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Geopolítica a la carta: ¿Por qué México y Colombia enfrentan distintas batallas con Estados Unidos?

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Opinión, por Víctor Hugo Celaya Celaya //

México no es Colombia, y esa diferencia es clave al momento de analizar la forma en que Estados Unidos trata a cada país y cómo estos deben reaccionar ante las presiones comerciales y diplomáticas de la Casa Blanca.

Mientras que Colombia tiene una relación comercial en la que más del 50% de sus exportaciones dependen de EE.UU., en el caso de México, esta dependencia supera el 80%, involucrando sectores clave como la manufactura, la industria automotriz y la energía. Además, México es el primer socio comercial de EE.UU., con un volumen de comercio bilateral que superó el billón de dólares en 2023 (Banco de México, 2024). Por otro lado, Colombia, si bien es un socio importante en la región, tiene una economía menos integrada a la estadounidense y, por lo tanto, enfrenta un tipo de presión distinta en sus negociaciones con Washington.

A pesar de las amenazas y decisiones unilaterales de Donald Trump sobre la imposición de aranceles a México, es fundamental actuar con estrategia y prudencia. Las relaciones internacionales deben regirse por la cooperación y el entendimiento, priorizando el crecimiento económico y el bienestar de los ciudadanos. México negocia con la economía más grande del continente y su principal socio comercial. Como afirmaba el ideólogo político Jesús Reyes Heroles, gobernar implica actuar con «cabeza, corazón y carácter». Las decisiones deben tomarse con firmeza y responsabilidad para salvaguardar los intereses nacionales, defendiendo valores soberanos e irrenunciables.

La migración ha sido un factor constante en la relación bilateral. En 2024, aproximadamente 7.5 millones de inmigrantes mexicanos trabajaban en EE.UU., representando un 4.7% del empleo total en ese país (CEMLA, 2024). En sectores clave como la agricultura, la construcción y los servicios, la presencia de trabajadores mexicanos es determinante. Sin embargo, las políticas migratorias han endurecido el panorama: en solo 10 días de su segundo mandato, Trump ha deportado más de 4,000 mexicanos, afectando la estabilidad de miles de familias y la economía transnacional que depende de las remesas enviadas desde EE.UU., las cuales en 2023 alcanzaron los 63,000 millones de dólares, representando cerca del 4% del PIB mexicano (Banco Mundial, 2023).

En comparación, Colombia ha experimentado un incremento en su migración irregular a EE.UU., con un estimado de 237,000 inmigrantes indocumentados en 2022 (Instituto para la Política Migratoria, 2023).

A diferencia de Colombia, México tiene una relación más compleja y profunda con EE.UU., que abarca desde el comercio hasta la seguridad y la cooperación en múltiples áreas, lo que requiere una estrategia de negociación más matizada.

El comercio bilateral es un pilar de la economía mexicana. En 2024, las exportaciones alcanzaron un récord de 617,100 millones de dólares, con EE.UU. como destino principal (INEGI, 2024). Sin embargo, la amenaza de aranceles del 25% pone en riesgo sectores estratégicos como la industria automotriz, que en 2023 generó exportaciones por 166,000 millones de dólares, empleando a más de 900,000 personas en el país (AMIA, 2024).

Además, el comercio de combustibles, en el que México importa el 72% de su gasolina desde EE.UU., podría verse afectado con encarecimientos que impactarían directamente en la inflación y el poder adquisitivo de los consumidores mexicanos. En contraste, Colombia exportó 15,600 millones de dólares a EE.UU. en 2022, de los cuales más del 50% provienen de sectores minero-energéticos, lo que demuestra una mayor dependencia de este rubro en comparación con la diversificación de las exportaciones mexicanas (DANE, 2023).

Colombia también enfrenta la presión arancelaria de Trump. Su presidente, Gustavo Petro, inicialmente rechazó estas medidas y tomó una postura firme al negarse a recibir vuelos llenos de migrantes deportados desde EE.UU., argumentando que la política migratoria de Washington no podía imponerse unilateralmente a su país.

Sin embargo, la reacción del gobierno estadounidense fue inmediata, amenazando con la imposición de aranceles del 25% a productos colombianos estratégicos. Ante la presión comercial y las preocupaciones del sector exportador colombiano, el gobierno de Petro tuvo que replantear su postura y aceptar una negociación con EE.UU. para evitar sanciones económicas que podrían afectar seriamente su economía nacional.

Mientras que la postura inicial de Petro fue desafiante, la presión económica y diplomática obligó a su gobierno a ceder en ciertas exigencias, evidenciando los riesgos de una reacción impulsiva ante las amenazas comerciales. A diferencia de Colombia, México tiene una relación más compleja y profunda con EE.UU., que abarca desde el comercio hasta la seguridad y la cooperación en múltiples áreas, lo que requiere una estrategia de negociación más matizada.

