CULTURA
Figuras femeninas cabezonas y deformes: «Pinto lo que quiero; la vida del artista es de bajadas y subidas», Juan Carlos Macías

Por Gabriel Ibarra Bourjac //
La vida del artista no es fácil, como bien expresa el artista plástico y grabador tapatío Juan Carlos Macías, suele ser de bajadas y subidas, a veces más bajadas. Tienes temporadas que no vendes y otras que vendes mucho. Y Juan Carlos ha vivido esos contrastes de vacas gordas y vacas flacas.
En la carrera de Juan Carlos ha habido momentos de limitaciones, como el que platica de limpiar el último gramo de café en el frasco de Nescafé, que le sucedió en Chicago, donde en su primera exposición logró vender toda su obra.
El pintor tapatío se fue con el espejismo de que los dólares estaban a la mano. Cuando llegó a la ciudad de los vientos a principios del nuevo milenio, rentó un departamentito, pero después del éxito de su primera exposición, decidió rentar un piso en el que pudiera trabajar con mayor holgura.
Pero después montó otra exposición donde vendió únicamente un cuadro. Y de pronto, prácticamente se queda sin recursos. ¿Cómo pagar la renta tan alta sin ingresos a corto plazo?
Pero eso es anecdótico. La vida da muchas vueltas y en esos avatares conoció a un empresario coleccionista allá en Chicago, Maya Romanoff y la circuntancia le cambió. Maya Romanoff le da la mano y le presta un espacio en su fábrica para que pintara. Y así fue como logró superar el escollo y salir adelante.
Juan Carlos nunca imaginó lo que la pintura lo convertiría en un hombre de mundo. “Soy un poco viajero y un poco irresponsable – ríe-. A fuerzas se tiene una visión cosmopolita de la vida. Lo vas adquiriendo al ir de un lado para otro, no es que la buscaras, ya la vida te va llevando, un proyecto te lleva a otro y me gustan proyectos de largo aliento, de tal suerte que se que si voy a ir a picar piedra a un país nuevo no puedo estar tres meses, necesito producir allí, conocer el medio y esto te lleva años. He vivido en lugares distintos…”
Hay sucesos en la vida que vienen a marcar tu destino. Y en la carrera en el mundo del arte de Juan Carlos Macías hay dos sucesos que fueron el parteaguas para que su talento tuviera alcance y proyección mundial, como fue la decisión de irse a vivir a Chicago allá por 2003 y el haber ganado un concurso para una obra pictórica en el Metro de Chicago, en la época que la ciudad estaba compitiendo para organizar las olimpiadas, que finalmente quedaron en Rio de Janeiro en 2016.
Ese viaje a Chicago le permitió conocer a un personaje generoso que sería fundamental en su carrera en el campo del arte, Maya Romanoff y que se convirtió en su principal coleccionista.
“Los Romanoff fueron muy buenos, sigo teniendo relación con la familia, pero se murió el señor, se llamaba Richard, pero se lo cambió a Maya…hizo nun emporio del papel tapiz en el mundo. Se hizo una novia en Yucartán y se puso Maya…era un tipo muy interesante, hablaba inglés, francés, español, un tipo muy culto…”
“MI OBRAS ES FUNDAMENTALISTA, FIGURATIVA”
Juan Carlos en la entrevista con Conciencia en el Arte habla de su obra, de su estilo.
“Mi obra es fundamentalista, figurativa, porque reconoces lo que hay. Soy expresionista, porque no es realista; hay deformaciones, algunas voluntarias, otras involuntarias, porque dicen que el estilo te lo marca la suma de tus deficiencias”.
“Cuando empecé a hacer figuras muy cabezonas, muy deformes, es porque había empezado el rostro en una tela y no me cabían en el espacio. ¿Qué hago? ¿La borro? Le fui haciendo más chicas las piernas, todavía cebezonas y patonas, como si fueran niñas, pero no son niñas”.
Así es como describe su estilo Juan Carlos Macías, un hombre de mundo, cosmopolita que gracias a la pintura y a su talento ha vivido en varios países, como Estados Unidos, en Los Ángeles, Chicago; en Cherburgo, Normandía en Francia; Marruecos y ha trabajado en Alemania.
Al artista plástico tapatío Juan Carlos Macías, le gusta dibujar cuerpos humanos, especialmenrte mujeres.
