permitiría a las empresas invertir en la capacitación y profesionalización de su equipo, mejorando la calidad del servicio y generando un sentido de pertenencia entre los colaboradores.

Aunque esta propuesta representa un gran avance en términos de derechos laborales, debe manejarse con cuidado para evitar un golpe drástico al empleo. México necesita una reforma adaptada a la realidad de los trabajadores de plataformas y a las limitaciones de estas empresas. Obligarlas a contratar a todos sus colaboradores sin ninguna flexibilidad podría poner en riesgo la fuente de ingresos de miles de personas que dependen de la flexibilidad del autoempleo.

La historia nos ha mostrado que los avances en derechos laborales siempre enfrentan resistencias y desafíos. Sin embargo, obligar a las empresas de plataformas a formalizar a todos sus trabajadores sin considerar la naturaleza de su operación y la realidad del sector puede llevar a consecuencias inesperadas. Quizá lo más diligente en el contexto de una reforma cuya necesidad es innegable, sería explorar un modelo de formalización que, además de garantizar prestaciones y seguridad, permita la combinación de ingresos base y comisiones, adaptándose a la realidad del trabajo digital.

El reto, en esta tesitura, es crear una legislación que proteja sin ahogar, que brinde seguridad sin imponer rigideces, y que ofrezca mejores condiciones sin sacrificar la libertad y flexibilidad que estos trabajadores valoran. La iniciativa es un paso en la dirección correcta, pero para que sea realmente efectiva, debe tener en cuenta la complejidad del mundo laboral digital y las necesidades de todos los involucrados.

 

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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