NACIONALES
Los claroscuros de Claudia Sheinbaum
Desde los Campos del Poder, por Benjamín Mora Gómez //
Claudia Sheinbaum, gracias a la democracia, es presidente, aunque está a punto de destruirla, pues no la cree digna de seguir viva. Para organizarnos como sociedad solo hay un camino y un modo: La democracia. Quien atenta contra ella es un criminal de lesa humanidad.
Claudia Sheinbaum es una mujer de claroscuros graves y pronunciados. Una mujer que no entiende, quizá por incapacidad, o no quiere entender, por obvia indolencia, que lleva un lastre -Andrés Manuel López Obrador- que debe limpiarse si acaso desea terminar su mandato con resultados medianamente aceptables.
El gobierno de Claudia Sheinbaum estará siempre opacado por dos hechos que ella misma se ha impuesto y la flagelan: El golpe de Estado al Poder Judicial que pretende dar en el primer domingo de junio próximo y su ley mordaza a la comunicación que nos aguarda.
Sugiero a Claudia Sheinbaum escuchar a Virginia Woolf, escritora británica, cuando nos dice: “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”. Sheinbaum siempre podrá hundirse más y más.
El mayor pecado de cualquier político es no dar crédito a las ansias de libertad del pueblo. A Claudia Sheinbaum le aterra la democracia. He sostenido que la democracia obliga a un diálogo inteligente y perspicaz entre el pueblo y el gobernante y eso implica un riesgo para quien teme a la verdad.
En la democracia, el pensamiento, la conciencia y la palabra deben permanecer siempre libres, aunque al gobernante no le agraden o incomoden. A pocas semanas del inicio de su mandato, de no enmendar sus terquedades, el gobierno de Claudia Sheinbaum jamás será un buen referente mundial sobre la verdad y democracia.
Claudia Sheinbaum debe entender que no puede acallar al poder de la voz popular sin correr el riesgo de que el pueblo se haga del poder de las armas, de inicio, y después, que el mundo nos bloquee de mil y un modos. Claudia Sheinbaum podría descubrir que siempre hay cosas peores que los aranceles de Trump.
Aprendí que sólo cuando comprendemos que hemos encontrado la mejor de las causas es que asumimos un compromiso y nos entregamos a su consecución. Hoy, la mejor causa en México es defender nuestra democracia. Me preocupa la incapacidad de la presidente para advertir las anomalías éticas de su gobierno. La realidad da golpes de timón que pocos saben sortear.
Hemos aprendido que la construcción de la democracia implica la suma de voluntades de un pueblo y de la nación por ellos construida durante décadas. El Estado mexicano no puede convertirse en delincuente para combatir a criminales. La Suprema Corte de Justicia de la Nación se extralimitó en muchos casos, como al pronunciarse por derechos contra natura, como el de permitir asesinar a un ser humano no nacido en aras de complacer a mujeres enfurecidas por ser mujeres y quedar embarazadas.
Es cierto que tenemos jueces corrompidos que se someten a quien tiene dinero, poder político o se complace en el crimen, pero todo eso no se acabará por dar un golpe de Estado al Poder Judicial como el que pretende Sheinbaum. Es deficitario como deficiente su inteligencia procesal.
La 4T de López Obrador prevalece en sus fijaciones discursivas, muchas de ellas peligrosas y sin cimientos en la razón. Los caprichos enfermos del expresidente contagian a su heredera, y aunque le parezca que todo lo logra, es un pensamiento propio del perdedor por condena propia. No tiene conciencia del derrotismo que busca acallar.
Se nos convoca a no votar en la elección del primer domingo de junio próximo y a manifestar nuestro repudio en una marcha nacional: ¡Hagámoslo! Cuando no hacemos todo lo que en nosotros está para que lo justo prevalezca, somos tan culpables como quien genera algo injusto. El silencio ante el atentado a nuestra democracia y libertades de Sheinbaum es criminal por indolencia.
Claudia Sheinbaum, quizá, el mismo domingo de los cuchillos largos antidemócratas, se atreverá a festinar su crimen. Su linaje anticonstitucional la dominará. Su narrativa recurrirá a más mentiras. Por herencia y gratitud (maldita herencia y perversa gratitud), Claudia Sheinbaum complace a Andrés Manuel López Obrador en eso de dar la última estocada a la historia libertaria de México expresada en leyes, jueces y magistrados.
En el “Silencio de los corderos” de Thomas Harris, al hablar del equilibrio entre el control y el caos, escribe: “No te desvíes de eso. No te desvíes ni un ápice por ninguna razón”. Claudia Sheinbaum, hoy se desvía del mandato que juró cumplir y hacer cumplir cuando asumió la presidencia de México. El piso por el camino es bastante resbaladizo. ¡Cuidado!
La democracia es, por esencia, voluntad de encuentros entre iguales y distintos para la construcción del espacio de acuerdos que unan. La democracia exige de pasión, inteligencia, humildad y voluntad, todas férreas. Es hora de que Claudia Sheinbaum comprenda que, en las cosas del poder político, cada una de sus intenciones se lee e interpreta por el pueblo de maneras distintas.