¿Cómo ha sido tu vida como pintor?
Muy buenas, pero bajadas y bajadas y luego una subiditas y otra bajada…ya con los años, ahorita vivo a gusto, ya no tengo exabruptos económicos, pero nunca sabes, es costoso mantener dos talleres que es mi caso, estar produciendo siempre te cuesta y mi obra no es tan bonita, no le gusta a mucha gente, no es tan atractiva, tengo algunos coleccionistas serios, a la gente no quiere ver un cuadro mio en su sala y yo soy terco, lo que quiero hacer es obra de arte y la hago; puedo pintar, puedo hacer pintura complaciente, a quien no le gusta flores, un bodegón, un caballo, lo que quiero hacer es obra de arte, tengo ya 60 años…
“No tengo muchas exigencias; no bebo alcohol, que es un factor, porque muchos te compran cuando traes alcohol encima y si no lo traes te dicen: alguien que no bebe no es confiable”.
“No hago muchas relaciones públicas, no ando detrás de los coleccionistas, los que he tenido como Romanoff fue un chiripazo, nos caíamos bien, era de una generosidad extraordinaria con mi familia y con mi hijo Emiliano”.
La pintura te ha llevado por el mundo…
Sí, sí…en parte la pintura, de joven me fui a estudiar a Estados Unidos, después de que terminé la escuela en México me fui otra vez a Estados Unidos a hacer una especialidad en gráfica, es lo que me ha movido a todas las partes a las que he ido,
¿Y cómo fue que viviste tres años en Francia?
Son circunstanciales, por ejemplo, cuando viví en Francia realmente tenía que irme a vivir a Alemania, pero no lo hice porque me salía más caro que vivir en Alemania y viví en Francia. Tenía que hacer un trabajo para la ciudad de Chicago, como era un trabajo muy especializado de mosaico pero de alta calidad. La empresa que tiene mas tiempo en el mundo es la de Franz Meyer que está en Alemania, resistió las guerras mundiales, tiene 170 años de existir y se dedica a hacer mosaico y vitral.
El mosaico se licitó para una obra del metro de Chicago en la época que Chicago estaba participando para las olimpiadas que finalmente se quedaron en Brasil y estaban renovando algunas estaciones céntricas, 11 estaciones del tren.
Hicieron la licitación entre un listado de artistas posibles, participé en la licitación y mi propuesta ganó el proyecto de una de las obras públicas que se iban a hacer con este fin.
Tardamos tres años de hacer desde el proyecto hasta la instalación poco más de tres años.
En la licitación te pedían que garantizaras una obra de cien años de durabilidad. Hay mosaicos de mas de dos mil años que existen…
Salía muy caro vivir en Alemania, me fui a un pueblito de Normandía.
Disponía de una casa muy grande, tenía que seguir produciendo y allí viví tres años.
¿Cómo nace tu vocación de artista?
Desde niño me soñaba como artista, me acuerdo que de niño iba al ex Convento del Carmen y veía grabados y pensaba no se cómo le hacen estos, pero son unos genios, porque no tenía ni idea de la técnica; dibujaba desde niño. En tiempos de las olimpiadas, tenía 7 años (nací en el 61) nos pidieron hacer un dibujito en la escuela con el tema de los juegos olímpicos, resulta que les gustó mi dibujo, participó en el concurso y ganó, fue un concurso interescolar, también ganó, ya no supe que pasó en la siguiente etapa, seguramente ya no ganó.
¿Qué dibujabas?
Me gustaba dibujar, dibujaba a Batman, sí pensaba que podría ser un pintor, pero era difícil, de alguna manera lo percibía, mi padre era músico y nos la pasábamos difícil, mi papá tenía que hacer otras chambas, no podía mantenerse de la música cabalmente.
Y estaba como el estigma, a esto no te metas, estudia doctor, ingeniero, tenía un hermano músico muy bueno, pero era médico, mis hermanas cantan, pero son maestras, estudiar una carrera, en mi caso hice arquitectura, la terminé; estudié artes plásticas. En mis tiempos terminabas la secundaria y ya podías estudiar artes plásticas, era una carrera técnica, no era licenciatura, no la terminé, la certeza de que tenía que hacerlo, la prepa sí la terminé.
ESTUDIÓ ARQUITECTURA
“Luego estudié arquitectura en la Universidad de Guadalajara, es una de las cinco bellas artes y hay una línea de la arquitectura que no es tan teorica, la parte de la historia de la arquitectura.
