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OPINIÓN

¿Y la responsabilidad del Gobernador?

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Opinión, por Daniel Emilio Pacheco //

Ha llegado el momento de poner en marcha una nueva etapa del Plan Jalisco Covid-19: la de la Responsabilidad Individual”, anunció, el jueves 11 de junio, Enrique Alfaro por medio de un mensaje en redes sociales.

Explicaba en su mensaje el Gobernador en lo que consistía la etapa de la Responsabilidad Individual: “Hoy cada ciudadano tendrá que vigilar su comportamiento, ser consciente y hacerse responsable de su salud y la de sus familias”.

Pero, lo ridículo del anunció de la etapa de la Responsabilidad Individual, es que se da justo cuando su gobierno pretende reactivar la economía de Jalisco. Dejando de lado las señales de alarma que vive el estado frente al Covid-19:

-Este sábado 13 de junio, la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ) notificó 396 casos nuevos de COVID-19, en un solo día.

-Hasta la fecha se han confirmado casos en 91 de los 125 municipios de Jalisco; de los cuales en 72 se tienen casos activos, es decir, personas que iniciaron con síntomas en los últimos 14 días.

-De los pacientes hospitalizados, al mediodía del sábado 13 de junio, se reportaban en condición estable (46), grave (267) y muy grave (52).

-En Jalisco se han registrado 305 casos positivos de SARS-CoV-2 entre personal de salud.

-Ese mismo día en que se anunció la etapa de la «Responsabilidad Individual”, la Secretaría de Salud Jalisco reportó 26 defunciones, el mayor número de muertes por Covid-19 en un solo día, desde que empezó la pandemia.

En el anuncio de la etapa de la «Responsabilidad Individual”, por supuesto que, apareció lo clásico de Enrique Alfaro: las fallas son de otros, los logros son de él.

Así lo dijo:

Esta nueva realidad (aumento de contagios y muertes) no es producto de la estrategia de reactivación económica ni de la puesta en marcha de la Fase Cero”.

La relajación de las medidas se dio antes de que iniciara esta estrategia».

«El problema es que hay quienes pensaron que no pasaba nada, que se podía regresar a la vida como la conocimos antes de iniciar la pandemia. Hoy estamos pagando las consecuencias”.

La gente salió a la calle, muchos a trabajar, muchos otros solo a romper el encierro”.

Ahora el Gobernador no recuerda que en Jalisco nos encerramos antes de tiempo. Sufrimos una campaña de amenazas que terminaron en un asesinato y protestas. Pidió créditos de miles de millones de pesos cuyo destino sigue siendo misterioso y sus serviles diputados, no solo los autorizan sin chistar, sino que ni siquiera piden cuentas de lo gastado hasta hoy.

Y si bien es cierto que, cada uno de nosotros, «debemos vigilar nuestro comportamiento, ser conscientes y hacernos responsables de nuestra salud y la de nuestras familias”, la responsabilidad del gobierno en cuanto a salud pública para con el pueblo de Jalisco, es irrenunciable. Las decisiones del Gobernador del Estado por supuesto que propiciaron el relajamiento social.

En el mensaje de la presentación de la etapa de la «Responsabilidad Individual», ya no vimos al candidato que, de marzo a mayo utilizó al Covid-19 como estrategia para posicionarse a nivel nacional, quien usó a académicos, diputados, opinólogos y periodistas para respaldar sus decisiones: evitar la transparencia, pedir recursos, disponer a su antojo del presupuesto y beneficiar empresas con adjudicaciones directas.

Pero también, debemos entender al Enrique Alfaro que necesita la etapa de la «Responsabilidad Individual», y decir:

Nos vamos a repartir la responsabilidad: los ciudadanos deberán de cuidarse a sí mismos y a su familia…»

El Gobierno se…«va a enfocar a reforzar nuestra capacidad hospitalaria (…); en ampliar la capacidad para hacer más pruebas y en ampliar la capacidad funeraria para el manejo correcto de cadáveres por el Covid-19”.

Lo expresa el Gobernador que, en pocos días ha tenido que confesar que el Gobierno Federal le quiere desestabilizar el Estado; que no controla ni siquiera sus Agentes Investigadores, pues en la Fiscalía alguien da órdenes y no es él, ni el fiscal general que el propio Enrique Alfaro puso.

