OPINIÓN
DE FRENTE AL PODER /// AMLO, hipótesis sobre su épica

Por Óscar Ábrego ///
¿Cómo es posible que a poco más de dos meses de iniciado su gobierno, Andrés Manuel López Obrador continúe desbaratando todos los récords de popularidad en México? Basta con observar la más
Reciente medición de El Financiero; según este medio de comunicación, en una encuesta presentada el pasado 7 de febrero, el nivel de aceptación del presidente llegó al 86 por ciento, algo nunca antes visto desde que se toma el pulso social.
De acuerdo con este sondeo, el combate al robo de combustible disparó la aprobación del mandatario, lo que sugiere que a pesar de las afectaciones a diversos sectores productivos y las molestias ocasionadas a la ciudadanía en general, la gran mayoría respalda la lucha que emprendió.
Lo anterior nos invita a plantear algunas hipótesis para responder la cuestión con la que inicia esta columna.
Para comenzar, creo que las mañaneras ruedas de prensa lograron el propósito planteado desde el arranque de su gobierno: marcar la agenda mediática nacional.
Guste o no a los opinantes profesionales, lo cierto es que la estrategia para informar sobre los programas y acciones del gobierno, así como atajar o enfrentar “escándalos” noticiosos a hora muy temprana, ha sido muy exitosa. Incluso ya se ha reportado que día con día crece el número de ciudadanos que prefieren escuchar a López Obrador que ver los noticiarios matutinos, algo que no ocurre en ningún lugar del mundo.
Por otra parte, Andrés Manuel logró lo que nadie antes: hacer de su lucha contra la corrupción una batalla épica.
Recordemos que el término épica se refiere a un género literario que relata las hazañas de héroes que representan los ideales de toda una sociedad. Es decir, una épica cuenta la lucha de uno o más héroes contra todo aquello o aquel que el pueblo desea derrotar.
Sí, a López Obrador se le puede acusar de muchas cosas, pero no de corrupto. Es así que también podemos explicarnos porqué Enrique Alfaro recibió una tremenda rechifla en la premiación de los Charros de Jalisco; atacar al héroe es una pésima idea cuando éste libra una guerra que cuenta con el respaldo de casi todo el pueblo mexicano.
Así pues, hay algunas señales que nos dicen que en el ánimo del ciudadano común habita la convicción de que, por primera vez en muchas décadas, su presidente no es el líder de las mafias que hicieron de México una de las naciones más corruptas del orbe; por el contrario, pareciera que en el ambiente flota la sensación de que la palabra Patria comienza a llenarse otra vez de significado.
Otra variable que aparece en el centro de la popularidad de AMLO, tiene que ver con su gran capacidad para comunicarse. En especial me refiero al tono de sus palabras, no a la tonada de su voz.
Quienes aplicamos la Programación Neurolingüística en la vida cotidiana, sabemos que las cargas emocionales en el mensaje son muy poderosas cuando se trata de llegar al corazón y mente de las personas; pues bien, para eso Andrés Manuel es un maestro; no sólo es hábil para conectar con sus públicos, sino que además conoce las rutas por las que provocará en entusiasmo de sus oyentes.
Pero hay algo más, López Obrador posee una virtud que escasea bastante en la clase política: goza de una enorme credibilidad ante un buen porcentaje de la población. Y es que la credibilidad genera confianza, y la confianza enciende la luz de la esperanza.
Para concluir, habrá que poner el acento en algo de suma importancia: predicar con el ejemplo es la fuente de su impresionante popularidad.
A los ojos del gran elector, viajar en clase turista, hacer una escala a pie de carretera para comerse unas garnachas, o saludar con un beso en la frente a la abuelita más querida del pueblo, ha despertado en millones de mexicanos un sentimiento de identidad y solidaridad con su presidente. Por eso es común que veamos que sus visitas a diversos puntos del país se convierten en un suceso multitudinario.
Ahora bien, tampoco se puede ser ingenuo, en algún momento el desgaste propio que implica el ejercicio del gobierno minará el bono democrático que hasta hoy mantiene
Andrés Manuel; sin embargo, bien vale la pena dejar constancia de que –al menos en el arranque de su gestión- ha dejado muy en claro que un asunto es la opinión publicada, y otro muy distinto, la opinión del público al que le habla.