En arquitectura aprendí la teoría de la perspectiva, de la geometría analítica y la geometría descriptiva, todas estas cosas te llevan a que tengas un mejor entendimiento de las formas, luces. La arquitectura me sirvió mucho como formación. La vocación ya la tenía.
Recuerda que de niño, tenía 2 o 3 años, de la mano del abuelo iba a ver los murales de Palacio de Gobiero los de Orozco, los del Cabañas; inclusive recuerda haber visto pintar a Gabriel Flores.
DE FAMILIA DE ARTISTAS
Juan Carlos viene de familia de artistas. Su padre que era saxofonista, batalló porque en ese tiempo no había bandas de jazz y tenía la responsabilidad de sacar a los siete hermanos adelante. Sus hermanos tocaban también diversos instrumentos y él aprendió a tocar la guitarra, pero hoy le cuesta trabajo por un accidente que sufrió que le dejó una mano tuyida.
Su abuelo, por parte de su madre, era muy buen dibujante.
A los diez años entró a estudiar pintura al jardín del arte en el Agua azul, talleres que impartían los domingos, eran talleres abiertos, allí estaba Jesús Mata dando clases, estaba también Carlos Terrez, pintaban con crayolas, lápiz con T; luego fue al Colegio de Santa Teresa de Ávila a recibir clases de óleo al que iban puras niñas y Juan Carlos era el único varón. Allí aprendió a pintar óleo.
Un accidente tuvo en su vida que le costó perder uno de sus dedos. Fue cuando se puso a construir viviendas. Estaba revisando un camión de ladrillos que habia comprado, se sube al camión, traía la argolla de matrimonio en el dedo, ya que el fin de semana habían estado en Puerto Vallarta, el anillo se le salió y entonces el anillo se la atora en un clavito que tenía la redila, pega un brinco y se le raja, intentaron pegarlo, pero no prendió.
“No fue grata mi incursión en la arquitectura y construcción. Zapatero a tus zapatos. Su esposa construye, hace algo de bienes raíces, algo de costura, muy padre artística”, dice con la sonrisa en el rostro.
La vocación por la pintura se le fue reafirmando y hoy Juan Carlos Ahora es un pintor consagrado, vive en el Centro de Guadalajara, tiene dos talleres pegados en la misma zona, uno en la azotea de su casa donde vive, y el otro está a la vuelta.
Hoy ya no vive con las vicisitudes económicas de principios del dos mil y pinta lo que quiere, consciente de que a mucha gente no le gusta lo que pinta, “lo que quiero hacer es obra de arte y la hago; puedo pintar, pudo hacer pintura complaciente, tengo ya 60 años de vida”.
CULTURA
Obra de Ernesto Ríos: «Códigos», lo que hay detrás de lo que vemos

-Por Gabriela Andrade
Desde el 3 de julio de 2025, el Centro de las Artes de San Luis Potosí alberga una muestra que no solo reúne obra visual, sino también pensamiento crítico, investigación y sensibilidad poética. Se trata de “CÓDIGOS”, exposición individual del artista, investigador y académico Ernesto Ríos, que se presenta en la Galería Central del CEART con entrada libre y una duración extendida durante el verano.
La exhibición ha sido curada por Gabriela Gorab, quien propone una lectura del trabajo de Ríos como un acto de desciframiento de los lenguajes invisibles que componen el mundo: desde algoritmos hasta estructuras celulares, pasando por patrones ancestrales y símbolos tecnológicos. En palabras de Gorab, esta obra se entreteje con el latido profundo de lo que no vemos, un lenguaje encriptado en la biología, el arte y la conciencia.
UN ARTE QUE PIENSA, RESPIRA Y CALCULA
La exposición toma como punto de partida el cruce entre arte, ciencia y espiritualidad. Cada obra puede entenderse como una suerte de “interface” visual entre lo humano y lo inmaterial. Ernesto Ríos investiga desde hace años la naturaleza del patrón, tanto en lo visual como en lo conceptual. En “CÓDIGOS”, esto se manifiesta en una serie de pinturas monocromáticas que integran formas geométricas, estructuras fractales, matrices numéricas y efectos ópticos.