Y lo peor del caso, saldremos a enfrentar la pandemia del Covid-19, porque no aguanta la presión de los empresarios, como ejemplo, la apertura de playas en Puerto Vallarta:

«Pregúntenle a los empresarios y trabajadores por qué, a mí no me pregunten», Enrique Alfaro.

Entonces, cuando el hombre fuerte del estado no es capaz de ser respetado por la autoridad Federal, no es escuchado por los que deberían de ser sus subordinados en la Fiscalía, y no puede resistir la presión de los dueños del dinero, entonces… Entonces, es mejor que ese hombre se haga a un lado y deje de estar pensando que puede guiar un país.

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OPINIÓN

La importancia de los switchers

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

Conforme se acerca la jornada electoral, es normal que una de las estrategias de los partidos políticos sea presentar encuestas donde van liderando las preferencias electorales. Es normal también, que algunas casas encuestadoras presenten ejercicios tendenciosos, realmente son pocas las encuestadoras que publican resultados de trabajos serios, con profundidad y a pesar de ello, éstas también pueden presentar encuestas con márgenes de error importantes.

Las empresas, por lo general, dividen a los encuestados en los siguientes segmentos: los electores que de forma segura votarán por un partido político; son llamados “voto duro”. Segundo, los que votarán en contra del partido del gobierno actual; este tipo de voto es llamado opositor. Tercero, los votantes que están indecisos. Cuarto, los electores switchers o cambiantes, que optan por modificar la orientación de su voto, ya sea producto de las campañas electorales o alguna otra circunstancia. Finalmente, se encuentran los abstencionistas quienes no acuden a votar.

Para un candidato o partido político es fácil saber en que segmento centrarse. El voto duro es importante mantenerlo, sin embargo, únicamente con los votantes seguros no se gana una elección, hay que ir sobre todo, por los denominados switchers.

Cuando una persona contesta una encuesta y afirma estar indecisa sobre por quién votar o incluso duda si acudirá a las urnas, por lo general ya tiene una idea de lo que hará, pero prefiere no compartirla, ya sea por mantener privacidad, porque no le gusta contestar la encuesta o porque ve alguna tendencia del encuestador que va en contra de sus afinidades.

A través de los años el votante switcher se ha multiplicado y se ha vuelto la parte central de las campañas electorales. Hace unas décadas en México solo había de dos sopas: El PRI o el PAN. Cada uno representaba una serie de valores entendidos y la gran mayoría de los votantes, sufragaba pensando en la marca partidista antes que en las personas.

Posteriormente, distintos partidos fueron apareciendo en la boleta. A finales de los ochenta el PRD se presentó de forma fuerte y casi se lleva la elección presidencial, también en la década de los ochenta surgió el Partido Verde. A principios de los noventa se fundó el Partido del Trabajo y a finales de esa década apareció Convergencia que hoy es Movimiento Ciudadano. A ellos les agregamos algunos partidos políticos locales que han pasado a través del tiempo.

Los partidos políticos, en busca de la rentabilidad electoral, se aliaron entre ellos y perdieron identidad. Por dar un ejemplo el Partido Verde empezó como independiente, pero en los últimos años ha sido aliado del PAN, del PRI, del PRD y actualmente lo es de Morena. El PRI y el PAN que eran antagónicos hoy son aliados electorales.

Todo lo anterior llevó a que los diferentes partidos sonarán a lo mismo y fue entonces que los votantes se enfocaron en las personas que aparecen en la boleta por encima de las marcas partidistas; de esta manera los votantes switchers, aumentaron de manera significativa. Es por eso, que salvo Morena que tiene un segmento de ciudadanos afines que vota al partido sin importar los candidatos, el resto de los institutos políticos tiene un voto duro muy pobre.

Habrá quien considere que los switchers son prácticamente un mito, pero si volteamos a ver los procesos electorales de México y Jalisco, en las últimas tres elecciones, los candidatos a presidentes y gobernadores ganadores han provenido de partidos políticos distintos, es decir los votantes cambian de opinión constantemente. El voto duro ha servido de poco para mantener al partido en el poder.