Deportes
Fenómeno permanente: La violencia creciente en el futbol mexicano

– Miscelánea Deportiva, por Esteban Trelles Meza
Mucho se habla y se dice del tema de la violencia en los estadios de nuestro país, pero nadie hace algo contundente para no solo controlar, sino erradicar este fenómeno, que es un lastre que cada vez crece más cuando la solución no solo es de los dueños de equipos, sino de la autoridad gubernamental, que debe tener mayor injerencia y severidad en cuanto a la mala conducta de los aficionados, que los propios jugadores propician; también la violencia.
Los municipios tienen el control y la obligación de brindar seguridad a todos los actores en un encuentro de fútbol; el inspector autoridad debe ejercer su función aplicando el reglamento de buen gobierno no solo en la afición, sino en los jugadores mismos, cuerpo técnico dentro y fuera de la cancha, fundamentalmente esta última con pseudoaficionados de “barristas” enajenados que hacen lo que quieren y son violentos en extremo.
En un país machista como el nuestro, donde los ánimos se exasperan paulatinamente en un encuentro en el que el factor número uno es la venta y el consumo indiscriminado de las cervezas, los aficionados, como se diría en el Viejo Oeste, sacan sus revólveres para querer pelear envalentonados con el alcohol ingerido; todos se hacen los occisos (gobierno, directivos, cuerpo técnico, prensa, jugadores y afición).
Ahora bien, resulta increíble que la autoridad prácticamente acabe con la industria tabacalera, en las propias cajetillas de cigarros advierten que es nocivo para la salud, prohibiendo su publicidad en las tiendas de abarrotes principalmente, los tienen escondidos cuando las bebidas embriagantes difunden y promocionan al máximo en una hipocresía de las autoridades que rayan en lo absurdo con un comportamiento patético.
Resulta incongruente que el deporte de las patadas sea manejado con los pies, literal, cuando debería ser la mente, con un razonamiento congruente, prevaleciendo la educación y la moral, así como los principios y buenas costumbres.
Imagínese usted, amable lector, que las bebidas embriagantes las anuncian en las camisetas de los jugadores. Independientemente de la brutalidad publicitaria que se maneja alrededor del deporte en general, el mensaje no solo es para nuestra juventud, sino para todos (niños, jóvenes y adultos). Hay una complacencia y aceptación absurda e increíble.
Las tomas que hacen en la TV al público, vemos a los jóvenes con tremendos envases de litro, indistintamente el sexo por igual, que incluso dándose cuenta de que las ponen en cámara, presumen levantando el brazo con la bebida de manera eufórica.
Como siempre sucede, las personas de mayor posición económica son privilegiadas y no se juntan con “la chusma” cómodamente en sus palcos y plateas; ahí sí se puede disfrutar el fútbol en familia, lo que resulta un riesgo hacerlo en las graderías y zonas populares, que un padre de familia responsable jamás arriesgaría a los suyos de manera peligrosa. El lenguaje “folklórico” y florido está a la orden del día, envueltos todos en esa violencia verbal, y qué decir del grito homofóbico en el que hasta los niños participan.
Yo me pregunto, qué autoridad educada con moral y principios prohibiría la venta de cerveza en los estadios, cuando esta industria malamente sostiene el fútbol y otras disciplinas.
¿Por qué no hacen lo mismo que la industria tabacalera con mensajes contra el consumo del cigarro que impone el gobierno, cuando en este país las adicciones son número uno con las bebidas embriagantes? En los llamados “anexos”, los jóvenes, son principalmente alcohólicos a temprana edad y después el consumo de drogas y estupefacientes. Dentro de los espectáculos populares, en el cine y sus salas de proyección no tienen bebidas embriagantes y se disfruta amenamente en familia.
El tenis es completamente diferente como espectáculo; su público es refinado y educado, con un silencio absoluto en el juego, donde todos los aficionados participan de buena manera y disfrutan con premios económicos para los tenistas millonarios, con aforos ciertamente reducidos que no sobrepasan, como máximo, los 5 mil espectadores; incluso hay encuentros de más de 4 horas y todos lo disfrutan.
De la farándula en espectáculos, el ambiente es tenso y peligroso con los “narcocorridos” y las bebidas embriagantes en palenques en las ferias a lo largo y ancho del país. Su público es temerario, está prácticamente “encima” de los artistas de manera estrecha e incluso, como se dice, se meten al ruedo con botella de licor en mano y se abrazan con sus artistas; las damas llevan mano e incluso beben con el artista.
