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MUNDO

Como vulgar «crimen organizado»: JP Morgan Chase, acusado de manipular el oro y la plata

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Por Alfredo Jalife-Rahme //

El Departamento de Justicia tardó un siglo para exponer las legendarias bribonerías inimputables de su hoy primer banco de inversiones JPMorgan Chase, supremo especulador de los derivados financieros (‘hedge funds’), ahora atrapado en su obscena manipulación de los precios del oro y la plata. ¿Viene una revolución del orden financiero global?

JPMorgan Chase es considerado como el supremo megabanco que maneja hedge funds en el mundo basados en pura especulación financierista que forman parte de la panoplia de los ominosos derivados que han alcanzado la escalofriante cifra de 544 millones de millones de dólares: casi tres veces del valor de las bolsas de valores en todo el mundo y que equivale a más de seis veces el PIB (Producto Interno Bruto) Global de 87,27 millones de millones de dólares.

Quizá esté por fenecer una de las trasnacionales financieras más añejas del planeta con sede en Nueva York que hoy controlan grandes gigabancos como BlackRock, Vanguard Group y StateStreet.

JPMorgan Chase constituye el primer banco de EEUU y el sexto en el mundo de acuerdo al ranking de sus activos que ascienden a 2,73 millones de millones de dólares.

Según Tyler Durden, de Zero Hedge, el Departamento de Justicia de EEUU acusó a la mesa de tratativas de metales preciosos (oro y plata) de ser una «empresa criminal», como un vulgar «equivalente funcional de las mafias».

Zero Hedge se mofa de lo que antes, cuando era expuesto, era señalado como ‘teoría de la conspiración’.

Los fiscales exhibieron «el masivo esquema de varios años para manipular el mercado de los contratos futuros de los metales preciosos y la defraudación de los participantes en el mercado».

El Departamento de Justicia acusó formalmente a tres mercaderes del megabanco: Michael Nowak (anterior mandamás de su mesa comercial de metales preciosos), Christopher Jordan (quien se trasladó luego a Crédit Suisse y a First New York), y a Gregg Smith. El más mafioso de todos, Blythe Masters, ha sido omitido por el momento.

Brian Benczkowski, asistente del procurador general, comentó a la prensa que «basado en el hecho de que se trató de una conducta que fue extensa en la mesa, que se comprometió en miles de episodios en un periodo de ocho años —que es precisamente el género de conducta que el estatuto RICO es dado a castigar—».

El acrónimo RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations: Organizaciones Corruptas e Influenciadas por los Delincuentes) hace temblar al más pintado mafioso en EEUU.

El portal Bloomberg explaya la enmienda RICO: «una ley que permite a los fiscales capturar las ‘empresas criminales’, como la de las mafias, al incriminar a todos [sic] los miembros de la organización por cualquier crimen cometido por un individuo en nombre de la organización». ¿Jaque previo al mate?

¿Irán tan lejos como embargar y/o expropiar los activos de 2,73 millones de millones de dólares y, de paso, fastidiar a sus verdaderos propietarios: los gigabancos BlackRock/Vanguard/State Street? 

El lenguaje usado de los fiscales es exageradamente feroz —por tratarse de las joyas bancarias estratégicas que gozaron de la permisividad de los Clinton y Obama—, quienes acusaron a los mercaderes del oro y la plata del banco de operar «una conspiración [sic] en la conducta de los asuntos de una empresa implicada en el comercio interestatal o foráneo mediante un patrón de actividad del crimen organizado», lo cual apunta, según Zero Hedge a una «más profunda acusación del banco» cuando hasta ahora 12 mercaderes «han sido acusados de conspiración manipulativa».

Benczkowski no se mordió la lengua: «Perseguiremos los hechos a donde conduzcan, sea entre las mesas aquí o en cualquier otro [sic] banco o arriba [sic] en la institución

Si realmente el Departamento de Justicia es consecuente con lo que ha manifestado, pues prácticamente estaríamos hablando de un embargo general de toda la banca de EEUU: una verdadera revolución financiera como cuando Roosevelt embargó el oro, pero que ahora Trump lo haría al revés: embargando los activos bancarios de Wall Street.

Un golpe de esta magnitud de parte de Trump, en búsqueda de su atribulada reelección, lo haría inmensamente popular y rebasaría a la senadora Elizabeth Warren del Partido Demócrata, quien ha crecido gracias a su postura en contra de los excesos de Wall Street.

¡La dimensión es enorme!: Trump estaría dando un golpe de Estado Financiero en el corazón mismo de Wall Street y quizá esté arriesgando su vida, no se diga la de su familia entera.

De ahí quizá se explique la exagerada ferocidad de sus contrincantes, estimulados por los mega y gigabancos puestos en jaque y que dominan el mercado de Wall Street y buscan defenestrarlo con cualquier pretexto banal o real.

Benczkowski remató que «las acusaciones no deben dejar duda de que el Departamento de Justicia está comprometido a perseguir a quienes socavan la confianza del público inversionista en la integridad de nuestros mercados de materias primas [commodities]».

William Sweeney, director asistente a cargo de la oficina de campo en Nueva York del FBI, agregó que la manipulación probablemente impactó a «mercados correlacionados [sic] y a los clientes del banco que representaron» mediante un «esquema complejo en el comercio de metales preciosos de manera tal que afectaron negativamente el equilibrio natural de la oferta y la demanda». ¿Jaque también a la banca europea y latinoamericana?

