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OPINIÓN

El derecho, la obligación y el deseo de aprender

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Educación, por Isabel Venegas //

En una contingencia como la del COVID19 no sirvieron de muchos los referentes históricos para medir el tamaño, duración, proporción y costo del aislamiento social; en lo que respecta a la educación nadie pensó que pudiera prolongarse por semanas, luego meses y que ahora se esté pensando en el cierre del ciclo escolar sin asistir a la escuela, hay quien incluso ha mencionado que el inicio del siguiente está en veremos.

Durante los primeros días en nuestro país las expresiones de padres, maestros y directivos mostraban expectativa, se escuchaban con ánimos, algunos incluso (dijeran los estudiantes) nada más “daban avión”: total cuando regresemos habremos de recuperar lo más que se pueda, y como se pueda; pero tomando como referente las grandes tragedias de otros países como Estados Unidos, Italia y España que dicho sea de paso, comparten múltiples similitudes con el sistema educativo mexicano, han propuesto medidas drásticas ponderando por encima de todo la vida de estudiantes, maestros y de toda la comunidad.

El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, por ejemplo, ha declarado que los colegios no volverán a abrir en todo lo que resta del año escolar, en tanto que en nuestro país del mismo modo que en España, la estructura educativa se prepara para hacerse la pregunta ¿Cómo vamos a evaluar el ciclo lectivo? ¿Qué va a pasar con los alumnos que estaban en sexto grado de primaria, o los de tercero de secundaria que estaban a punto de egresar de la enseñanza básica? Hoy México se encuentra amenazado por varias crisis que convergen en un momento de mucha incertidumbre: lo económico, la salud, la política y la educación, la interrogante de qué es lo que se puede hacer no se deslinda de las implicaciones de cada una de esa toma de decisiones.

El pasado 16 de abril a cuatro días de concluir el período vacacional de semana santa y pascua, el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, anunciaba que las clases se reanudarían en modo virtual, en tanto que el Presidente de la república, Andrés Manuel junto con el Subsecretario de Salud Hugo López, presentaban un modelo escalonado de regreso a la forma presencial de acuerdo al comportamiento de los contagios por municipio. Según el grado de enfermedad aquellos que tuvieran niveles altos tendrían el regreso a clases el 1 de junio, y para quienes pudieran estar atendiendo la emergencia de forma muy efectiva podrían volver el día 18 de mayo; mientras tanto a nivel universitario se anunciaba por parte de la Universidad de Guadalajara que no habría forma de volver sino hasta el ciclo escolar siguiente.

De cualquier modo, incluso en el mejor de los casos habrá que buscar medidas para enfrentar por lo menos un mes más con trabajo a distancia; la propuesta de Jalisco en voz del Secretario Juan Carlos Flores Miramontes, sigue siendo el uso de plataformas virtuales, los canales de televisión abierta y las guías impresas distribuidas por la jefaturas, supervisiones y comités de participación social.

Es natural que muchos padres de familia expresen con angustia sobre el tiempo que se avecina, del mismo modo hay profesores que preguntan por todos esos estudiantes que no tienen computadora, a quienes no llega el acceso de internet, muchos de ellos enclaustrados en sus casas donde 4 o 5 miembros comparten un solo equipo, dispositivos que también utilizan ahora los papás para hacer trabajo en casa, o los hermanos para jugar y mantenerse entretenidos.

Un sistema educativo de la magnitud del mexicano, con sus enormes discrepancias y desigualdades no puede ser analizado desde una sola perspectiva. No es lo mismo hablar de los niños de primaria, cuyos padres y maestros han hecho un enorme esfuerzo, pero que no dejan de requerir como elemento medular de su formación del contacto y convivencia para consolidar su mirada hacia el otro, entender el universo de su comunidad y valorar los esquemas de organización social; que a hablar de jóvenes universitarios quienes ahora pueden tener muchas más opciones de formación en esquemas de libertad y autogestión.

Pensar en la fortaleza que tiene la educación a distancia o virtual como medio para democratizar el acceso al conocimiento, también deja ver el enorme rezago que ya desde antes marcaba una realidad lacerante para comunidades que estaban destinadas a modos meramente reproductivos, de una educación muy limitada y pobre. Los estudiantes hoy tienen una oportunidad más allá de tener o no internet, una computadora o acceder a una plataforma específica: La posibilidad de que lean un libro durante la contingencia, que consulten los temas que se presentaron durante los dos periodos previos al confinamiento, que comenten en familia sus experiencias, aspiraciones y realicen una reflexión sobre lo que están viviendo, son riquezas que van más allá de lo que un currículum puede prever.

