OPINIÓN
No estábamos preparados, pero ¿ahora sí?

Educación, por Isabel Venegas //
Acepto el debate de utilizar el término de pandemia por su nivel de letalidad y no por su alcance en el contagio. Entiendo que lo que se quería era impactar en la prevención y aunque hemos caído en una crisis de angustia y desasosiego, para algunos de tanto escuchar la palabra terminó por perder su sentido original; en parte eso justifica que en la ciudad de México se haya convocado a los mejores creativos para hacer una campaña publicitaria dura, tal vez cruel, pero al final contundente.
Esos genios de la mercadotecnia y la manipulación de masas, muchos de ellos rivales profesionales, hoy se ven unidos para crear una estrategia dado que el ¡Quédate en casa! ya se desgastó; dicen las autoridades locales que eso ya llegó a los que tenía que llegar y ahora están pensando en leyendas, espectaculares, audiovisuales, etc. para convencer a todos aquellos que hoy siguen diciendo “esto no es cierto”, “de algo me he de morir” y “que sea lo que Dios quiera”.
Una particularidad de esos estrategas suele ser la visión tan amplia con la que contemplan los problemas; ellos saben que el ser humano no es una máquina de un comportamiento simple, que si bien lo reduce a una forma ordenada de comunicación por conveniencia, ésta no deja de ser compleja y viva, es decir, cada uno de nosotros puede llegar a ser tan impredecible como las circunstancias que le toque enfrentar a cada momento.
El hombre está lleno de paradojas y contradicciones, interrogantes, simulaciones, muchos arrepentimientos llenos de frustración por haber sabido lo que se debía hacer, pero haber reaccionado de manera diferente ante un momento de crisis. Ahí está la emergencia, la sorpresa, esa falta de capacidad que tenemos para predecir cómo vamos a actuar ante determinadas circunstancias; si alguna vez te has quejado porque la señorita del clima no ha tenido buen tino advirtiendo que llovería y has tenido que cargar con el paraguas en vano, no te imaginas cómo les va a los investigadores sociales.
La cantidad de herramientas con las que nos vamos haciendo para enfrentar la adversidad, proviene tanto de nuestra herencia genética, de la escolaridad, de la capacidad de observación y de los referentes más o menos cercanos que nos permiten aprender de sus experiencias. Gracias a las redes sociales, para la crisis del COVID19 pudimos observar lo que sucedía en China, en Italia, en España, en Estados Unidos, por ejemplo.
Algo que hemos venido a descubrir es el enorme parecido que tenemos con la mayoría de los países extranjeros en el funcionamiento de los sistemas de educación pública. Según la oficina regional para América Latina son 156 millones de estudiantes los que han dejado de ir a las aulas físicas para tratar de seguir estudiando desde sus casas, pero como apunta la cadena alemana Deutsche Welle (DW) el internet ayuda pero ha abierto un debate sobre la doble brecha de desigualdad que está acentuando.
Con lo anterior queda claro que, si por un lado tenemos dificultad para reaccionar de manera correcta ante una crisis con todo y con que tengamos bastante información para actuar, no es seguro que lo hagamos de la mejor manera, mucho menos si esa información se mezcla con noticias falsas, con referentes confusos, con contradicciones de las mismas fuentes, etc.
Ya hemos visto cómo nos fue en estas semanas de trabajo escolar a distancia: no ha sido fácil, había quienes ni siquiera manejaban su cuenta de correo electrónico desde hacía mucho tiempo, el whatsapp se volvió tan glorioso como demoníaco y el classroom fue el guapo de la fiesta al que antes de ese baile nadie había puesto atención; pero al mismo tiempo de seguir revisando cómo nos está yendo sigue una tarea obligada, pensar en cómo va a ser el regreso a clases porque si un día nos sorprendió esta situación, no nos debe sorprender ni la Fase 4 y mucho menos la 5; tratar de prepararnos contemplando diferentes escenarios, incluso sabiendo que la sorpresa estará ahí, debemos analizar las posibilidades y recursos con que contamos para hacerlo lo mejor posible, estando abiertos a la incertidumbre y dispuestos para el factor sorpresa.