Estas imágenes no están hechas solo para ser contempladas, sino para ser interpretadas. Sus secuencias recuerdan lo que podríamos encontrar en un microscopio o en un telescopio: células en mutación, tejidos en movimiento, constelaciones, redes neuronales. Sin embargo, nada es literal. Ríos sugiere más que describe. Como él mismo ha expresado en otras ocasiones, su obra busca que el espectador complete el sentido, como si el arte fuera una suerte de código que necesita ser traducido desde la intuición.
CERÁMICA COMO ALQUIMIA
Además de su producción pictórica, “CÓDIGOS” incorpora una serie de esculturas cerámicas realizadas con la técnica del raku, una práctica japonesa que implica la cocción a alta temperatura, la quema con fuego abierto y el enfriamiento abrupto. Este proceso, controlado solo parcialmente por el artista, permite resultados inesperados: craquelados, texturas quemadas, tonalidades metálicas, superficies carbonizadas.
El resultado es un conjunto de piezas que, aunque nacen del fuego, parecen emerger de tiempos arcaicos, como si fueran vestigios de una civilización futura o mensajes enviados desde una dimensión paralela. Según Ríos, esta técnica le permite introducir el azar en su proceso creativo, estableciendo una conversación directa con los elementos: tierra, agua, aire y fuego. “Trabajar con raku es aceptar que no todo está en mis manos”, comentó el artista en una entrevista previa. “Es un diálogo con la materia”.
RESONANCIAS DE PANDEMIA Y TRANSFORMACIÓN
Una de las obras más significativas de la exposición es “Skull SARS‑CoV‑2”, una pieza que retoma la forma de un cráneo humano para integrarle el código genético del virus del COVID-19. No se trata de una representación mórbida, sino de una reflexión sobre cómo la biología, la ciencia y la historia se entrelazan. Para Ríos, la pandemia fue un momento que nos obligó a mirar los sistemas que sostienen la vida y también a repensar el lenguaje del miedo, de la resistencia y de la adaptación.
“La obra no busca retratar una amenaza, sino señalar un proceso de reconfiguración”, explicó. “El virus fue también un catalizador para reentender la vulnerabilidad humana y la interconexión del planeta. Lo que parece desorden puede ser parte de un nuevo equilibrio”.
UNA CURADURÍA DE ESCUCHA PROFUNDA
Gabriela Gorab, curadora de la exposición, ha enfatizado que “CÓDIGOS” no se limita a una exhibición estética. “Es una experiencia sensorial, filosófica y espiritual. Las obras de Ernesto están hechas con los ojos abiertos, pero también con los poros, con la memoria, con el cuerpo”, ha declarado. La muestra, en ese sentido, propone que cada visitante realice su propia lectura, encontrando en las formas abstractas una resonancia íntima, un eco de algo que quizás aún no sabe nombrar.
Para Gorab, el trabajo de Ríos crea una coreografía visual en la que todo está relacionado: la geometría con la biología, el sonido con la vibración, el pasado con el porvenir. “Este arte no nos dice qué pensar, pero sí nos invita a pensar distinto”, expresó.
TRAYECTORIA SÓLIDA, MIRADA INQUIETA
Ernesto Ríos nació en Cuernavaca, Morelos, y es doctor en Artes Visuales por el Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT), en Australia. Su obra ha sido expuesta en México, Argentina, Australia, Alemania, Chile y otros países, en más de 70 exposiciones colectivas y 29 individuales. Fue el primer artista latinoamericano en ganar el Premio Siemens-RMIT de Artes Visuales en 2010.
Actualmente, combina su práctica artística con la docencia y la investigación como profesor en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), donde impulsa proyectos de arte contemporáneo con un enfoque transdisciplinario.
EL ARTE COMO CÓDIGO VIVO
“CÓDIGOS” es, al mismo tiempo, una exposición sobre el presente, una mirada hacia el futuro y una evocación de los saberes antiguos. Nos recuerda que todo lo que vemos —y lo que no— responde a estructuras, algoritmos, vibraciones. Nos propone que el arte puede ser también una herramienta de investigación, una vía para abrir portales y formular nuevas preguntas.
Disponible durante varias semanas en el CEART de San Luis Potosí, esta muestra no solo merece ser visitada: merece ser leída, descifrada y sentida.
CULTURA
Entre libros y lectores: ¿Negocio o fomento a la lectura?