No hay escuelas para todos, no hay edificios donde todos los estudiantes puedan hacer la carrera que quieren, no todos mis alumnos de secundaria querían estudiar en el turno vespertino, o no a todos les parece buena la carrera técnica que el área de planeación creyó más pertinente de acuerdo a su contexto (muy probablemente diseñado hace varias décadas, pero sin miras a renovar), a pesar de las carencias, y de la lucha entre el derecho y la obligación, surge el resplandor del deseo.

Son los estudiantes que quieren aprender aquellos que han enfrentado esta crisis con entereza, son los profesores que quieren enseñar los que prontamente buscaron modos y estrategias que han costado horas de desvelos y memes por montón evidenciando cuántas veces nos hemos equivocado tratando de hacer una clase en línea y sin tener idea de cuanto más vamos a errar. Hoy tenemos la oportunidad de ver a la escuela más allá de un edificio, repensar en la educación como el vínculo que nos une en la búsqueda de un potenciador de ese anhelo, la herramienta que nos puede llevar a ser otro tipo de personas, generar una nueva comunidad, hermanar a estudiantes y profesores que viven el proceso de enseñanza-aprendizaje, sin separarlo, sin dividirlo.

Ver a la educación como las alas que se abren para cada uno de nuestros alumnos, es el motor que nos anima a buscar todas las formas posibles de hacer llegar recursos que los ayuden, pero no hay alas que puedan volar si el ave no desea abrirlas. ¿Quién pone en el corazón del niño el deseo por nutrir su alma de cosas bellas, de aquello que lo hagan ser mejor? Se trata de descubrir sus capacidades y darse cuenta que no hay límites, que él puede seguir aprendiendo desde su casa lo que sea, como sea, lo que pueda.

Si llegado el momento nos vemos en la necesidad de evaluar a nuestros alumnos, la clave estará en el diálogo de ¿qué fue lo que aprendiste de esta experiencia? Seguro podremos recuperar una enorme riqueza de ello. Para aquellos alumnos que solo platiquen sobre horas interminables de Netflix, de video juegos o de Facebook, habremos encontrado una área de oportunidad en la carencia de la motivación intrínseca de aprender, abriendo con ello la pauta a un abordaje que va más allá de tener un aula, una plataforma o una cantidad sin fin de materiales didácticos.

¿Tiene sentido ahora poner un 6, un 7 o un 10?

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa venegas@hotmail.com

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MUNDO

Discurso de individualismo extremo: La derecha que no salva, un riesgo disfrazado de esperanza

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

A la derecha le gusta imaginarse como el lugar del orden, de la razón y del mérito. Su narrativa gira en torno a ideas como “eficiencia”, “disciplina”, “libertad individual” y “trabajo duro”. Durante décadas, fue una forma efectiva de contrastarse con los excesos o fracasos de ciertas izquierdas: burocracias gigantes, discursos revanchistas, populismos disfuncionales.

Pero esa imagen está dejando de sostenerse. La nueva derecha —la que hoy marca tendencia en redes, encabeza algunos gobiernos y monopoliza micrófonos— ya no representa ninguna de esas virtudes. Lo que ofrece no es ni orden ni racionalidad: es puro espectáculo.

Ahí están Donald Trump, Javier Milei y Santiago Abascal como muestra. Tres líderes que han hecho del grito una política, del insulto un argumento y del caos una bandera. Ninguno de ellos ha demostrado ser particularmente eficiente, pero todos han sabido capitalizar una narrativa emocional basada en el resentimiento. Dicen luchar contra “el sistema”, pero lo hacen desde la cima.

Se presentan como outsiders, aunque lleven años en la política. Proclaman amor por el mercado, pero están más cómodos en la cultura del meme que en los fríos informes financieros.

Ya no les interesa defender un modelo económico coherente, ni sostener el legado intelectual de la derecha liberal o conservadora clásica. Su apuesta es otra: dominar el flujo de la conversación pública. Ser tendencia. Explotar la ansiedad de las masas que se sienten traicionadas por las élites ilustradas, por los expertos, por las instituciones. No importa si lo que dicen es contradictorio, vacío o incendiario: lo importante es provocar, atraer, dividir.

