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JALISCO

Presentación de libro de José Luis Ortiz: “La Cristiada a 100 años de distancia”

Publicado

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Por Belisario Bourjac

Un siglo después de los gritos de “¡Viva Cristo Rey!” que resonaron en los campos de Jalisco y Zacatecas, la Guerra Cristera sigue siendo un capítulo vivo y polémico de la historia mexicana.

El ingeniero agrónomo José Luis Ortiz García presentó su obra La Cristiada a 100 años de distancia —dos tomos que suman 970 páginas— en un acto que reunió a expertos y público para desentrañar no solo batallas y mártires, sino también las heridas que aún dividen al país. El marco de esta presentación y exposición fue la Biblioteca Pública Iberoamericana “Octavio Paz”, ubicada en el corazón de Guadalajara.

El padre Armando González Escoto, historiador de la Cristiada, y José Manuel Jurado Parres, cronista de la memoria jalisciense, flanquearon al autor en una mesa que combinó rigor académico con anécdotas vibrantes.

Desde la apertura de archivos vaticanos en 2005 hasta la corrección pública de Jean Meyer en 2016, los ponentes trazaron la evolución de una historiografía que pasó del silencio oficial al debate abierto.

José Luis Ortiz no solo documenta: pregunta. “¿Valió la pena el sacrificio?”, plantea al inicio, citando 250 mil muertos y 80 mil viudas que dejó la guerra. Su respuesta se bifurca en dos tomos: el primero ofrece una visión panorámica desde la Independencia, periódicos clandestinos y la inédita Constitución Cristera; el segundo, 97 biografías que humanizan el conflicto, desde Lázaro Cárdenas hasta san Toribio Romo.

Más allá de los hechos, el evento dejó una reflexión urgente: la polarización que alimentó la guerra persiste. Jurado invocó a Ortega y Gasset y a Einstein para advertir que, sin educación crítica, la tecnología nos convierte en “generaciones de idiotas”. González Escoto cerró con una certeza: “No era necesaria, pero no fue inútil”.

Los arreglos de 1929 necesitaron una década y la presión de Estados Unidos para aplicarse. La Cristiada, concluyeron, no es pasado: es espejo.

PRIMERA ETAPA: DEL SILENCIO A LA CIENCIA

Armando González Escoto abrió recordando que, tras la Revolución, el Estado y la Iglesia sobrevivieron intactos, a diferencia de guerras previas. Eso impidió una historiografía libre.

El proyecto de reconciliación de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) “soterró” el tema. Solo en 1973, la obra del francés Jean Meyer (nacionalizado mexicano) rompió el hielo con estándares científicos.

Una segunda oleada llegó entre 1973 y 2016. La apertura de archivos —del Vaticano en 2005 y los mexicanos en 2004 (de 100 a 75 años de secreto)— permitió correcciones. El propio Meyer, en 2016, reconoció que algunas de sus conclusiones eran insostenibles ante los documentos primarios.

EL LIBRO: ENSAYO PANORÁMICO Y BIOGRAFÍAS

José Luis Ortiz divide la obra en dos tomos.

El primero (562 páginas) ofrece:

  1. Antecedentes remotos: de la Independencia a 1926 en visión panorámica.
  2. Periódicos de la época: hojas sueltas que circulaban en pueblos; el autor explica cómo las localizó.
  3. Constitución Cristera completa: 243 artículos propuestos por los rebeldes, inédita en un solo volumen.

El segundo tomo (408 páginas, comentado por Jurado) contiene cuatro capítulos biográficos:

  • 49 clérigos y laicos defensores de la fe.
  • 24 militares y funcionarios del Estado.
  • Mártires canonizados.

¿VALIÓ LA PENA?

José Luis Ortiz abrió con cifras: 250 mil muertos, 80 mil viudas. Causas: intolerancia gubernamental y “asechanza” clerical. Asimetría: fe contra ejército profesional. Culpa compartida.

González Escoto respondió: “No era necesaria, pero no fue inútil”. Los arreglos de 1929 (Portes Gil–obispos Ruiz y Díaz) necesitaban tiempo y un testigo: Estados Unidos vetó al anticlerical Mujica en 1939, a quien el presidente Lázaro Cárdenas pretendía imponer como sucesor; Ávila Camacho aplicó entonces la distensión.

VOCES DEL CONFLICTO

El autor de la obra La Cristiada, cien años después se refirió a los grandes personajes de este movimiento que aparecen en el libro:

  • Anacleto González Flores: laico con máxima condecoración papal.
  • Miguel Gómez Loza: gobernador civil en Jalisco.
  • Francisco Orozco y Jiménez: obispo que rechazó los arreglos y murió desterrado.
  • Victoriano Ramírez “El Catorce”: tirador legendario; mató a 14 rurales en venganza, según las voces del viento.
  • Padre Vega: “El Pancho Villa de sotana”; descarriló un tren con paga federal.

