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Ecos de la Reforma Judicial: De presidenta a presidenta, crónica de un forcejeo presentido

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

Se ha convenido por todos los mexicanos, o casi, que el actual es tiempo de mujeres. Y como cabal ejemplo se trae a colación el hecho de que tenemos dos primeras presidentas en esferas esenciales del poder público nacional: Claudia Sheinbaum Pardo, científica y política quien es titular del Poder Ejecutivo Federal, o sea presidenta de la República, y Norma Lucía Piña Hernández, jurista y ministra, quien funge como presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación -SCJ-, es decir, simboliza al Poder Judicial Federal.

Proverbialmente, los poderes constitucionales deben ser armónicos, pero debemos admitir que, durante el priiato, las Cámaras (Diputados y Senadores) fueron muy obsecuentes del Ejecutivo, y no se diga el Poder Judicial, tratado siempre como un apéndice del presidencialismo vigente.

A partir de 2018, cuando arribó al gobierno general la posición de izquierda representada por Morena y sus aliados -PT y PVEM- los tres poderes constitucionales actuaron con más o menos independencia. Sin embargo, luego de las elecciones de junio de este feneciente 2024, cuando la ciudadanía votante le dio enorme ventaja al Lopezobradorismo, por lo que los morenistas y asociados obtuvieron mayoría calificada y en consecuencia el gobierno de la Cuarta Transformación -4T- pudo cristalizar lo que llamó Plan C, que había sustituido a los planes A y B que contenían diversas iniciativas de reformas constitucionales, y que habían fracasado en el legislativo durante la segunda parte del periodo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) o en su caso, cuando eran leyes secundarias, se frenaron en la Suprema Corte de Justicia, motivada para actuar por partidos de la oposición o por organismos no gubernamentales de inspiración prianista o empresarial, es decir de la llamada derecha política.

Por cierto, desde el 2 de enero de 2023, había llegado a la presidencia de la SCJ, por primera vez en la historia del Poder Judicial, una mujer: la ministra Licenciada Norma Lucía Piña Hernández. Con su arribo, los juzgadores federales multiplicaron sus acciones de amparo sobre operaciones de la 4T, todo ello festejado por los oposicionistas y con desabrida actitud gobiernista.

Con singular visión, el 5 de febrero de este año, el ahora expresidente AMLO, presentó un paquete de 20 propuestas reformatorias, la mayoría de índole constitucional, y pocas sobre normas de corte secundario. La meta era alcanzar la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, en los comicios de junio y así poder concretar legislativamente esas iniciativas. Celebrada la jornada electoral, triunfó arrolladoramente el Lopezobradorismo, logrando mayorías calificadas en las Cámaras, y dando la presidencia de la república a la ilustrada Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer que desempeñaría tan alto cargo a lo largo de 200 años de historia independiente mexicana. De esa manera quedaron frente a frente dos distinguidas damas y presidentas, una de la Corte -prácticamente del Poder Judicial- y otra del Poder Ejecutivo.

Si desde el segundo trienio del período de AMLO, se habían distanciado los intereses de la 4T y del Poder Judicial Federal, se vio con expectativa como actuaría la sucesora de AMLO. Desde el momento inicial -1 de octubre reciente- del sexenio Claudista, se advirtió que su titular no actuaría contra su antecesor. Por lo tanto, eran de esperarse constantes jaloneos entre las dos presidentas. Y la ocasión se dio a propósito de la reforma del Poder Judicial.

La primera mandataria sugirió y así se hizo, que hubiese en el Congreso de la Unión una etapa o especie de parlamento abierto para escuchar a todos los interesados en la comentada iniciativa judicial. Fueron muchas las sesiones llevadas a cabo, y a ellas concurrieron desde los miembros de la SCJ, magistrados y juzgadores tanto de índole federal como estatal, como académicos y abogados de diversas instituciones. Hubo varias modificaciones a la original proposición de reforma constitucional, finalmente los críticos de ella quedaron inconformes desatando una áspera refutación mediática; comentócratas y los miembros de la justicia federal, fueron el alma de esa férrea impugnación, contando con la anuencia de la presidenta de la SCJ.

En esa ríspida contienda, en julio de este año, en un Encuentro Nacional por una Agenda de Seguridad y Justicia, expresó la guía de la SCJ: la reforma judicial es “… un retroceso en la protección de los derechos humanos de las personas, poniendo en riesgo la continuidad de la impartición de justicia en nuestro País» (El Mañana, 8-VII-2024). Luego a principios de septiembre la presidenta Piña Hernández planteó un proyecto de reforma, muy diferente al que tenía el Poder Legislativo. Una frase de ella lo dice todo: “la demolición del Poder Judicial no es la vía, como se pretende”.