Este fenómeno tiene su correlato empresarial. En América Latina, por ejemplo, el caso de Ricardo Salinas Pliego es ilustrativo. El magnate no solo es dueño de empresas y medios: se ha posicionado como una figura política, aunque sin partido ni candidatura. Lo hace desde sus redes sociales, donde predica una mezcla de darwinismo social, desdén por los pobres, burla al Estado y culto a su propio éxito. Su mensaje no es técnico ni ideológico: es emocional. Una especie de “si yo pude, tú también, y si no puedes, es tu culpa”.

Se presenta como víctima del gobierno, del sistema judicial, del fisco, de la prensa. Lo paradójico es que lo hace desde una posición de privilegio absoluto. Pero funciona. Porque hoy ser rico no te quita autoridad moral: te la da.

Lo que representa Salinas Pliego es la figura del empresario redentor. Ya no se trata sólo de emprender o generar empleos. Se trata de suplantar al político. De sugerir, directa o indirectamente, que sólo quienes han tenido éxito en los negocios deberían tener poder de decisión. Como si administrar una cadena de tiendas fuera lo mismo que diseñar políticas públicas complejas, garantizar derechos o defender libertades.

La nueva derecha abraza con entusiasmo esta figura. En lugar de cuadros técnicos, promueve personajes estridentes. En lugar de programas serios, vende frases virales. En lugar de instituciones sólidas, propone personalismos autoritarios. El resultado es un nuevo tipo de populismo: no uno basado en el pueblo contra las élites, sino en el individuo omnipotente contra todo lo que le incomoda: el Estado, los impuestos, los medios, la ciencia, el disenso.

Esto es peligroso por muchas razones. Primero, porque convierte la política en un campo de guerra cultural permanente, donde todo se juega en el terreno de la identidad y el agravio, no de las soluciones. Segundo, porque desmantela los equilibrios democráticos bajo la excusa de “quitar trabas” al genio del líder. Y tercero, porque socava la idea misma de lo público: el Estado ya no es visto como una herramienta de justicia o bienestar, sino como un obstáculo para los exitosos.

La derecha que alguna vez promovió instituciones, reglas, competencia ordenada y responsabilidad fiscal, ha cedido el paso a una versión desfigurada de sí misma: histriónica, rabiosa, individualista hasta el delirio. Y con ello ha perdido una oportunidad valiosa de ofrecer respuestas a las crisis reales del presente: desigualdad, cambio climático, desinformación, polarización social.

Lo más inquietante es que esa derecha ni siquiera cree en la derecha. No cree en la tradición, ni en los contrapesos, ni en la democracia representativa. No cree en el pensamiento liberal clásico ni en los valores conservadores. Lo que quiere es mandar, imponer, sobresalir. Su único principio es el triunfo inmediato. Su única ideología es el narcisismo.

No se trata de negar que muchas izquierdas también han fallado, ni de defender modelos ineficientes o autoritarios. Reconocer esos errores es fundamental para avanzar y evitar repetirlos. Sin embargo, es necesario advertir que esta derecha contemporánea no es en absoluto el remedio frente a esos fallos.

Más bien, puede ser vista como una versión invertida, que comparte con ellos la misma concentración de poder en figuras carismáticas, la misma tendencia a polarizar y simplificar debates complejos, y la misma dificultad para aceptar matices o posiciones críticas.

La derecha actual, con su discurso enfocado en el individualismo extremo, el rechazo a la diversidad de ideas y la tendencia a imponer su visión como la única válida, representa un riesgo igual de serio para la democracia y la convivencia social. Así, lejos de ser una alternativa equilibrada o una corrección necesaria, esta derecha puede resultar igual de problemática y dañina en el largo plazo.

Lo sensato —y quizás lo verdaderamente subversivo hoy— es pedir madurez política. Pedir ideas complejas. Pedir responsabilidad institucional. Pedir liderazgos que no se alimenten del conflicto constante. En tiempos de histeria, el pensamiento es revolucionario.

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MUNDO

El dominio del dólar

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Gracias a Donald Trump y su política económica, la incertidumbre permea en las economías occidentales y genera desconfianza en la potencia de la economía estadounidense para hacer que el dólar siga siendo la moneda internacional de referencia. La inquietud existe, es real, principalmente por la fragilidad actual de las finanzas estadounidenses.

Las finanzas públicas de los Estados Unidos lucen mal, con un déficit de 7.26% en 2024 y una deuda pública de 34.5 billones de dólares, equivalente al 120.7% del PIB. Lo anterior y la falta de acciones fiscales que reduzcan el déficit han llevado a las calificadoras internacionales, Moodys la última, a rebajar la calificación de la deuda estadounidense que por primera vez cae de la calificación AAA y la mayoría la mantiene en ese nivel con perspectiva negativa, recomendando cautela.