Dice el secretario Esteban Moctezuma que nos “preparamos” para regresar considerando el apoyo de los padres de familia para que los alumnos ingresen a los planteles con la hoja firmada de compromiso de no estar enfermos; en entrevista con Azucena Uresti, periodista de Milenio TV, afirma que ya no hay grupos de 60 alumnos y que el promedio está entre 15 y 20 estudiantes, y que los comités de participación social serán los encargados, junto con los profesores de resolver la problemática de aquellos planteles a los que ni siquiera llega el agua, solicitando pipas, con tambos e incluso con cubetas.
El funcionario insiste con que llegará el momento en el que habremos de “recuperar” el tiempo perdido, y que de una u otra manera tendremos que habilitar el espacio para asegurar que no se pierda el ciclo escolar.
La escuela mexicana debe superar la visión de un sistema mecanicista, que piensa que debe actuar como si fueran líneas de producción en la que la calidad de sus productos responde a ciertas variables controlables y que se puede medir al final con un instrumento de revisión. El sistema educativo ya no puede ni debe ser visto como la cantidad de horas clase, de días vividos en el salón y de respuestas correctas en un examen. El resultado de un sistema educativo se ve en la capacidad de sus ciudadanos de reaccionar de manera correcta ante una emergencia, y aunque en el primer momento puede “destantear” la situación, finalmente las herramientas cognitivas que hayamos desarrollado serán la pieza clave para salir mejor parados al final de la contienda.
Hoy debemos empezar a sopesar propuestas para el resto de la contingencia y para la vuelta a clases:
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Manejar proyectos interdisciplinarios que fortalezcan el trabajo por academias, que no requieran tantas horas de trabajo segmentadas por materias con lo cual los niños se ven agotados por una cantidad de trabajo extenuante puesto que no cuentan con la asesoría y el acompañamiento de los profesores para resolverlos, pero también ha generado un desgaste emocional y laboral en los docentes que ven una suma desbordada de tareas por revisar, así como de los padres de familia que tratan de ayudar a sus hijos entre su trabajo que no se acaba, las angustias del momento y las labores cotidianas del hogar.
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Al volver a los salones se deberá programar la asistencia por grupos reducidos, que mantengan la sana distancia y que favorezcan una verdadera asesoría por parte de los profesores para que se privilegie la tutoría real y el desarrollo emocional y psicosocial de cada estudiante, porque habrá que decirle al secretario Moctezuma que en Zapopan, por lo menos, nuestros grupos tienen registrados en la lista de asistencia a más de 60 estudiantes en secundaria.
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Reconvertir la figura de los supervisores y jefes de zona, cuyo perfil obedecía a una manera de ver a la educación desde la administración gerencial. Hoy la escuela pública requiere una mirada sistémica y no lineal, una concepción de comunidad y no de trabajo a destajo.
A todos los maestros que conozco los he escuchado decir que añoran sus escuelas, que extrañan a sus estudiantes con todo y lo agobiante que pueda ser el trabajo frente a grupo. Aseguremos que esa alegría no se esfume en cuanto empiece la revisión de “evidencias”; vivimos una situación inédita y como tal debe ser nuestra respuesta.
JALISCO
El juego de la incertidumbre de Donald Trump

-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
La reciente llamada de 40 minutos entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Donald Trump trajo un respiro temporal: la postergación por tres meses de aranceles a las exportaciones mexicanas.
Sin embargo, ¿disipa esto la incertidumbre que envuelve a México? ¿Beneficia a la economía? ¿Cómo lo reciben inversionistas y empresarios? ¿Persiste la incertidumbre?
