CULTURA
A Puerto Vallarta…mirada de crepúsculo
Por Fernando Zúñiga //
Aurelia me citó en la casa de su amante. Una casa verdaderamente lujosa, con no muy exquisito gusto pero con todas las comodidades imaginables. Colgada de la montaña y con una pequeña playa privada a la que se accedía por un camino de vegetación exuberante que lo protegía de la vista aun de las aves marinas que lo sobrevolaran.
Por el interfón me dio las instrucciones de sentarme en la terraza, que me sirviera lo que deseara del bar y que si deseaba ponerme algo más cómodo para el clima de ese día utilizara lo de mi gusto, con toda libertad, del armario junto a los vestidores de la piscina. Que seleccionara la música: Rick Braun ….Can you feel it.
Solamente me quité mis Top Sailer. Tanto mi pantalón como mi camisa eran holgados, de lino color claro.
Me serví un Vodka Tonic. Desde las bocinas: Paul Taylor ….Remember the love.
Era una vasta terraza.
…la diseñó y construyó uno de los arquitectos más reconocidos en el mundo…
Aurelia avanzaba hacia mí, con una bebida en su mano, descalza, vestida con pijama-palazzo. Blu eléctrico con ribetes blancos. Blusón suelto. Pantalón ancho.
Brindó conmigo. Miró hacia el mar.
…nadie la habita de planta. Soy la única visitante ocasional…
Me vio a mí sin mirarme. Sonreía como para nadie.
…fue construida pensando en una vida familiar futura reposada frente al mar…
Me invitó a sentarnos.
…desde hace 2 años he venido sola y deambulo ajena al sol, a la brisa y al mar, a las aves y la vegetación que antes me fascinaban me arrobaban los sentidos, prisionera de la soledad de mis recuerdos…
…le pido a los trabajadores que no vengan estos días. Por eso ves la alberca con hojas acumuladas…
Aurelia me acarició la mano. Miré distraído el horizonte marino.
…que paradoja: el lujo consiste en adquirir muchas cosas innecesarias siendo la vida indispensable…
Su sonrisa empezaba a desnudar su alma.
…estoy viviendo el precio de darme cuenta…demasiada cuenta…
…acepté el papel de la amante, creía amar sus atributos visibles, o los que quise ver, o los fue perdiendo si los hubo…y viví mi primera gran pasión de lujuria con entusiasmo y amante sin amor…
…su malicia rebasaba mi necesidad, mi capacidad de querer y mi ambición…para no regresar al hoyo de mi infancia en aquel pueblo perdido, de mi abundancia de carencias…de mi miedo a la nadería…aproveché mi belleza, mi inteligencia y la astucia para salir de allí, de escaparme de mi provincianismo providencial…
Sentí que Aurelia congeló sus razones y liberó sus sentidos.
…mi ambición personal desarrolló el instinto animal que me ayudó a cancelar las jerarquías del amor imponiendo las de la belleza y el poder…
…cultivé la costumbre de ser admirada solo que no me daba cuenta que algunos rasgos de mi origen no me disfrazaban lo suficiente, de la mala fortuna de mi origen…
…me volví demasiada inteligente para ser amada…
En la voz de Aurelia resonaba un ocaso, penumbra de noche en pleno mediodía tropical.
La imaginé en alguna reunión como la amante desdeñosa y ausente, deseada, imponiendo lejanía, con la copa en la mano, la aureola de mujer auto creada, la que elige, la que bendice con solo mirarla, la que sabe que el mundo está ahí para servirle…poseedora del último secreto del secreto del éxito… y el poder… y la gloria.
Imaginé a Aurelia hace varios años atrás cuando era la favorita, la elegida, la que al anochecer de glamour en esta misma terraza ante los invitados refulgía con aire casi mitológico. Con su palazzo bordado de celo reinante de dinero y halagos, reina del imperio de su propia creación.
Me imaginé a Aurelia décadas atrás cuando la conocí. La muchacha pobre con su vestido de percal, zapatitos de plástico regalados por la familia que la acogió en la ciudad para que trabajara con ellos.
Me di cuenta que Aurelia se dio cuenta de que así la recordé. Que mi recuerdo la regresaba al pequeño pueblo desconocido en los mapas del México de los 50´s.
Aurelia había sido entregada a una familia vecina de la casa de mis padres. Una familia de empresarios de la industria refresquera, ricos. Asistió a la escuela que habían fundado nuestros padres en la cual yo y mis amigos de la infancia cursamos la primaria antes de separarnos para continuar con los estudios del siguiente nivel. Asistimos a la misma secundaria pero sin aumentar la convivencia.
La dejé de ver en los niveles superiores de estudio. No supe más de ella ni por referencias de amistades mutuas. Aurelia era muy bella desde esa edad y desarrollaba un físico atractivo. Despertaba admiración de aquellos que la conocían. Siempre sobresalió en los estudios.
La encontré muchos años después en una convención en NY. Ella acompañaba a su marido, así me lo informó. En esa ocasión no tuve oportunidad de conocerlo. Ella lucía en verdad muy bella, refinada, segura de sí misma, no podía ocultar su encanto y atributos físicos. Me habló de su afición a la pintura y la ópera. Me describió las características del vino que bebía como verdadera enóloga/somellier. Su ropa y joyas eran muy finas. Algunas de sus expresiones eran con buen acento tanto en francés como en inglés. Cuando confirmó que yo dominaba el alemán por mi estancia de un año en Alemania también charlamos brevemente en ese idioma.
Le pregunté en esa ocasión por qué se había presentado conmigo con otro nombre. Me explicó (noté un fulgor de rubor en su expresión) que su marido así se lo había propuesto, cambiaron el acta de nacimiento y a ella le pareció bien. No le afectaba en nada y si además con eso demostraba su amor accedió.
Aurelia había aceptado ser la amante del hijo de su familia protectora cuando este contrae matrimonio, empieza a tener hijos al tiempo que va ascendiendo en la escala social, en su carrera política y en las esferas de poder que tanto la familia de su padre como la de su madre le heredan. Él requería una joyita de presentación y divertimento para sus momentos de éxtasis sociales.
Ricardo, así se llama, la llevó a la cumbre del dinero, las influencias, el poder, la inteligencia al servicio de la belleza y la belleza al servicio de la gratitud.
Aurelia me confesó esa tarde en Puerto Vallarta, con las luces del atardecer de su mirada y la mirada sobre el atardecer marino de la costa, que Ricardo la había echado del castillo del dinero, del palacio del poder.… que se daba cuenta ahora que la fortuna no es de nadie, circula, se esfuma y va a dar a un infinito hoyo de desechos de la vida.
Como pago a sus servicios le permitía ir algunas veces a la casa de Vallarta. Que se sintiera dueña de todo lo que allí había. Que podía llevar a sus amantes si deseaba y podían beber sus licores y usar la ropa que ahí estaba. Todo esto había sido comunicado por medio de una secretaria hacía 5 años y ya nunca más la había vuelto a saludar, ni siquiera por teléfono.
Desde las bocinas del bar: Brian Cultberson…Forbiden love.
Me retiré prometiéndonos vernos de nuevo. Descendí de la montaña como librando cada curva de la carretera, como si el crepúsculo sobre el Pacifico me susurrara al oído: poder, dinero, belleza, amor, sexo, lealtad, necesidad, miedo, origen…
El stereo de mi auto: Jessy J. .…True love.
FZG. GUADALAJARA IX/2016