No será la primera vez que los EUA caigan en situación económica comprometida, pero sí es la primera vez que el encargado de resolverlo no tiene las mejores calificaciones y sus políticas parecen tener las prioridades invertidas.

Algunos teóricos argumentan, con razón, que la estabilidad de una economía abierta depende de la existencia de una potencia capaz de garantizar mercados abiertos para el comercio, una economía sólida de respaldo para economías en crisis y una moneda estable, y esas condiciones parece estarlas perdiendo el país emisor del dólar. Por el momento no inspira confianza ni a sus aliados y su economía no es tan sólida.

Sin embargo, a pesar de esas condiciones adversas, no existe por el momento otra moneda capaz de sustituir al dólar como moneda de referencia. La fortaleza creciente de China no le da al Yuan esa posibilidad, porque en ese país sus mercados de capitales carecen de liquidez propia y el control estatal es rígido, sin que dejemos de notar el hecho de que en la competencia por mercados y en inversión ha incrementado su presencia en países emergentes, como duro rival comercial.

Por otra parte, el euro, producto del consenso de la Unión Europea, tampoco ofrece garantías sólidas como moneda de respaldo, pues el conjunto de Estados que conforman la Eurozona no siempre camina en la misma dirección.

Las alternativas no son atractivas por ahora y es mucho más aventurado pensar que las criptomonedas pudieran ser alternativa. Es un hecho que, en el momento, la debilidad del dólar ha propiciado que las operaciones financieras busquen monedas más fuertes como protección temporal en tanto cesa la incertidumbre arancelaria y se estabiliza el dólar. Pero esto es coyuntural en espera de mayor estabilidad de mercados.

Quedan tres años de zozobra e incertidumbre en los que la esperanza es que las fuerzas reales de la economía obliguen al impredecible presidente estadounidense a reconsiderar sus decisiones. La responsabilidad global que contrajo al liderar al país más poderoso del mundo lo deben obligar a considerar otras premisas, distintas a lo que parece ser su guía, que es su manual de negociación comercial.

Se advierte su preocupación por mejorar el ingreso y compensar el déficit, sin embargo, la política arancelaria que busca ser recaudatoria ha tenido graves efectos en la estabilidad de su moneda. La otra prioridad es el nivel de la deuda, y ese no podrá ser reducido sin afectar al gasto gubernamental. Adicionalmente, en ese contexto, surge la iniciativa de ley fiscal actualmente discutiéndose en el Congreso, la cual reduce el gasto social, pero también reduce impuestos, lo cual no suena muy congruente si lo que se busca es reducir el déficit. Sus efectos han sido ampliamente criticados por economistas de renombre.

No es halagüeño el panorama económico de los EUA y eso ha venido a sacudir la economía mundial, pero eso no será por el momento la causa de que el dólar deje de ser la moneda de referencia.

En México, algunos celebran que la paridad peso-dólar mejore, pero es un espejismo que no debiera engañarnos. El dólar está débil; no es que el peso esté fuerte y nuestro déficit, al igual que lo elevado de la deuda, tienen en riesgo la calificación crediticia del país.

Añadiendo la reforma judicial y la falta de normatividad para las nuevas instituciones que sustituirán a los desaparecidos reguladores, no hay buenas señales. Nuestra economía es un espejo de la estadounidense y dada la incertidumbre que nos acompañará en los próximos tres años, es más recomendable generar alternativas más potentes, realistas y creativas que el Plan México, que nos permitan no caer víctimas de la turbulencia vecina.

Por lo demás, el mundo seguirá negociando, teniendo, por ahora, al dólar como moneda de referencia, pues aun en la situación de vulnerabilidad de la economía estadounidense no hay moneda que lo remplace y la comunidad internacional puede, como lo ha hecho hasta hoy, navegar en la incertidumbre, pagando el costo con un magro crecimiento.

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JALISCO

La defensa y el rescate de la transparencia

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

El Congreso de Jalisco avanza en la armonización de la normativa local con los recientes cambios federales en materia de transparencia gubernamental, rendición de cuentas y protección de datos personales. Las comisiones legislativas de Puntos Constitucionales y Electorales, y de Participación Ciudadana, Transparencia y Ética en el Servicio Público del Congreso de Jalisco aprobaron una reforma a la Constitución estatal en materia de transparencia que decreta la extinción del ITEI.

