LOS PELOTEROS
El beisbol como filosofía de vida: Juan Carlos González Íñigo, Mr. Cuarto Bat
Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac
En el universo del béisbol mexicano, pocos nombres resuenan con tanta autenticidad como el de Juan Carlos González Íñigo. Nacido en Hermosillo, Sonora, pero jalisciense y tapatío por decisión, con cerca de cinco décadas en la capital mundial del tequila y el mariachi, se distingue tanto por su amor y conocimiento del beisbol.
Asesor de los Charros de Jalisco y alma mater de la revista Cuarto Bat —con 72 ediciones mensuales ininterrumpidas—, González Iñigo es mucho más que un aficionado: es un puente vivo entre generaciones, un cronista del diamante y un cruzado por el legado de ídolos como Fernando Valenzuela.
“El béisbol une familias, repara heridas humanas y enseña integridad a largo plazo”, me comenta en entrevista que le hice para Conciencia Pública.
Su historia con el rey de los deportes comenzó en los polvorientos campos de Hermosillo, Sonora, donde la infancia se medía en jonrones improvisados junto al vado del río y en las calles de la antigua Pitic.
“Jugábamos el béisbol callejero con pelotas de trapo y guantes caseros”, evoca con una sonrisa nostálgica. El punto de inflexión llegó en el Estadio Fernando M. Ortiz, cuando presenció las hazañas de Héctor Espino, el inmortal “Supermán mexicano” o “Niño asesino”, como le llamaban por ese poder para masacrar con el bat a los lanzadores contrarios.
“Verlo llegar con el equipo, su poder y prodigio con le bat… Ahí nació mi pasión eterna”, confiesa. Espino no solo inspiró a un niño; forjó un hombre que vería en el béisbol no un pasatiempo, sino una filosofía de vida.
De Sonora a la Ciudad de México: el béisbol como sostén de sueños.
Joven inquieto. Soñador, con aspiraciones en la vida, González Iñigo emigró a la Ciudad de México para estudiar. Lejos de casa, el béisbol se convirtió en su ancla. Siguió jugando en ligas amateurs mientras financiaba su carrera escribiendo artículos para la legendaria revista Hit.
“Cada texto era un batazo que ayudaba a pagar la colegiatura y que complementaba jugando con equipos amateurs de las ligas metropolitanas”, relata con humor. Aquellos años de sacrificio moldearon su visión: el deporte no era solo entretenimiento, sino herramienta de superación personal y colectiva.
Al llegar a Guadalajara y participar en el mundo de los negocios, sin rendirse a la tentación de las apuestas —“nunca aposté para mantener mi imparcialidad”—, González Iñigo construyó campos de béisbol privados donde armaba equipos con amigos y familia. “Invitábamos a todos: era convivencia pura, risas y lecciones de equipo”, recuerda.
Esta etapa amateur culminó cuando el destino lo reunió con su linaje beisbolero: en 2021, su hermano José Luis González Iñigo y sobrino Íñigo adquirieron los Charros de Jalisco. “Me negaba a ser directivo, pero la familia es familia. Hoy asesoro junto a mi sobrino Luis Alberto, gente conocedora, administradores excepcionales y apasionados”, dice con orgullo.
Desde entonces, vive el béisbol desde las entrañas del clubhouse. “Campeonatos gloriosos, derrotas épicas que duelen más, pero enseñan mejor. Analizamos cada pitcheo, cada fildeo. Es estresante, sí, pero una bendición divina en esta etapa final de la vida”. Para él, los Charros representan no solo victorias —como las series ganadas en postemporada—, sino la esencia del deporte: unidad familiar y comunitaria.
Cuarto Bat: 72 ediciones que capturan la historia del diamante
A los 70 años, Juan Carlos se enfrentó a una pregunta existencial: “¿Qué me falta por hacer?”. La respuesta fue Cuarto Bat, nacida hace seis años como homenaje a las revistas que lo formaron: Hit, Super Hit y publicaciones gringas que devoraba de niño.
“Aprendí inglés leyendo sobre Babe Ruth y escuchando transmisiones radiales de Estados Unidos”, revela. Inspirado por recomendaciones de colegas como el periodista Gabriel Ibarra —así me lo subrayó—, lanzó la revista sin fallar un mes: 72 ediciones que documentan hitos del béisbol mexicano, Grandes Ligas y Serie del Caribe.
“Cada número es como un hijo: nace con retos, dolores de cabeza, pero deja huella”, poetiza. Cuarto Bat ha cubierto desde el resurgir de los Charros hasta debates sobre el Salón de la Fama, con entrevistas exclusivas y análisis profundos. “Hemos registrado la era pandémica, los récords de bateo, las controversias.
“Es mi legado escrito”, afirma. La revista no solo informa; educa y une a una comunidad de fanáticos que ven en sus páginas un pedazo de su propia historia. La cruzada por Fernando Valenzuela: “Integridad que trasciende el juego”.
Desde la pandemia, González Iñigo lidera el movimiento para entronizar a Fernando Valenzuela en el Salón de la Fama de Cooperstown. “El Toro representa lo mejor de nosotros: humildad sonorense, trabajo incansable y pensar en el largo plazo”, argumenta.
Para él, Valenzuela encarna lecciones vitales: “Lo que hagas hoy repercute mañana y en 20 años. Es ligero y profundo; el béisbol arregla relaciones con cordialidad, es el engrudo humano”. Esta campaña no es capricho: es convicción. “Héctor Espino me enseñó la pasión por el beisbol; Fernando, integridad. Ambos merecen su lugar eterno”.
Bajo su impulso, miles han firmado peticiones y debatido en las páginas de Cuarto Bat, revitalizando el debate nacional.
LA ‘FATÍDICA SÉPTIMA’
A sus 75 años, González Iñigo traza un símil poético entre el béisbol y la vida: “Las nueve entradas son como las nueve décadas que soñamos. Estoy en la segunda parte de la séptima, la fatídica –donde todo se define–, pero con ganas de juego completo”.
Reconoce alegrías y sufrimientos: “Con Charros, cuatro años de emociones intensas: triunfos que erizan la piel, derrotas que forjan carácter”.
Mirando atrás, agradece “el milagro de la vida”. Su familia –hermanos, hijos, sobrinos– es el verdadero home run: “Por ellos y su descendencia, somos eternos”.
En Charros y Cuarto Bat encuentra “una segunda juventud”. “El béisbol me ha dado todo: amigos, lecciones, propósito”.
Juan Carlos González Iñigo no es solo un promotor; es el alma del béisbol jalisciense. Mientras el sol se ponga sobre el Panamericano, su pasión seguirá inspirando bateadores.