En este contexto, México debe actuar con prudencia y determinación. La renegociación del T-MEC es una oportunidad para fortalecer nuestra posición como socio comercial clave de EE.UU. y evitar un escenario catastrófico.

La clave radica en equilibrar la defensa de nuestros intereses con una diplomacia efectiva que garantice estabilidad y crecimiento. Aprender de los errores de otros países, fortalecer la estrategia negociadora y mantener un diálogo abierto con el gobierno estadounidense serán fundamentales para sortear los retos venideros y evitar consecuencias irreversibles para la economía y la estabilidad del país.

México debe observar con atención el caso colombiano, pero también comprender que su relación con EE.UU. es única, y que cualquier movimiento en falso podría tener repercusiones económicas y sociales de gran alcance.

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China, Japón y México: la batalla global por el internet del futuro con matices locales

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– Por José Modesto Barros Romo, Conciencia Pública 

El internet de ultra velocidad ya no es un asunto de ciencia ficción, sino un campo estratégico donde las potencias tecnológicas definen su hegemonía. Japón, China y, en menor medida, México, han roto en este año barreras históricas de transmisión de datos, cada uno desde trincheras distintas, pero con un objetivo común: asegurar ventajas en la economía digital del siglo XXI.

Japón sorprendió al mundo al anunciar que sus científicos del Instituto Nacional de Información y Comunicaciones Tecnológicas (NICT) lograron transmitir datos a 1.02 petabits por segundo a través de fibra óptica.

Se trata de un récord mundial que equivale a descargar en un segundo la información de más de 10 millones de videos en alta definición, el equivalente a todo el catálogo de Netflix en un solo segundo.

Más allá de la hazaña técnica, el logro japonés envía un mensaje claro: su apuesta es consolidar infraestructuras terrestres estables y de larga distancia, con la mira puesta en mantener la competitividad industrial frente a China, Estados Unidos y Europa.

El gigante asiático, por su parte, libra otra batalla: el dominio del espacio inalámbrico. China Mobile reveló que en una red experimental de 6G alcanzó velocidades de 280 gigabits por segundo, descargando un archivo de 50 GB (unas 25 películas de mediana calidad) en apenas 1.4 segundos.

A esto se suman proyectos universitarios que exploran transmisiones en frecuencias en terahercios y enlaces satelitales de 100 Gbps, tecnologías que se perfilan como piezas centrales en la construcción de un ecosistema digital global, donde China pretende marcar la pauta a la espera lanzar comercialmente las redes 6G para el año 2030 en todo su territorio.

La estrategia china es evidente: no se conforma con desplegar infraestructura terrestre, busca liderar el futuro de las comunicaciones en el espacio y en el aire, donde se definirá el control de datos y, con ello, el poder geopolítico. De ahí que los experimentos en 6G no solo representen avances científicos, sino una carta de presentación en la carrera tecnológica frente a los estadounidenses, japoneses y los europeos.

México, en contraste, aparece con un logro más modesto pero simbólico. El año pasado la empresa Megacable, en alianza con Nokia, alcanzó 1.1 terabits por segundo en pruebas de fibra óptica de larga distancia.

No es un récord mundial ni una revolución en telecomunicaciones (aunque sí es un hito a nivel Latinoamérica, equivalente a descargar un videojuego como Call of Duty: Modern Warfare III en un segundo). Esta es una señal de que nuestro país busca modernizar su infraestructura digital con miras a los próximos años.

El reto está en si estos avances se traducirán en beneficios reales para los ciudadanos o quedarán como demostraciones técnicas en un país donde millones aún carecen de acceso a internet estable.

La comparación es reveladora: mientras Japón apuesta por la perfección de la fibra, China por la supremacía inalámbrica y espacial, México apenas intenta ponerse al día. El dilema nacional es mayúsculo: ¿apostar por ser solo consumidores de tecnologías extranjeras o trazar un plan estratégico que coloque a la región en la disputa global por la soberanía digital?

Lo cierto es que el internet del futuro no será solo más rápido; también será la nueva frontera de poder. Quien controle las redes de transmisión controlará la información, la seguridad nacional y el desarrollo económico. Japón y China ya están en esa carrera. México, como suele ocurrir, observa desde la periferia.

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TMEC enfrenta nubarrones económicos: riesgo de estanflación en la región

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– Por Redacción Conciencia Pública

La economía de los países del TMEC —Estados Unidos, México y Canadá— atraviesa un escenario de creciente incertidumbre marcado por la desaceleración del crecimiento y las presiones inflacionarias.

Aunque ninguno de los tres socios comerciales ha entrado oficialmente en un proceso de estanflación, los riesgos de caer en este fenómeno se han intensificado en los últimos meses debido a las tensiones comerciales, las tarifas arancelarias y el enfriamiento de la actividad productiva.

En el caso de Estados Unidos, analistas y organismos internacionales han señalado la presencia de un entorno conocido como “stagflation-lite”: una versión leve de estanflación caracterizada por inflación persistente y crecimiento económico débil.

