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Las Islas Marías, el «Alcatraz mexicano»: Leyenda, pesadilla y turismo

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-Opinión, por Pedro Vargas Ávalos

Las Islas Marías es un archipiélago mexicano ubicado en el Océano Pacífico, frente a las costas de Nayarit, cerca de San Blas. Durante la etapa colonial, prácticamente se le ignoró, si bien había sido descubierto desde 1532.

Consta de cuatro islas de nombre María Madre de Dios, María Magdalena o de Enmedio y María Cleofás; la cuarta es un islote denominado San Juanito o San Juanico. Su principal poblado es Puerto Balleto. 

Tras su casi desconocida existencia de más de tres siglos, pues los mapas y obras geográficas prácticamente las ignoraban, fueron otorgadas a mediados del siglo XIX como una concesión al general José López Uraga (1808-1885), quien hizo intentos para explotar las susodichas islas.

La posición política de dicho militar que, tras meritoria carrera reformista, claudicó, hizo que se le quitara la adjudicación, pero luego del triunfo juarista sobre la intervención francesa en 1867, se le volvió a reconocer: entonces la vendió a particulares, quienes buscaban explotar las maderas de las islas.

En el año de 1905, el gobierno del dictador Porfirio Díaz la adquirió y se dedicó a construir una colonia penal federal, la cual arrancó tres años después.

Aun cuando se dice que en la cárcel y la enfermedad se conocen los amigos, la prisión levantada en la isla María Madre, impedía que se llevara a cabo ese principio, pues allí no se permitían las visitas: los presos, para tener compañía solían llevar a sus familiares y de esa manera sobrellevaban la dura vida penitenciaria. Desde aquella inicial década del siglo pasado, las temidas “cuerdas” de condenados se multiplicaban: los desdichados que el gobierno consideraba peligrosos eran confinados en la lejana prisión insular.

Vienen a la mente dos casos: Heriberto Navarrete, el jalisciense que luchó por sus ideas cristeras, y el escritor José Revueltas, quien por su ideología socio-comunista fue enviado al lóbrego penal en 1932 y en 1934. Son ambos personajes, acabado ejemplo de lo que nos dice la frase “no fuimos presos por lo que hicimos, sino por lo que somos”.

Ahora un centro cultural de la Isla madre, lleva el nombre de José Revueltas (autor de Muros de Agua, donde narra su estadía en ese penal) y su rostro luce en vívido mural. Del cristero, la verdad casi nadie se acuerda o al menos no escuché que se le mencionara. 

Hemos de anotar que por algunas corrientes gubernamentales se dio preeminencia, desde tiempos inmemoriales, a crear presidios o cárceles de alta seguridad en las islas. En Jalisco tenemos el caso de Mezcala, en el lago de Chapala, donde funcionó durante el siglo XIX un centro penitenciario insular: allí se gestaron rebeliones y se ejecutaron innumerables prisioneros. 

Otro ejemplo de personas singulares fue el del llamado Padre Trampitas, cuyo nombre real era Juan Manuel Martínez Macías, nativo de Aguascalientes, y que, tras ser violento adversario de curas y gobiernos, se transformó en un sacerdote de la orden jesuita. Él voluntariamente se transformó en preso dentro del penal de las Islas Marías, desde 1948, decidiendo vivir allí para ayudar a los reclusos a encontrar la fe y la paz.

De esa forma es recordado por su labor de conversión entre los presos, siendo muy destacados el caso de Pancho Valentino, así como el de un asesino serial bautizado como “El Sapo” (José Ortiz Muñoz), y quien se reformó gracias al padre Trampitas, aunque esa regeneración fue motivo de su muerte, pues ya no quiso defenderse cuando lo agredieron sus enemigos.

Los viajeros que ahora acuden a la reserva de la biosfera y centro ecológico-turístico de las Islas Marías se impactan al saber de su historia. Las tumbas ahora se aprecian una al lado de la otra, por expreso deseo del sacerdote cuando falleció nonagenario —mayo de 1990— en Guadalajara.

Como afirmó cierto comediante, la vida es una cárcel con las puertas abiertas. Eso es porque todo culpable, a pesar de lograr su libertad o absolución, mientras viva, continuará sujeto al tribunal supremo de su conciencia. Los sobrevivientes de ese tenebroso reclusorio así lo acreditan al rememorar su paso por el lugar.

El año de 2011 se incorporaron oficialmente cuatro Centros Federales de Readaptación Social, todos en la Isla Madre, denominados “Buganvilias”, “El Aserradero”, “La Laguna del Toro” y Morelos”. Al conocer lo que es el centro de alta seguridad, hasta el cuero “se enchina”, pues sus restos indican que quienes lo construyeron tenían ideas al estilo nazi, por su extremada rigidez y severos controles electrónicos, a la par de lo racionado del mantenimiento que se otorgaba a los recluidos allí.

Como suele suceder en todos los reclusorios, estos, más que rehabilitar, son verdadera universidad del crimen. Decía el popular actor Johnny Depp, al mencionar un personaje preso: Entró con un bachillerato en marihuana y salió con un doctorado en cocaína. Por eso, y además por lo elevado del sostenimiento, que ocasionaba actos de corrupción, se optó por cerrar este centro penitenciario insular.

Ya en el año 2000 se le había declarado reserva de la biosfera, pero sin mayores resultados. Por ello, el 18 de febrero de 2019, el entonces primer mandatario de la nación anunció: “Hoy vamos a informar sobre una decisión que hemos tomado, que considero importante, llena de simbolismo. Hemos tomado la decisión de que deje de ser prisión la Isla Madre, la Isla María”.

Luego agregó el presidente López Obrador: “Ahora hay 600 presos de baja peligrosidad. Vamos a liberar a más de 200, porque ya cumplen con lo que establece la ley y otros van a ser reubicados en penales de cárceles cercanas a sus domicilios. Los trabajadores de la isla van también a ser reubicados y la isla se va a convertir en un centro para las artes, la cultura y el conocimiento sobre el medio ambiente, la naturaleza, la flora, la fauna de esa isla”.

Así surgió el organismo que maneja la marina mexicana y que es el medio para realizar excitantes giras a las Islas Marías, especialmente a la María Madre. Los ferris -embarcaciones- salen de Mazatlán y de San Blas, por lo general en viernes, y regresan los domingos: el punto de llegada es Puerto Balleto, declarado recientemente “pueblo mágico”. La travesía es de aproximadamente tres horas y media y todo está incluido, salvo gastos personales y ciertas excursiones o tours.

Los principales sitios de observación son museos, celdas, el auditorio José Revueltas, la Iglesia de Guadalupe y el terreno donde se explotó el henequén. Se tiene una ilustrativa sesión nocturna de observación celeste y se observa la salinera, allí donde Pedro Infante filmara su película Islas Marías el año de 1951, cinta que se exhibe en el trayecto del puerto de salida al de arribo.

También hay lugar para practicar el senderismo, apreciar edificios en ruinas, ver el faro y recorrer la playa. No cabe duda de que fue un gran acierto el haber liquidado esa tenebrosa prisión y haberla mutado en excelente centro de observación, cultura y disfrute. Realizando un viaje a las Islas Marías se aprende, se reflexiona y se divierte. Al final, el paseante se queda satisfecho, enriquecido y con mejor conocimiento de lo que ha sido y es el ser humano. 

 

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