Entre los combates destacados se mencionaron:

  • San Julián: 400 federales contra 180 cristeros; 230 bajas oficiales.
  • Tepatitlán: otro de los enfrentamientos clave del conflicto.

Una pregunta que le dio sabor a la exposición fue la lanzada por el autor del libro, José Luis Ortiz, dirigida al padre González Escoto: “Si la Iglesia hubiera ido unida, ¿habrían ganado los cristeros?”.

González Escoto respondió: “Pregunta para el final de los tiempos”.

CIFRAS FINALES

Ortiz aportó parte de las cifras oficiales cristeras: 250 mil rebeldes, 90 mil soldados y agraristas, 1,800 oficiales, 42 sacerdotes caídos; 250 mil alteños emigraron a Estados Unidos. El ingeniero bromeó: “Tengo mil páginas impresas; don Armando me convenció de un solo tomo. Cómprenlo para que mis hijos sigan teniendo zapatos”.


JOSÉ MANUEL JURADO PARRES: LAS LECCIONES DE LA GUERRA CRISTERA CONTRA LA POLARIZACIÓN

Al iniciar su intervención, el maestro José Manuel Jurado Parres expresó: “Hacer un ensayo, una investigación científica o social es tarea ardua que merece reconocimiento profundo”, subrayando que estas obras preservan la memoria histórica, social y científica de México.

“José Luis entrega no uno, sino dos volúmenes que suman casi mil páginas. El tomo II, de 408, abarca cuatro capítulos (del 4º al 7º) dedicados a los actores del conflicto: 49 biografías de clérigos y defensores de la fe; 24 de militares y funcionarios del Estado; y un apartado final de mártires, varios ya canonizados”.

Jurado Parres ilustró con dos ejemplos de las 49 biografías:

  • Lázaro Cárdenas del Río (Jiquilpan, 1895), presidente de 1934 a 1940, fue nombrado en 1929 comandante de operaciones en Michoacán ante rumores de desembarco de armas por generales anticallistas. Sustituyó al general Roberto Cruz para reforzar la ofensiva federal contra posibles alianzas cristeras.
  • Toribio Romo González, hoy santo, nació en Tequila, Jalisco, en 1900. Ordenado en 1922, destacó en catequesis, apostolado obrero y cruzada eucarística. Perseguido, se ocultó en una fábrica abandonada. El 25 de febrero de 1928, federales y agraristas lo acribillaron, profanaron su cadáver y lo arrojaron frente a la presidencia municipal. Veinte años después, sus restos regresaron a su pueblo natal.

“Así están todas las biografías: precisas, humanas, sin adornos”, resumió Jurado. El libro arranca con una pregunta retórica: ¿valió la pena el sacrificio? Cifra el costo en 250 mil muertos y 80 mil viudas.

Identifica la intolerancia gubernamental —artículos anticlericales de 1917 y Ley Calles— como causa directa, pero reparte culpas: “intolerancia del gobierno y asechanza del clero”. “Los rebeldes buscaban libertad de culto y templos abiertos; enfrentaron a un ejército profesional en una lucha asimétrica: fe contra fusiles”.

Coincidiendo con González Escoto, Jurado alabó la accesibilidad de la obra: “No es para cerebros excelsos; es divulgación pensada para todos”.

Sirve para repasar una etapa amarga y extraer lecciones contra la polarización. “La historia demuestra que la división extrema nunca ha llevado a nada bueno”, advirtió, citando a Ortega y Gasset: sin educación ni lectura, elegimos mal.

EDUCACIÓN CONTRA POLARIZACIÓN

José Manuel Jurado invitó a leer la correspondencia entre Zuno y Orozco (años 20), que muestra el respeto intelectual aun en medio de la violencia y contrasta con el discurso de polarización que vive hoy el país, con el empobrecimiento de la política.

Citó a Reyes Heroles sobre Valentín Gómez Farías y el sacerdote José María Luis Mora, padres del liberalismo mexicano. “El ser humano se cansa de la paz; ni las fieras lo hacen”.

Ante una pregunta del público (Héctor Moreno) sobre jacobinos y acuerdos pendientes, Jurado insistió: “Educación, más educación, más educación”. Recordó a Einstein: la tecnología sin criterio genera “generaciones de idiotas”.

Cerró con un llamado a José Luis: “Ojalá quede mucho tiempo para seguir haciendo estas cosas sin cansarse”. Instó al público a leer los tomos y concluyó: “Felicidades; vamos a leer La Cristiada”.


