Entre medallas y política: Paola Longoria, la atleta mexicana más dominante en el mundo

Miscelánea Deportiva, por Esteban Trelles Meza

No existe en el deporte mundial una atleta tan dominante como Paola Longoria. Aunque algunos insistan en que el ráquetbol no es una disciplina masiva, el hecho contundente es que la mexicana ha permanecido invicta por más de una década. Ningún otro deportista, ya sea de disciplinas individuales o de conjunto, ha logrado semejante hegemonía durante tanto tiempo. Su trayectoria la coloca en el top 7 global junto a figuras del futbol, beisbol, basquetbol, tenis, atletismo, golf y automovilismo.

Contra todo pronóstico, su mayor obstáculo no fue una rival en la cancha, sino la propia dirigencia deportiva del país. Durante la gestión de Ana Gabriela Guevara al frente de la CONADE, Longoria enfrentó trabas absurdas: la pérdida de una beca ya de por sí mínima —50 mil pesos mensuales—, exigencias burocráticas fuera de lugar y una negativa sistemática a respaldar eventos internacionales que ella misma logró traer a México. Con recursos propios, patrocinadores y el apoyo de su estado, organizó competencias de talla mundial en San Luis Potosí, mientras la autoridad deportiva federal le daba la espalda.

En México, muchas veces los atletas deben abrirse camino a pulso. Longoria no solo lo hizo: convirtió su plataforma deportiva en una voz política. Hoy es diputada para el periodo 2024–2027 por Movimiento Ciudadano. Se espera que participe en la Comisión de Deportes, desde donde podría impulsar políticas públicas que fortalezcan la infraestructura y el acceso al ráquetbol, un deporte que en el país se practica mayoritariamente en clubes privados ante la escasez de canchas públicas.

La disciplina y entrega que Paola demuestra en la cancha se refleja en su visión del deporte: considera indispensable que los gobiernos estatales construyan espacios adecuados y accesibles para niñas, niños y jóvenes. Las canchas de ráquetbol requieren menor superficie y mantenimiento que las disciplinas más populares, lo que las convierte en una alternativa viable para fomentar el deporte comunitario.

La participación de la mujer en el deporte ha demostrado ser tan competitiva como inspiradora. La entrega, la perseverancia y la capacidad de superar barreras sociales e institucionales han colocado a las atletas mexicanas en escenarios de élite. Esa lucha histórica contra la desigualdad ha permitido que hoy se reconozca el valor femenino en todos los ámbitos: profesional, académico, cultural, deportivo y artístico.

La situación del país añade otro nivel de relevancia. En una época en la que la niñez y la juventud están expuestas a la captación del crimen organizado mediante promesas engañosas, el deporte se vuelve una herramienta social imprescindible. Formar espacios seguros, accesibles y bien financiados es fundamental para construir una sociedad más sana y alejar a los jóvenes de entornos violentos.

Longoria no solo es una atleta excepcional: es una mujer con una sólida preparación académica. Es licenciada en Ingeniería Mecánica y tiene una Maestría en Ciencias Políticas. En 2012 ingresó al Ejército Mexicano como soldado auxiliar oficinista y hoy ostenta el grado de teniente, una trayectoria poco común entre deportistas de élite. Su formación multidisciplinaria la convierte en una figura versátil y con un profundo sentido de responsabilidad pública.

Pocos atletas de alto rendimiento combinan estudios profesionales, carrera deportiva, labor pública y servicio militar. Longoria pertenece a ese grupo selecto que entiende la trascendencia del deporte más allá del resultado: como herramienta formativa, como motor social y como un espacio desde el cual se pueden generar transformaciones.

El reto, como siempre, está en las instituciones. El país arrastra episodios dolorosos que involucran al Ejército, además de escándalos recientes como el caso de “huachicol” marítimo, señalado como uno de los fraudes más grandes de la historia. La creación de la Guardia Nacional y el creciente rol militar en obra pública también han generado controversia. En este escenario, la pertenencia de Longoria a las fuerzas armadas adquiere un matiz complejo, pero también habla de un compromiso personal por servir a México.

La visión de Paola Longoria rebasa lo deportivo. Al incursionar en la política desde la oposición —con MC como una fuerza creciente en regiones como Jalisco y Nuevo León—, busca incidir en la construcción de mejores condiciones para los atletas y para el desarrollo del deporte en México. Su preparación académica de primer nivel le permite proponer, analizar y orientar cambios institucionales con un enfoque de largo plazo.

Paola es un referente para las jovencitas, queriéndola imitar en una disciplina poco o nada conocida que necesita de mucha difusión; es una actividad interesante de reflejos, técnica, habilidad y concentración plena que una distracción puede perder campeonatos, una disciplina como el Ráquetbol.

Paola Longoria es, en toda la extensión del término, una mujer excepcional: empoderada, preparada, disciplinada y comprometida con su país. Su legado rebasa la cancha. Representa la posibilidad de transformar el deporte mexicano desde dentro, con visión, carácter y una historia que inspira a nuevas generaciones.

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