Aunque la presidenta Sheinbaum mostró optimismo, la prórroga de 90 días es un alivio táctico, no una solución definitiva. Trump ha convertido los aranceles en una herramienta de presión volátil, usando temas como migración, narcotráfico y el déficit comercial para negociar.
Desde febrero de 2025, México vive bajo la sombra de aranceles del 25% o 30%, inicialmente pospuestos tras compromisos como el envío de 10 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera.
Sin un acuerdo claro o una renegociación sólida del TMEC, que inicia su revisión en 2026, la inestabilidad seguirá pesando sobre la economía mexicana, incluida la de Jalisco, un pilar exportador. ¿Ayuda a la economía mexicana?
La postergación protege, por ahora, a una economía que depende en un 80% de las exportaciones a EE.UU., especialmente en sectores clave para Jalisco como la cadena de suministro automotriz, la industria electrónica y la manufacturera.
En 2024, el comercio bilateral superó los 700 mil millones de dólares, y un arancel del 30% —aplicable al 28.6% de exportaciones que no cumplen las reglas de origen del TMEC, según Banamex— habría disparado costos para consumidores estadounidenses y desestabilizado cadenas de suministro integradas. No obstante, el beneficio es limitado.
La amenaza arancelaria frena la planeación a largo plazo.
Las proyecciones económicas son sombrías: Goldman Sachs estima un crecimiento del PIB de 0% para 2025; Gabriela Siller advierte una contracción de hasta 4% en un escenario extremo con aranceles del 25%; y la OCDE prevé una caída del 1.3%, agravada por la desaceleración de la inversión.
La prórroga evita un choque inmediato, pero no resuelve la dependencia del mercado estadounidense ni la incertidumbre estructural.
¿Cómo reaccionan inversionistas y empresarios?
El sector privado recibe la noticia con cautela. El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ve esperanza en la prórroga, pero lamenta la parálisis de más de 60 mil millones de dólares en inversiones, reflejada en la caída del 39% en nueva inversión extranjera en 2024.
En Jalisco, los empresarios enfrentan un dilema: diversificar mercados o aguardar claridad en la relación con EE.UU. La prórroga da tiempo para fortalecer estrategias como el Plan México, que busca aumentar la producción nacional, pero la falta de certidumbre limita su entusiasmo.
Conclusión
La postergación de aranceles es un respiro, pero no elimina el juego de incertidumbre de Trump. México gana tiempo para negociar, pero sin un acuerdo permanente, la economía, los inversionistas y los empresarios seguirán en vilo.
En Jalisco, el optimismo es moderado: hay espacio para avanzar en proyectos estratégicos, pero la sombra de la volatilidad comercial persiste. Sheinbaum debe aprovechar estos meses para construir una estrategia sólida que blinde al país ante las tácticas impredecibles de su vecino del norte.
JALISCO
Lemus ante el desafío histórico del SIAPA

-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
La política, en su versión más superficial, se ha convertido en un escenario de promesas vacías durante las campañas, donde los candidatos abordan los grandes problemas de la ciudad con discursos grandilocuentes que, una vez en el poder, se diluyen en selfies y mensajes huecos en redes sociales.
Este “empobrecimiento de la política” se refleja en la gestión del Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), organismo responsable de abastecer de agua a cerca de seis millones de habitantes en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).
Sin embargo, lo que alguna vez fue un modelo eficiente de gestión intermunicipal ha sido desvirtuado por prácticas políticas irresponsables que lo han llevado al borde del colapso, dejando a la ciudad en una crisis hídrica que exige soluciones urgentes.
El declive del SIAPA comenzó hace años, cuando políticos voraces lo convirtieron en un botín político. Durante el gobierno de Emilio González Márquez, el organismo se transformó en una “agencia de colocaciones” para aliados del PAN. Junto con el entonces dirigente estatal del partido, González Márquez repartió gerencias y direcciones entre alcaldes y líderes políticos, priorizando lealtades sobre la competencia técnica.