Los involucrados en el futbol, principalmente los comentaristas televisivos, se rasgan las vestiduras, “no entienden” qué propicia la violencia en los estadios; lo saben perfectamente: es la venta indiscriminada de cervezas. Los menores de edad (18) se embriagan fácilmente, creando consumistas de por vida para enriquecer a los empresarios cerveceros que dominan el mercado con jugosas ganancias millonarias en un vicio de impunidad en aras del consumo inagotable que cada vez más tiene bebedores en potencia, que ahora los jovencitos y demás son también clientes consumistas a la par de los hombres (equidad de género malentendida).
Cuántos futbolistas a lo largo de la historia en este país son los principales protagonistas de la violencia, con señas obscenas y ademanes hacia la tribuna, provocando a los aficionados e insultándolos principalmente a la progenitora, como lo hacen los argentinos manual y verbalmente: “La concha de tu madre que te parió”, señalando con sus manos sus genitales, y no solo argentinos, todo tipo de sudamericanos. Y con sus ademanes inapropiados, los entrenadores que también se meten con el público; son inadmisibles.
Dónde está, me pregunto, la autoridad (inspector municipal) gubernamental para sancionar no solo a los jugadores, sino al cuerpo técnico que se mete con la afición. Recordamos al finado Tomás Boy, que hacía ademanes a la tribuna de manera soez y vulgar; incluso en el Estadio Jalisco se subió a las gradas para golpear a un aficionado sin recibir sanción alguna dirigiendo al Atlas.
Cuauhtémoc Blanco en aquel “festejo” de levantar el pie como perro para festejar un gol; en ese momento debieron expulsarlo por burlarse del rival. Tiempo después, el propio Henry Martin (“original”) del todopoderoso América, nuevamente copió mientras el árbitro ni se inmutó. Esa actitud que reglamentariamente es conducta inapropiada, exaspera no solo al rival, sino al “hincha” recalcitrante que solo busca un pretexto para la camorra.
Los “hinchas” argentinos son violentos en extremo; recordamos un encuentro de la Copa Libertadores que el técnico de Boca Juniors escupió en la cara al “Bofo” Bautista al señalarle con la mano cuatro dedos, que fueron los goles que “Chivas” de Guadalajara le metió al equipo argentino en el Estadio Jalisco y los eliminó.
Definitivamente, no existe peor barbarie en el mundo de las broncas descomunales, como la de los pseudofanáticos de “Gallos Blancos” de Querétaro, que en vídeo se ve cómo golpeaban en la cabeza a varios aficionados del Atlas. Por supuesto existieron muertos con la complicidad y cobardía del otrora góber precioso, Alfaro, quien dejó a la Fiscalía de Querétaro que encarcelara aficionados tapatíos que fueron a esa ciudad, quienes fueron los agredidos. Para colmo de la barbarie, a un joven estudiante le truncaron la vida, traumando a su madre viuda. El hijo era su sostén y la mantenía, la dejaron abandonada a su suerte.
“La montoneada” de los aficionados criminales queretanos era de diez a uno, masacrándolos a los atlistas hasta dejarlos inconscientes, no puede ser que el saldo fuera blanco, solo heridos, ¡pamplinas!
La violencia en los estadios de fútbol tiene que parar. Todos piden una credencialización individual, revisar a los aficionados, cuando la realidad es que las bebidas embriagantes se deben prohibir, quitando las cantinas más grandes del mundo.
Finalmente, debemos establecer que la violencia es permanente, con una susceptibilidad a flor de piel, y que los conatos de bronca entre todos deben terminar (jugadores, técnicos, árbitros, redes sociales, prensa, “barristas” y afición misma).
E-mail: etrememodelos@hotmail.com
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
JALISCO
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
La autorización del Tribunal de Justicia Administrativa (TJA) para construir 17,000 viviendas en Valle de los Molinos y la presión de desarrolladores para levantar una torre de 15 pisos en Colomos III amenaza la sostenibilidad de Jalisco, evidenciando un sistema donde los intereses privados prevalecen sobre el bien público.
El gobernador Pablo Lemus, el alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, al igual que la presidenta municipal de Guadalajara enfrentan una batalla jurídica contra desarrolladoras, mientras la sociedad exige proteger el patrimonio natural.
¿Es irreversible esta situación? ¿Qué revela sobre el desarrollo urbano en Jalisco?
COLOMOS III: UN PULMÓN EN PELIGRO
El Bosque Los Colomos, un Área Natural Protegida vital para el agua en Guadalajara, enfrenta una seria amenaza si el TJA accede a la demanda de la empresa Paseo Pabellón S.A. de C.V. para que construya 140 departamentos en Colomos III. Lemus ha jurado impedir esta obra, calificándola de atentado ecológico.