Los bunkers de los equipos de campaña, al notar que, en muchas ocasiones, las marcas personales son más fuertes que las partidistas se han enfocado en emprender guerra sucia sobre las figuras de las y los candidatos, esperando denostarlos y que los votantes, cambiantes de opinión, eviten decantarse por cierta persona.

Faltan pocos días para la jornada electoral y seguramente, las descalificaciones, fake news y guerra sucia arreciarán y veremos un proceso turbio, esperemos que esto no desaliente la participación ciudadana.

Salgamos a votar desde el compromiso con nuestra nación, con conocimiento sobre las y los mejores candidatos. Que el humo del marketing electoral no nos nuble el juicio.

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NACIONALES

La política, la ética y el Estado

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Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Para millones de mexicanos la política, la ética y el Estado son elementos que, aunque conviven obligadamente, hace muchísimo que no tienen concordancia; que están desfasados entre sí y esto propicia el caos que vivimos actualmente en lo referente a nuestra integridad como nación.

Cuando hablamos de ética, vienen –irremediablemente- los conceptos del bien y del mal.

Y hablar del bien y del mal conlleva a los juicios obligados que determinan los valores de una sociedad, es decir la moral, que impera en los diferentes grupos humanos.

Pero la moral alude al acuerdo social de lo que es bueno, justo, deseable para un grupo de personas, pero…que puede diferir de lo que otro grupo u otra sociedad considera como tal.

Por ello en las distintas entidades de la República Mexicana se tienen conceptos diferentes sobre la actuación de los políticos en su ejercicio público.

¿Hay entonces moral de diseño para cada grupo social? Se pudiera decir que sí, porque en el plano colectivo son los usos, las costumbres, las tradiciones, la cultura, inclusive el género, los que pueden dar la orientación, el estilo o la forma en que esos grupos sociales consideran lo que es el bien y lo que es el mal en sus comunidades.

Esa es la moral pública. La que tienen todos pactada, sin necesidad de papeleo, simplemente porque “así es”. 

Los problemas surgen cuando los acontecimientos, conductas y comportamientos atentan en contra de esos acuerdos morales que existen en grupos sociales definidos. Quienes transgreden dichos acuerdos pueden ser señalados con índice de fuego, pueden ser penados socialmente o sufrir condenas creadas específicamente para “castigar” a quienes se han atrevido a violar dichos arreglos colectivos.

La moral, como otras situaciones, cambia de acuerdo a las circunstancias sociales. No es lo mismo hoy que hace 50 años. Por ejemplo, hace medio siglo se “castigaba” a las madres solteras incluso desde la autoridad, puesto que en las actas de nacimiento se clasificaba como “hijo natural” al niño cuyo padre no se hacía responsable o no daba su “nombre” por diversas situaciones morales.

Otro castigo social era para quienes no se casaban por lo civil o la Iglesia, puesto que se les negaban servicios religiosos o se les estigmatizaba por atentar contra las buenas costumbres que entonces imperaban. Hoy en día esas “conductas inmorales” carecen, en la mayoría de las sociedades, de exclusiones o sanciones sociales y oficiales.

La moral evolucionó. La moral cambió. Las sociedades evolucionaron, cambiaron y los acuerdos tácitos morales también mudaron de piel.

Algunos grupos sociales no reconocen ni dan validez a conceptos que predominan en las diferentes sociedades. La moral del norte de México, por ejemplo, dista bastante de la moral de las entidades del sureste o las del centro del país.

Algunos políticos parecen descarados cuando aceptan que sí robaron, “pero nomás poquito” y vuelven a pedir el voto y la confianza del electorado. Otros han sido incluso condenados por delitos, pero salen de la cárcel y vuelven a las andanzas políticas y a las inmoralidades.

El dicho famoso de que “en política la moral es un árbol que da moras” no es producto de la casualidad. Es consecuencia de la desfachatez, lo sinvergüenza y el cinismo que impera entre aquellas personas dedicadas a la política.

Sin embargo, la ética la política y el Estado no pueden estar sujetos a los vaivenes de la moral o a las veleidades morales.