-Conciencia en la Cultura, por Luis Ignacio Arias
Finalizó el magno remate de libros en Guadalajara en su cuarta edición. En ella participaron editoriales independientes, nacionales, librerías de viejo e iniciativas como cita a ciegas con un libro.
El espíritu el evento es fomentar la lectura y la cultura en los tapatíos, para otros sectores, la verdadera finalidad es ayudar a las editoriales a deshacerse de su inventario viejo, también conocido como inventario envejecido, inventario muerto o inventario obsoleto, es decir, libros que han permanecido sin venderse durante un periodo prolongado, ocupando espacio en los almacenes y sin retribuir los costos de producción utilizados.
El evento es organizado por la Secretaría de Cultura de Jalisco y las editoriales participantes, con el fin de ofrecer a los asistentes libros con descuentos desde el 40% hasta el 70%, se podían encontrar libros desde 20 pesos. Estos descuentos pueden ser percibidos como una forma de animar al público a acercarse a la lectura y la cultura.
Pero para un sector más crítico de escritores, editoriales locales y público asiduo a comprar libros en físico, el evento tiene un fin comercial con un pretexto cultural, ya que las librerías grandes o establecidas, en esta cuarta edición Penguin y Gonvill, no ponen en descuento lo más nuevo o vendido de su catálogo, simplemente asisten con su stock regular buscando generar ventas o poniendo en descuento aquellos títulos que no han logrado vender y necesitan desalojar de sus almacenes para hacer espacio a nuevos embarque.
En sus redes sociales, algunos asistentes criticaron la falta de títulos actuales, señalaron que, en su mayoría, se trataba de libros de autoayuda, manuales de cocina, segundas o terceras partes de sagas no reconocidas o títulos de literatura clásica. Por lo que su experiencia no fue muy satisfactoria, aun así, los que se dedicaron a buscar y rebuscar en los montones de libros encontraron algún libro de su agrado.
Vendedores y consumidores tienen razón, sus posturas son válidas y no son incompatibles. La industria editorial es un negocio, cuya finalidad es producir ganancias, como cualquier otra industria. Por ello busca estrategias que acerquen al público a sus productos. El debate se da por el tipo de producto que manejan, libros. La asociación entre libros y cultura es natural, y al ser un bien intangible, de dominio público y un derecho de cualquier ser humano, el relacionarlo con el ámbito comercial genera escozor en los sectores más puristas, tradicionales o idealistas.
No es una crítica a estos grupos, la cultura es fundamental en el desarrollo del individuo y aspirar al desarrollo de ella debe ser un objetivo de cualquier sociedad y son estos mismos grupos los que suelen mantener viva escena cultural del estado. Pero cultura e industria no deberían percibirse como antagónicos, sino complementarios. Ambos tienen un fin en común, acercar a las personas a los libros.
Se puede objetar que a las editoriales no les interesa el tipo de libro, el uso que se le dé o si son leídos o no; simplemente quieren vender la mayor cantidad de ejemplares posible. Las editoriales o librerías no tienen la función de fomentar el gusto por la lectura, su función es ofrecer los productos que el público demanda; leerlos o no es decisión del comprador.
Entonces, ¿para qué sirve un libro que no es leído? Es ahí donde los sectores culturales, ajenos a los intereses comerciales, pueden colaborar, despertando el interés en la lectura, en el saber. Si alguien compra un auto, una máquina para ejercicio o cualquier otro producto y no lo utiliza, no se culpa al vendedor, sino al consumidor, incluso se podría argumentar que es su inversión y está en todo su derecho de hacer o no hacer con ella lo que quiera.
Según el módulo de análisis sobre la lectura en 2024, realizado por el INEGI, en México la población alfabetizada que practica la lectura es del 69.6%. Los libros siguen siendo lo más leído, con un 41.8% del material leído, que incluye también a periódicos, páginas de internet, revistas e historietas. No se aclara si se trata solo de libros físicos o si se incluyen las versiones digitales, pero sí se menciona que el acceso gratuito a materiales de lectura aumentó de 55.6 % en 2015 a 66.7 % en 2024.
Es decir, los lectores están recurriendo al material gratuito, una de las razones es el costo de adquirir un libro nuevo, en 2024 el salario mínimo en México fue de $248.93 por día, por lo que comprar un libro nuevo, en promedio, implica mínimo un día de trabajo para los trabajadores con salario mínimo.
