ENTREVISTAS
Brenda Carrera desafía a Morena: «No me voy a callar», dice; acusa a Carlos Lomelí y a De la Rosa de violencia política
Por Francisco Junco //
“No me voy a callar”, advirtió con firmeza la diputada morenista Brenda Carrera desde la tribuna del Congreso de Jalisco el 10 de junio de 2025. Su discurso, cargado de indignación y valentía, resonó en un recinto donde incomodó a colegas y operadores políticos.
La legisladora denunció un atropello político: su remoción arbitraria de la presidencia de la Comisión de Estudios Legislativos, un castigo por no alinearse con intereses partidistas que, según ella, traicionan los principios de Morena.
Carrera acusó directamente al senador Carlos Lomelí Bolaños y al coordinador de la bancada morenista, Miguel de la Rosa, de orquestar su destitución como represalia por su voto en contra de la Ley de la Niñez Trans, un dictamen que consideró mal elaborado y riesgoso para derechos fundamentales.
“No llegué aquí para aplaudir órdenes de violentadores sedientos de poder, sino para representar a mi distrito y los ideales de justicia y democracia”, sentenció, exponiendo las fracturas internas del partido guinda en Jalisco.
Este no es el primer enfrentamiento de Carrera con su partido. En diciembre de 2024, la dirigencia estatal, encabezada por Érika Pérez García, intentó expulsarla por votar a favor de la refinanciación de la deuda estatal, una decisión tildada de traición.
En enero de 2025, la diputada presentó denuncias contra Lomelí, Pérez y De la Rosa por violencia política de género, acusándolos de excluirla, obstaculizar su trabajo y presionarla para alinearse. Su lucha simboliza la resistencia contra prácticas autoritarias en un movimiento que prometió transformación.
En entrevista con Conciencia Pública, Carrera afirmó que Morena Jalisco está “secuestrado” por intereses personales. Ahora, tras su remoción, planea acudir al Comité Nacional del partido y, de ser necesario, a la presidenta Claudia Sheinbaum para exigir justicia. Su denuncia no solo desafía a Lomelí y De la Rosa, sino que cuestiona la integridad de un partido que, en sus palabras, prioriza el control sobre el servicio al pueblo.
Un atropello político
Desde la tribuna, Carrera detalló el origen de su remoción: un castigo por no seguir la línea de Lomelí y De la Rosa. “Se me retiró la presidencia de la Comisión de Estudios Legislativos no por incompetencia, sino por negarme a obedecer instrucciones ajenas a la voluntad popular”, declaró.
Acusó a De la Rosa de traficar votos para consolidar el control legislativo, señalando que la diputada Itzul Barrera ocuparía su lugar como recompensa por apoyar a Martha Arizmendi en la presidencia del Congreso, en detrimento de Alejandro Barragán, quien tenía un acuerdo previo con Morena.
“Es una vergüenza que tengamos al enemigo dentro de nuestras filas”, lamentó Carrera en una rueda de prensa previa a la sesión del 10 de junio. Según fuentes de Morena, el voto de Barrera inclinó la balanza a favor de Arizmendi, frustrando los planes de Barragán. Carrera criticó esta maniobra como una lógica de “castigos por disentir y premios por obedecer”, denunciando la sumisión de De la Rosa a Lomelí, quien, afirmó, “pretende ser gobernador en 2030, pero ni siquiera pudo ganar Guadalajara”.
La sesión transcurrió con tensión. Mientras Carrera hablaba, pocos la miraban a los ojos. Arizmendi, presidenta de la Mesa Directiva, evitaba el contacto visual, y los aludidos mostraban incomodidad. La legisladora arremetió contra Lomelí, acusándolo de comprar conciencias con “dinero y amenazas” y de manipular la presidencia estatal de Morena con “votos de necesidad, no de convicción”. Su discurso provocó murmullos, pero también silencios reveladores.
Una votación irregular
La Junta de Coordinación Política (JUCOPO), liderada por De la Rosa, acordó en privado retirar a Carrera de la comisión semanas antes, sin seguir los cauces legales. La votación en el pleno resultó en 18 votos a favor, 4 en contra, 13 abstenciones y 3 ausencias. Sin embargo, Carrera señaló una irregularidad: la Ley Orgánica del Congreso, en su artículo 72, exige mayoría absoluta (20 votos en esta legislatura) para remover a un diputado de una comisión, algo que no se cumplió. “Esto es ilegal”, reclamó, pero Arizmendi desechó la queja, alegando que no era el “momento procesal”.
Los morenistas Alejandro Barragán, Alberto Alfaro y Carrera votaron en contra. El resto de la bancada acató la línea, aunque algunos confesaron en privado su incomodidad. Movimiento Ciudadano y el PRI se abstuvieron en bloque, dejando en evidencia la falta de consenso. Carrera anunció que emprenderá una ruta legal para anular la votación, argumentando que violó los procedimientos establecidos.
En busca de justicia
Horas antes de la sesión, Carrera anticipó a Conciencia Pública que buscaría al Comité Nacional de Morena para frenar la “arbitrariedad”. “El partido en Jalisco está secuestrado por Lomelí y De la Rosa. Denunciaré que operan acuerdos en lo oscurito para imponer su control”, afirmó. Su lucha, dijo, no es solo personal, sino por visibilizar un partido que ha perdido su rumbo transformador.
En una carta dirigida a Luisa María Alcalde, presidenta nacional de Morena, Carrera exigió una investigación por la intromisión de Lomelí y las negociaciones ilegales de De la Rosa. “La falta de unidad en la bancada es provocada por el senador, quien quiere control absoluto, tratándonos como empleados de sus empresas”, escribió. También acusó a De la Rosa de violencia política de género, por segregarla, ignorarla y operar en su contra.
Carrera no descarta acudir a Palacio Nacional para reunirse con Claudia Sheinbaum. “Si no encuentro justicia en Jalisco, iré a nivel nacional. Así tenga que llegar a las puertas del Palacio, lo haré”, prometió. Su determinación refleja su compromiso con los ideales de Morena: justicia, dignidad y democracia, valores que, según ella, están siendo traicionados por líderes que priorizan el poder personal.
Un símbolo de resistencia
La batalla de Brenda Carrera trasciende su remoción. Su denuncia expone las tensiones internas de Morena en Jalisco, donde las promesas de transformación chocan con prácticas autoritarias. Al nombrar a Lomelí y De la Rosa, la diputada desafía un sistema de control que, asegura, reprime a quienes disienten. “Hay mujeres en Morena que no nos doblamos”, afirmó, convirtiendo su lucha en un símbolo de resistencia.
Con una ruta legal en marcha y el respaldo de sectores que ven en ella una voz incorruptible, Carrera enfrenta un camino incierto. Su advertencia resuena: “No me voy a callar”. En un partido que se fractura entre lealtades y principios, su valentía pone a prueba la capacidad de Morena para honrar su legado de cambio auténtico en Jalisco.