Este modelo de “cuotas y cuates” se consolidó con los gobiernos posteriores, que continuaron usando al SIAPA como un espacio para colocar a allegados, sin importar su preparación. Un caso emblemático es el de la famosa publirrelacionista, quien, tras manejar relaciones públicas en el Instituto Jalisciense de Reinserción Social (INJANRESO) y firmar convenios para la venta de productos de reclusos, fue nombrada en una plaza directiva del SIAPA por decisión arbitraria de un aliado político.
Este tipo de prácticas refleja la frivolidad que ha caracterizado la gestión del organismo en las últimas décadas.
Como resultado, el SIAPA enfrenta una crisis multidimensional: administrativa, financiera y técnica. Está prácticamente en bancarrota, con un déficit estructural que lo ha dejado al borde de la quiebra.
Mientras tanto, la infraestructura hidráulica de la ZMG, con tuberías y colectores obsoletos, es incapaz de satisfacer las necesidades de una población en crecimiento. Esta situación se agrava en temporadas de lluvias, cuando las inundaciones exponen el colapso de los sistemas de drenaje, poniendo en riesgo vidas y propiedades.
La irresponsabilidad de los políticos que han manejado al SIAPA con fines clientelares ha llevado al organismo a un punto crítico, donde la inacción ya no es una opción. Este escenario ha estallado en el mandato del gobernador Pablo Lemus, quien enfrenta una bomba de tiempo heredada por décadas de negligencia.
Inicialmente, la reestructuración del SIAPA no parecía estar en su agenda prioritaria. La reciente aprobación de un aumento tarifario, impulsada con el peso político del gobierno estatal y los votos de los alcaldes metropolitanos, se llevó a cabo sin un diagnóstico claro ni un plan concreto de reingeniería. Sin embargo, el caso de la publirrelacionista, que destapó las “miserias” del organismo, junto con las crecientes quejas de la ciudadanía y actores políticos por el deficiente servicio de agua, ha obligado a Lemus a actuar.
“Estamos trabajando en una reingeniería absoluta del SIAPA, que abarca desde recursos humanos, áreas administrativas, atención al cliente, hasta la mejora en el suministro de agua potable”, afirmó el gobernador el 27 de julio de 2025.
Subrayó que, tras el incremento de tarifas, el SIAPA está obligado a mejorar: “Lo dije desde el día que se aprobaron las tarifas: el SIAPA debe dar un mejor servicio”.
Lemus ha anunciado una inversión inicial de 9,000 millones de pesos para modernizar la red hidráulica de la ZMG, un esfuerzo crucial para reemplazar tuberías y colectores obsoletos. Este proyecto requiere la colaboración de los alcaldes metropolitanos, quienes forman parte del consejo de administración del SIAPA.
El gobernador ha prometido convocar a sectores clave —técnicos, académicos, empresarios, organizaciones civiles y medios de comunicación— para presentar un plan integral que aborde no solo la gestión del organismo, sino también la infraestructura subterránea de la ciudad.
Entre las soluciones propuestas está el drenaje profundo, una medida necesaria para mitigar el caos que las lluvias provocan en una metrópoli colapsada, donde las inundaciones representan un peligro constante.
La decisión de Lemus es una de las más trascendentes en Jalisco en las últimas cuatro décadas. Rescatar al SIAPA implica no solo sanear un organismo en crisis, sino también realizar una “cirugía mayor” a las entrañas de la ciudad.
Este desafío pone a prueba la capacidad del gobernador para superar las inercias de la frivolidad política que han marcado a la entidad. Si logra ejecutar un plan transparente y efectivo, demostrará el valor de una “buena política” que priorice el bienestar colectivo sobre los intereses de grupo.
Sin embargo, el éxito dependerá de la coordinación con los municipios, la participación de la sociedad y la rendición de cuentas. La ciudadanía, cansada de promesas vacías y selfies, exige resultados concretos: un SIAPA eficiente y una ciudad que funcione, incluso en los días de temporal.