Eventos como este, buscan promover la compra de libros en grupos que no tienen los recursos suficientes para adquirir un ejemplar de forma regular. El público al que busca llegar no es el que asiste de forma regular a las librerías o al FIL, donde los costos de los libros se incrementan tanto por la renta de espacios y la logista que implica armar un evento así, sino a aquellos que no cuentan con los recursos para adquirir de forma regular o en la cantidad que ellos quisieran.
Y es verdad que, al tratarse de un remate, los libros que se ofrecen no son los más demandados sino aquellos que no han logrado entrar en el gusto de los consumidores, pero eso no significa que carezcan de valor cultural o que no puedan ofrecer algo de interés.
Porque los libros son algo especial, en palabras de Rubén Darío: “El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor”. Es necesario promover y fomentar no solo su compra, labor de las editoriales y librerías, sino su lectura, ya sea de forma virtual o digital, es labor del gobierno, instituciones públicas y privadas, así como de las familias, no el formar un hábito sino un gusto, por lo que la escena cultural del estado y las editoriales y librerías deberían realizar esfuerzos conjuntos y no de forma asilada o incluso antagónica.
CULTURA
Tlaquepaque celebra la edición XLVIII del Premio Nacional de la Cerámica

-Por Raúl Cantú
En una vibrante ceremonia que reunió a artesanos de todo México, el Centro Cultural “El Refugio” fue el escenario de la edición XLVIII del Premio Nacional de la Cerámica, un evento que celebró la tradición, el talento y el arte popular.
Con un récord de 912 participantes, esta premiación destacó la importancia de la cerámica como patrimonio cultural y económico de México, consolidando a Tlaquepaque como la Villa Alfarera y un referente nacional.
La presidenta municipal, Laura Imelda Pérez Segura, resaltó el valor ancestral de la cerámica, un arte de más de 4,000 años que fusiona tradición prehispánica y técnicas modernas. “En Tlaquepaque, como Pueblo Mágico y centro de la mexicanidad, asumimos la misión de preservar este oficio milenario”, afirmó.
Este año, la bolsa de premios creció un 50% hasta los 2.79 millones de pesos, entregando 36 galardones en categorías como cerámica tradicional, contemporánea, infantil y juvenil, además de reconocimientos por trayectoria.
En esta edición participaron artesanas, artesanos y ceramistas de diferentes estados de la República, como: Estado de México, Jalisco, Tlaxcala, Michoacán, Coahuila, Guerrero, Chihuahua, Aguascalientes, Veracruz, Ciudad de México, entre otros.
Los premiados fueron los siguientes de acuerdo con cada una de las categorías que a continuación se mencionan:
GALARDÓN NACIONAL DE LA CERÁMICA TRADICIONAL
Martín Hernández Sánchez, originario del Estado de México, con la obra «Una Pequeña Gran Obra».
TALENTO INFANTIL
Primer lugar, Fabiana Soteno Jiménez, originaria del Estado de México, con la obra “Muertito y Coleando”; segundo lugar, Abdiel Abdiel Valenzuela Ramos, originario de Coahuila, con la obra “Norteña” y tercer lugar a Erika Guadalupe Zacarías Pascual, originaria de Michoacán, con la obra “Mis Emociones.”
Mención Honorífica Fabrizio Torres Meneses, originario de Tlaxcala, con la obra “Mi Pulquero Tlaxiquero”.
TALENTO JUVENIL
Primer lugar, Florencia Soteno Jiménez, originaria del Estado de México, con la obra “Recipiente de los Sueños Imperecederos”; segundo lugar, Mane Aranza Delgado Fraire, originaria de Coahuila, con la obra “Juguemos” y tercer lugar, Darío Soteno Esquivel, originario del Estado de México, con la obra “Niños con las Máscaras”.
PREMIOS POR TRAYECTORIA
Premio Ángel Carranza: Gerónimo Ramos Flores, de Tonalá, Jalisco.
Premio Pantaleón Panduro: Saúl Camacho Rodríguez, del Estado de México.
CATEGORÍA: ALFARERÍA VIDRIADA SIN PLOMO
Premio San Pedro Tlaquepaque: Cristian Rodrigo Sebastián Contreras, originario de Michoacán, con la obra «Juego de Té Purépecha».
Premio Jalisco: Antonio Martínez Reyes, originario de Michoacán, con la obra «Olla Punteada Primaveral». Premio Nacional: Marcelo Montoya Vázquez, originario del Estado de México, con la obra «Cazo Decorado».
