NACIONALES
La fuerza del discurso
Opinión, por Miguel Anaya //
Desde la antigua Grecia, el poder del discurso ha sido reconocido como una herramienta fundamental para moldear el pensamiento y la acción en las sociedades. Aristóteles definió la retórica como el arte de persuadir a través del uso efectivo del lenguaje, señalando que un discurso poderoso debe apelar al logos (la lógica), el ethos (la credibilidad) y el pathos (la emoción).
Esta tríada retórica sigue siendo el eje sobre el cual se construyen las narrativas contemporáneas, especialmente en un contexto político y social cada vez más polarizado. Hoy en día, líderes, activistas y ciudadanos recurren a la fuerza del discurso para construir o destruir consensos, generar unidad o división, inspirar esperanza o fomentar el miedo. La capacidad de contar una historia de manera efectiva es una herramienta estratégica para dar forma a la percepción pública y movilizar la acción colectiva.
Dos casos ilustran cómo el poder de contar una historia y enmarcar una discusión puede influir en las decisiones políticas, la opinión pública y el rumbo de una sociedad:
La narrativa de los aranceles: En el discurso contra los aranceles, los argumentos económicos son fundamentales, pero resultan insuficientes sin una narrativa convincente. Los opositores a los aranceles articulan un discurso que intenta conectar con las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía: el aumento en el costo de la vida, la pérdida de empleos y la reducción de la competitividad de las empresas locales. Este enfoque apela tanto al logos (análisis económico) como al pathos (ansiedad y miedo ante la pérdida de estabilidad económica).
Tras la imposición de políticas arancelarias por parte del presidente Trump, algunas cámaras de comercio y sindicatos estadounidenses presentaron datos sobre el impacto negativo de los aranceles; sin embargo, la narrativa oficial logró imponerse, jugando con la idea de que la mala situación económica es consecuencia de políticas migratorias y económicas abiertas, apelando a una necesidad urgente de cerrar fronteras. Este discurso logró que un porcentaje elevado de norteamericanos apoyara la imposición de aranceles, a pesar de que, en el fondo, sus consecuencias resultan perjudiciales para ellos.
La lección aquí es clara: para que un discurso económico tenga impacto político, debe traducirse en una narrativa que conecte con las experiencias y emociones de las personas comunes, aquellas que, sin estudios previos en finanzas o economía, gozan o sufren los efectos de las decisiones gubernamentales.
La no reelección, causa de tensiones en Morena: Tras la iniciativa enviada por la presidenta Sheinbaum, que propone eliminar la reelección para el próximo proceso electoral de 2027, varios grupos de poder dentro de Morena acordaron enviar dicha reforma hasta 2030.
La filtración de un video de Ricardo Monreal, en el que señala que diputados de Morena, sin su autorización, buscaron el apoyo de legisladores de oposición para aprobar la reforma tal como fue enviada por la presidenta, revela tensiones fuertes dentro del partido y abre una nueva pugna narrativa.
Los defensores de la reforma se apoyan en un discurso de legitimidad y justicia democrática, argumentando que la no reelección garantizaría una renovación constante de la clase política y evitaría la concentración de poder. Este discurso apela al ethos (la autoridad moral) y al pathos (el temor a la corrupción y al estancamiento político).
Los críticos sostienen que la reforma podría interpretarse como una estrategia para debilitar el control político de Morena y abrir espacio para la fragmentación interna. La narrativa de estabilidad institucional se presenta como una defensa frente a los riesgos que conlleva la renovación constante.
Al final, dentro del partido hegemónico, uno u otro grupo deberá imponerse, pero será la sociedad la que valide al grupo que sepa contar mejor la historia de los argumentos que propone. Lo sucedido al interior de Morena definirá el rumbo de ese instituto político y, en muchos sentidos, el de México.
Así, la fuerza del discurso radica en su capacidad para construir realidades a través de las palabras. Un discurso efectivo no solo transmite información o argumentos lógicos; moviliza emociones, fortalece identidades y redefine el marco de referencia de una sociedad.
Como señala Yuval Noah Harari, «los humanos pensamos en historias, no en hechos, cifras o ecuaciones.» La verdadera fuerza del discurso es, por tanto, el poder de contar una historia que transforme la forma en que las personas ven el mundo y, en consecuencia, la forma en que actúan para cambiarlo.