Las tarifas impuestas a México, Canadá y otros socios han encarecido bienes y servicios, lo que eleva los precios al tiempo que limita la competitividad. La Reserva Federal ha reconocido la complejidad del momento, pero evita hablar de una estanflación plena como la de los años setenta.

Canadá enfrenta también un panorama complicado. Su crecimiento económico se ha frenado y diversos sectores productivos anticipan pérdidas importantes debido a los aranceles de Washington. Medidas de emergencia como el programa “Buy Canada” buscan proteger empleos y mitigar el impacto en la industria automotriz y energética, aunque las proyecciones apuntan a la posible pérdida de decenas de miles de empleos si las tensiones comerciales se prolongan. La inflación no ha escalado con la misma fuerza que en Estados Unidos, pero el riesgo de estanflación no se descarta.

México, por su parte, lidia con un crecimiento prácticamente nulo, con estimaciones de apenas 0.4 % del PIB en 2025, lo que coloca al país al borde de la recesión. A diferencia de sus socios, la inflación mexicana se ha mantenido moderada, en torno al 3.5 % anual, dentro del rango objetivo del Banco de México.

No obstante, la combinación de bajo dinamismo económico y presiones externas genera preocupación. El banco central ha optado por recortar tasas de interés en un intento de estimular la economía sin perder el control inflacionario.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos han advertido que la política de tarifas en Estados Unidos está generando un “shock de oferta” que afecta no solo al propio mercado estadounidense, sino también a Canadá y México.

El encarecimiento de insumos y bienes intermedios repercute en las cadenas de suministro de la región, golpeando la inversión y elevando los costos para las empresas y consumidores.

En conjunto, el TMEC enfrenta un escenario de alto riesgo: crecimiento bajo, tensiones comerciales y presiones inflacionarias que ponen en entredicho la estabilidad económica regional.

Aunque la estanflación no se ha instalado de manera formal, la combinación de factores actuales mantiene a los tres países al filo de este fenómeno, lo que obliga a sus gobiernos y bancos centrales a buscar estrategias coordinadas que eviten repetir una crisis como la de los años setenta.

👉 Este cuadro ayuda a visualizar rápido que ninguno de los tres socios está formalmente en estanflación, pero todos enfrentan presiones distintas: EE. UU. por inflación, México por bajo crecimiento y Canadá por el impacto de las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump:

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Cielos de Europa en alerta: la OTAN dispara por primera vez contra drones rusos en territorio aliado

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– Por Redacción Conciencia Pública

El 10 de septiembre de 2025 marcó un hito en la historia de la defensa colectiva de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): por primera vez, aviones del pacto —en apoyo a Polonia— abrieron fuego contra drones rusos que penetraron en el espacio aéreo aliado, convirtiéndose en la primera acción militar directa de la alianza sobre su territorio desde el inicio de la guerra en Ucrania.

Polonia reportó la entrada de hasta 19 drones, algunos procedentes de Bielorrusia, los cuales fueron considerados amenazas directas y, por ello, neutralizados con apoyo de aviones caza F-16 polacos y F-35 neerlandeses.

Las operaciones implicaron el cierre temporal de los aeropuertos de Varsovia y Lublin, y órdenes de resguardo para la población en regiones orientales del país, cercanas a Ucrania.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó el incidente como una “provocación a gran escala” de parte de los rusos, y afirmó que la situación era “la más cercana a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial”.

A raíz de lo ocurrido, Polonia invocó el Artículo 4 de la organización, dando inicio a consultas urgentes entre los países aliados, entre los que se encuentra Estados Unidos, el país con más capacidades militares en el tratado.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, condenó firmemente la acción rusa y reafirmó el compromiso de la alianza de defender cada centímetro de su espacio aéreo. El coronel Martin O’Donnell, portavoz del Mando Supremo Aliado en Europa (SHAPE), enfatizó: «Esta es la primera vez que aviones de la OTAN han enfrentado amenazas potenciales en el espacio aéreo aliado».

La incidencia se produjo durante un amplio ataque de Rusia contra Ucrania la noche de ayer, que involucró cientos de drones y decenas de misiles.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenskiy, advirtió que al menos ocho de esos drones estaban dirigidos hacia Polonia y consideró el episodio como un “precedente extremadamente peligroso para Europa”.

Aunque Polonia activó el Artículo 4, no llegó a invocar el Artículo 5, que establece el mecanismo de defensa colectiva inmediata (en ese artículo se señala que todos los países de la OTAN deben acudir inmediatamente a defender al país atacado). Analistas consideran este movimiento como una señal de diplomacia firme más que un preludio a una escalada militar mayor.

Mientras tanto, la Unión Europea propone reforzar la protección de sus fronteras, con iniciativas como la construcción de una “muralla antidrón” en el este del continente.

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