La búsqueda del bien común es la finalidad de todas las sociedades; pero no será posible lograrlo con políticos rapaces, mentirosos, viles, falsos, acomodaticios, desleales, faltos de integridad personal, deshonestos, cínicos y sin compromisos sociales, de moral adaptada a su codicia, a sus ambiciones de grupo que los alejan de los valores fundamentales humanos.

Sobran los ejemplos de esta clase política que sólo actúa en función de un interés individual, de una conveniencia de partido o con sus cerradas miras ideológicas impuestas desde el poder que detentan. Sobran los ejemplos de esta clase política que dice una cosa y hace lo contrario; que se compromete a efectuar acciones benéficas y, con descaro, sin miramientos, destruye lo que beneficia a las mayorías, argumentando falsos preceptos de honradez, honestidad e integridad personal.

¿Cómo identificar a estos amorales, inmorales y políticos faltos de ética? Basta y sobra revisar sus palabras, sus discursos, sus diatribas y compararlos con sus actos de gobierno. Siempre salen perdiendo, aunque la percepción generalizada sea de connivencia.

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JALISCO

Entre olvidos y controversias: El tercer debate de Jalisco desnuda tensiones de la campaña gubernamental

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En una arena cargada de ambiciones y promesas, el tercer debate para la gubernatura de Jalisco, organizado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado, en el Centro Universitario de la Costa, se convirtió en un espectáculo de acusaciones y olvidos. Olvidos, sobre todo, de aquel pacto de civilidad que, firmado con pompa apenas el lunes anterior, quedó sepultado bajo el peso de los reproches y las críticas entre los candidatos.

Puerto Vallarta, usualmente escenario de placidez turística, fue testigo de un mar agitado por las turbulentas aguas de la confrontación política. Los temas dispuestos para la discusión —desarrollo económico, empleo, salario, vivienda, cultura, salud y deporte— prometían un debate constructivo, enriquecido además por la participación de preguntas de menores de edad de todo el Estado. Sin embargo, la realidad fue otra.

Las promesas leídas por los candidatos, pues fueron la mayor parte del tiempo incapaces de hablar y ver la cámara, se escuchaban más ligadas a la fantasía que a la estrategia bien fundamentada, dejando a los ciudadanos en un mar de dudas sobre su viabilidad.

Claudia Delgadillo, abanderada de la coalición “Sigamos Haciendo Historia por Jalisco”, prometió la construcción de hospitales y programas de vivienda que, aunque suenan atractivos, resonaron huecos en la ausencia de detalles sobre su financiamiento y ejecución. Delgadillo, con evidente nerviosismo en su voz, de repoblar el corazón de Guadalajara y de apoyar a los deportistas, pero sin un claro cómo se materializarían tales ideales en la práctica.

Por otro lado, Laura Haro de “Fuerza y Corazón por Jalisco”, desplegó una lista de medidas económicas como reducciones de impuestos y apoyos a los emprendedores con una soltura que contrastaba con la falta de profundidad en el cómo se implementarían tales medidas. Prometió mil millones para emprendedores, un gesto grandioso, pero sin el sustento de un plan claro que calmara las suspicacias sobre la realidad de tales fondos.

Pablo Lemus de Movimiento Ciudadano no se quedó atrás en esta feria de promesas. Sus siete nuevos hospitales, el programa “Mi primera chamba” y cien unidades deportivas, aunque dibujaron un panorama esperanzador, no escaparon a la sensación general de ser más un espejismo electoral que proyectos concretos y detallados.

Lemus repitió varias veces su promesa de ser el primer gobernador de Jalisco que corra un medio maratón, ¿para qué esta promesa? Ni idea, así de alejado de la realidad luce el político de las motivaciones que busca el ciudadano jalisciense para dar su voto.

El espectáculo de este tercer debate no solo destacó por la magnitud de las promesas, sino también por la evidente falta de preparación para detallar el cómo de cada propuesta.

Este encuentro fue un claro reflejo de la desconexión entre el deseo de captar votos y la realidad de la gestión pública. Los ejes de desarrollo económico, empleo, cultura, salud y deporte quedaron, irónicamente, en segundo plano, eclipsados por el despliegue de promesas electorales que, aunque diseñadas para impresionar, dejaron un sabor de incertidumbre y escepticismo.

