JALISCO
UJRM: ¿Movimiento estudiantil o amenaza política para la UdeG?
– Opinión, por Belisario Bourjac
Bajo la bandera de la “democratización”, la Unión de la Juventud Revolucionaria de México (UJRM) se infiltra en la Universidad de Guadalajara (UdeG) como un caballo de Troya, buscando capturar órganos colegiados, controlar recursos y usar a la comunidad universitaria como plataforma de poder político.
La UJRM lejos de ser un movimiento estudiantil espontáneo, es una organización marxista-leninista vinculada al Frente Popular Revolucionario (FPR) y al Partido Comunista Marxista-Leninista (PCM-ML), que opera con tácticas de desestabilización en campus universitarios.
La estrategia de la UJRM es clara: deslegitimar representaciones estudiantiles, exigir reformas inmediatas y escalar tensiones con paros y tomas.
Un ejemplo reciente es la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) en 2025, donde grupos afines provocaron meses de parálisis, negociaciones opacas y disputas por el control presupuestal bajo el pretexto de avances democráticos.
En la UdeG, la institución pública más influyente del occidente mexicano, el riesgo es mayor. Sus recursos, prestigio y peso simbólico la convierten en un objetivo estratégico para una organización cuya financiación sigue siendo opaca, presuntamente respaldada por redes partidistas externas.
La tolerancia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) empeora la situación, ya que permite sin decirlo las actividades de la UJRM, convirtiéndose en un cómplice indirecto de una agenda que va más allá de lo escolar y busca poder político.
La UdeG enfrenta un dilema: atender demandas legítimas de mayor representación estudiantil sin ceder ante actores que manipulan estas causas para fines partidistas.
La comunidad universitaria debe permanecer vigilante. Permitir que la UJRM instrumentalice las luchas estudiantiles podría reducir a la UdeG a una moneda de cambio en la política nacional, comprometiendo su autonomía y legado. Proteger la universidad, orgullo de Jalisco, exige discernir entre la genuina democratización y la corrupción disfrazada de idealismo.