El TJA suele justificar sus fallos por omisiones de los gobiernos municipales, como no entregar información a tiempo, un ejemplo de lo que el especialista Jesús Ibarra llama la “mafia del ladrillo”. Este patrón, donde ayuntamientos fallan y tribunales favorecen a constructoras, pone en riesgo el derecho a un medio ambiente sano.
Lemus insiste en que Colomos III es una zona de protección hidrológica, pero el fallo del Sexto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito, que ordenó devolver 5.7 hectáreas de Colomos III a particulares, representa un revés para el gobierno de Jalisco.
Jurídicamente, la decisión no es irreversible: el gobierno y el Ayuntamiento pueden recurrir a amparos federales o revisiones extraordinarias, argumentando el impacto ambiental y la violación de planes parciales que prohíben urbanizar esta área. Sin embargo, la lentitud burocrática y omisiones pasadas han permitido avances de desarrolladores, complicando la defensa del bosque.
VALLE DE LOS MOLINOS: UN DESASTRE INMINENTE
En Zapopan, el TJA autorizó 17,000 viviendas en Valle de los Molinos, una zona frágil en infraestructura y recursos hídricos. Frangie advierte que este megaproyecto, que duplicaría la población con 65,000 habitantes, colapsaría servicios y agravaría inundaciones y cambio climático al reducir la filtración de agua.
Lemus respalda esta postura, prometiendo frenar el desarrollo. El Plan Parcial de Desarrollo Urbano de Zapopan limita la urbanización en esta área, y un amparo colectivo, coordinado con la Consejería Jurídica, busca revertir la autorización del TJA, priorizando el interés público y la sostenibilidad.
UN SISTEMA CORRUPTO Y LEYES LAXAS
Ambos casos reflejan un “triángulo de corrupción urbanística” entre el TJA, ayuntamientos y el Congreso de Jalisco. Omisiones municipales, como no proporcionar información completa, permiten fallos favorables a desarrolladoras, mientras el Congreso no ha fortalecido leyes ambientales ni revisado la designación de magistrados del TJA.
El ambientalista Miguel Magaña Virgen alerta que esta urbanización descontrolada convierte a Jalisco en una “isla de calor”, afectando el equilibrio ecológico y la calidad de vida.
El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030 prioriza la agenda ambiental, pero casos como Colomos III y Valle de los Molinos prueban la capacidad del gobierno de Lemus para pasar de palabras a hechos.
Paula Bauche, titular de Semadet, subraya que el medio ambiente es una prioridad, especialmente para los jóvenes, y promete trabajar por un Jalisco sustentable. Sin embargo, el desafío es equilibrar el desarrollo económico con la preservación del patrimonio natural.
LA LUCHA POR EL BIEN COMÚN
Lemus, Frangie y Vero Delgadillo enfrentan un desafío monumental. La vía jurídica, con amparos respaldados por estudios técnicos, es la herramienta inmediata para frenar estos proyectos. La Consejería Jurídica, liderada por Tatiana Anaya, coordina estrategias con Zapopan y Guadalajara, involucrando a la sociedad civil para fortalecer la defensa.
Colectivos ciudadanos y propuestas como la del PRI Jalisco, que exige información pública y movilizaciones, refuerzan la presión social para proteger estas áreas.
Más allá de los tribunales, Jalisco necesita transformar su modelo de desarrollo urbano. Fortalecer planes parciales, regular la designación de magistrados y fomentar la participación ciudadana son clave para evitar que intereses privados prevalezcan.
La sociedad jalisciense, como actor crucial, debe mantener el activismo para defender el agua, los bosques y el derecho a la ciudad. Como ciudadanos, debemos preguntarnos: ¿permitiremos que el lucro de unos pocos destruya el patrimonio de todos?
No hay que bajar la guardia. Luchas como las que encabeza Laura Haro, activista defensora del medio ambiente, son muy loables, esa ha sido su bandera desde que se inició en el activismo social y que ha cambiado convertida en lideresa política.
Los casos de Valle de los Molinos y Colomos III exponen un sistema que favorece a desarrolladoras sobre el bien público. Lemus y Frangie, con el apoyo de la Consejería Jurídica, luchan por revertir estas decisiones mediante amparos y presión ciudadana, alineados con el Plan Estatal 2024-2030. La sociedad debe permanecer vigilante para garantizar un Jalisco sustentable, donde el medio ambiente y el interés público no sean negociables.