OPINIÓN
Con sabor a engaño humano
Comuna México, por Benjamín Mora //
Hay vidas que se denigran en un santiamén cayendo a lo más despreciable, ignominioso, miserable, mezquino y ruin; vidas que, pudiendo trascender hacia lo más alto, digno y humano, prefieren las inmundicias de las cloacas y los caños al confundirse con los animales que ahí habitan, comen y se reproducen. Seres que se desprecian a sí mismos y a los suyos por hacerse de lo que no les pertenece y quedarse en dónde tampoco pertenecen.
Decía mi madre, nos basta con tener para estar, sino que hay que ser para estar y pertenecer. Todo lo quieren y con nada habrán de quedarse, porque en sus corazones solo hay rencores e ignorancia; llegaron llenos de rencores y pretenden gobernar desde su ignorancia. Son mediocres y gustan de la mediocridad. Eligen solo porque son mayoría y no porque sepan elegir. México se descompone porque unos vándalos se hicieron del poder; no solo de hoy sino de siempre, pero hoy y aquí desde un discurso salvífico que se desmorona entre mentiras, engaños y cobardías, y un amiguismo subordinado, evidente y obnubilado.
Rosario Piedra Ibarra es la nueva presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos solo porque con trampas antidemocráticas, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Montreal, y demás cómplices lograron hacerse de lo que temían no ganar por las buenas. Ricardo Monreal prometió lo que jamás cumpliría: rehacer el proceso de elección. Hubo candidez que rayó en estupidez en quienes creyeron en la palabra de quien había probado ser un tramposo, un anti demócrata, un pirata electoral. Se llamaron a engaño cuando ellos se engañaron a sí mismos. Madero quiso jugar al mártir cuando no supo defender una causa justa. Madero pretendió parecer un político de altura cuando no descifró las fuerzas detrás de cada candidatura a la CNDH. Madero quiso hacernos creer que en política no todos los perros tienen dueño sin mirar quiénes jalan de sus cadenas. Madero cayó y calló.
López Obrador dice estar complacido de la elección de Rosario Piedra, pero no, él está complacido con la obediencia de sus senadores. Los resultados serán siempre los que el dueño de la jauría ordene y mande a sus perros. Monreal y otros de igual pequeñez solo obedecen. Una elección limpia en la Comisión Nacional de Derechos Humanos exigía gallardía, probidad, honestidad y confianza, y nada de ello hay en quienes orquestaron tan grande mentira, tan imperdonable robo. Vuelven, una vez más, al engaño porque la verdad les incomoda. Temen a la verdad.
La función principal del miedo es la supervivencia; sin embargo, cuando el miedo desencadena reacciones sociales como las que provocaron los senadores de la 4T solo pueden tener un mal augurio y peor final. Los miedos del presidente López Obrador lo llevan a perder control sobre sus impulsos, hablando vaciladas tempraneras, ofendiendo, alentando ilegalidades y decepcionado a sus seguidores y complaciendo a sus detractores. Los miedos del Presidente son disfuncionales como disfuncionales son las conductas que llevan a cabo, él y muchos de su gabinete.
Tienen a Rosario Piedra al frente de la Comisión, pero no tienen la confianza ciudadana en la Comisión pues ésta perdió su valor de años de buenos oficios. Ganando, perdieron, al igual que hoy tienen al Instituto Nacional de Desarrollo Social pero no a las organizaciones de la sociedad civil. Son dueños de nada.
Ahora solo nos quedan las instancias internacionales de Derechos Humanos para hacernos volver a un verdadero y confiable Estado de Derecho. Creo que los ombudsman u ombudsperson de antes en México, son los indicados para encabezar esta causa a la que millones de mexicanas y mexicanos nos sumaríamos. Es un caso de escándalo que merece visualizarse y virilizarse a nivel mundial para que Rosario Piedra jamás sea convocada en foro ninguno en el mundo sobre derechos humanos. La OEA también debe emitir su opinión y fijar su postura. Almargo, secretario general de la OEA, sabe del caso.
Quien aún le cree al Presidente, sabe que se engaña a sí mismo y ello, poco a poco, le conducirá a una auto decepción. Quien votó por López Obrador y aun le cree, vive en medio de un conflicto moral que terminará por saberse responsable de ese México que se desmorona, o acaso creen que Dos Bocas es viable, que Santa Lucía se podrá coordinar con los demás aeropuertos de los valles de México y Toluca sin afectar a vuelos y pasajeros, que la Guardia Nacional no hace la guerra sucia de Trump hacia los migrantes centroamericanos, que el Tren Maya respetará a la selva y la vida que contiene, que es legítimo el gobernador de Baja California, que los niños y niñas de las guardería de Sedesol merecían tal trato, que los niños y niñas con cáncer podrán sobrevivir sin medicamentos, que se soltó a Ovidio Guzmán para proteger la vida de quienes viven en Culiacán y no por torpezas de quienes son responsables de la seguridad ciudadana y el combate al delincuente, que Evo Morales hubiera ganado otra elección en su país, que Maduro tiene feliz, bien alimentado y con salud al pueblo venezolano, que vivir en Palacio Nacional no es demasiado fifí para un presidente de supuesta izquierda… Las interrogantes son simples y las respuestas deben nacer de la razón.
Rosario Piedra tuvo la oportunidad de trascender bien y eligió a la más ruin de las opciones. Se destruyó a sí misma y, de paso, derrumbó la historia de vida de su madre. Su bajeza denigró hasta a la medalla Belisario Domínguez otorgada a su madre. Rosario Piedra ya está derrotada porque el valor de su palabra dejó de existir, o quizá jamás lo tuvo.
Decía Milton Verle: Si la oportunidad no golpea, construye una puerta. Hay que construir otra puerta a la CNDH en tribunales como el de La Haya o la OEA, pues la de aquí quedó salpicada de inmundicias humanas tomadas de los retretes de San Lázaro.
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