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JALISCO

Impunidad: El veneno que alimenta a la bestia criminal

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

En México, donde alcaldes como Carlos Manzo caen acribillados en plazas públicas por denunciar extorsiones y colusión, la raíz no es solo la bala: es la ausencia de justicia que permite a cárteles criminales operar como Estados paralelos.

Manzo, el valiente de Uruapan, fue acallado con siete disparos frente a cientos de personas, en Día de Muertos. Sexto alcalde asesinado en 2025, tercero en Michoacán. Pero ¿cuántos sicarios enfrentan juicio?

Manzo confrontaba extorsiones, decomisaba armas, ofrecía recompensas millonarias a policías por abatir sicarios. «Mano dura, no abrazos», decía, retando la “estrategia” federal.

El mensaje cristalino: grupos criminales no toleran voces disidentes. Silencian a quien expone su control territorial, desde cerros rodeados de cárteles hasta plazas públicas.

Los políticos prometen cero impunidad, pero estadísticas gritan: 95% de homicidios sin resolver, según INEGI e Impunidad Cero.

¡Esto no es falla; es complicidad sistémica!

La impunidad destruye instituciones, convirtiéndolas en caricatura risible. Policía municipal infiltrada, Fiscalía que «investiga» sin avanzar, Guardia Nacional en perímetro mientras sicarios entran armados.

Sheinbaum dice indignarse y convoca gabinetes urgentes post mortem, García Harfuch revela protecciones “perimetrales” vulnerables, Bedolla abucheado como “inútil”.

¿Dónde estaba la inteligencia preventiva? En el limbo de corrupción: jueces liberan capos por «faltas procesales», gobernadores pactan con criminales por “paz”.

El crimen no teme; sabe que balas matan voces, pero instituciones no responden. Extorsiones al aguacate y al limón michoacano generan miles de millones; ¿quién investiga lavado?

Bancos y empresas callan, temiendo el plomo.

El crimen que acalló a este valiente presidente municipal incendió las redes. Como pocas veces explotó el malestar, el ya basta de violencia, de complicidad, de impunidad que viene a mostrar a un estado completamente rebasado por la criminalidad.

El gobernador Bedolla de Michoacán fue abucheado y expulsado del funeral entre gritos de «¡asesino, inútil!”, condenó, pero enfrentó furia popular. Marchas en Morelia y Uruapan: manifestantes irrumpieron Palacio de Gobierno, destrozos, represión policial con detenidos. «¡Justicia por Manzo y todas las víctimas!», clamaban, exigiendo fin a la corrupción y el abandono.

La oposición clama renuncia; los ciudadanos, piden megamarchas. CONCANACO exige un «gobierno valiente».

EE.UU. ofrece ayuda, pero ¿para qué si la impunidad interna protege al monstruo? Manzo retaba: «Mano dura, no abrazos». Su martirio expone: estrategia federal falla porque prioriza imagen sobre acción.

En el ocaso de esta tragedia michoacana, la impunidad no es un error: es el arquitecto silencioso de un México caricaturesco, donde instituciones se arrodillan ante el plomo del narco y alcaldes valientes como Carlos Manzo pagan con sangre por alzar la voz.

Su martirio en plena plaza de velas no es epílogo; es prólogo de una nación que, si no rompe el ciclo de omisiones y complicidades, verá más sillas municipales malditas y más familias huérfanas de justicia.

Los defensores del gobierno dirán «complejidad estructural»; el pueblo, airado en marchas y redes, ya dictó sentencia: ¡Impunidad muere hoy, o México con ella!

Manzo coraje rompió el silencio; su corazón indomable exige que Palacio escuche. ¿Abrazos al crimen o balas a la corrupción? El diamante de Uruapan habló: valentía adentro, crimen fuera. ¡Justicia real, o la revolución ciudadana devorará la farsa institucional!

Vivimos un escenario terrible, con un gobierno completamente rebasado, que no cumple con su función para el que fue creado. Hay muchos incendios en México y la respuesta gubernamental no se da, no se ve. Hoy es Uruapan, la voz del valiente Carlos Manzo ha sido acallada.

¿Quién más o quiénes más se atreverán a seguir su ejemplo?

Es un panorama muy triste y pesimista el que tenemos enfrente.

Un gobierno rebasado, incapaz de ofrecer seguridad y protección a sus hombres y mujeres.

¿Cuántos Manzos más para romper el ciclo? En un crepúsculo de velas apagadas la impunidad no es abstracta: es un cáncer que pudre a México. Instituciones caricaturescas –policías fantasmas, fiscales mudos– alimentan a la bestia. El pueblo grita: ¡Justicia real, o revolución!

Manzo tuvo el coraje de enfrentarse a ese monstruo de mil cabezas, mostrando valentía contra indiferencia. ¿Escuchará Palacio, o seguiremos contando cadáveres?

México está muy triste por la pérdida de un valiente a quien dejaron solo en su lucha contra los malosos.

¡Impunidad muere hoy, o México con ella!

 

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