A esos cuestionamientos, la presidenta electa declaró el mes de la Patria: con la reforma judicial “habrá más y mejor estado de derecho y más democracia para todas y todos”. Enseguida, ante diputados de su partido, agregó: “La propuesta aspira a poner fin a la corrupción y el tráfico de influencias que permea a ese poder autónomo y que ha posibilitado la liberación de delincuentes y otras irregularidades, una denuncia en la que coincide la mayoría de los ciudadanos”. (Prensa Latina, sep.4/2024).

Así transcurrieron los días, hasta que el 15 de septiembre se publicó en el Diario Oficial de la Federación la multicitada reforma constitucional. El siguiente episodio pasmoso, fue cuando la SCJ discutió si era posible echar atrás la susodicha reforma, y en dramático acto, faltó un voto para que el pleno de la Corte aprobara esa proposición: con visible nerviosismo, la ministra Piña intentó que, en vez de 8 votos, solo se requirieran seis para declarar que si podía revertirse la modificación constitucional que nos ocupa, pero de nueva cuenta fue derrotada. Y así se selló que la Carta Magna y su reforma en materia judicial, quedaba firme. (Sesión 5 de noviembre, SCJ). Al respecto la presidenta del país afirmó el miércoles 6 de noviembre: “el día de ayer triunfó el pueblo de México y ganó la fuerza de la razón, la cordura frente a la irracionalidad”. (Aristegui noticias, 6-11-2024).

El asalto final, se verificó el pasado 10 de diciembre, con motivo del que será el postrero informe de la presidenta Norma Lucía Piña Hernández. El evento se vio desairado por muchas personalidades, destacando desde luego las ausencias de la presidenta Sheinbaum, de los presidentes de las Cámaras de Diputados y de Senadores, así como de la presidenta del Tribunal Federal Electoral.

La ministra presidenta señaló en un comunicado oficial, que entre el 16 de noviembre de 2023 y el 15 de noviembre de 2024, el Poder Judicial Federal enfrentó un contexto sin precedentes, marcado por la discusión en todos los ámbitos de la vida nacional e incluso internacional, de las implicaciones de la reforma judicial. En un párrafo -, aludiendo asuntos que contravinieron intenciones gubernamentales, dijo la presidenta: «Cada vez que la Suprema Corte resolvió uno de esos casos, los ministros que votamos en contra de lo que el gobierno percibió como contrario a su proyecto político, fuimos acusados de traidores, corruptos, aliados de minorías rapaces y de la delincuencia organizada y de cuello blanco». Incluso, se dice recibieron amenazas.

En la mañanera del 11 del mes decembrino, sobre lo dicho por Piña Hernández, estipuló la presidenta de México: es falso que haya habido amenazas desde el Ejecutivo; ni del “presidente López Obrador, ni de nuestra parte ha habido ninguna amenaza”.

La jefa del Ejecutivo Federal agregó que todo integrante del Poder Judicial, particularmente, jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministras y ministros, “son servidores públicos y requieren transparencia. No se puede, … ser oscuros”, y por ello, se deben “hacer públicas algunas decisiones que se toman,…y que se manifiestan en “La Mañanera”, de casos en donde, por ejemplo, se dan amparos a delincuentes de la delincuencia organizada; o casos, por ejemplo, que mantuvieron durante meses y meses, y meses, para poder determinar una resolución de la Corte, por intereses personales o mercantiles; o casos en donde la Corte decidió legislar, contrario a todas sus funciones establecidas en la Constitución”.

En base a lo anterior, “en realidad el fondo es que el Poder Judicial y, particularmente, una parte de los ministros y ministras de la Corte, representan el régimen de corrupción y privilegios que había antes. Y eso es lo que están defendiendo”.

Por otra parte, aseveró Sheinbaum que la Transformación llegó también al Poder Judicial, por voluntad del pueblo de México, “un pueblo consciente, activo, empoderado, en el sentido de que sabe lo que representa la historia” y contra lo que dicen los detractores de la reforma, “los adversarios políticos o la propia ministra, la presidenta de la Corte, de que “esto va a representar menos autonomía, que no va a haber Estado de derecho,… es todo lo contrario, ahora, va a haber autonomía del Poder Judicial por una sencilla razón: van a ser electos o elegidos por el pueblo”.

Si —lo he dicho varias veces, lo dije en mi toma de protesta—, si el objetivo hubiera sido que la presidenta controlara a la Corte, pues hubiéramos hecho una reforma como la que hizo Zedillo: en donde desapareció la anterior Corte, nombró a nuevos ministros y ministras que fueron nombrados prácticamente por él en un acuerdo entre el PRI y el PAN…” Por consiguiente, asegura la mandataria, “lo que hay es dos proyectos de nación: Uno, regresar al régimen de corrupción y privilegios. Y, otro, avanzar con la Transformación. Entonces, ¿qué está defendiendo ayer -la presidenta de la Corte- con su informe? Pues el viejo régimen”.

De esta forma, prácticamente concluye este jaloneo entre presidentas, que como intitulamos esta colaboración, no fue sino la crónica de un forcejeo presentido.

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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