Este momento histórico puede ser un punto de inflexión para Jalisco, donde la gestión responsable del agua marque la diferencia entre el empobrecimiento de la política y un gobierno que cumpla con su mandato.
NACIONALES
El crimen de vivir con dignidad

-Opinión, por Miguel Anaya
La historia de Irma Hernández es una tragedia mexicana con todas las letras: una maestra jubilada, convertida en taxista para sobrevivir, asesinada por no pagar “cuota de plaza” a un grupo criminal. No es una historia de ficción ni un capítulo más del realismo trágico nacional: es la vida —y la muerte— de miles que hoy, en este país, caminan la delgada línea entre sobrevivir y caer en la estadística.
Irma educó a generaciones enteras. Fue pilar de una comunidad, sembradora de futuro. Pero cuando llegó su retiro, el sistema la premió con una pensión que no alcanzaba para comer, menos aún para sobrellevar una enfermedad o vivir con dignidad. Y es así como la maestra, que durante décadas trabajó para el Estado, terminó su vida buscando ingresos en un volante ajeno, en una ciudad tomada por intereses que no son los de la ley, ni del pueblo, ni de la justicia.
Detrás de esta historia hay una cadena de fracasos: primero, la precarización del trabajo y la miseria disfrazada de pensión. Jubilados que deben seguir trabajando no por gusto, sino por necesidad, son un símbolo de un país que castiga a quienes entregaron su vida al servicio público, a ser productivos. El jubilado no pide riqueza sino dignidad.
Segundo, la inseguridad que se ha vuelto paisaje. No la inseguridad abstracta de cifras y reportes vacíos, sino la concreta: la que se siente en cada esquina, la que decide quién vive y quién muere, la que cobra derecho de piso como si se tratara de una tarifa institucional.
Tercero, el monstruo de la extorsión, esa epidemia silenciosa que arruina comercios, desaparece oficios, y también se cobra vidas. Hoy es más común de pago la cuota de plaza que la del impuesto predial. Se paga por miedo, se paga por costumbre, se paga porque ya no hay autoridad que proteja a nadie que no tenga escoltas, y a veces ni con ellos ajusta.
Y finalmente, el más devastador de todos: la normalización. Hemos dejado de conmovernos. A veces, ni siquiera nos indignamos. Solo registramos el hecho, lo compartimos un par de veces, y seguimos. Como si no se tratara de una tragedia nacional, sino de una rutina ineludible.
Pero en el fondo, lo más alarmante es esto: el crimen organizado ha ocupado las funciones del Estado. Cobran impuestos —llámese derecho de piso—, brindan “seguridad” —a cambio de sumisión—, y regulan el trabajo —con amenazas y violencia. Son, de facto, autoridades paralelas. No solo porque actúan con impunidad, sino porque llenan el vacío que los gobiernos, en todos los niveles, han dejado crecer por cobardía, complicidad o simple ineptitud.
El Estado ya no manda en vastas regiones del país. No gobierna, no protege, no impone justicia. Delegó su deber en el crimen, y este lo ha asumido con eficacia perversa. Las calles ya no responden a las leyes escritas en papel, sino a las que dictan los cárteles con plomo, miedo y silencio.
Irma no fue víctima del azar. Fue víctima de un sistema fallido, de un país que castiga al que trabaja y premia al que amenaza. Su asesinato no es un hecho aislado. Es una muestra de que, en México, hay zonas donde ser honesto y valiente puede costarte la vida.
Hoy Irma es nombre propio, pero mañana puede ser cualquier otro. Porque mientras no se recupere el control del territorio, mientras el Estado no asuma su deber de proteger, mientras no haya justicia ni condiciones de vida dignas para los más vulnerables, este país seguirá siendo eso: un territorio compartido entre los que mandan sin ley… y los que mueren sin voz.