ARMANDO GONZÁLEZ ESCOTO: LA CRISTIADA RESUCITA EN ARCHIVOS Y BIOGRAFÍAS

Por Belisario Bourjac

“Una vez que desaparece la dictadura y la guerra caudillista, los vencedores eliminan a sus opositores y, en principio, ya no hay con quién pelear”, inició el sacerdote Armando González Escoto al desgranar la singularidad de la Guerra Cristera (1926-1929). A diferencia de Independencia, Reforma o Revolución, aquí “las instituciones que lucharon —la Iglesia y el Estado— se mantenían vigentes”.

El sacerdote comentó el libro escrito por José Luis Ortiz García, La Cristiada a 100 años de distancia, presentado en la Biblioteca Iberoamericana “Octavio Paz”.

El conflicto no disolvió a ninguno de los bandos: “Había un Estado que se mantenía y una Iglesia que sobrevivía”. Esa permanencia, explicó, convirtió al tema en terreno minado para la historiografía: “No era fácil favorecer una amplia producción si las dos instancias se mantenían vigentes”.

El silencio oficial se prolongó hasta 1975. Desde el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) se impuso un proyecto de reconciliación nacional que, de facto, obligaba a “olvidar las tres guerras —Independencia, Reforma y Revolución— y construir un nuevo México”. “Ese fue el gran proyecto de Ávila Camacho”, enfatizó González Escoto.

Aunque existieron investigaciones, “se hablaba poco de la Cristiada y estas nunca tuvieron gran divulgación”. La Ley Calles —leyenda negra del anticlericalismo posrevolucionario— y los artículos 3, 27 y 130 de la Constitución de 1917 quedaron como fantasmas bajo la alfombra.

El punto de inflexión llegó en 1973 con la monumental investigación del francés Jean Meyer, un extranjero que acabaría nacionalizándose mexicano. “Su obra reunía todos los requisitos para considerarse un trabajo científico”, recordó el sacerdote.

De Meyer a 2016 —año en que el italiano Paolo Valvo publicó otra gran obra sobre el tema— se desató una avalancha de estudios: “Muchísimos autores intervienen y generan una gran producción sobre el movimiento, los personajes, las batallas y todos los aspectos posibles”.

Sin embargo, “sigue siendo inagotable y hay aspectos que no acaban de aclararse suficientemente”.

El gran salto cualitativo vino con la apertura de archivos. Antiguamente, los documentos oficiales permanecían secretos durante 100 años; la Cristiada sería inaccesible hasta 2021. Pero a fines del siglo XX, la mayoría de los países acordó reducir el plazo a 75 años. “Esto fue extraordinario”, celebró González Escoto.

Desde 2005, el Archivo Secreto Vaticano abrió sus fondos cristeros, “eliminando suposiciones que se hacían por falta de acceso directo a los originales”. México e Italia siguieron el ejemplo. Jean Meyer, en un artículo de 2016 coincidiendo con la publicación de Valvo, corrigió públicamente sus conclusiones previas: “Afirmó que sus cosas eran insostenibles una vez que los archivos se pusieron a consulta pública”. El sacerdote lo calificó como un acto de “increíble honestidad”.

En esa renovada trayectoria historiográfica se inscribe la obra que presentó: La Cristiada a 100 años de distancia, del ingeniero José Luis Ortiz. “Gracias a que no fue tan cruel, lo dividió en dos tomos: uno mío y otro del maestro Jurado”, bromeó. El tomo I, de 562 páginas, aborda el conflicto en su totalidad; el II, biografías.

González Escoto destacó tres aportes fundamentales:

  1. Antecedentes remotos: una visión panorámica desde la Independencia hasta 1926. “No detallada —si no, habrían salido cuatro tomos—”, aclaró.
  2. Periódicos de época: reproducciones íntegras de hojas volantes que circularon durante el conflicto, “difíciles de acceder hoy”, y el relato de cómo el autor las localizó.
  3. Constitución Cristera completa: “Yo había oído y leído algo sobre la propuesta que los cristeros hacían de una nueva Constitución para México, pero es la primera vez que la veo completa en este trabajo del ingeniero”.

Clasificada como ensayo, la narrativa fluye sin aparato crítico excesivo: “El autor hace una narrativa sobre un acontecimiento según lo que estudió, investigó, entrevistó o conoció”. Incluye datos del Vaticano, entrevistas personales y biografías de mártires —varios ya canonizados—. “Nos da la oportunidad de leer una obra que enriquece el conocimiento sobre la materia y abunda en datos no tan conocidos”, resumió.

“Felicito al ingeniero José Luis Ortiz por esta obra y ojalá podamos verla y conocerla”, cerró González Escoto, invitando a redescubrir la asimetría del conflicto —fe contra ejército profesional— y el costo humano de la intolerancia gubernamental y la defensa de la fe.

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