CATEGORÍA: BRUÑIDO TRADICIONAL
Premio San Pedro Tlaquepaque: Carolina Medina Santana, originaria de Michoacán, con la obra «Cántaro Matizado Bruñido».
CATEGORÍA: VIDRIADO TRADICIONAL
Premio San Pedro Tlaquepaque: Antonia Cerano Gutiérrez, originaria de Michoacán, con la obra “Piña Flor Naciente”.
CATEGORÍA: POLICROMADO TRADICIONAL AL FRÍO
Premio San Pedro Tlaquepaque: Tomasa González Sánchez, originaria de Michoacán, con la obra “California en Llamas (Hollywood)”.
CATEGORÍA: TRADICIONAL ALISADO Y DECORADO EN ENGOBES*
Premio San Pedro Tlaquepaque: Yesenia Lorenzo Camilo, originaria de Guerrero, con la obra “Danza de Chinelos”.
CATEGORÍA: FIGURA EN ARCILLA
Premio San Pedro Tlaquepaque: Luis Timoteo Vicente Jacobo, originario de Michoacán, con la obra «Cantina el Diablito Feliz». Premio Jalisco: Guadalupe de la Cruz Torres, originaria de Michoacán, con la obra «Velatorio de Monjas Coronadas». Premio Nacional: Gerardo Tena Sandoval, originario de Chihuahua, con la obra «Cuidemos la Fauna».
CATEGORÍA: CERÁMICA EN MINIATURA
Premio San Pedro Tlaquepaque: Rolando David Rodríguez Herrera, originario de Aguascalientes, con la obra «Días de Fiesta». Premio Jalisco. Carlos Ignacio Ávalos Ruiz, originario de Michoacán, con la obra «Los Trastecitos de mi Abuela». Premio Nacional. José Adolfo Soto Díaz, originario el Estado de México, con la obra «La Tlanchanita de Metepec».
CERÁMICA NAVIDEÑA
Premio San Pedro Tlaquepaque: Elizabeth Castañeda Escobar, originaria de Veracruz, con la obra «Burrito Sabanero». Premio Jalisco: Miguel Ángel González Mesillas, originario del Estado de México, con la obra «Nacimiento». Premio Nacional. Blanca Jiménez Flores, originaria del Estado de México, con la obra «Buenos Días Jesús».
CATEGORÍA: ESCULTURA EN CERÁMICA
Mención Honorífica: Carlos Vázquez Macías, originario de Jalisco, con la obra «Hijos de Maíz» y Manuel Alejandro Romo Razón, originario de Jalisco, con la obra «Gallito de Verano». Premio San Pedro Tlaquepaque: Marina Santana González, originaria de Jalisco, con la obra «Santanaceramica@gmail.com«. Premio Jalisco: Ángel Martín Álvarez Rivera, originario de la Ciudad de México, con la obra «Ello, Yo y Super Yo». Premio Nacional: José Miguel Quisberth León, originario de la Ciudad, con la obra «Imaginari».
CATEGORÍA: CERÁMICA CONTEMPORÁNEA
Premio San Pedro Tlaquepaque: Emmanuel Abelardo Zavala Flores, originario de Veracruz, con la obra “Modernidad Efímera”. Premio Jalisco, Brian Gregorio Corres Hernández, originario de Oaxaca, con la obra “Polilla”. Premio Nacional. Constanza López Caparros Íñiguez, originaria de Veracruz, con la obra “Manglar”.
CATEGORÍA: CERÁMICA TRADICIONAL
Premio Jalisco: Esperanza Felipe Mulato, originaria de Michoacán, con la obra «Fiesta de San Pedro y San Pablo». Premio Nacional. Alfredo Felipe Rivera, originario de Michoacán, con la obra “Alfarería”.
En el evento estuvieron presentes el secretario de Cultura del Estado de Jalisco, Luis Gerardo Ascencio en representación del gobernador Pablo Lemus Navarro y David Gallegos Soto, director general del Patronato Nacional de la Cerámica.
Para todos los interesados en adquirir alguna de las piezas concursantes, el Centro Cultural “El Refugio” cuenta con un espacio para la exposición y venta de las artesanías participantes, mismo que estará abierto al público hasta el 03 de agosto de 9:00 a 18:00 horas.