Lo más interesante es el periodo de investigación de ocho años que inició cuando apenas EEUU llevaba tres años de su grave crisis financiera de 2008, producto de la quiebra de Lehman Brothers, y todavía era presidente Obama quien no tuvo el coraje ni la voluntad de poner orden en Wall Street y en los mercados globales.

No falta quienes aduzcan que se trata de una vendetta de Trump contra sus acosadores y acusadores del fallido Russiagate y que ahora han vuelto a la carga con otras trivialidades que buscan su defenestración (impeachment) bajo cualquier excusa.

En forma extraña le han dado mucho juego al fajo de billetes de 20 dólares que tenía Trump en la bolsa trasera de su pantalón. Cabe recordar que en su sonada entrevista a Play Boy de hace 29 años, Trump, cuando era Demócrata antes de convertirse a Republicano, manifestó que el prefería el efectivo (cash), como casinero que fue, y los bienes raíces, como inversionista inmobiliario en la actualidad, a los juegos financieros bursátiles.

El Departamento de Justicia de EEUU no está golpeando a cualquier banco, sino que se fue a la yugular del principal banco global del viejo sistema financiero internacional basado en los ‘derivados financieros [hedge funds]’, por lo que el haber expuesto la flagrante manipulación del oro y la plata que dañó a millones de inversionistas en EEUU y en el extranjero es probable que signifique el advenimiento de un nuevo orden financiero global apuntalado por el oro y la plata.

A mi juicio, en caso de una reelección de Trump, es probable que se esté preparando la ambientación idónea para impulsar al oro y la plata —en EEUU ya existió incluso un Partido de la Plata en el Siglo XIX— como baluartes del nuevo sistema financiero internacional, al unísono de Rusia/China/India, y que curiosamente formó parte de la plataforma electoral del Partido Republicano en la elección presidencial pasada y que sabe mejor que nadie la grave crisis que padece el dólar.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

LA VERDAD QUE OCULTA LA RESERVA FEDERAL DE EEUU Y LA PEOR CRISIS QUE SE AVECINA

Por Liliya KhusainovaMaría Ivánnikova

La Reserva Federal anunció una nueva reducción de las tasas de interés en un 0,25%. Sputnik conversó con el economista estadounidense y corredor de bolsa Peter Schiff sobre la verdad oculta tras las acciones de la Fed.

Según el comentarista económico, el cuarto programa de Quantitative Easing (QE) —flexibilización cuantitativa— de la Reserva Federal ya podría estar en marcha. Es una herramienta de política monetaria que consiste en dotar al sistema de liquidez, incrementando la cantidad de dinero en circulación en los mercados.

Pero el programa jamás llevará oficialmente esa etiqueta. En vez de eso, vendrán con una nueva palabra para describir lo que están haciendo de manera que desvíe la atención de la verdad. El QE es solo la monetización de la deuda. Es la inflación pura, donde el dinero es creado por un banco central para comprar deuda pública», explicó Peter Schiff en declaraciones a Sputnik.

Es la segunda vez que la Reserva Federal recorta la tasa de interés referencial de EEUU desde la crisis financiera de 2008. Schiff consideró que «la próxima crisis financiera será mucho peor que la anterior«. 

«No solo será la pérdida de valor de la deuda hipotecaria subprime, sino de los bonos del Tesoro de Estados Unidos y del dólar».  

En este contexto, el economista estadounidense observó que «los rusos han sido listos al vender los bonos del Tesoro y comprar oro«. 

Para Schiff, la crítica del mandatario estadounidense, Donald Trump, a la Reserva Federal cuando era candidato a la Presidencia, era correcta. «Ahora está criticando a la Fed por repetir los mismos errores», señaló.

Trump reaccionó inmediatamente a la reducción de los tipos de interés del pasado 18 de septiembre con una publicación en su cuenta de Twitter y calificó las acciones de la Fed como «otro fracaso».

CONFIRMAN PRESAGIOS DE UNA NUEVA CRISIS GLOBAL

El director de inversiones de Saxo Bank, Steen Jakobsen, comentó a Sputnik qué es lo que podría provocar una nueva crisis global.

A finales de agosto, los rendimientos de los bonos del Tesoro de EEUU a 30 años estaban disminuyendo en medio de la volatilidad en los mercados mundiales, aumentando así de los riesgos para la economía global. Al mismo tiempo, el 28 de agosto, el indicador cayó al 1,905%, un nuevo mínimo histórico.

Jakobsen confirmó en una entrevista a Sputnik que una reducción tan brusca del rendimiento de los bonos es la antesala de una nueva crisis.

Especialmente si estamos hablando de una disminución simultánea de las tasas de interés y del rendimiento. Estos dos factores son precursores de un crecimiento negativo, que a su vez afectará los activos», explicó el economista.

Según el director de inversiones de Saxo Bank, la entidad presta mucha atención a la probabilidad de una recesión.

«Cuando sucede [una recesión], los activos pierden un 25% de su precio. Es decir, si uno tiene una cartera clásica y no toma ningunas medidas, pierde un 25% o incluso un 50% del valor base durante la recesión», concluyó. 

La amenaza de una recesión surgió en medio de la guerra comercial entre EEUU y China. Los países han impuesto repetidamente varios paquetes de aranceles. Según el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la introducción de aranceles continuará hasta que las partes concluyan un acuerdo beneficioso para los dos países. Al mismo tiempo, el líder estadounidense expresó su preocupación por la situación económica en el país.

(*) Cortesía de Sputnik Mundo

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MUNDO

El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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