Claudia Delgadillo, de la coalición «Sigamos Haciendo Historia en Jalisco», aprovechó la ocasión para continuar su enfrentamiento con Pablo Lemus de Movimiento Ciudadano, acusándolo nuevamente de violencia política de género. Lemus, por su parte, se defendió y no desaprovechó la oportunidad para señalar las supuestas incongruencias patrimoniales de Delgadillo, desviando la discusión a terrenos personales y dejando de lado las propuestas que debían ocupar el centro del debate.

Laura Haro, del bloque PRI-PAN-PRD, no se quedó atrás en este juego de señalamientos, arremetiendo contra Morena por su «idolatría a la muerte» y acusando al candidato presidencial de MC, Jorge Álvarez Máynez, de conducta indebida, lo que desató una serie de réplicas en redes sociales que solo contribuyeron a elevar el tono del enfrentamiento.

El punto culminante de esta feria de acusaciones llegó cuando Lemus, en un intento de desacreditar a Haro, la vinculó directamente con Alejandro Moreno, líder nacional del PRI, a lo que ella respondió enardecida, prometiendo llevar el asunto ante las autoridades electorales. Este intercambio de acusaciones dejó en evidencia la profunda división y el ambiente envenenado que impera en la política local donde las emociones se desbordan con la misma facilidad con que las promesas electorales se desvanecen en el aire.

La candidata de Fuerza y Corazón por Jalisco, Laura Haro Ramírez, no solo protagonizó un enfrentamiento verbal con su contrincante de Movimiento Ciudadano, Pablo Lemus Navarro, sino también con los medios de comunicación presentes, en un episodio que refleja la tensión y la polarización que actualmente impera en el ambiente político del estado.

El detonante de esta contienda verbal fue la acusación de Haro hacia Lemus, calificando sus comentarios como misóginos y constitutivos de violencia política de género, una grave acusación en un contexto donde la sensibilidad hacia estos temas está a flor de piel. Sin embargo, la ironía se palpaba en el aire cuando Haro, al mismo tiempo, desestimaba la gravedad de haber llamado “borracho” al candidato presidencial de los naranjas, Jorge Álvarez Máynez, argumentando que tales comentarios no equivalían a violencia política.

Este incidente escaló rápidamente cuando Haro abandonó el lugar, acusando a los periodistas de estar “vendidos”, un grito que resonó no solo en el recinto, sino a través de la opinión pública, dejando una estela de dudas sobre la objetividad y la independencia de los medios en tiempos electorales. La discusión se intensificó cuando se le preguntó por la consistencia de sus acusaciones y defensas, a lo que respondió con una mezcla de enojo y desdén, acusando a los medios de perpetuar una visión errónea de lo que realmente constituye la violencia política de género.

La actitud defensiva de Haro se hizo evidente cuando intentó desviar la conversación hacia otros temas, insistiendo en que su enfoque estaba en denunciar la violencia real y no en participar en juegos de palabras que, según ella, solo servían para confundir a la audiencia. Sin embargo, su intento de controlar el flujo de la conversación solo sirvió para exacerbar las tensiones, culminando en un punto muerto donde ni los argumentos de la candidata ni las preguntas de los periodistas lograron avanzar hacia un entendimiento común.

En un entorno donde la ley de violencia política contra las mujeres en razón de género busca proteger los derechos políticos de las mujeres, la confusión y las acusaciones cruzadas solo sirven para socavar el espíritu de esta legislación, dejando en evidencia la brecha entre la intención de la ley y su aplicación práctica.

Mientras Jalisco se prepara para una elección que podría redefinir su futuro político, los incidentes como el de Haro y Lemus son recordatorios perturbadores de que, en la política, las palabras no solo tienen peso, sino que también tienen consecuencias, a menudo prolongadas y polarizadoras.

Queda un último debate, y con él, la última oportunidad para que los candidatos muestren su capacidad de elevar el nivel de la discusión y de ofrecer a los ciudadanos de Jalisco, no solo ataques, sino verdaderas soluciones a los problemas que enfrenta su estado. La pregunta es si serán capaces de recuperar el terreno perdido y restaurar la dignidad de la política en los ojos de sus electores.

En X @DEPACHECOS

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