Los cambios que se avecinan en esta materia son preocupantes; sin embargo, no hay duda de que existe el tiempo suficiente para que Jalisco marque su ruta hacia un sistema enfocado en mantener y respetar los derechos de acceso a la información pública y la protección de datos personales.

Independientemente de la reforma federal en la materia, que ordena la desaparición de los órganos garantes, era un hecho que se tenía que cumplir con el plazo y armonizar la legislación local. El punto clave es la oportunidad de, bajo parámetros ya establecidos en la región, legislar de la mejor manera para que en Jalisco se creen las condiciones que permitan la continuidad de los modelos de acceso a la información pública que durante años se construyeron en nuestra entidad federativa.

Por eso, el grupo «Compromiso Jalisco» hace un llamado a esta legislatura para que se comprometa con la transparencia y vea más allá de los colores partidistas, por un Jalisco Transparente. Formado en el marco de la Feria Internacional del Libro 2024 (FIL 2024), el grupo «Compromiso Jalisco» reúne a ciudadanas, ciudadanos, personas académicas y periodistas.

Su propósito es impulsar el diálogo y la colaboración democrática, lo cual es fundamental para armonizar las normas e instituciones que aseguren los derechos de acceso a la información y protección de datos personales.

Han presentado a esta LXIV Legislatura del Estado de Jalisco una propuesta elaborada desde la participación ciudadana que contiene y propone: «Participación ciudadana en un sistema estatal de transparencia y acceso a la información (subsistema nacional)”, “fortalecimiento de los órganos internos de control», y en esencia, un «nuevo modelo de transparencia y acceso a la información» a partir del 1 de enero de 2026, o al contar con las respectivas leyes secundarias.

Esto busca garantizar una transición al nuevo modelo legal e institucional que no propicie la suspensión o menoscabo del ejercicio de los derechos fundamentales de acceso a la información y protección de datos personales.

Cabe mencionar que el grupo «Compromiso Jalisco» está integrado por personas que, durante las últimas dos décadas, han procurado y luchado por los derechos de acceso a la información. Han participado en diversas iniciativas para garantizar su acceso y difusión, buscando, sin lugar a duda, que Jalisco sea un referente nacional en la materia.

Los perfiles de quienes conforman este grupo son de especialistas en transparencia, rendición de cuentas y protección de datos personales; aparecen nombres como: Mauricio Merino Huerta, Pedro Vicente Viveros Reyes, Miguel Navarro Flores y José Bautista Farías. Por ello, no debe ignorarse este tipo de participación ciudadana, que busca eliminar la política partidista en la legislación, la cual muchas veces va en contra de los intereses de la sociedad o de nuestro estado.

Al final, los diputados y las diputadas deben su representación a la sociedad y deben acercarse a todos para reconstruir en Jalisco lo que, a nivel federal, se debilitó en contra del derecho humano al acceso a la información pública.

En este sentido, es importante que en Jalisco se mantenga la participación ciudadana que genere y garantice el acceso a la información, priorice la rendición de cuentas y, por consecuencia, el combate a la corrupción a través de la transparencia. Esta reforma debe aprovecharse a favor de la entidad y no de intereses partidistas, ya que el grupo «Compromiso Jalisco» ha presentado una propuesta formal y directa al Congreso del Estado.

Esperamos llegar a buen puerto en materia de transparencia, protección de datos personales y rendición de cuentas. Que la aprobación del pleno en la legislatura actual vele por Jalisco y por los derechos humanos de quienes lo habitamos, y que los medios de comunicación den la suficiente cobertura a lo que acontezca en el Congreso. Al final, es la mejor manera de que la información salga a la luz y la transparencia sea la herramienta idónea y eficaz contra la opacidad, la simulación gubernamental y una rendición de cuentas social.

Exigir el respeto irrestricto de un derecho humano como el acceso a la información se volverá habitual ante las últimas reformas generadas. Por lo tanto, levantar la voz por la transparencia es una obligación real. Esperemos que las voces ciudadanas como el grupo «Compromiso Jalisco», en aras de la participación democrática y del combate a la corrupción, se hagan notar en un Jalisco que, durante más de dos décadas, ha procurado ser un referente nacional en la materia.

El rescate de la transparencia en Jalisco es una tarea colectiva que exige compromiso ciudadano y voluntad política. Por un Jalisco donde la transparencia no sea una promesa de discurso, sino una realidad.

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Tendencias

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